Crónica política
Desde el Congreso ya no se ve la Puerta del Sol
La creativa vuelta del bipartidismo y el éxito del eje identitario-nacionalista llena de melancolía a los impulsores del 15-M
Aníbal Malvar Madrid , 29/05/2019
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A Kike Castelló (Madrid, 1975) se le entristece la voz cuando se le pregunta si los últimos resultados electorales suponen el fin del ciclo político que arrancó, con el apolítico 15-M, en la España de 2011.
– Aquello lo inauguramos gritando “PSOE y PP la misma mierda es”, contra los recortes de José Luis Rodríguez Zapatero, y hoy siguen gobernando los mismos con Pedro Sánchez.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. En aquel 2011, a principios, Kike Castelló era uno de los impulsores de Democracia Real Ya (DRY), un colectivo nacido en Facebook y otras redes sociales que, en muy poco tiempo, se convirtió en vocero de una amalgama de colectivos afectados especialmente por la crisis iniciada en 2008: los jóvenes sin futuro, los parados, los desahuciados, los pensionistas. En marzo, la web democraciarealya sacó a las redes un manifiesto convocando a las manifestaciones del 15-M en una sesentena de ciudades de España. El éxito fue tan arrollador que solo en Madrid hubo casi treinta detenidos. El espíritu asambleario inundó las plazas de todo el país, y el susto de los poderes fácticos fue tan grande que le echaron colirio al ojo del gran hermano y llegaron a amagar con una policía patriótica, al modo de Jorge Fernández Díaz, para vigilar a los que consideraban cabecillas de un movimiento que presumía de descabezado, silvestre, sinsombrero. Castelló fue uno de aquellos espiados, tal como pudo comprobar, y publicó, este modesto cronista tras confirmarlo con fuentes policiales.
– Ocho años más tarde, ¿no crees que, con una fórmula que podríamos denominar creativa, hemos regresado al bipartidismo?
– Sí, con una fórmula creativa hemos regresado al bipartidismo –se limita a repetir Kike Castelló sin descabalgarse de la melancolía.
A decir del rojerío más pesimista, en el Congreso de los diputados que preside Meritxell Batet no habrá rastro ya del perfume a Puerta del Sol que entró con cinco millones de votos (incluyendo coaliciones) y 71 escaños a asaltar los cielos desde el aliento del 15-M. En sentido metafórico, ya no se repetirá más esa cara de besugo horneado que se le quedó a Mariano Rajoy cuando vio las rastas del diputado Alberto Rodríguez dirigirse hacia su escaño.
El tiempo del asombro ha perecido, a no ser que a alguien le asombre todavía que, en la Carrera de San Jerónimo, se puedan sentar una veintena de donpelayos a caballo. Siempre hubo donpelayos a caballo en el Parlamento español, lo que pasa es que se ensordecían bajo el estruendo azul de las gaviotas. No conviene olvidar que el PP fue fundado por un fascista llamado Manuel Fraga, y que en 2007 el ministro popular Jaime Mayor Oreja definió el franquismo como “un periodo de extraordinaria placidez”.
Ni el líder de Vox, el diputado electo Santiago Abascal, sería hoy capaz de adjetivar tan dulcemente la dictadura sin que lo corran a gorrazos. Pero algunos aguiluchos escapados de la vieja rojigualda predemocrática siempre han poseído nido en el Congreso. Lo que no había traspasado nunca el columnar de los leones, hasta 2015, eran las rastas del asombro mariano.
El filósofo Carlos Fernández Liria es de los que no ven ya rastro de aquel 15-M en los 35 escaños que ocuparán los de Pablo Iglesias (42, sumando a los Comuns) en el recién constituido Congreso. Revolucionario de izquierdas (él dice que también existen revolucionarios de derechas) e ideólogo del Podemos germinal junto a compañeros como Luis Alegre o Santiago Alba Rico, Liria no se corta al poner nombres y apellidos a lo que le ha sucedido a la formación morada en sus cinco años de vida: “Podemos, desde 2014, no tenía otro rasgo distintivo que el de ser distinto. Cuando desaparece la calle y se disuelven los círculos, Podemos se convierte en algo bastante indiferente al PSOE. Y, además, Sánchez ha actuado bien. Ha aprovechado la estrategia suicida seguida por Pablo Iglesias e Irene Montero de convertir Podemos en Izquierda Unida. Y ese ha sido el fin político del 15-M y el fin de todo”.
“Podemos ha renunciado a la herencia del 15-M por completo”, continúa. “El fracaso electoral ha sido monumental en todas partes. Ha perdido diputados. Se han perdido concejales. Este batacazo ya no tiene remedio”. Mientras Liria recitaba este epitafio, el alcalde desbancado de A Coruña, el en marea Xulio Ferreiro, anunciaba su abandono de la política institucional.
El doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Nueva York Sebastián Lavezzolo no cree, ni siquiera, que el 15-M haya entrado alguna vez en el Congreso. “Yo no veo que se rompa un ciclo, porque no creo que este periodo entre el 15-M y el presente haya constituido un ciclo. Sí es verdad que vivimos la irrupción de dos nuevos partidos que prometían subvertir el orden. Pero muy pronto esos partidos envejecieron. Demasiado pronto se consolidaron, pero ya como partidos más convencionales”.
De entre los 350 parlamentarios de la nueva cámara, Lavezzolo focaliza su interés investigador en uno. “Es interesante la posición que va a tener Pablo Iglesias en esta legislatura. Como político profesional sí le veo futuro, porque no ha apostado tanto como para tirar la toalla tras estos resultados. Aguantará lo imposible. Ahora, ¿le veo futuro desde el punto de vista electoral? Eso parece más complicado. Es un líder bastante desgastado. Ya no tiene ni la frescura ni el punto rompedor que tuvo al principio. Y el PSOE ha sobrevivido a su momento más tenso y más dramático: observar el peligro por su izquierda”.
Cuando uno se deprime escribiendo reportajes sobre las infortunadas peripecias de la izquierda española, hay un antídoto infalible para disipar desconsuelos y aflicciones: marcar el número de Juan Carlos Monedero. “Tengo la sensación de que hemos vivido una suerte de resplandor antes de que ocurra... algo –ese algo es tan enfático que debería transcribirse en mayúsculas--. Creo que, más que la muerte de la estrella, es su regeneración”.
Para analizar la vigencia o no de las vindicaciones regeneradoras del 15-M, primero pone contexto generacional a los tiempos: “A mis alumnos el 15-M les parece tan lejano como la movida madrileña. Tenemos que ser conscientes de que el mundo se ha acelerado. Es todo muy vertiginoso. Si te descuidas, ya no entiendes la música que suena ni cuáles son los referentes culturales”.
A pesar de todo, no cree Monedero que el 15-M haya muerto para la política española: “El ciclo empezó con la impugnación de la crisis/estafa, la ruptura del ascenso social, el agotamiento del bipartidismo… Todos esos asuntos son permanentes. Era un ciclo que impugnaba la derechización de la economía, el bipartidismo, la resignación, la corrupción… Todos esos elementos siguen ahí”.
En su irreductible optimismo, Monedero ni siquiera considera a Podemos fracasado en las últimas citas electorales, a pesar de haber perdido todas las alcaldías del cambio, exceptuando Cádiz y, quizá, Barcelona, y haberse dejado más de 850.000 votos y casi 70 diputados en doce comunidades: “Ha funcionado muy bien el sistema golpeando a la alternativa Podemos. Ya lo vimos con las cloacas mediáticas, políticas y policiales. Han hecho una tarea que no está nada mal”, constata con evidente sesgo irónico. “Pero fíjate que Podemos ha sacado 3,7 millones de votos en el peor momento que uno podría imaginar. Con la división alimentada por las cloacas mediáticas, manteniendo una posición difícil entre los dos polos del conflicto catalán, con el ascenso de Vox invitando al voto/refugio en el PSOE, y cinco años con la matraca de la financiación de Venezuela e Irán, la malversación a Hacienda, la amistad con ETA… Y, pese a todo, casi 4 millones de votos en las generales. Creo que todo esto evidencia que la impugnación que alentó el 15-M sigue abierta en Podemos”.
Como adelanto, la legislatura que nos espera arrancó el 21 de mayo envuelta en broncas y pataleos mientras prometían o juraban los diputados, incluidos los cuatro catalanes suspendidos por la vía rápida. Meritxell Batet, neófita en la presidencia, quizá se amilanó un poco al ver cómo del templo de la palabra se adueñaban la onomatopeya y la batukada. El paisajista pinta al PSOE institucionalizado por sus votos, con el conservadurismo que lleva implícita toda institucionalización a la española; con los gemelos Rivera y Casado dándose codazos en el pupitre sin atender demasiado a clase; con la languidez tísica del minorizado Podemos esperando curación hasta reflotar de la relativa insignificancia, y con Vox pegando voces. Los diputados independentistas ya son otra historia. O, quizá, acaben siendo la Historia.
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