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Tribuna

No fue un golpe de Estado

Para poder desatascar el conflicto catalán es imperioso abandonar de una vez la tesis de que los independentistas son unos “golpistas”

Ignacio Sánchez-Cuenca 8/06/2019

<p>Puigdemont tras su declaración en el Parlament el 10 de octubre.</p>

Puigdemont tras su declaración en el Parlament el 10 de octubre.

Job Vermeulen / Parlament de Catalunya

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La Fiscalía del Tribunal Supremo ha legitimado una de las más graves patologías de la política y la esfera pública españolas, la calificación de la crisis catalana del otoño de 2017 como un “golpe de Estado”. Es curioso recordar que durante las angustiosas semanas de septiembre y octubre de 2017, nadie habló de que se estuviera produciendo un golpe de Estado. La expresión comenzó a hacer fortuna meses después, como complemento político a la acusación lanzada por la Fiscalía General del Estado del delito penal de rebelión.

La tesis de que en Cataluña hubo un golpe de Estado fallido la pusieron en circulación los políticos y analistas más duros del nacionalismo español y ha ido poco a poco normalizándose en la vida pública ante el consentimiento, la indiferencia o la resignación de los demás. Han sido pocas las ocasiones en que se ha tratado de frenar esta forma impropia de hablar. Aitor Esteban, el diputado del PNV, es una de las raras excepciones; en el Congreso ha explicado claramente que no tiene sentido referirse a los sucesos referidos como un golpe de Estado.

No es mi intención entrar en controversias jurídicas. Déjenme tan sólo apuntar que en nuestro sistema penal no existe el delito de “golpe de Estado” y, por lo tanto, cuando la Fiscalía introduce en sus alegatos consideraciones sobre el golpe de Estado catalán se está metiendo en un debate político que no es de su competencia. A mi entender, si los fiscales han optado por hablar de un golpe es porque no han encontrado las pruebas de la violencia que los delitos de rebelión y sedición requieren. Al afirmar que hubo un golpe, confían en que la acusación de rebelión tenga algo más de verosimilitud.  

Un golpe de Estado consiste en la toma del poder por el Ejército o con la ayuda del Ejército (o de otros cuerpos armados que formen parte del Estado). Puede ser cruento o incruento. Será incruento (como en el golpe de Primo de Rivera de 1923) cuando nadie se oponga por la fuerza a los designios de los golpistas. Pero a pesar de que en ocasiones el golpe no se desarrolle con violencia, la amenaza de la misma resulta crucial para que este tenga éxito. Si no hubiera violencia o amenaza de la misma, ¿qué razones tendrían las autoridades para ceder el poder a los golpistas?

Los golpes de Estado son distintos de las revoluciones, pues aunque estas son también violentas, se llevan a cabo desde fuera del Estado. Son las masas las que protagonizan una revolución, frente a las fuerzas armadas en los golpes.

Los golpes de Estado son la culminación de una conjura previa. Se planean en secreto y se ejecutan por sorpresa. Los golpes de Estado nunca se anuncian con antelación. En el caso catalán, sin embargo, los planes de los independentistas fueron públicos y los líderes independentistas los dieron a conocer meses antes. Tanto las leyes aprobadas los días 6 y 7 de septiembre, como el referéndum del 1-O, como la posterior declaración de independencia fueron sucesos cuya ocurrencia se conocía previamente.

Los golpes de Estado se llevan a cabo en muy poco tiempo, no son procesos que se prolonguen durante meses. La crisis catalana, en cambio, se desenvolvió lentamente, a la vista de todos, culminando en los sucesos de otoño de 2017.

Los golpes de Estado son un medio para la toma del poder. Los procesos de secesión o partición no se incluyen en la categoría “golpe de Estado” en los estudios comparados. Que yo sepa, la declaración de independencia de los Estados Unidos de América del 4 de julio 1776 no se ha descrito nunca como un golpe de Estado; ni tampoco nadie habla de golpe de Estado para referirse a la partición del Estado checoslovaco en 1993.

En realidad, quienes tratar de dar un mínimo de rigor a la tesis del golpe de Estado catalán buscan cobijo en las doctrinas del jurista austriaco Hans Kelsen, quien defendió que cualquier cambio institucional no basado en la legalidad vigente constituye un golpe de Estado. Esta es la doctrina a la que recurrió la Fiscalía del Tribunal Supremo. La visión kelseniana es producto de una concepción completamente formalista del Derecho. Kelsen fue un gran teórico, sin duda, pero sus opiniones políticas no eran infalibles: a mi juicio, es un error mayúsculo utilizar el término “golpe de Estado” para abarcar cualquier ruptura del orden constitucional. De hecho, no ha tenido demasiado éxito su propuesta, pues normalmente no se habla de “golpe de Estado” para describir lo sucedido en muchas de las rupturas constitucionales que se han registrado a lo largo de la historia. Aplicando estrictamente la tesis de Kelsen, tendríamos que concluir, por ejemplo, que la proclamación de la Segunda República fue un golpe de Estado, o que todas las revoluciones han sido golpes de Estado.

Nadie cuestiona que las autoridades catalanas trataron de suplantar la legalidad constitucional española por una legalidad de nuevo cuño que permitiera constituir la república catalana. Ahora bien, ese intento de ruptura no fue un golpe de Estado. Que no fuera un golpe de Estado no quiere decir que no fuera grave. Significa solamente que no fue un intento violento de tomar el poder en España.

Según lo entiendo, para poder desatascar el conflicto catalán es imperioso abandonar de una vez la tesis de que los independentistas son unos “golpistas”. Los sucesos de Cataluña fueron la manifestación última de una profunda crisis constitucional. Dicha crisis comenzó a fraguarse con la desafortunada sentencia del Tribunal Constitucional de 2010, que cerraba la puerta a cualquier vía de definición plurinacional del Estado español. En un contexto político y económico convulso, las autoridades catalanas radicalizaron sus pretensiones, a la vez que el Gobierno español se negaba a reconocer la existencia de un problema político. La cerrazón de ambas partes produjo una crisis constitucional que debió resolverse política y constitucionalmente, pero que se ha derivado hacia la justicia penal para desgracia de todos, sobre todo de los acusados.

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Autor >

Ignacio Sánchez-Cuenca

Es profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid. Entre sus últimos libros, La desfachatez intelectual (Catarata 2016), La impotencia democrática (Catarata, 2014) y La izquierda, fin de un ciclo (2019).

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13 comentario(s)

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  1. zyxwvut

    Aquí manteniendo un artículo totalmente peregrino porque hay que preparar a la hinchada para justificar la reacción secesionista a la sentencia a los neogolpistas. Como no han podido poner pegas a un juicio celebrado en condiciones de transparencia, y que ha soportado todas las provocaciones de los activistas del secesionismo que han desfilado como "testigos", pues vamos a seguir repitiendo la consigna de que "no fue un golpe de estado" aunque se sepa que es tan engañosa como la petición de "referéndum" para la "solución", a ver si a base mantener el artículo colgado durante meses, pues va y "cala".

    Hace 4 años 7 meses

  2. Enrique

    La cuestión nominal es lo de menos. Si al autor no le gusta la expresión golpe de estado, pues vale. Pero sí se buscaba la violencia: en concreto, seguir dando pasos cada vez más fuera de las leyes vigentes hasta provocar una respuesta del estado suficientemente violenta, de forma que la comunidad internacional tomase cartas en el asunto. Que la violencia la ejercieran los otros. La hubo, pero no de suficiente intensidad para sus propósitos.

    Hace 4 años 7 meses

  3. fattsbackett

    Los comentarios sobre Kelsen del artículo se entienden mejor si se visualiza al autor del mismo pronunciándolos con un palillo en la comisura de la boca, un carajillo en ena mana, el Marca con manchas de paella en la otra, y la tele del bar sonando al fondo.

    Hace 4 años 10 meses

  4. Humano muy humano

    "La crisis catalana del otoño de 2017 ", que cachondo este "profesor " de "ciencia política" (?),(existe algo así (?)). Bueno en la Carlos III todo es posible.

    Hace 4 años 10 meses

  5. maki

    El autor de este artículo nos podría explicar cómo se podría conseguir la independencia unilateral de Cataluña de facto (es decir, control del territorio y expulsión del Estado español del mismo) sin el uso de una fuerza militar o paramilitar. Ese es el objetivo final, el plan anunciado en el programa electoral de JxSí en 2015 y en muchos actos independentistas. Otro tema es que no se haya llevado a cabo y no se quiera elevar siquiera a la categoría de intento todas las soflamas, llamadas a la movilización permanente y los actos destinados a dar apariencia de legalidad y legitimidad mediante las leyes de desconexión y la "fake DUI". Pero el plan, aunque no lo digan, implica necesariamente un golpe de Estado, también según la definición del autor. Otra cosa es que un golpe de Estado sea siempre algo indeseable. Suele ser deseable para algunos, o incluso para una amplia mayoría en algunas situaciones. Lo que se supone que quería hacer esta gente en Cataluña se parece más a los casos de Eslovenia, Croacia, Bosnia, Kosovo, Osetia del Sur, Abjacia o del Norte de Chipre pero con un apoyo considerablemente menor por su propia población.

    Hace 4 años 10 meses

  6. José

    La sola introducción dice de lo edulcorado del libelo soft-socialdemócrata que han leído: “para desatascar el conflicto catalán”; esto es, para renunciar a la verdad (de los hechos) y reconducirlos a la praxis política, de política-ficción resolutoria. Resulta, querido autor, que la calificación de golpe de Estado no es de derecho penal, sino de derecho político; esto es, la ruptura del orden político vigente por la fuerza y la subversión injusta de la ley. Cabe sostener que ni siquiera sería una calificación, porque las calificaciones refieren hechos, sino definición, porque éstas acotan tipos. Definición de una situación-tipo de derecho político que tiene, también, sus tipos penales y cuya calificación fáctica corresponde a los tribunales. Tan absurdo es sostener que es condición del golpe de Estado la concurrencia de ejércitos como ejemplos en contrario afloran en la historia, véase la toma de la Bastilla, o el golpe de Estado antimonárquico liberal de 1.833. Y aun aceptando semejante tesis, no aguantaría ésta el tribunal de la praxis, pues en tales lamentables jornadas se utilizó omisivamente un cuerpo armado cual son los Mossos, con órdenes y planes urdidos desde el centro de poder autonómico de la Generalitat; cuando no activamente, como elemento de bloqueo de las actuaciones (hechos ya de suyo constitutivos del delito de resistencia a la autoridad), tal y como se ha demostrado con el abundante material probatorio que examinó la Sala 2ª del Tribunal Supremo. La cuestión, por razones de seguridad jurídica, ha de examinarse desde el sistema de pensamiento hegemónico en la ciencia del derecho durante el s. XX y lo que andamos de XXI: el positivismo. El golpe de Estado en términos kelsenianos es la abrogación o modificación del ordenamiento jurídico por vías no previstas en él. Ahí la definición ortodoxa de golpe de Estado, recogida en el mismo art. 472.1º del Código penal. Un repaso hasta superficial por los hechos los desvela plenamente subsumibles en el tipo de rebelión. Es éste otro pobre artículo de otro pobre profesor de las ya paupérrimas Ciencias Políticas en las deprimidas y lamentables universidades españolas. Suerte la nuestra que ni este profesor hará escuela, ni las universidades patrias tendrán predicamento. Atte. Un alumno que los sufre, P.S.: la cuestión no se dirime en términos de doxa política, sino de objetividad fáctica y exposición jurídica. Quede claro a quienes no se hayan enterado.

    Hace 4 años 10 meses

  7. fattsbackett

    Los comentarios sobre Kelsen de este artículo se entienden mejor si se imagina al autor con un palillo en la boca, una copa de coñac en una mano, el Marca en la otra, y la tele del bar sonando al fondo.

    Hace 4 años 10 meses

  8. jay

    Mejor leer el libro "El golpe posmoderno", de Daniel Gascón, en Debate.

    Hace 4 años 10 meses

  9. Manuel Martin

    Lo máximo que fue es a Golpe de Efecto. ni más ni menos. Le sirvió (y le sirve todavía) a los cavernícolas del PP como cortina de humo para que no se hablara de sus trapicheos con el dinero público y la gran corrupción de su organización para delinquir. Robar al Estado y al Pueblo eso si es alta traición. Totalmente de acuerdo con el artículo.

    Hace 4 años 10 meses

  10. c

    pero como ? si lo son ! aunque no hay qe olvidar que con ayuda dl PP sus eternos socios ...al 3% ! - ademas ERC ha elegido una catraluña nacionalista a una C social...

    Hace 4 años 10 meses

  11. José Luís

    Otro intento fallido de blanquear a los nazis de la banda del 3%. Y escrito por otra "bestia tarada"

    Hace 4 años 10 meses

  12. CeX

    "No fue un golpe de Estado". Sí lo fue, y además fue algo muchísimo peor: fue un intento de destruir España, el país con más historía del mundo. Se llama alta traición y siempre ha tenido la máxima pena en todo el mundo.

    Hace 4 años 10 meses

  13. zyxwvut

    Este autor sigue anclado en el concepto de golpe de estado de los siglos XIX y XX. Nada de mencionar los cambios introducidos por neoliberalismo, el ONGismo controlado por los poderes que mandan, las "revoluciones de colores", los casos de Ucrania y Venezuela, el acoso a los gobiernos desde la geopolítica, etc. Y más peligroso es que considere una "Cataluña" que se reduce a los nacionalistas, como si el 70% de la sociedad catalana que no apoya el secersionismo no existíésemos. Pero lo peor es la ingenuidad de creer que una ssentencia "blanda" creará nuevos puentes con esta gente. La hegemonía de ERCes la consecuencia natural del mensaje repetido durante 32 años de hegemonía de CiU: "Avui paciència, demà independència" (Hoy paciencia, mañana independencia), no hay manera de "desatascar un conflicto" que ha sido promovido por los mismos que exigen que se acepten sus condiciones, y que a esa aceptación lo llaman "diálogo". ERCes la misma de siempre la que desde 1979 repite su único programa político, el "canya, canya, canya; canya contra Espanya", el lema que siempre he escuchado a sus seguidores en las manifestaciones, fuesen por el motivo que fuesen: globalización, paz, ecología, daba igual... Más detalles y mejor análisis. https://cronicaglobal.elespanol.com/pensamiento/verdad-incomoda_250788_102.html Qué fácil es opinar sobre Cataluña limitándose a reproducir el discurso de los secesionistas... Me recuerda a aquello del "diálogo" con ETA mientras ETA asesinaba, estos son nacionalistas, como los nacionalistas españoles y los nacionalistas vascos ahora, no asesinan... aún.

    Hace 4 años 10 meses

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