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Preguntada en una entrevista por el enésimo incumplimiento de Ciudadanos, el de haber pactado con la extrema derecha tras jurar por lo más liberal que no lo harían, Inés Arrimadas respondió que ellos habían prometido que no se sentarían a negociar con Vox, pero que de sentarse a hablar no habían dicho nada. Como diría Juan Tamariz mientras tocaba un violín en el aire: Taaachaaaán.
Desde hace varios incumplimientos, el interés informativo ya no está en qué dicen o dejan de decir Rivera y los suyos –su palabra dejó de tener interés cuando ellos mismos la despreciaron una y otra vez–. El interés está en saber qué piensan los votantes de Ciudadanos. Si le preguntásemos a votantes de PSOE, PP, Podemos, Izquierda Unida o Vox qué es su partido, es probable que, con más o menos dificultades, todos ellos fueran capaces de trazar unas cuantas líneas maestras, esas que guían el hacer político de cada formación. Un votante de Ciudadanos sometido a la misma pregunta –qué es Ciudadanos– podría entrar en combustión espontánea.
Para explicar qué es Ciudadanos hay que usar el método policial, el que tiene como máxima la de seguir el rastro del dinero hasta que te conduzca al delincuente situado en lo alto de la pirámide delictiva. En el caso del partido naranja, ese rastro del dinero se llama principios políticos cambiantes y conduce siempre al mismo lugar: el poder económico y mediático que apadrinó a Cs.
El C’s moderado y regenerador
Según nos contaron cuando Ciudadanos fue ascendido de un día para otro a la primera división de las encuestas –puerta de entrada a la primera división de la política– el perfil del votante naranja sería el de una persona de centro, harta de la corrupción y con ganas de regenerar la política desde posiciones moderadas. Tras lograr representación institucional, esa persona ilusionada por la regeneración se encontró con que los tres primeros movimientos de su partido fueron mantener en la presidencia del país al Rajoy que Rivera había señalado como responsable de la corrupción, apuntalar al PP de la Gürtel en Madrid y entregarle el Gobierno de Andalucía al PSOE de los ERES. Todo ello justificado con un argumento que los grandes medios aplaudieron a rabiar para compensar la posible pérdida de votos por la traición a los principios fundacionales. Ese argumento era la estabilidad. Si, finalmente, la corrupción y la regeneración eran cuestiones secundarias y lo importante era la estabilidad, ¿por qué las convirtieron en su bandera en aquel momento en el que emergían nuevas opciones políticas? Queda poca gente que no sepa que la respuesta a eso se llamaba Podemos.
El C’s de la estabilidad y la lucha contra el independentismo
Dejados atrás los principios de regeneración y lucha contra la corrupción, llegó el conflicto catalán y, con él, los grandes medios volvieron a promocionar a Ciudadanos. Esta vez, el nuevo partido –este partido es nuevo cada poco tiempo– se sostendría sobre nuevos principios que nada tenían que ver con la regeneración democrática: ahora tocaba estabilidad y lucha contra los independentistas. El cuento de la estabilidad duró poco. El tiempo que, con Rajoy fuera de la Moncloa, Ciudadanos tardó en hacerse la foto de Colón junto a la extrema derecha mientras el PSOE en el Gobierno negociaba con Podemos una subida del salario mínimo. Si en 2016 apoyaron a Rajoy anteponiendo estabilidad a lucha contra la corrupción, en este caso la decisión sería que más valía inestabilidad que dejar gobernar a Sánchez. ¿El motivo oficial? Que Sánchez había cedido ante los independentistas. Algo que nadie ha llegado a ver. Un Sánchez al que, casualmente, los grandes poderes económicos y mediáticos miran con recelo desde su buen entendimiento con Podemos. De nuevo Podemos.
El C’s que lucha contra el independentismo
Dejadas atrás los principios de la estabilidad, la lucha contra la corrupción, la moderación y la regeneración democrática, el tres veces nuevo Ciudadanos se apoya ahora en una única pata: la unidad de España y la lucha contra el independentismo. Esto justificaría pactar con cualquiera que comparta estos valores, incluida la extrema derecha racista y homófoba o un PP que lleva décadas gobernando y salpicando de corrupción Madrid. Cualquier cosa con tal de mantener lejos del poder a un PSOE que llegaría a Gobiernos autonómicos de la mano de... ¿adivinan quién?
El C’s qué sé yo
Pero un enésimo nuevo Ciudadanos ha sido avistado. El partido cuya única misión en la vida era ya la lucha contra el independentismo ha roto con su candidato por Barcelona, Manuel Valls, después de que este decidiera darle la alcaldía de la capital catalana a Ada Colau evitando un gobierno municipal de los independentistas de ERC. ¿La explicación oficial del partido? No había mucha diferencia entre darle el gobierno de Barcelona a los independentistas y dárselo a Colau. Es decir. Si no había diferencia, ¿qué han castigado? ¿Se imaginan a C’s rompiendo con Valls si en vez de evitar un gobierno de ERC apoyando a Colau, lo hubiera hecho apoyando a otro alcalde no independentista? Yo tampoco.
Cada nuevo truco de ilusionismo político de Ciudadanos exige que todos miremos hacia otro lado mientras los grandes medios aplauden las habilidades del mal mago que cambia la carta con descaro para que el truco le salga bien. Y el truco siempre es el mismo. Los principios políticos que rigen en Ciudadanos no son ninguno de toda la lista de principios por los que Ciudadanos ha ido pasando de puntillas durante los últimos años. Los principios políticos de Ciudadanos se llaman Nacional-Oportunismo, una extraña variante de nacionalismo español que muta según las necesidades de los grandes poderes económicos. Ciudadanos puede haberse llamado regenerador y apoyar a Gobiernos corruptos porque el poder lo necesitaba. Ciudadanos puede haberse declarado garante de la estabilidad y negarle la estabilidad al más votado en nombre de la lucha contra el independentismo. Y, luchando contra el independentismo, romper con un candidato que lo ha combatido a costa de hacer alcaldesa a una mujer que los poderosos rechazan por motivos que nada tienen que ver con la independencia de Cataluña. Las políticas de C’s son el notario que nos confirma lo que ya sabíamos. Que Podemos y su entorno son el enemigo a batir por un sistema que entiende –con razón– que Vox es un fiel aliado con el que no importa pactar. La extrema derecha no respetará los derechos civiles ni los valores democráticos, pero respeta lo verdaderamente sagrado: el statu quo para el que Ciudadanos fue creado. Por eso y no por otros motivos son compatibles. ¿Qué es Ciudadanos?, preguntaríamos a un votante naranja, consciente de a dónde va su voto. “Ciudadanos es una herramienta multiusos en manos de quien manda”, sería una respuesta honesta.
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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