PROCESANDO LOS INFORMES FINALES (IV)
O che lieve é ingannar chi s’assecura!
Marchena da por finalizado el juicio. Un juicio en el que una cultura política juzga a otra, parecida, simétrica. Una ocasión para ver si la Justicia forma parte de esa simetría. Lo veremos en la sentencia
Guillem Martínez Madrid , 12/06/2019
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
CTXT se financia en un 40% con aportaciones de sus suscriptoras y suscriptores. Esas colaboraciones nos permiten no depender de la publicidad, y blindar nuestra independencia. Y así, la gente que no puede pagar puede leer la revista en abierto. Si puedes permitirte aportar 50 euros anuales, pincha en agora.ctxt.es. Gracias.
ADIÓS A TODO ESO. Hoy se acaba el juicio. Han sido 52 sesiones, una por cada provincia, y dos más por Ceuta y Melilla. Ha sido, en ese sentido, un alivio haber perdido Filipinas, Puerto Rico, Cuba, la isla de Guam y Perejil. Empezamos con informes. Como ayer, dos escuelas. La a) escuela técnica apostó por hablar al Tribunal de hechos probados y no probados. Es decir, demostrar científicamente que todo lo declarado a la prensa en el ínterin 2012-17 era falso, por lo que este juicio y sus cargos son varias tallas mayores a la correcta. La b) escuela política compaginó eso con hablar para el procesismo por la tele. Es decir, que lo compaginó con el culo. Las defensas de Cuixart –un gran informe; el eje: la defensa de derechos fundamentales–, Forcadell, Borràs –una gran construcción contra el manifiesto dadá de Fiscalía– y Bassa han emitido informes técnicos brillantes y ejecutivos que, al interpelar al Tribunal en el lenguaje adecuado, pueden tener consecuencias técnicas. Es decir, jurídicas. Luego se ha iniciado, zas, el turno de últimas palabras de los acusados, tan desaconsejados por los abogados. Quizás son sendos momentos de oro para valorar qué y a quién se ha juzgado. Una invitación a meditar este juicio como a) una excentricidad, o b) algo más inquietante, hermanos.
JUNQUERAS. Junqueras se arranca con unos versos de Petrarca, ese hombre que se inventó un yo diferente a Petrarca. Lo que, si exceptuamos la calidad de Petrarca, es procesismo. Voi ch'ascoltate in rime sparse il suono. Aluden a la primera vez, en lengua romance, en la que un autor apela a su lector. Con ese verso, Junqueras quiere apelar a su público. Que son dos públicos contradictorios e imposibles de satisfacer a la vez. Uno es el Tribunal. Otro es el votante. Intenta hacerlo apelando, a su vez, al diálogo. “A hablar y escuchar, que es la base de todo entendimiento”. En su parlamento, muy breve, describe la buena política y la mala. Y se sitúa en la buena: “Siempre he evitado la mala política, la que no busca soluciones”. Y con eso evita situarse en la política esp, en la que el diálogo sólo se produce entre las élites. No se produjo en 2017 entre la élite cat y esp. Pero no se produjo, desde 2010, en la sociedad cat. No se produce aún. Es imposible. El discurso propagandístico impide hablar con los no creyentes. Algo dramático, incluso terminal, en un país pequeño. Supone la expulsión del grupo para los no acólitos. En 2019 se intentó el diálogo intergubernamental con Sánchez. El discurso propagandístico cat, y el miedo al riesgo y el hartazgo esp lo suspendieron. Hablar todo el rato de diálogo y no ejercerlo, incluso boicotearlo, no es delito.
ROMEVA. Asume lo explicado por su defensa. Es decir, la mentira, el trile. La decora con un discurso protocatólico, similar al de Junqueras. Se presenta a sí mismo como una sobrerrepresentación: “No estamos siendo juzgados nosotros, sino dos millones de personas”, de la misma manera que cuando gobernaban sobrerrepresentaban anhelos de dos millones de personas, nunca llevados a cabo. Apela al diálogo del anterior párrafo. Es decir, se presenta como el bando dialogante –tiene razón en una cosa: teniendo la misma cultura del diálogo, son el único bando en el trullo–. Se lía con el concepto odio. En plan nunca hemos difundido odio hacia los esp. En un juicio no se habla de odio. Ni siquiera en La Haya, donde el fiscal te invita a ello. Habla con sinceridad, en todo caso. Meditación: un político en el trullo se parece a uno en el no trullo en que siempre ve a las mismas personas, de manera que el político procesista no ve una sociedad cat dividida por motivos esencialistas, cada vez más próximos al odio. Todo ello no es delito. En Esp es una tradición renovada por el aznarismo.
FORN. Asume a sus defensas. Es decir, la descripción del trile procesista. Lo ve y lo supera. Viene a decir que se le juzga por sus ideas, pues no hubo acciones que las confirmaran –no, no es coña–. A lo que agrega: “Me mantengo fiel a mis ideales” –esta gente debería, en fin, salir ya del trullo y de la política, e ir a Cat a dar explicaciones sobre los conceptos “ideas”, “acciones” e “ideales”. Apela al diálogo. Ese diálogo del párrafo Junqueras, que consiste en señalar a la otra trinchera como no dialogante. Aunque ninguna de las trincheras dialogará jamás, es la única solución, me temo. Por otra parte, en ninguna región de la cosmovisión vertida hay un solo delito.
TURULL. Realiza una feroz defensa de los derechos y libertades fundamentales. Dibuja otra feroz crítica al TC. Alude a la sobrerrepresentación –“somos meros instrumentos de la sociedad cat”; no lo son; son políticos que sólo hablan con los suyos y que han engañado a los suyos–. Defiende que lo acaecido en Cat no es violencia. No lo es, en efecto. No lo fue tampoco la manifestación que rodeó al Parlament en 2011. En el juicio a los detenidos de forma aleatoria en aquella mani, los calificó de fascistas, y describió sus acciones como violencia. En segunda instancia, en el TS, Marchena se sacó de la manga el concepto “violencia ambiental”, por el que aquellos detenidos irán al trullo. Igual se trae a colación en la sentencia de este juicio. Tendría guasa. Tras un “los cat no somos ovejas”, tira la caña a la cultura esp del pacto y el acuerdo entre élites, tan nuestra, snif. Nada de todo ello es delito.
RULL. Dice que no se arrepiente de nada, y luego explica que no hizo nada. Habla de la desafección cat después de la sentencia sobre el Estatut del TC. Es posible intuir que está pidiendo, como solución, volver a ese Estatut. Hace, al menos, guiños, a un cambio constitucional. Realiza un discurso democrático épico, que no casa con el engaño emitido a su sociedad. Finaliza con un poema de Espriu. Nada de esto es delito, si bien lo de Espriu debería serlo.
SÁNCHEZ. Cita a Sócrates. Es decir, se equipara a Sócrates. Por lo demás, es el primer discurso con algo de chispa y garra. Sí, se presenta como sobrerrepresentación. Habla del dolor de estar en la cárcel –cierto, inaudito, por otra parte–, “que en Cat se socializa” –a través de TV3, por ejemplo, que ha emitido dos monográficos sobre el dolor de los familiares de los acusados; en un programa, la esposa de uno de ellos explicaba el dolor: “He dejado de tomar café porque a él le gustaba mucho, y no puede tomarlo”; esas ceremonias de dolor se utilizan para formar grupo; es decir, para realizar expulsiones del grupo–. Alude –esto es importante–, al abuso de la preventiva, que ha conocido, y que se debe erradicar –algo importante si lo dice el segundo de la Sindicatura de Greuges, el Defensor del Pueblo Cat–. Alude al hecho de que esto es un problema político, no solucionable por el poder judicial. Empieza a hablar de algo que ya no es procesismo: “Quizás no veré la indepe de mi país en mi vida”, y finaliza con una frase que explica un proyecto con otro timing y, a la vez, que la cárcel le ha creado tatuajes en el alma: “Un compañero de cárcel me dijo que no hay puerta que se resista. No diré quién es, pues cumple condena”. Nada de todo eso es delito. Lo de la puerta del compi no lo es si no te pillan.
FORCADELL. Forcadell realiza un discurso técnico, defendiendo su inocencia, en el que aparece el concepto “pruebas falsas” –si, la Fiscalía se ha lucido–, y el agravio comparativo que significa ser juzgada en el TS por rebeldía mientras sus compañeros de Mesa son juzgados en el TSJC por desobediencia. Nada de todo ello es delito. Bueno, lo de falsificar pruebas, sí.
BASSA. Discurso político del siglo XXI que se inicia con un “¿cómo me he sentido en la cárcel?”. Es decir, un discurso sentimental y apolítico –exemplum: “No soy yo quien tiene que decir si esto es un juicio político”–. Más siglo XXI: explica que “no es desobediencia presentarse con un programa y no plantearlo”. Y, más siglo XXI/glups: “La historia no se escribe en los libros, sino que se trasmite oralmente por el pueblo”. Y en ese trance, me temo, hay que ayudarle. Socorro. Nada de todo eso es delito, sino cotidianidad esp.
CUIXART. El discurso más sólido. Con Cuixart, en ese juicio, se diría que se abre la opción indepe de desobediencia, alejada, por tanto, del procesismo. Pega: nace del procesismo, esa escuela propagandística, en la que fueron básicas las dos asociaciones. Y no, la propaganda no es delito. Defiende una desobediencia civil, pro-derechos fundamentales, que no se ha producido hasta ahora en el procesismo, pero sí fuera de él. De hecho, el procesismo nació para evitarla en un momento de austeridad. Emite un discurso pan-democrático –“del resultado de este juicio dependen los derechos de Vallecas”; cierto, me temo; se está juzgado, con él, el derecho de asociación, de manifestación–. La unidad de la democracia no son las sociedades, sino los pueblos: “Nunca nos enfrentarán entre pueblos”. Alude al discurso del rey como un mal rollo inapropiado, como lo fue. Fue más que eso. Anuncia un futuro de desobediencia. Nada de eso es delito. O no lo es siempre.
SANTI VILA. Otro buen discurso. Comunica su fidelidad a la CE, algo “recibido con hachazos en Cat”, que es compatible con el hecho de reconocer Cat como nación. Explica lo que es una novedad hasta cierto punto, que en enero-marzo de 2017, a través de Urkullu, se estuvo a punto de llegar a un acuerdo intergubernamental con Rajoy. No se culminó, como le explicó una ministra, “no porque no fuera posible” –vamos, que no estaban negociando la indepe; jamás lo hicieron– “sino porque no se dieron las condiciones de confianza”. Alude al procés como un mosaico, y no como una línea progresiva hacia algo, por lo que es difícil juzgarlo. Explica que la causa no se inició antes de octubre de 2017 “porque había diálogo”. Ese diálogo del párrafo Junqueras. Vamos, que esto es un juicio político. Incluso de unos políticos contra otros. Nada de eso es delito. Borrás y Mundó pintan en blanco. Asumen sus defensas/no hicieron nada. Nada de eso es delito, indeed.
MEDITEMOS, HERMANOS. Marchena da por finalizado el juicio. Un juicio en el que una cultura política juzga a otra, parecida, simétrica. Una ocasión para ver si la Justicia forma parte de esa simetría. Lo veremos en la sentencia. El Estado se puso en riesgo a sí mismo con este juicio. Su credibilidad, su clase política, su cultura democrática –tres cosas muy tocadas desde 2011–, su Justicia –con puntos oscuros, y que tiene ahora un papelón–, sus policías –desacreditadas en este juicio– y, tachán-tachán, su monarquía, que ejerció la política desde la misma inteligencia y delicadeza que en el siglo XIX, y que ha unido su suerte a este juicio penal. Sí, penal. Hasta otra. Ha sido –en cierta manera– un placer. Hablar con ustedes, al menos.
––¿Algo más, Larra?
––Sí. ¿Por qué ha titulado esta crónica con un verso de Petrarca?
––Estaba a huevo.
CTXT se financia en un 40% con aportaciones de sus suscriptoras y suscriptores. Esas colaboraciones nos permiten no depender de la publicidad, y blindar nuestra independencia. Y así, la gente que no puede pagar...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí