1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

Testigo de cargo (IV)

Asunta, un asesinato sin móvil aparente

La pareja perfecta, con la hija perfecta, en un entorno perfecto, resultó no serlo tanto, y cuando se descubren las grietas, mucha gente se asoma a ellas, y las agranda

Xosé Manuel Pereiro A Coruña , 20/08/2019

<p>Imágenes de la lectura de sentencia por asesinato de Rosario Porto Ortega y Alfonso Basterra Camporro.</p>

Imágenes de la lectura de sentencia por asesinato de Rosario Porto Ortega y Alfonso Basterra Camporro.

TVG

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Hemos fundado la Asociación Cultural Amigas de Contexto para publicar Ctxt en todas las lenguas del Estado. La Asociación es una entidad sin ánimo de lucro que también tiene la meta de trabajar por el feminismo y la libertad de prensa. Haz una donación libre para apoyar el proyecto aquí. Si prefieres suscribirte y disfrutar de todas las ventajas de ser suscriptor, pincha aquí. ¡Gracias por defender el periodismo libre!

Entre los numerosos avances que los tiempos modernos han traído a la profesión periodística está el de trabajar los domingos. El domingo 22 de septiembre de 2013 le había tocado hacerlo a, entre otros, José Antonio Pérez, subdirector del diario compostelano El Correo Gallego. “Estaba desayunando en casa, antes de ir al periódico, y recibí un WhatsApp de un guardia civil. ‘¿Trabajas hoy?, pues tienes un lío gordo’. Lo llamé y me dijo que había aparecido una niña muerta en la zona de Cacheiras, pero que no sabía más, porque ese día libraba. Empecé a mandar mensajes, uno de ellos al juez [José Antonio] Vázquez Taín, preguntándole si estaba de guardia. ‘¿Por lo de la niña?’. Le dije que sí. Me llamó y me dijo que era una niña asiática y que estaba relacionada con nuestra profesión”. El periodista empezó a hacer un rápido repaso de quiénes, relacionados con los medios de comunicación, tenían hijas con rasgos asiáticos. “Pensé en una compañera, que tenía una niña de 13-14 años, pero quien dio en el clavo fue mi mujer: ‘¿No será la hija de Alfonso?’”.

Alfonso Basterra Camporro era un periodista, entonces de 51 años, nacido en Bilbao, que llevaba más de 20 asentado en la capital gallega, y tres de ellos había sido compañero de redacción de José Antonio Pérez en El Correo. Al poco de llegar a Galicia se había casado con Rosario Porto Ortega, cinco años más joven, hija única de un abogado de prestigio y una no menos prestigiosa catedrática de Historia del Arte. Los Porto Ortega formaban parte de la aristocracia de las profesiones liberales de Santiago, y Rosario había completado su formación secundaria en Oxford y París y la universitaria –Derecho, como su padre– también en Francia y en Londres. En 2001, indudablemente por deseo propio, pero también satisfaciendo los de los padres de la esposa, el matrimonio adoptó en Yongzhou (China) a una niña de nueve meses, que sería inscrita como Asunta Yong Fang Basterra Porto. Que se sepa, era la primera niña china que había sido adoptada en Santiago, y su madre figuraba en las agendas de los medios cuando necesitaban opiniones sobre adopción internacional. Asunta era el delirio de sus abuelos y de todo el círculo de conocidos: estudiaba francés, inglés y chino, además de los preceptivos castellano y gallego, violín, piano y ballet. Se supone que tuvo una infancia feliz, o al menos no le faltó el cariño familiar y el reconocimiento del entorno social en el que se movía. 

2012 fue el año en que todo se torció. Comienza con la muerte de la madre de Rosario, y siete meses después, la del padre. Y finaliza, en Reyes de 2013, con una disputa conyugal, al descubrir Alfonso Basterra que Rosario tenía un amante casado, que acaba en ruptura. Pero poco después, la enfermedad de ella –lupus, y una depresión recurrente– les lleva a un pacto: ella romperá con su amante y él se centrará en el cuidado de Asunta. Ese pacto derivará al poco tiempo en otro: acabar con la vida de la niña, según la sentencia que terminaría condenando a ambos por asesinato. 

El sábado 21 de septiembre, sobre las 22:30, los padres denuncian en la comisaría de Policía que la niña lleva desaparecida desde pasadas las cinco de la tarde y que ningún amigo o conocido la había visto. Unas tres horas más tarde, recién empezada la madrugada del domingo, dos personas que iban andando por una pista de Montouto, un lugar de Teo, ayuntamiento entre residencial y rural limítrofe con Santiago, encontraron el cuerpo de Asunta, acostado en la hierba, semiatada con tres trozos de cuerda, al lado del camino. No muy lejos de un burdel y de un chalet propiedad de los Porto Ortega. Aquella mañana, ya en la redacción, José Antonio Pérez, cuyo equipo había recibido el Premio Ortega y Gasset de periodismo en 1990 por un conjunto de reportajes sobre cómo los contrabandistas de tabaco se estaban pasando a la droga ya estaba arruinando el día libre a varios compañeros y haciendo llamadas de teléfono. Y recibiéndolas.

“Me llamó Alfonso. Había salido un avance de la noticia en la web del periódico, y estaba preocupado por cómo íbamos a tratar el tema. Habíamos sido compañeros tres años, aunque tampoco habíamos tenido un trato muy estrecho, y me extrañó que estuviese más preocupado por el tratamiento de la información que por lo que le había pasado a su hija”. Toda la información que le fue llegando en esas primeras horas reforzaba esas vagas sospechas iniciales, empezando por los resultados de la autopsia. No había habido violencia sexual y la víctima había muerto por sofocación, es decir por oclusión de las vías respiratorias. “Una de las compañeras que vino de refuerzo encontró el blog de la niña, y vimos cosas raras. A alguien que estuvo en la inspección ocular y en los primeros registros también le extrañó el comportamiento de los padres y una fuente muy cercana a la investigación me resumió: ‘No busques muy lejos, la cosa está muy cerca’. Así que el titular que salió ya el martes decía que la Guardia Civil investigaba al entorno cercano de la niña. Y el entorno era muy reducido”. 

La investigación corría a cargo de la policía judicial de la Guardia Civil, al haberse localizado el cuerpo fuera de la ciudad, pero el asunto ya les había olido raro en la comisaría de Policía cuando los padres fueron a denunciar la desaparición. “Les extrañó porque en estos casos lo normal es que los padres acudan nerviosos, y tienen que volver a por una foto del hijo desaparecido cuando la policía les dice que necesita una, pero en este caso llevaban prácticamente un book de la niña”, recuerda Pérez. 

De todas formas, una cosa son las impresiones, y otra encontrar brechas fehacientes en la versión de los afectados, o de los sospechosos. En la denuncia, Alfonso y Rosario habían dicho que aquel sábado habían comido los tres en la casa del padre y, a las 17:20 la niña se había ido, sola, hacia la de su madre, en la que vivía. No hay más que dar la vuelta a una esquina, pero cuando Rosario salió, diez minutos después, advirtió que no había llegado a casa. Esa fue, según la declaración en comisaría, la última vez que su madre la vio. Sin embargo, un repaso a las cámaras de tráfico permitió comprobar que Rosario Porto conducía su coche, con su hija al lado, a las 18:20 en dirección a Teo. 

El martes 24, Rosario Porto es detenida en el funeral de su hija. Una medida un tanto espectacular que José Antonio Pérez se explica por la aparición en el abarrotado tanatorio de un personaje un tanto peculiar: Messaoud El-Omari, un marroquí que había sido el responsable de la asesoría a inmigrantes de CC.OO. de Santiago, y después cruzó al otro lado (fue condenado en noviembre de aquel mismo año a cuatro años de prisión por un delito contra los derechos de los extranjeros). “Después de que Rosario cerrara el bufete de su padre, había hecho con él varios viajes a Marruecos, al parecer para asesorar a promotores en inversiones inmobiliarias allí. El-Omari, que ahora ha desaparecido del mapa, era un individuo muy protegido en instancias policiales, tanto en España como en Marruecos, pero no por la Guardia Civil. Al verlo en el funeral se precipitó la detención por temor a que pudiese ayudar a Rosario a abandonar el país”. Ese día, Alfonso Basterra fue imputado, pero 24 horas después era también detenido. 

Aquel mismo día, martes 24, el equipo que coordinaba José Antonio Pérez tuvo conocimiento de algo que sería un argumento a favor de la premeditación del asesinato. “Supimos que le habían dado algo para dormirla antes de asfixiarla, pero fuentes cercanas a la investigación nos pidieron discreción por unas horas”. Al final, se consideraría probado que, en la comida de aquel sábado, Asunta había ingerido al menos 27 comprimidos de Orfidal, uno de los preparados comerciales del ansiolítico lorazepam. Se lo habían recetado a la madre para su cuadro depresivo, y el padre se encargó de comprarlo en varias ocasiones aquel verano. También se estableció que había recibido distintas dosis los meses anteriores, hasta el punto de que se dormía en las clases de música. Dos de sus profesoras fueron a contarlo a El Correo cuando se hizo pública la detención de Charo Porto. “Mi madre me quiere matar, me da unos polvos blancos”, les había contado la niña. Cuando se quejaron al padre de su estado, Basterra explicó que eran los efectos de un fármaco para la alergia.

¿Cómo no saltaron las alarmas? “Por una parte, la niña fabulaba bastante. Por otra, pesó el hecho de ser quienes eran. Si en vez de una abogada de una familia conocida y de un periodista, los padres tuviesen otra condición social, la reacción sería otra”, considera Pérez. Y después estaba aquel extraño episodio del asalto que habían sufrido dos meses y medio antes madre e hija en su casa. Un hombre tirando a bajo, vestido de negro y con guantes de látex, entró de noche en el cuarto de la niña –al parecer, se había dejado las llaves de casa en la puerta–, pero la madre se despertó y consiguió ahuyentarlo. “La niña le contó a una amiga cuando iban en coche con sus madres que la noche pasada la habían intentado matar, y la otra madre le preguntó a Rosario si lo había denunciado. ‘No te preocupes, voy mañana’, le dijo. ‘Si no vas tú, voy yo’, se escandalizó la amiga. Charo Porto fue a contárselo a la policía, pero no presentó denuncia”.  

Con los padres detenidos, y con la expectación mediática creada, había que llenar los huecos. Y había infinidad de material. Para la investigación, para la especulación y para la conspiranoia. Las afirmaciones, libremente difundidas, de que la acusada “seguramente” había tenido algo que ver con la muerte de sus padres. Las insinuaciones de que Asunta había sido asesinada por la herencia de sus abuelos. Los vecinos que pasaron por el lugar y no vieron el cadáver cuando Rosario Porto ya se había ido de Montouto. Los restos de semen encontrados en la camiseta de la víctima, y que resultaron ser de un ciudadano colombiano, que fue imputado, y posteriormente desimputado cuando se demostró que esos días estaba en Madrid y que había sido un caso de contaminación en el laboratorio forense de la Guardia Civil. Un trozo de cuerda encontrado en el chalé, igual que los que aparecieron junto al cadáver, pero que no se pudo probar que procediesen de la misma bobina. El juez, que coloca micrófonos en el calabozo de la pareja detenida, y obtiene grabaciones como “tú y tus jueguecitos. ¿Te ha dado tiempo a deshacerte de eso?” (Rosario a Alfonso), además de apelativos cariñosos (como era de prever, se difundieron, y finalmente fueron anulados como prueba). El ordenador de Basterra, que no había sido intervenido ni referenciado en el primer registro de su piso (aunque es cierto que tampoco buscado) y reaparece tres meses después, con cientos de miles de archivos menos (posteriormente se descubre que el hombre es aficionado al porno, especialmente al asiático, o al menos ese es el que llama la atención...). Hay mucho material, pero nada que parezca un móvil, ni en lo que la sentencia considera hechos probados, ni siquiera en las elucubraciones periodísticas más peregrinas. 

El juicio comenzó cuando se cumplían los dos años y una semana del suceso, y el veredicto del jurado fue de culpabilidad. La sentencia de la sección Sexta de la Audiencia Provincial de A Coruña condenó a Rosario Porto Ortega y a Alfonso Basterra Camporro a 18 años por asesinato, y establecía que fue la madre la que finalmente presionó, posiblemente con una almohada, el rostro de Asunta, que no tenía posibilidad alguna de defenderse por el efecto de los ansiolíticos. Pero tampoco dice por qué una pareja que había luchado más de dos años con los trabajosos trámites de adopción, y había tenido una hija de la que todos se hacían lenguas, había planificado su asesinato. En el juicio, ambos negaron haberlo hecho, y las respectivas defensas habían pedido la absolución, por considerar que todo eran conjeturas y pruebas circunstanciales.

“Me lo pregunto muchas veces, y hablando con la gente de su entorno más próximo tampoco se lo explican, pero no creen que les estorbase. Podía estorbarles puntualmente, como cualquier hijo. Yo tengo relación con la madrina de la niña, la acompañé al juicio. Es una señora de 80 años que vio nacer a Rosario, y era con quien Asunta pasó aquel agosto, y los veía felices con ella. En todo caso, puestos a buscar alguna explicación, yo me inclino más porque Asunta era el elemento de unión de una pareja que, al menos por parte de ella, no quería estar unida. Alfonso utilizaba a la hija como un elemento de chantaje para mantener la relación, y quizás se les fue la mano”, reflexiona José Antonio Pérez. La pareja perfecta, con la hija perfecta, en un entorno perfecto, resultó no serlo tanto, y cuando se descubren las grietas, mucha gente se asoma a ellas, y las agranda. “Sí, se llegaron a decir cosas muy disparatadas, sobre todo relacionadas con enredos sexuales un tanto inverosímiles. Curiosamente, recuerdo ahora, cuando el electricista que robó el Códice Calixtino de la Catedral de Santiago presentó un acta notarial contando que allí, y en el seminario, se producían relaciones sexuales, dimos la información, suprimiendo nombres. Rosario llamó, muy alterada, al periódico, y me pasaron la llamada a mí. Se quejó de que cómo publicábamos esas cosas de personas honorables y conocidas de la ciudad... La gente de orden y de ley no siempre lo es”.

Rosario Porto, presa originalmente en la cárcel de Teixeiro (A Coruña), fue trasladada a la de A Lama (Pontevedra), y salvo un par de intentos de suicidio, más aparatosos que eficaces, ha aprovechado sus conocimientos de Derecho para hacerse un lugar en el ambiente carcelario, tanto entre los funcionarios como entre las reclusas, y está asignada al módulo de enfermería. “No recibe más visitas que las de la antigua compañera de piso de su madre y de la madrina de Asunta cuando eran universitarias, que se fue de Santiago al acabar, y que es la que le lleva ropa y otras cosas de vez en cuando. Las primeras esquelas [Rosario Porto las mandó insertar en los primeros aniversarios de la muerte de su hija] las traía el que había sido el pasante del despacho de su padre, pero ahora es su abogado defensor el que lo lleva todo, incluido el intentar vender sus viviendas”. Alfonso Basterra sigue en Teixeiro y recibe alguna visita de sus familiares, pero vive más aislado, trabajando en la biblioteca. “Intentó acceder a una plaza de monitor de informática creada por un convenio con un banco, pero su notoriedad le perjudicó”. Desde septiembre del año pasado, los dos pueden pedir su primer permiso. “Yo creo que ya están a punto de disfrutar de ese permiso de una semana, si no lo han disfrutado ya. Y en dos años, accederán directamente al tercer grado”, estima José Antonio Pérez. Ambos, de vez en cuando, mediante cartas o entrevistas, siguen reivindicando su inocencia. 

Hemos fundado la Asociación Cultural Amigas de Contexto para publicar Ctxt en todas las lenguas del Estado. La Asociación es una entidad sin ánimo de lucro que también tiene la meta de trabajar por el feminismo y la...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Xosé Manuel Pereiro

Es periodista y codirector de 'Luzes'. Tiene una banda de rock y ha publicado los libros 'Si, home si', 'Prestige. Tal como fuimos' y 'Diario de un repugnante'. Favores por los que se anticipan gracias

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

4 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. tolegarpio

    Para quienes conocemos un poco el asunto, este artículo no aporta nada. Si acaso, constatar como el célebre Juez Taín, colaborador de programas de cotilleo, escritor oportunista y cervecista guay de provincias, demuestra una vez más como por llamar la atención se pueden revelar secretos sumariales si hace falta. No tengo nada contra el periodista, a quien leo con frecuencia. Pero este artículo no pinta nada en esta revista. Es mi opinión.

    Hace 5 años 2 meses

  2. Roberto

    "¿Cómo no saltaron las alarmas? “Por una parte, la niña fabulaba bastante. Por otra, pesó el hecho de ser quienes eran. Si en vez de una abogada de una familia conocida y de un periodista, los padres tuviesen otra condición social, la reacción sería otra”, considera Pérez." ¿En serio que este es un argumento válido ajustado a derecho a las puertas de la tercera década del siglo XXI? En pocas ocasiones me quedo sin palabras que responder y esta es una de esas veces. Los demás incesantes errores en el proceso de instrucción, no tienen nombre. Y que en tan pocos años vayan a recibir el tercer grado por tal o cuál razón, no va a devolverle la vida a Asunta. En todo Estado de Derecho, el fin último de las sanciones y de las penas es procurar la rehabilitación del reo, pero ya nada va a devolverle la vida a Asunta. La adoptaron, la criaron, la utilizaron para fines interesados y egoístas, y la asesinaron. Lo siento mucho por Asunta. Y lo siento mucho por la sociedad porque de esa condena solo van a salir beneficiados los que han asesinado.

    Hace 5 años 2 meses

  3. c

    A Muchos ns qedo claro que la madre es una sicopata, una pija rica hiper-consentida desde pequeña, acostumbrada a mentir etc , qe desprecian todo incluido a personas y desagradecids mentiros@s manipuladores etc y qe cuando les pillan se ponen a hacer ojitos y pucheritos desde que empiezan a hablar y a trastear... ( es de manual, no fala cn ninguno d ls qe conozco )

    Hace 5 años 2 meses

  4. Jose

    Impresionante el relato, parece increíble que esto pueda llegar a pasar. Este podría ser un caso perfecto para el análisis psíquico de la pareja. No soy para nada un entendido del tema, pero algo gordo tiene que pasar por la cabeza de una pareja, para ser capaces de asesinar a una hija. Y no me parece razón suficiente la separación y el nexo en común que podría tener entre ellos.

    Hace 5 años 2 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí