La historia detrás de un estadio llamado Cantona
La localidad francesa de Argelès-sur-Mer ha puesto el nombre del futbolista a su campo de fútbol en homenaje a sus abuelos, exiliados republicanos
Ricardo Uribarri 18/09/2019
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Esta historia empieza en enero de 1939 con la caída de Barcelona, el último reducto importante republicano en la zona norte durante la Guerra Civil. En ese momento comenzó el exilio de medio millón de personas hacia la frontera francesa. Entre ellas estaban los abuelos de un famoso futbolista, que relata así lo sucedido. “Mi abuelo materno (Pere Raurich) era de Martorell y luchó contra Franco. Al final de la guerra, era un hombre buscado y sólo tuvo unos minutos antes de que los soldados nacionalistas capturaran la ciudad. Tuvo que cruzar las montañas de los Pirineos a pie para llegar a Francia y no tuvo tiempo de decir adiós. Entonces, antes de irse, fue a buscar a su novia (Francesca Farnós) y le preguntó: ‘¿Estás lista para seguirme?’ Él tenía 28 años de edad. Ella 18. Debía dejar atrás a su familia, amigos, todo. Pero dijo: ‘Si, por supuesto”. Nuestro protagonista es Eric Cantona, el jugador francés que brilló en el Manchester United en la década de los noventa y que desde finales de agosto da nombre al campo de fútbol de Argelès-sur-Mer en homenaje a sus familiares y a los miles de exiliados que llegaron a esa localidad gala.
Lo vivido por sus abuelos, Pere y Francesca, y por el resto de la familia ha marcado, en parte, su carácter, haciéndole tener una sensibilidad especial hacia la situación de los refugiados
Cantona acudió al acto de inauguración del recinto deportivo, en el que se ha instalado una placa donde aparece su nombre pero también el de sus abuelos, y jugó un partido en el que todos los participantes llevaron el número 7 en la camiseta, el mismo dorsal que él lució durante gran parte de su carrera. Antes visitó el monolito que recuerda a los 100.000 republicanos que terminaron alojados en un campo levantado en una playa de este municipio, a 35 kilómetros de la frontera con España, en condiciones muy duras. En un principio no había letrinas, cocina, enfermería, ni electricidad y muchos enfermaron de disentería, sarna y tifus. Pese a ello, Eric siempre estará agradecido a las autoridades galas por acoger a todas aquellas personas. “¿Te imaginas si los franceses los hubieran rechazado a todos? Pero no, mostraron compasión, ya que la humanidad siempre debe mostrar compasión a los que sufren. Mis abuelos habían llegado sin nada. Tenían que comenzar de nuevo sus vidas. Pero después de un tiempo, los refugiados tuvieron la oportunidad de ir a trabajar construyendo una presa en Saint-Étienne Cantalès. Esta es la vida de los inmigrantes. Ve a donde debes. Haces lo que debes. Entonces se fueron. Hicieron una vida por sí mismos. Mi madre nació allí unos años más tarde y luego la familia finalmente se mudó a Marsella” cuenta Eric en la página The Players Tribune.
Aquel campo fue visitado por el famoso fotógrafo húngaro Robert Capa, que venía de cubrir la contienda española. Curiosamente, en su famosa maleta mexicana, que guardaba los negativos de 4.500 fotografías de la guerra y que desapareció durante siete décadas hasta que fue encontrada en una casa de la Ciudad de México, había algunas imágenes que muchos años después se cruzaron en la vida del futbolista. “Tenía mucha curiosidad, así que cuando hubo una exposición en Nueva York fui con mi esposa. La mayoría de las fotos eran pequeños negativos. Tenías que mirarlos bajo una lupa. Pero algunas de las fotos en el centro de la exhibición eran enormes. Las personas eran de tamaño natural. Y ahí fue cuando vi a mi abuelo. Era imposible, ¿no? Pero allí estaba, cuando era joven. Estaba convencido de que era él, pero no podía estar completamente seguro porque nunca lo había visto cuando era tan joven. Entonces, cuando la exposición se mudó a Francia unos meses después llevé a mi madre a verla. Le dije: ‘¿Es realmente él?’. Y mi madre contestó: “Sí, es él. Es del momento en que huían a las montañas. Imagínese si mi abuelo no lo hubiera logrado. O si mi abuela no lo hubiera seguido. Quizás mi madre no existiría. Quizás entonces yo no existiría”.
Cantona proclama con orgullo: “Vengo de una familia de inmigrantes, rebeldes, soldados y trabajadores”. Sus bisabuelos paternos llegaron a Francia desde Cerdeña y su abuelo, tras volver de la Primera Guerra Mundial, pudo comprar un terreno en la colina de Marsella. Mientras iba construyendo una casa, la familia vivió en una pequeña cueva que tenía la parcela. En esa vivienda, una vez terminada, vivieron los padres de Eric y él mismo. “Uno de mis primeros recuerdos es llevar diez sacos de arena cuesta arriba a la casa que todavía estaban construyendo. Sólo después de eso se me permitía ir a jugar al fútbol”.
No hay duda de que lo vivido por sus abuelos, Pere y Francesca, y por el resto de la familia ha marcado, en parte, su carácter, haciéndole tener una sensibilidad especial hacia la situación de los refugiados. Por eso, no es extraño que en 2015 pusiera su casa de Marsella durante dos años a disposición de los sirios que llegaron a Francia, además de proporcionarles comida. “El problema es que durante un año estas personas no tienen derecho a trabajar. Así que si alojas a alguien que no puede trabajar, hay que alimentarle”, explicó entonces. Aún incidió más sobre este tema en una entrevista en Le Parisien. “¿Vamos a hacer guerras por razones económicas y luego, cuando la gente huye de su país porque es un desastre, no somos capaces de recibirles?”. Conocido es también su apoyo a la Fundación Abbé Pierre para la construcción de viviendas sociales y la limitación del precio de los alquileres, pues a su juicio es “inaceptable que haya gente hoy que tiene que hacer enormes sacrificios con la educación de sus hijos, a veces incluso con su salud, para tener un alojamiento”.
Cantona tiene una visión pesimista sobre el estado actual del fútbol a causa de la deriva mercantilista que ha tomado, alejándose de su carácter popular e ignorando a los más desfavorecidos
Mucha gente recuerda a Cantona por el suceso ocurrido el 25 de enero de 1995 en un partido entre el Crystal Palace y el Manchester United. The King, como era conocido por los fans del equipo de Old Trafford, fue expulsado por una entrada sobre Richard Shaw, un jugador rival. Mientras se retiraba andando por la banda, escuchó como Matthew Simmons, un aficionado situado junto a la valla, le gritaba “vete a tu país, bastardo”. Una frase que provocó que Cantona perdiera el control y le pegara una patada de kung fu en el pecho, lo que le supuso una sanción de nueve meses sin jugar, 20.000 libras de multa y dos semanas de servicios a la comunidad. Recientemente declaró “debería haberlo pateado más fuerte. No puedo arrepentirme”. Su entrenador entonces, Alex Ferguson, le disculpó: “si Cantona se equivocó tuvo sus razones; fue insultado de forma intolerable y reaccionó instintivamente”. A Simmons, que había participado en varios actos de organizaciones de extrema derecha y que acumulaba antecedentes policiales por agresiones en fechas anteriores y posteriores a aquel día, se le retiró el abono del Crystal Palace y se le prohibió entrar en el campo por incitar al racismo.
Apenas dos temporadas después, cuando Eric tenía 30 años, decidió retirarse del fútbol. “He sido profesional durante 13 años, es demasiado tiempo. Me gustaría hacer otras cosas en mi vida”, señaló. La primera decisión que tomó entonces estaba conectada a sus raíces familiares y fue algo muy especial para él. Se fue a vivir a Barcelona, la ciudad de la que sus abuelos tuvieron que huir en 1939. Y hace dos años compró una propiedad agrícola en Cerdeña, la tierra de sus bisabuelos paternos.
Cantona tiene una visión pesimista sobre el estado actual del fútbol a causa de la deriva mercantilista que ha tomado, alejándose de su carácter popular e ignorando a los más desfavorecidos. “Estamos viviendo tiempos de pobreza generalizada, guerra e inmigración. Hay muchas más personas en el mundo que no pueden darse el lujo de comprar una pelota de fútbol que las que pueden pagar 200 euros para asistir a un partido o 400 euros al año para verlo en la televisión. El fútbol es uno de los mejores maestros de la vida. Es una de las grandes inspiraciones de la vida. Pero el modelo comercial actual del fútbol ignora a gran parte del mundo. Los barrios pobres necesitan el fútbol tanto como el fútbol necesita los barrios pobres. Necesitamos apoyar un fútbol más sostenible, positivo e inclusivo y haré todo lo que pueda para ayudar. El fútbol debería ser para la gente. Esto no tiene que ser una idea utópica. Todos nosotros, tanto si somos ricos como pobres, si somos inmigrantes o ciudadanos de décima generación, encontramos la misma alegría simple en el juego del fútbol”, afirmaba en su artículo en la revista dedicada a la publicación de historias de deportistas en primera persona. Desde hace unos meses forma parte en calidad de mentor de Common Goal, la iniciativa solidaria puesta en marcha por Juan Mata, por la que cada profesional del fútbol cede un 1% de su salario a causas benéficas.
La UEFA decidió concederle hace unas semanas el premio Presidente, que otorga directamente el máximo dirigente del organismo continental, el esloveno Aleksander Ceferin, que manifestó que “este premio no sólo reconoce su carrera como jugador del más alto nivel, sino que también honra a la persona que es. Un hombre que no se casa con nadie, que defiende sus valores, que dice lo que piensa y, en particular, que pone su corazón y su alma para apoyar las causas en las que cree”. Una ajustada descripción de una persona que tiene siempre presente sus orígenes y al que le gusta transmitir este pensamiento: “El fútbol da sentido a la vida, sí. Pero la vida también le da sentido al fútbol”.
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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