¿Cómo se votaba antes?
De tanto quejarnos de los defectos de la democracia actual, acabamos convencidos de que no tenemos experiencias democráticas en el pasado, sino fracasos
Miguel Cabo Villaverde / Lourenzo Fernández Prieto / Xosé Ramón Veiga Alonso (Luzes) 18/09/2019
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De tanto repetirlo, en el Estado español son muchos los que creen que no tenemos tradición de sufragio, que todo empezó en 1977 con un precedente corto y casi excepcional en la II República. De tanto repetir esta deformada versión del pasado, no pocos piensan que no hay tradición parlamentaria liberal. De tanto quejarnos de los defectos de la democracia actual, acabamos convencidos de que no tenemos experiencias democráticas en el pasado, sino fracasos. De tanto agigantar la memoria reciente, la mayoría, a derecha e izquierda, piensa que nosotros inventamos la democracia y que nuestros pobres abuelos, bis y tatarabuelas nunca vieron una urna ni hicieron una campaña electoral. Pero si estamos aquí fue porque navegamos encima de largas olas de democratización del pasado.
La historia que recordamos y nos recuerdan comenzó el 15 de junio de 1977, votando hombres y mujeres mayores de 21 años. La historia, más o menos conocida, tiene un hito muy reconocido: lo de 1933, con la trabajada conquista del sufragio femenino que, por cierto, en el Estado español se logró bien antes que en Francia o Italia. La historia poco conocida se remonta a 1868 con el sufragio universal masculino. Pero hay una historia desconocida –más que la Edad del Hierro– que comienza hace poco más de doscientos años. Muy del gusto español olvidar el siglo XIX para remontarse a Atapuerca.
El audaz liberalismo revolucionario español (1810-1875)
La historia electoral hasta la implantación del sufragio universal masculino del Sexenio Democrático se resume en un inicio en el que todo dios (luego lo explicamos) tiene derecho de sufragio, sigue con un up and down (5% de la población en 1844 o 1854 versus 0,8% en 1846) y finaliza en el punto medio, con un 2,6% de la población con posibilidad de votar en 1866.
La historia del voto refleja acertadamente un período que amanece con una intensa movilización popular revolucionaria en 1810 y luego deriva en una posrevolución fluctuante entre gobiernos y leyes electorales de moderados y progresistas que, en medio, contempla el desarrollo de un tercero en discordia representado por una unión liberal responsable de la reforma de 1865 que produce ese 2,6%. Pocos votan en esa fórmula de sufragio censatario liberal, ¿no? Pero ¿qué nos dice la historia comparada? Pues que estos porcentajes aguantan bien la comparación con los principales países europeos y que incluso vencen a los puntos.
En la Francia de 1831 o 1846 tenía derecho a voto entre lo 0,5 y el 0,7% de la población, en el Reino Unido de 1832 el porcentaje sube al 3,3%, pero en el neonato Estado de los belgas solo lo hace en la misma fecha el 1,1%, y en el vecino Portugal aún en 1845 no habían llegado al 1%.
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