Análisis
Elecciones en Portugal: ¿hacia una nueva ‘geringonça’?
El Partido Socialista aspira a conquistar la mayoría absoluta el 6 de octubre pero las últimas encuestas alejan esa posibilidad y abren la incógnita sobre quiénes serán los próximos socios de gobierno
Maria João Morais 4/10/2019
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Un “triunfo claro”, un “Partido Socialista fuerte”. Con estas palabras, los socialistas portugueses han multiplicado, en los últimos días, la llamada a una victoria en las elecciones legislativas del próximo domingo 6 de octubre que les permita gobernar en solitario.
Si en España es común presentar el gobierno “a la portuguesa” como ejemplo de alianza en la izquierda, en Portugal es el primer ministro, António Costa, quien invoca los peligros del “callejón sin salida español” para pedir el voto. “Un PS débil y un Bloque de Izquierda (BE) fuerte hacen imposible la estabilidad política”, advirtió el líder socialista en una entrevista al periódico Expresso. El diputado Carlos Pereira ha ido más lejos, afirmando que toca gobernar sin “obstáculos”.
Todo sin nombrar la mayoría absoluta, escenario que las encuestas indican ser indeseable para los electores, incluso entre los partidarios del PS.
“Dado que una porción tan grande del electorado rechaza la idea de una mayoría absoluta, no puede excluirse que los votantes tradicionales del PS, convencidos de que su victoria es inevitable, pero opuestos a una mayoría absoluta, opten por otros partidos”, observa el politólogo Pedro Magalhães, en declaraciones a CTXT.
Quizás por eso, en el tramo final de la campaña electoral, la mayoría absoluta pasó a ser un escenario más remoto. Según una encuesta publicada el martes 1 de octubre, el PS sería el partido más votado con un 37%, pero el Partido Social Demócrata (PSD), de centro derecha, se recupera y alcanza el 30%. El Bloque de Izquierda es la tercera fuerza con el 10%, seguido por el Partido Comunista (PCP) con el 6%. A continuación se encuentran los democristianos del CDS con el 5% y los ambientalistas del PAN con el 3%.
En contra del escenario de mayoría absoluta juega el “recuerdo de experiencias pasadas en las que los gobiernos de mayoría absoluta se asociaron con situaciones de abuso de poder y corrupción”, señala Magalhães. También la “valoración favorable que los votantes hacen del gobierno de los últimos cuatro años” podría ayudar a una nueva “geringonça”.
Popular entre votantes de izquierda y derecha
Cuando António Costa fue investido primer ministro en 2015 (a pesar de ser el líder del segundo partido más votado), gracias al apoyo parlamentario de los tres partidos a su izquierda (BE, PCP y Verdes), muchos vaticinaron la debacle absoluta. Pero la solución finalmente funcionó y resistió los cuatro años de la legislatura.
“Hace cuatro años conseguimos disolver un tabú que existía en la sociedad portuguesa: la idea de que hay partidos a los que se les prohíbe influir en el Gobierno”, dijo António Costa, alardeando de que el acuerdo conocido como “geringonça” derribó “los últimos vestigios del muro de Berlín” en Portugal.
Además de estable, el Gobierno ha conseguido apoyo popular, en gran medida gracias al crecimiento económico logrado tras los duros años de austeridad. En 2011, cuando el país pidió el rescate de 78.000 millones, el déficit presupuestario se situaba en el 11%. Hoy, el ministro de Hacienda, Mário Centeno, recoge aplausos en Europa gracias a un déficit por debajo del 1%. Además, el desempleo cayó al 6,3% después de alcanzar un pico de 17,5% en 2013.
El control de las cuentas públicas se ha logrado de la mano de políticas sociales como la subida del salario mínimo, el aumento de las pensiones, la reducción de las tasas de matrícula en las universidades o la reducción los abonos de transporte público.
Pero la “geringonça” también ha temblado algunas veces. La baja ejecución presupuestaria y la falta de inversión en servicios públicos como sanidad e educación han generado a Costa duras críticas por parte de los socios de gobierno. Además, el PS terminaría aprobando un paquete laboral con los votos de los partidos de derecha.
Aún así, la alianza parlamentaria de izquierda ha arrojado “beneficios claros tanto para PS como para BE”, afirma Pedro Magalhães. Con respecto a los comunistas, hay más dudas: “los resultados de las elecciones locales y europeas fueron negativos para el PCP y las encuestas indican que el partido puede tener un resultado inferior al que tuvo en las elecciones anteriores”.
Al mismo tiempo, el Gobierno socialista ha logrado desmovilizar a la derecha, que ha visto difícil sostener una oposición fuerte. El control férreo del déficit, los reembolsos de la deuda o la capitalización de los bancos “han cumplido los valores y prioridades de algunos electores de derecha”, señala Magalhães, reconociendo que ese sector se encuentra hoy desmovilizado. En total, los partidos de derecha (PSD y CDS) no superan el 35% de las intenciones de voto, mientras que los partidos de izquierda que conforman la solución gubernamental actual suman el 53%.
¿Geringonça 2.0?
Con el escenario de mayoría absoluta más lejos, la duda es si la “geringonça” puede repetirse. Magalhães lo ve difícil, al menos de la misma forma porque, al contrario de lo que sucedió en 2015, cuando la prioridad era revertir las medidas anteriores, “no hay un conjunto de objetivos inmediatos que pueden generar el mismo tipo de consenso entre la izquierda”. El PS podría acercarse solamente al BE, cuyo apoyo puede ser suficiente para hacer viable la legislatura y la posibilidad de coalición no está excluida: si el Bloque obtiene buenos resultados electorales este domingo “será tentador pensar que la participación en el gobierno podría ser el próximo paso natural”, dice el experto.
Pero el PS aún podría recurrir a otros partidos. El PAN tiene solo un diputado, pero deberá fortalecer su grupo parlamentario en estas elecciones convirtiéndose en un socio tentador para los socialistas. Por otro lado, el PSD, cuyo líder, Rui Rio, se posiciona más al centro, ya ha admitido estar disponible para dar luz verde a un gobierno minoritario del PS como forma de evitar que el “país permanezca atado a la extrema izquierda”.
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