NACIONALISMO REGIONAL
Andalucismos 2020
La importancia de lo territorial en el sistema estatal está provocando la reestructuración de los discursos andalucistas, no sin fuertes paradojas
Ángel Ramírez Troyano 28/02/2020
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Hace ahora casi cinco años hice mi primera colaboración en CTXT, con un artículo denominado “Una Andalucía sin relato”, en el que analizaba el vaciamiento del proyecto político y social de Andalucía tras la crisis económica y la del principal partido del sistema político andaluz, el partido socialista. Decía yo en aquel momento que ya el PSOE no iba a gobernar con la suficiencia que lo había hecho hasta el momento y que se abría un espacio de negociación de cara a las elecciones autonómicas que se celebrarían días después. Ahora, en puertas del 28F, buen momento es para una evaluación de lo ocurrido, en este caso sobre uno de los elementos ideológicos entonces en horas bajas, el andalucismo político.
Mucho han cambiado las cosas desde entonces, la novedad fundamental es que finalmente el PSOE perdió en diciembre de 2018 un gobierno que ostentaba desde el inicio de la autonomía en favor de un acuerdo de los tres partidos de la derecha, conformando Cs y PP la coalición de gobierno. Y hay un segundo cambio muy relacionado con las lógicas generadas a nivel estatal: una reconfiguración de la presencia del nacionalismo andaluz en el sistema político, una vez desaparecidos los partidos andalucistas históricos. Como ya escribí en 2015, en aquellos momentos era el PSOE-A el que capitalizaba alguna forma de andalucismo, uno que se ejemplifica en esa pregunta frecuente en los barómetros de opinión de ser el “partido que mejor defiende los intereses de Andalucía”. Y lo hacía básicamente por una posición históricamente fuerte dentro del PSOE estatal, partido que a su vez es el que más años acumula de gobierno en nuestro país. Este espacio lo ocupaba tras el declive del andalucismo político, y ante la falta de claridad y continuidad de los postulados andalucistas a su derecha e izquierda.
La realidad hoy tiene que ver con el establecimiento en el sistema político español de un eje que se superpone al ideológico (izquierda/derecha), el eje territorial, que enfrenta a 'unionistas' con 'confederales' o 'secesionistas'
La realidad hoy es muy otra, y tiene que ver con el establecimiento en el sistema político español de un eje que se superpone al ideológico (izquierda/derecha), y es el eje territorial, que enfrenta a unionistas con confederales o secesionistas. En general encontramos una reconfiguración del voto en todo el país según esta lógica, de forma que en las comunidades más unionistas crece el voto a la derecha y baja el de izquierdas, y en las confederales o con amplios sectores secesionistas ocurre lo contrario. En Andalucía las personas que quieren recentralizar parte o todas las competencias han pasado de ser un 24,3% en 2011 ( 2012 se considera el año de inicio del procés) a un 39,1 en 2018 (datos de BOPA 2011 y PACIS NOV-DIC 2018, IESA-CSIC), habiendo aumentado también los que reivindican más competencias autonómicas de un 13 a un 22,2%. Los primeros han subido un 14,8 y los segundos un 9,2 %, y son los satisfechos con la actual situación los que bajan de 48 al 38,7%. Muy probablemente el triunfo en las elecciones autonómicas andaluzas de diciembre de 2018 por parte de las derechas tenga que ver con estos cambios en el campo de juego.
Este nuevo eje ha provocado una reconfiguración de los andalucismos políticos muy interesante de analizar, dejando claro que en este análisis no hay vocación alguna de certificación de las propuestas, no nos pronunciamos sobre su autenticidad, ni sobre las dinámicas de base social alguna, nos limitamos a constatar la existencia de distintas ofertas que se reclaman andalucistas, e intentamos caracterizarlas brevemente. En este sentido, en estos días son reconocibles dos discursos en nuestro sistema, por un lado el de Adelante Andalucía (hasta hace unos días parte de Unidos Podemos, ahora en una situación que se antoja insostenible), y por otro el del Partido Popular, habiendo quedado el partido socialista fuera de plano por motivos que más adelante analizaremos.
La dirección de Podemos Andalucía entendió pronto que en la nueva dinámica política la identidad de la izquierda pasaba por sumar a su contenido social intrínseco el del nacionalismo andaluz. Atrajo hacia sí pequeños grupos con escasa presencia política y electoral que reivindicaban la continuidad del andalucismo histórico, pero sobre todo implantó como central en el conjunto de la organización ese binomio defensa de los desfavorecidos, defensa de Andalucía, como dos caras de un mismo principio articulador. A día de hoy la propia líder Teresa Rodríguez es tanto o más una líder andalucista que una líder de izquierdas, no necesitando ya apoyos simbólicos de otros referentes históricos. Por tanto más que a una convergencia asistimos a un intento de recualificación de la izquierda, una operación hecha sobre unas bases más cercanas en otro tiempo a planteamientos internacionalistas. La reivindicación de autonomía de la coalición Adelante Andalucía respecto de Podemos e IU federales, y la negativa de las direcciones de ambas a acceder a dicha petición, se convirtió en el caballo de batalla a partir del cual se ha intentado montar una operación que ha desembocado en la ruptura de Teresa Rodríguez y su equipo con Unidos Podemos para abanderar el proyecto autónomamente. La coalición electoral Adelante Andalucía tiene como principales socios a Podemos Andalucía y IU-CA, y aunque existe un partido registrado con dicha denominación, es claro que nos esperan meses de conflicto con resultado incierto. Aunque la dirigente anticapitalista tuviera éxito, en Andalucía hay andalucistas (pocos) y anticapitalistas (menos), pero es que además no son los mismos, por lo que su liderazgo se enfrenta a un reto doblemente complejo. En cualquier caso, en cuanto a la propuesta discursiva motivo de este análisis, se trataría de la más conectada con el andalucismo histórico heredero de Blas Infante, y que tiene como referente cercano aquel “Convocatoria por Andalucía” con que se apellida IU desde mediados de los 80.
La identidad contraria al nacionalismo andaluz no sería la española, sino la de los nacionalismos periféricos del norte, etiquetados como defensores de privilegios frente a las perjudicadas autonomías del sur
Lo más novedoso quizás es la consolidación de una suerte de andalucismo de derechas, que de algún modo siempre existió socialmente, pero que nunca consiguió una materialización política consistente, y que sin embargo ahora encuentra las condiciones óptimas. Es un andalucismo de derechas que se sustenta sobre tres paradojas: por un lado es un andalucismo que no demanda más autogobierno para Andalucía, en segundo lugar antepone otra identidad a la andaluza (la española), y por último lo hace en base a un principio propio de sus oponentes (la igualdad). El discurso del PPA se centraría no en fortalecer la identidad andaluza sino la española, porque la fortaleza de ésta y sus instrumentos políticos (el Estado) serían los garantes de la igualdad territorial, y por tanto se evitarían las causas que generan la discriminación de Andalucía. La identidad contraria no sería la española, sino la de los nacionalismos periféricos del norte, etiquetados como defensores de privilegios frente a las perjudicadas autonomías del sur. Esta formulación no es nueva, pero nunca encontró las condiciones idóneas para desplegarse, ahora la dirección de la autonomía andaluza en manos del PP y Cs, el conflicto abierto con Cataluña, y la existencia de un gobierno nacional de coalición PSOE-Unidos Podemos, con el apoyo de un partido independentista catalán como ERC, han creado ese contexto en el que se asienta un discurso que está mostrando su eficacia.
El PSOE-A, otro baluarte del andalucismo soft que ha caracterizado el sistema político en Andalucía, es el que está ausente del escenario, incapaz de articular propuesta alguna. La sentencia de los ERE que ha desautorizado a una generación de políticos de la cual es deudora la actual secretaria general del partido, la ausencia de una renovación clara del mismo, la actual coalición de gobierno estatal, y la particular relación entre las direcciones andaluza y española del PSOE, lo inhabilitan para reivindicarse como abanderado de Andalucía, a pesar de que sigue con su 28% siendo la formación con más apoyos (elecciones autonómicas 2018).
Este es el panorama en una España donde partidos de Cataluña condicionan la agenda y sostienen al gobierno estatal, y un partido de una provincia como Teruel ha conseguido una posición de privilegio con un solo diputado. ¿Terminará Andalucía, con sus casi ocho millones y medio de habitantes, por jugar la carta territorial que nunca ha terminado de esgrimir en todos estos años?
Hace ahora casi cinco años hice mi primera colaboración en CTXT, con un artículo denominado “Una Andalucía sin relato”, en el que analizaba...
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Ángel Ramírez Troyano
Es sociólogo del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA) del CSIC.
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