Obituario
Chato, la tenacidad del rebelde
Fiel a su compromiso obrero, vivió intensamente sin perder nunca su media sonrisa. Y su vida no fue fácil. Perseguido por el franquismo, el aneurisma, el infarto y el cáncer, aguantó hasta la noche del 29 de este triste mes de marzo
Manuel Garí 29/03/2020
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La noticia del fallecimiento de José María Galante Serrano, Chato, a causa del coronavirus, ha golpeado de madrugada a esa inmensa minoría que forma el océano de la resistencia y la dignidad frente a la injusticia y las agresiones a la vida. Chato, como le llamábamos desde la juventud y como se hizo llamar toda su vida, fue un luchador tanto en su actividad política como en su pulso contra la enfermedad. Fuerte física e intelectualmente, buena persona de arriba abajo, vivió intensamente la vida sin perder nunca su media sonrisa. Y su vida no fue fácil. Perseguido por el franquismo, el aneurisma, el infarto y el cáncer, aguantó hasta la noche del 29 de este triste mes de marzo que la humanidad está viviendo.
Chato ha sido actor político siempre presente en la historia de las últimas cinco décadas de nuestro país. En la historia de quienes organizan la rebeldía de las gentes de abajo frente a la opresión, la explotación y la injusticia. Junto a su compañera Justa Montero, activista y referente clave del feminismo, ha sido impulsor de lo que se conoce como nuevos movimientos sociales desde finales de los años setenta. En su caso, tanto del movimiento pacifista como por su vinculación a Ecologistas en Acción. Nunca tuvo “cargos” institucionales pero marcó agendas. Su compromiso militante viene de lejos.
Detenido y torturado en varias ocasiones y preso político de la dictadura, participó en la organización de uno de los intentos de fuga de la cárcel de Segovia
Formó parte de una generación de militantes internacionalistas que a finales de los años sesenta se propuso impulsar la revolución socialista. Participó en el movimiento estudiantil antifranquista, ingresó en la clandestinidad en el Frente de Liberación Popular (FLP) y fue uno de los fundadores de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), en la que formó parte de su dirección hasta la disolución de la misma. Detenido y torturado en varias ocasiones y preso político de la dictadura, participó en la organización de uno de los intentos de fuga de la cárcel de Segovia.
Me viene a la cabeza con emoción el recuerdo del temor que teníamos quienes estábamos en libertad, aunque en la clandestinidad, de que en los estertores de la dictadura los sectores más exaltados de los “patriotas” franquistas hicieran una masacre en las cárceles. Tanto presos y presas como activistas en las calles teníamos la esperanza y el convencimiento que tras derrocar a la dictadura se abriría la posibilidad de un cambio social profundo. Por eso para nosotros Libertad y Amnistía tenían un sentido bien diferente al que luego se le dio en la fórmula de “amnistía a cambio de amnesia” y en el régimen de 1978.
Las cosas no discurrieron como las había imaginado Chato pero él no tiró la toalla ni se dejó llevar por el tan traído y llevado “desencanto”. Se mantuvo fiel a sus compromisos con el movimiento obrero y los fue ampliando mediante su participación en las luchas contra la OTAN y en su vinculación con Ecologistas en Acción. Fue miembro del Consejo asesor de la revista Viento Sur desde su fundación. Su última gran causa ha sido, según el mismo declaró, “trabajar contra la desmemoria” y reivindicar a las víctimas de la dictadura. Fue uno de los impulsores de La Comuna, que agrupa a gentes de diversas corrientes políticas que sufrieron tortura, cárcel o exilio, y ha sido promotor junto, al fallecido Carlos Slepoy y varias de las personas torturadas por Antonio González Pacheco, el miembro de la Brigada Político Social conocido como Billy el Niño, de la llamada “querella argentina”, cuyo objetivo es la depuración de las responsabilidades por los crímenes cometidos bajo la dictadura. Para ello Chato emprendió la labor de romper el agobiante silencio del mundo institucional sobre estos crímenes y contribuyó decisivamente a que fuera posible el documental El silencio de otros.
Si tuviera que resumir los rasgos de la personalidad de Chato, destacaría que creaba un ambiente fraternal en aquellos círculos en los que se movía. Era amigo de sus amigos, como en más de una ocasión pudimos escucharle a Miguel Romero, Moro, uno de sus mejores “colegas” (término que ambos usaban). Y en el plano político, diría que tenía un gran olfato para detectar las cuestiones importantes. E inmediatamente pensaba en términos de acción, en la que mostró una tenacidad indestructible. Él partió pero su causa sigue pendiente. Y nuevas manos se unirán para salir del atolladero sanitario, económico, social y climático en el que nos sumió el capitalismo, en lo que ya es una crisis civilizatoria global.
La noticia del fallecimiento de José María Galante Serrano, Chato, a causa del coronavirus, ha golpeado de madrugada a esa inmensa minoría que forma el océano de la resistencia y la dignidad frente a la injusticia y las agresiones a la vida. Chato, como le llamábamos desde la juventud y como se hizo llamar toda...
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Manuel Garí
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