1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

INSOSTENIBILIDAD

Coronavirus: detonador de crisis sistémica, semilla de cambio sistémico

Cuando algo se reconoce como una crisis, muchas medidas se vuelven posibles y deseables: la economía se puede regular, ciertos comportamientos sociales pueden limitarse

Lucía Muñoz Sueiro 18/04/2020

<p>Ilustración de Verónica Sánchez</p>

Ilustración de Verónica Sánchez

@ambarai.crea

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Contrariamente a lo que se suele suponer, el surgimiento y propagación del coronavirus no es un puro accidente o catástrofe natural. Lo que llamamos “catástrofe natural” es en realidad una “catástrofe” para los seres humanos no solo porque tenga un impacto en nuestros cuerpos, sino porque tiene graves efectos en nuestras economías y en nuestras sociedades. Como dice David Harvey, “las circunstancias en que una mutación se vuelve una amenaza letal para la vida dependen de las acciones humanas”. Así, en realidad la actual crisis de la covid-19 tiene mucho que ver tanto con las lógicas de la globalización como con las del capitalismo: la forma en que mercantilizamos los animales en las cadenas alimentarias industriales, la forma en que los seres humanos habitamos el planeta, concentrados en megaciudades y el flujo constante e imparable de personas que se mueven por todo el mundo han sido elementos esenciales para que el virus haya mutado y se haya propagado dando lugar a lo que llamamos “pandemia”.

Las consecuencias de la expansión de la covid-19, aparentemente enmarcadas como una crisis sanitaria, están poniendo al descubierto una pandemia mucho más grave, mucho más arraigada, mucho más peligrosa: la de una crisis sistémica que va mucho más allá de la esfera de la salud y que estaba ahí mucho antes de que escucháramos la palabra coronavirus. La covid-19 está teniendo el efecto de hacer aún más visibles, a nivel mundial, una crisis climática, una crisis del sistema alimenticio, una crisis de la ciencia, una crisis migratoria, una crisis de gobernanza y una crisis económica que están inextricablemente conectadas entre sí y que componen la crisis sistémica a la que se enfrenta la humanidad bajo el sistema capitalista.

Cambio climático y coronavirus

El medio ambiente es una de las pocas esferas en las que el coronavirus está teniendo un impacto temporal positivo. Como resultado del cierre de fábricas, la caída de la demanda de electricidad, la reducción de la actividad de las refinerías y la disminución del número de vuelos se respira hoy en muchos países un aire más limpio. Han caído los niveles de dióxido de nitrógeno, las emisiones de dióxido de carbono y la vida recupera terreno. Vemos en las redes vídeos de unos canales en Venecia absolutamente cristalinos, donde peces y cisnes campan a sus anchas, algo que no se había visto en los últimos 60 años.  

Parece que solo una pandemia global es capaz de frenar el absurdo imperativo de crecimiento ilimitado. Por supuesto, es solo un alivio temporal. Como dijo el secretario general de la ONU, António Guterres, “no vamos a luchar contra el cambio climático con un virus”. En cuanto la epidemia termine, todo volverá a la normalidad y la máquina devastadora de nuestro sistema económico seguirá su curso habitual. Pero mientras tanto, el planeta se está tomando un descanso y los ciudadanos estamos siendo testigos de lo que es posible hacer cuando una “crisis” es reconocida como tal. La paradoja es que el cambio climático es también una amenaza para todos los seres humanos, mucho más dañina y destructiva a largo plazo que el coronavirus.

Sistemas alimentarios y coronavirus

La covid-19 está desvelando tres aspectos de la crisis del sistema alimentario global. En primer lugar, los peligros de las cadenas alimentarias industriales y la intensiva mercantilización de la vida animal. En segundo lugar, la precaria situación en la que viven los pequeños agricultores y pescadores y su dependencia de las fuerzas del mercado. Y, en tercer lugar, la injusta distribución de alimentos en el mundo y las dificultades que este sistema plantea para proteger a todas las personas de la desnutrición. Estos tres puntos ilustran la vulnerabilidad y las deficiencias del sistema alimentario mundial y la necesidad de un cambio de sistema para lograr una soberanía alimentaria mundial.

La drástica disminución de la oferta de carne de cerdo, derivada de la epidemia que asoló las granjas porcinas chinas, habría provocado un aumento de la demanda de animales salvajes

En relación con el primer punto, diversos estudios han señalado desde hace años que los recientes brotes de virus tienen su origen en las explotaciones industriales de ganadería intensiva. En 2004, un estudio de la OMS, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE por sus siglas en inglés) y la FAO, identificó el factor antropogénico (consecuencia de acciones humanas), incluyendo la intensificación de la producción industrial animal, como la principal causa de la aparición de nuevas patologías desconocidas transmitidas de los animales a los seres humanos. La industrialización y la urbanización desempeñan un papel fundamental. Sólo en 50 años se ha urbanizado e industrializado la ganadería que antes se distribuía en pequeñas explotaciones familiares, hacinando a los animales en macro-granjas intensivas y haciendo así más propenso el desarrollo de mutaciones víricas. Se ha señalado que el origen de la covid-19 podría provenir de los cerdos de las macro-granjas o del consumo de animales salvajes. Pero incluso si fuera la última opción, la producción industrial intensiva habría sido la causa del problema, puesto que la industria ganadera es responsable de la epidemia que asoló las granjas porcinas chinas el año pasado, y la drástica disminución de la oferta de carne de cerdo habría provocado un aumento de la demanda de animales salvajes.

En segundo lugar, la covid-19 revela la precaria situación de los pequeños agricultores y pescadores, especialmente en el Sur Global. Como afirma la FAO, la paradoja es que “los pequeños agricultores de las zonas rurales de los países en desarrollo corren un riesgo desproporcionado de inseguridad alimentaria”. En esta situación, las restricciones en los movimientos y las congregaciones afectarán a su capacidad de vender productos en los mercados locales. Además, sus productos frescos tienen ahora menos demanda que los alimentos enlatados, más fáciles de almacenar. Todo ello pone a los pequeños agricultores y pescadores en una situación muy vulnerable. La agricultura familiar es la responsable de la producción del 80% de los alimentos del mundo.

En tercer lugar, el coronavirus está teniendo consecuencias extremadamente graves en el acceso a los alimentos de las personas más vulnerables en muchas partes del mundo. Durante la pandemia, los trabajadores más precarios están perdiendo sus empleos y con ellos, los medios para comprar alimentos. Las cadenas de suministro se están viendo afectadas, por lo que quienes normalmente tienen un menor acceso a ellas (zonas rurales, pequeños ingresos, limitaciones de movimiento, etc.) experimentan ahora un mayor riesgo de desnutrición y, a su vez, de sufrir la enfermedad más gravemente.

Ciencia y coronavirus

La ciencia está también atrapada en el sistema capitalista neoliberal, algo que se revela especialmente con el problema de las patentes. En este momento, los científicos de muchos países diferentes trabajan sin descanso para encontrar la vacuna contra la covid-19. Podríamos decir que es uno de los beneficios de vivir en el mundo moderno con su revolución tecnocientífica. Pero hay un problema: como ha explicado Dean Baker, están trabajando solos, cada uno por su cuenta, compitiendo en lugar de cooperar entre ellos. La lógica neoliberal que produce un ansia por desarrollar una vacuna patentable como propiedad intelectual por parte de las farmacéuticas, corporaciones y organismos científicos no está ayudando a la humanidad a detener la propagación del virus.

Por otro lado, Trump ha intentado comprar los derechos exclusivos de una vacuna desarrollada por una empresa alemana. El político alemán Karl Lauterbach tuiteó que “la venta exclusiva de una potencial vacuna a los Estados Unidos debe evitarse por todos los medios” y que “el capitalismo tiene límites”. La venta potencial significaría derechos exclusivos y, por lo tanto, el pueblo alemán no podría utilizarla, por lo que, en este caso, “el capitalismo tiene límites”. Pero cabe preguntarse: ¿qué pasaría si, por lo que fuera, los alemanes no necesitaran la vacuna?, ¿habría tenido límites el capitalismo en ese caso? Y en el caso de que Trump hubiera tenido éxito, ¿habrían sido excluidos de la vacuna los ciudadanos no estadounidenses, o los de los Estados que no pudieran comprarla, bajo la explicación de que así es como funcionan las sagradas fuerzas del mercado? Pero es que incluso, aunque la nacionalidad no fuera una limitación para el acceso a la vacuna, como sugiere la filósofa Judith Butler, “seguramente veremos a los ricos y a los que poseen seguros de cobertura de salud apresurarse para garantizarse el acceso a dicha vacuna cuando esté disponible, aun cuando esto implique que solo algunos tendrán acceso y otros queden condenados a una mayor precariedad”.

Todo ello apunta a una crisis del sistema científico y sanitario global que opera bajo las reglas del mercado y que lo trata todo –incluyendo las ideas, la investigación, los medios y la infraestructura cruciales para salvar vidas humanas– como mercancías, como objetos para ser vendidos y comprados, y, por lo tanto, no logran el propósito para el que se supone que existen: ayudarnos a vivir y prosperar.

Migración y coronavirus

La pandemia de covid-19 ha agravado aún más la crisis de los migrantes y refugiados en todo el mundo. El coronavirus está mostrando cómo, ante una catástrofe global, los más afectados son los mismos de siempre: las personas “sin Estado” y por lo tanto sin derecho a tener derechos, usando términos de Hannah Arendt. Ahora que los gobiernos están utilizando todos sus recursos para sus ciudadanos, los refugiados, que ya de por sí están en un segundo plano, quedan en el total abandono. En algunos países como Libia e Italia se han suspendido algunas actividades en los campos de refugiados, incluyendo programas de suministro de alimentos, dejándoles aún más indefensos. Además, la realidad de los campos de refugiados hace muy difícil aplicar las recomendaciones de “distanciamiento social”. Para los refugiados, la capacidad de cruzar las fronteras y buscar protección se ha vuelto aún más difícil y el acceso al reasentamiento también se ha paralizado.

En el éxodo, algunos ya han muerto. Otros están siendo tratados como escoria por el gobierno de Narendra Modi, siendo rociados con un desinfectante tóxico 

En cuanto a los trabajadores migrantes, corren un mayor riesgo de perder sus empleos, de infectarse, de sufrir privaciones y ser discriminados. En Europa, los líderes populistas se han apresurado a culparles: en Italia, Salvini culpa a los migrantes africanos y en Hungría, Orbán ha dicho que los migrantes iraníes son los responsables. En la India se está produciendo un éxodo de migrantes que, tras el decreto de cuarentena, están regresando a sus hogares recorriendo miles de kilómetros caminando por carreteras en condiciones inhumanas. Los 139 millones de migrantes internos en la India son en su mayoría trabajadores pobres precarios, sin ahorros ni refugio en las grandes ciudades y cuya única opción es tratar de regresar a sus aldeas, a pesar de que los trenes y autobuses no están funcionando con normalidad. En el éxodo, algunos ya han muerto. Otros están siendo tratados como escoria por el gobierno de Narendra Modi, siendo rociados con un desinfectante tóxico utilizado para limpiar autobuses. La pandemia, como vemos, agrava una crisis de migrantes y refugiados que no debería ni existir.

Gobernanza y coronavirus

Este momento de crisis mundial representa un gran peligro para los sistemas de gobernanza. El filósofo marxista Antonio Gramsci escribió que “la crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo está muriendo pero lo nuevo no puede nacer; en este interregno aparece una gran variedad de síntomas mórbidos”. Se refería al fascismo. Corremos, por un lado, el riesgo de sufrir lo que Naomi Klein llama “doctrina del shock”, estrategias políticas que utilizan las crisis para hacer políticas que “profundicen sistemáticamente las desigualdades, enriqueciendo a las élites y debilitando a los demás”.

Además, con la covid-19 reaparece un viejo debate: ¿se maneja mejor la pandemia con un sistema democrático o con uno autoritario? ¿Podría un sistema más autoritario ser el “síntoma mórbido” que aparece como consecuencia de esta crisis? Este debate se alimenta de que China ha sido capaz de gestionar y controlar el virus sin tener que detener toda la economía, como está ocurriendo en muchos países europeos. El big data y los mecanismos de vigilancia digital desempeñan un papel fundamental en este sentido; en palabras del filósofo surcoreano Byung-Chul Han, “se podría decir que en Asia las epidemias no las combaten solo los virólogos y epidemiólogos, sino sobre todo también los informáticos y los especialistas en macrodatos”. En algunos países europeos también se han desplegado frente a la pandemia las fuerzas policiales e incluso las militares, sistemas de control social masivo y tecnologías de vigilancia para controlar a los habitantes. Usando términos de Foucault, nos encontramos ante un aumento del uso de biopoder por parte de los Estados, lo que supone un mayor control de la población a través de técnicas disciplinarias y de administración de la vida y los cuerpos. El orden bélico empieza a impregnar el imaginario colectivo: nos vemos en guerra contra el coronavirus. El problema es que en una guerra parece como si casi todo estuviese justificado y corremos el peligro de un aumento de autoritarismo, violencia y vigilancia estatal.

Sistema económico y coronavirus

La crisis de la covid-19 revela, de múltiples formas, las deficiencias de nuestro sistema económico. Me limitaré a señalar las dos más obvias. En primer lugar, desvela y acrecienta la desigualdad intrínseca al capitalismo. Suele escucharse eso de que el virus afecta a todos de la misma manera, independientemente de su clase, raza, género, etc. Esto es completamente falso. En palabras de David Harvey, “el desarrollo de la covid-19 muestra todos los elementos de una pandemia marcada por la clase, el género y la raza”. Judith Butler lo expresa de manera similar: “El virus por sí solo no discrimina, pero los humanos seguramente lo hacemos, modelados como estamos por los poderes entrelazados del nacionalismo, el racismo, la xenofobia y el capitalismo”. Nuestro sistema económico refuerza estas desigualdades en lugar de mitigarlas. Una vez más, comprobamos que unas vidas valen más que otras.

En segundo lugar, deja en evidencia la fragilidad de la economía del crecimiento. La caída de la oferta y la demanda como consecuencia de las cuarentenas, el teletrabajo, el cierre de fábricas, la reducción de los viajes y todas las medidas que el virus está desencadenando están teniendo y tendrán un gran impacto en la economía. Algunos expertos hablan ya de una grave depresión económica. En un informe titulado Coronavirus: la economía mundial en peligro, la OCDE asegura que “la economía mundial está en su mayor peligro desde la crisis financiera”. Nouriel Roubini, el economista que predijo la crisis de 2008, asegura que “el riesgo de una nueva Gran Depresión, peor que la original –una Mayor Depresión– crece día a día”. Como ya habían señalado varios economistas, todos los factores para una nueva crisis estaban presentes desde al menos 2017. El coronavirus no es más que el detonante de una crisis que de todas formas se avecinaba, ya que el capitalismo se caracteriza por ciclos económicos que, antes o después, conducen a crisis.

El coronavirus no es más que el detonante de una crisis que de todas formas se avecinaba, ya que el capitalismo se caracteriza por ciclos económicos 

Algunos se han apresurado a relacionar la situación con la tesis del decrecimiento, cuando en realidad no es ni de lejos parecida al escenario soñado por los decrecentistas. En concreto, el conocido economista Branko Milanović ha publicado algunos tweets refiriéndose seguramente al artículo de The New Yorker que aparecía hace unas semanas sobre la posibilidad de tener prosperidad sin crecimiento, la tesis mantenida por los decrecentistas que empieza muy poco a poco a cobrar presencia pública en Estados Unidos:

“¿Es que tenemos creencias contradictorias? Hace solo un mes, ‘nosotros’ pedíamos el boicot de los viajes aéreos, el ‘decrecimiento’, destacando cómo ‘el crecimiento infinito es incompatible con un planeta finito’. Y hoy, las noticias están llenas de temor sobre la recesión mundial, sobre los aviones que vuelan vacíos, sobre el exceso de petróleo y sobre los ingresos de todos en peligro. ¿Mantenemos (o pretendemos mantener) el primer conjunto de creencias con la esperanza de que nunca se conviertan en realidad?”

“Si crees en el decrecimiento, este es tu momento”.

El coronavirus es, sin duda, un detonador de la crisis sistémica del capitalismo, pero las consecuencias que tenga en la economía no pueden identificarse con el objetivo del proyecto decrecentista. Los decrecentistas defienden que el crecimiento económico perpetuo no tiene sentido en términos ecológicos, puesto que vivimos en un planeta con recursos limitados y propone una dirección hacia la que avanzar para construir una sociedad que produzca y consuma menos, pero que mantenga e incluso incremente los niveles de bienestar y felicidad. Por lo tanto, aunque la disminución del PIB sea un resultado del decrecimiento, este no es su objetivo per se. El objetivo principal del decrecimiento es la transición hacia otro sistema socioeconómico en el que la disminución del PIB sea sostenible desde el punto de vista social y ambiental. El economista ecológico Giorgos Kallis resume esta idea así: “El decrecimiento sostenible no equivale a un crecimiento negativo del PIB en una economía en crecimiento. Esto tiene su propio nombre: recesión, o si se prolonga, depresión. Estas provocan una cascada de efectos en términos de desempleo, inseguridad económica, falta de crédito y, finalmente, el colapso de la paz social. El decrecimiento sostenible es, en cambio, la hipótesis de que el inevitable –y deseable– decrecimiento económico puede convertirse en socialmente sostenible”. Muchas crisis han tenido un efecto positivo sobre el medioambiente debido al impacto en la economía. Pero el resultado de ello no puede llamarse estrictamente decrecimiento, ya que este supone un proyecto de transformación fruto de todo un plan socio-político consciente en lugar de fruto de una crisis.

Aún así, no podemos subestimar las posibilidades de cambio sistémico que toda crisis abre a pesar de los grandes trastornos sociales que supone. El filósofo, sociólogo y psicoanalista esloveno Slavoj Zizek ha sugerido que “quizá otro virus ideológico, mucho más beneficioso, se extenderá y con suerte nos infectará: el virus de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá del Estado nación, una sociedad que se actualice a sí misma en la forma de la solidaridad y la cooperación global”.

Para lo que este momento sí puede ayudarnos es para desbloquear nuestro imaginario colectivo y comenzar a construir una transición planificada hacia un sistema post-capitalista. En palabras de la antropóloga ecofeminista Yayo Herrero, debemos replantearnos la organización material de nuestra sociedad que actualmente está “en contra de la naturaleza de la que formamos parte y en contra de los vínculos y las relaciones que sostienen la vida”.

Con la propagación de la covid-19, estamos siendo testigos de cómo se adoptan algunas medidas que antes se calificaban como políticamente imposibles o se denunciaban como utópicas en un sentido peyorativo. Estamos viendo que cuando algo se reconoce como una crisis, muchas medidas se vuelven al instante posibles y deseables: la economía se puede regular, ciertos comportamientos sociales pueden limitarse, la sociedad puede cooperar, nuestras vidas pueden ralentizarse, el consumo material y el turismo depredador pueden reducirse.

A nivel personal y con un poco de resiliencia, si algo podemos sacar de la situación es el replanteamiento de qué es realmente necesario para llevar una vida plena y qué es, en realidad, innecesario. Volviendo al tweet de Milanovic, que habla del “temor acerca de la recesión mundial, los aviones que vuelan vacíos, el exceso de petróleo y los ingresos de todos en peligro”, a lo mejor es el momento de repensar, mientras estamos en cuarentena en nuestras casas observando cómo se para el mundo ante nosotros, si realmente necesitamos un crecimiento económico ilimitado, miles de aviones sobrevolando nuestros cielos a diario, industrias petroleras para las que nunca es suficiente y que nos llevan directos a la extinción de la vida sobre el planeta. Este replanteamiento supone ya un gran primer paso para el proyecto decrecentista.

En definitiva, la pandemia del coronavirus tan solo ha hecho aún más visible la fragilidad, la insostenibilidad, la injusticia y la desigualdad inherentes al actual sistema económico mundial que sigue las reglas del capitalismo neoliberal. Pero también ha desatado emociones que, si las encaminamos adecuadamente, pueden conducirnos a reflexiones fructíferas que generen las condiciones necesarias para una transición sistémica, consciente y planificada hacia una sociedad decrecentista, en la que se produzca y se consuma menos, pero en la que disfrutemos de mayor bienestar, más tiempo de ocio, más cuidados, más introspección, más vínculos sociales. Ojalá, asomados a nuestras ventanas, plantemos las semillas de un cambio sistémico que nos haga, realmente, florecer como sociedades.

Contrariamente a lo que se suele suponer, el surgimiento y propagación del coronavirus no es un puro accidente o catástrofe natural. Lo que llamamos “catástrofe natural” es en realidad una “catástrofe” para los seres humanos no solo porque tenga un impacto en nuestros cuerpos, sino porque tiene graves efectos en...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autora >

Lucía Muñoz Sueiro

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

2 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. claudia

    Gracias por este artículo

    Hace 4 años 1 mes

  2. Harvey Rivera

    Excelente artículo

    Hace 4 años 2 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí