ANÁLISIS
España comparada: incidencia de la Covid y reacción del Gobierno
La respuesta del Ejecutivo español no ha sido tan distinta a la de otros países europeos. Estuvo demasiado “relajado” en un primer momento, y luego dio un giro brusco y pasó de un nivel bajo de restricción a uno de los más altos de Europa
Ignacio Sánchez-Cuenca 22/04/2020
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[Nota inicial: quisiera expresar mi agradecimiento a Modesto Escobar, profesor de Sociología de la Universidad de Salamanca, por su gran ayuda en la preparación de los datos. Los errores que pueda haber en los análisis que presento son de mi exclusiva responsabilidad.]
1. El debate político
El debate político sobre la crisis de la Covid-19 tiene dos dimensiones. La primera consiste en determinar el alcance de la pandemia en España. La segunda se refiere a la reacción del Gobierno a la misma.
El impacto de la Covid-19 en casos de contagio y fallecimientos es relativamente sencillo de establecer: basta con presentar los datos de forma homogénea, de modo que sean comparables a los de otros países. Los resultados son abrumadores: España es uno de los países más afectados del mundo.
Más difícil es resolver el asunto de la reacción del Gobierno. Para unos, el Gobierno reaccionó tarde y mal; para otros, lo hizo a tiempo y bien. De nuevo, necesitamos presentar los datos de forma comparable, para poder determinar si España reaccionó mejor o peor que otros países.
Estas dos dimensiones, aunque están relacionadas, son distintas y hasta cierto punto independientes, según mostraré a continuación. Sin embargo, suelen aparecer mezcladas en el debate público y político. La oposición ejercida por la derecha política y mediática, más exagerada y negativa que nunca, habla de una gestión “desastrosa” y le atribuye directamente los muertos al Gobierno, presentándolo como un ejecutivo “criminal”. El Gobierno, por su parte, se escuda en los expertos, en los científicos, alega haber actuado siguiendo las indicaciones de la OMS y añade que España ha sido uno de los países más diligentes y expeditivos a la hora de afrontar el desafío de la pandemia.
Este debate va a continuar durante semanas y, probablemente, meses. Aunque los asuntos económicos irán ganando protagonismo a medida que se vaya constatando el daño en las empresas y en el mercado de trabajo, la oposición mantendrá su empeño en desgastar al Gobierno a costa del virus. Y Sánchez y sus ministros tratarán de amortiguar las críticas con el argumento de los expertos.
Me gustaría ofrecer algunos datos para que el debate no se base solo en la retórica. La clave está en ofrecer información que permita establecer un ranking de los países.
Le pido paciencia al lector, pues el análisis de los datos siempre requiere una atención especial. Creo, no obstante, que vale la pena dejar por un momento los prejuicios políticos a un lado y permitir que los números hablen por ellos mismos.
2. El alcance de la pandemia
En España, los medios de comunicación presentan a diario las cifras de la pandemia, con gran despliegue de gráficos vistosos. Casi siempre, sin embargo, se trata de números absolutos de contagiados y fallecidos. Por desgracia, esas cifras son de poca ayuda, pues no es lo mismo 1.000 infectados o fallecidos en un país de 5 millones de habitantes que en uno de 50. Tampoco, por cierto, es lo mismo comparar los fallecidos en un país que lleva 60 días con el virus que uno que lleva 40. Parece necesario presentar los datos en términos relativos, con relación a la población de los países, y en un estadio equivalente de desarrollo de la pandemia.
El primer paso consiste, pues, en transformar los datos de infectados y fallecidos en tasas (por millón de habitantes). El segundo es más delicado; para hacer comparable la evolución del virus, establezco como origen en el tiempo el día en el que se alcanzaron los 50 contagiados. La razón es la siguiente: los primeros casos siguen un patrón errático, pueden aparecer en un momento muy temprano y luego haber un intervalo más o menos largo de tiempo sin casos o con algún caso nuevo esporádico. A partir de 50 contagiados ya se observa una tendencia más regular.
En este artículo sólo analizo los países de Europa occidental, que son los más directamente comparables a España (Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Irlanda, Italia, Noruega, Portugal, Reino Unido, Suecia y Suiza). Dejo fuera a Luxemburgo e Islandia por ser dos países muy pequeños en población.
A continuación presento gráficos con las tasas de contagiados y fallecidos a los 30 y 40 días del origen del ciclo (recuérdese, el origen es el día en el que se alcanzan los 50 contagiados).
En el Gráfico 1 pueden verse los resultados de contagiados a los 30 y 40 días. España sale en la segunda posición más alta.
Gráfico 1. Contagiados (por millón de habitantes) a los 30 y 40 días desde los 50 contagiados
Algo similar se observa en el Gráfico 2 con los datos de fallecidos por millón de habitantes.
Gráfico 2. Fallecidos (por millón de habitantes) a los 30 y 40 días desde los 50 contagiados
Estos resultados no dejan lugar a dudas: la pandemia está siendo especialmente dura en España. Puede que los criterios de medición de contagiados y fallecidos no sean iguales en todos los países, pero tendría que haber distorsiones muy graves para que España pasara de estar en las posiciones de cabeza a las posiciones de cola.
¿Indican estos datos que el Gobierno de España ha fracasado? Creo que responder afirmativamente, como hace la derecha, es apresurado (e irresponsable).
La incidencia del virus en cada país depende de factores de largo y corto plazo. Entre los factores de largo plazo que la derecha evita considerar, hay que tener en cuenta la solidez y recursos del sistema sanitario (que sufrió recortes importantes durante los gobiernos de Mariano Rajoy), los recursos económicos, el gasto en investigación, la estructura demográfica y los hábitos sociales. Entre los factores de corto plazo entra la reacción del Gobierno. A continuación me ocupo de este asunto, que es el más polémico de todos.
3. La reacción del Gobierno a la pandemia
El Gobierno puede tomar decisiones en múltiples ámbitos con respecto a la pandemia, en función de la información y recursos de los que dispone, así como de su criterio discrecional. Son decisiones que tienen que ver con las compras de material sanitario para hacer frente a la crisis de contagios, la realización de tests a la población, las medidas de restricción de movimientos, etcétera. Por desgracia, resulta muy difícil encontrar indicadores comparables para todos los países, salvo en lo que toca a las medidas restrictivas. Contamos con los datos que ha ido recopilando el Instituto Blavatnik de Gobierno de la Universidad de Oxford, resumidos en lo que llama esta institución el “stringency index” (índice de severidad), un índice que agrega por día las puntuaciones en medidas como cierre de colegios, cierre de centros de trabajo, cancelación de eventos públicos, cierre del transporte público, cierre de fronteras y restricción de movimientos. El índice tiene un rango entre 0 a 100, siendo 100 la restricción máxima (cierre total del país). No puedo juzgar la fiabilidad de estos datos, probablemente contengan errores, pero son, en estos momentos, los más completos de los que disponemos.
Podemos estimar la reacción de los gobiernos analizando en qué momento de la evolución de la pandemia en términos de contagiados y fallecidos se introducen las medidas restrictivas. Para hacer esto, hay que resolver dos cuestiones. La primera es si los gobiernos reaccionan ante el número absoluto o el número relativo (por millón de habitantes) de casos. La segunda es si los gobiernos prestan más atención a un tipo u otro de casos (a contagiados o a fallecidos). Para salir de dudas, he analizado los datos de las cuatro formas posibles (datos absolutos y relativos, con contagiados y con fallecidos). Los resultados, afortunadamente, no cambian demasiado.
Por motivos de espacio, presento solamente resultados gráficos suponiendo que los gobiernos reaccionan al número absoluto de contagiados. Para ello, comparo la evolución de los contagiados (medidos en logaritmos) con la evolución del índice de severidad de Oxford. La escala temporal se ha homogeneizado, contándose los días a partir del momento en el que se alcanzaron los 50 contagiados en el país.
En el Gráfico 3 aparece la comparación entre España e Italia. En el eje horizontal tenemos el tiempo medido en días desde los 50 contagios. En el eje vertical se presenta tanto la evolución de los contagios como la evolución del índice de severidad. La evolución de los contagios es parecida en España y en Italia, no así la reacción de los gobiernos. En España se inicia la crisis con mayor laxitud que en Italia y luego se intenta recuperar el tiempo perdido con una reacción rápida y muy intensa, pasando el índice de severidad de un nivel 14,3 en el día 8 a un nivel 61,9 en el día 10, nivel que Italia ya había superado el día 2.
Gráfico 3. España e Italia
El Gráfico 4 compara la evolución en los dos países más poderosos y grandes de Europa occidental, Francia y Alemania. Hay varios aspectos interesantes. Los dos países comienzan con niveles similares de severidad y en Francia se imponen mayores restricciones que en Alemania. Sin embargo, Alemania ha controlado mejor la evolución de la pandemia, sobre todo por lo que toca al número de fallecidos, lo que muestra claramente que las cifras de contagiados y fallecidos no se explican únicamente por las medidas restrictivas del Estado, habiendo otros factores relevantes como los antes señalados (realización de tests, fortaleza del sistema sanitario, etc.).
Gráfico 4. Francia y Alemania
Finalmente, el Gráfico 5 presenta un caso de éxito frente a otro de fracaso. La comparación entre la reacción del gobierno en Portugal y Reino Unido no puede ser más llamativa: el país luso introduce medidas muy rápidamente y la curva se aplana con bastante rapidez. En cambio, los británicos adoptan medidas muy tarde y su curva de contagios crece mucho más que la portuguesa.
Gráfico 5. Portugal y Reino Unido ¿Podemos conseguir algún tipo de indicador más sistemático que nos permita comparar todos los países entre sí? Una posibilidad es calcular cuántos días tardan los países en superar el índice de severidad de 50. Este dato nos revela la rapidez con la que se adoptan las medidas. Los resultados aparecen en el Gráfico 6. España aparece ahora en una posición intermedia, ni muy retrasada ni muy adelantada. No puede decirse que el retraso de España sea extraordinario o excepcional. El Gobierno lo podía haber hecho mejor, sin duda, pero su retraso no es muy diferente del de otros muchos países europeos.
Gráfico 6. Días pasados desde el contagiado 50 en alcanzar el nivel 50 de severidad
Para completar la información, hay una forma inversa de analizar la reacción de los gobiernos: determinar qué nivel de restricción se había impuesto cuando se alcanzó un cierto número de contagiados o de fallecidos (ya sea en números absolutos o tasas, los resultados son muy parecidos). En el Gráfico 7 muestro el nivel de severidad cuando los países llegaron al fallecido 50 y al contagiado 500.
Gráfico 7. Nivel de severidad al alcanzar 50 fallecidos y 500 contagiados
Los resultados no son buenos, sin duda, pero tampoco catastróficos. Al llegarse al fallecido 50, España tenía un nivel de severidad parecido a los de Italia y Grecia y superior a los de Alemania, Francia y Reino Unido. En cuanto al nivel de 500 contagiados, ahí España sale en posición de cola, junto con Reino Unido y Suecia, a muy poca distancia de Holanda, Noruega o Suiza.
4. Interpretación final
Los resultados mostrados hasta el momento pueden interpretarse del siguiente modo.
En términos de incidencia, España es el país más afectado por la pandemia de Europa Occidental, tanto por lo que toca al número de contagiados como de fallecidos, en ambos casos por millón de habitantes y a partir del contagiado 50.
En cuanto a la reacción de los gobiernos, España aparece en posiciones intermedias o bajas se mida como se mida el tiempo de respuesta (o bien por el número de días que se dejaron pasar hasta llegar a un cierto nivel de severidad o bien por el nivel de severidad que había cuando se alcanzó un cierto número de contagiados o fallecidos).
La reacción del Gobierno español no ha sido tan distinta a la de otros países europeos por lo que toca a medidas de restricción (cierre de escuelas, confinamiento, etc.). Por lo tanto, para explicar los malos resultados de España en la incidencia del virus, es preciso tener en cuenta otros factores (tests realizados, equipos sanitarios, situación en las residencias de mayores, factores demográficos y sociales, etc.), muchos de los cuales no son modificables en el corto plazo y por tanto no son responsabilidad de un Gobierno que lleva 100 días en el poder.
Como muestran los Gráficos 2-5, la reacción de España es menos escalonada que la de otros países. La impresión que da es que, a pesar de las malas condiciones de España (sanidad debilitada, población envejecida, etc.), el Gobierno estuvo demasiado “relajado” en un primer momento, probablemente porque siguió el criterio de expertos nacionales y de la OMS, que minusvaloraban el peligro del virus y su extensión. Cuando se dio cuenta de que la situación se estaba descontrolando, dio un giro brusco y en muy pocos días se pasó de un nivel bajo de restricción a uno de los más altos de Europa, aunque para entonces el virus ya se había extendido demasiado.
Espero que estos datos puedan servir para situar el debate público y político en sus justos términos, evitando tanto la truculencia de la oposición como cierta complacencia del Gobierno. Convendría dejar los argumentarios a un lado y prestar más atención a los datos comparados.
[Nota inicial: quisiera expresar mi agradecimiento a Modesto Escobar, profesor de Sociología de la Universidad de Salamanca, por su gran ayuda en la preparación de los datos. Los errores que pueda haber en los análisis que presento son de mi exclusiva responsabilidad.]
Autor >
Ignacio Sánchez-Cuenca
Es profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid. Entre sus últimos libros, La desfachatez intelectual (Catarata 2016), La impotencia democrática (Catarata, 2014) y La izquierda, fin de un ciclo (2019).
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