1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

Georges Bartolí / Fotógrafo y autor de ‘La Retirada: éxodo y exilio de los republicanos’

“Si algún día vuelve la República, habremos perdido un poco menos la guerra”

Sebastiaan Faber 10/07/2020

<p>Georges y Josep Bartoli en Saint-Cyprien en 1991.</p>

Georges y Josep Bartoli en Saint-Cyprien en 1991.

Archivo Bartoli

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Una mañana de 1971, Georges Bartolí se levantó con especial ilusión: por fin iba a conocer a Josep, su legendario tío americano. Georges, un chaval de 14 años, vivía con sus padres, refugiados catalanes republicanos, en Perpiñán, en el sur de Francia. Josep Bartolí les visitaba desde Nueva York, donde era un dibujante y pintor de renombre desde hacía un cuarto de siglo. 

En Francia el conocido dibujante Aurel ha realizado un largometraje biográfico sobre Josep Bartolí que ha sido aceptado en la sección oficial del festival de Cannes

“¡Un tío de América! Me lo imaginaba con un sombrero Stetson, botas de vaquero y espuelas”, recuerda Georges. Cuando por fin se abrió la puerta, se llevó un chasco. “Era un hombre bajito de 61 años –los que tenía– con pinta de ser hermano de mi padre –que es lo que era–”. A pesar de la momentánea desilusión, tío y sobrino no tardaron en congeniar: “Le cogí enseguida una gran afición por su forma de hablar. Era un hombre de una inteligencia pura y dura que desplegaba la misma ironía que respira su obra gráfica. Incluso cuando hablaba, dibujaba”. El reencuentro familiar fue emotivo: el padre de Georges, Salvador, no veía a su hermano desde 1939.

Josep Bartolí i Guiu nació en 1910 en Barcelona, hijo de músico y huérfano de madre. El golpe de 1936 le pilla trabajando como ilustrador de diarios. Simpatiza con el POUM y ayuda a fundar el Sindicat de Dibuixants Professionals de Catalunya, que se asocia con la UGT. Los tres años de guerra los vive entre el sindicato, en el frente –en Aragón, lucha junto con Ramón Mercader en una unidad del PSUC liderada por la madre de Ramón– y en el hospital, recuperándose de las heridas producidas en la lucha. En los primeros meses de 1939, está entre los refugiados españoles –casi medio millón– que cruzan la frontera francesa y son internados como criminales en campos de concentración. Entre detenciones y fugas, Josep pasa por los de Argelès, Saint Cyprien, Bram y Barcarès. Vive escondido en París cuando la invaden los nazis. Con la ayuda de Josep Tarradellas, consigue un pasaje de barco que, vía Casablanca, le lleva a México. 

En la capital mexicana, Josep se integra en la comunidad de exiliados republicanos (unos 20.000), se pone a trabajar como un poseso y entra a formar parte del círculo de Diego Rivera. En 1944, publica por primera vez los dibujos que hizo en los campos, en un libro preparado con su amigo Narcís Molins. Las imágenes, desgarradoras, no son realistas exactamente. Sintetizando a Dürer y a Goya –y asumiendo las lecciones del montaje vanguardista– recurre a la fantasía y la caricatura para plasmar con amarga ironía la tragedia y la miseria de la derrota. También rezuman furia por el tratamiento inhumano de los refugiados españoles –representados como figuras famélicas con aire de santidad– por parte de las autoridades francesas, encarnadas en gendarmes gordos y asquerosos.

Dos años después, Bartolí se ha mudado a Nueva York, donde se relaciona con un grupo de expresionistas abstractos entre los que están Rothko, Pollock y De Kooning. Durante varios años, mantiene una intensa relación sentimental con Frida Kahlo, a la que había conocido en México y que pasa por la ciudad para sus tratamientos médicos. Al mismo tiempo que Josep se dedica a la pintura, se gana la vida como dibujante y con el diseño de decorados para Hollywood (hasta que acaba en la lista negra de comunistas no contratables, estigma que comparte con Dalton Trumbo y Alvah Bessie, veterano de la Brigada Lincoln). En Nueva York, dibuja anuncios para productos de lujo y trabaja como ilustrador para revistas como la mítica Saturday Evening Post y Holiday, un lujoso magazine de viajes en el que publicaban autores como Truman Capote, John Steinbeck y Joan Didion. Es en Holiday, en 1951, donde Josep publica cuatro páginas de impresiones artísticas de la España franquista. “José Bartolí, que ha vuelto a visitar su país natal con libreta y lápiz, capta su trágica gracia en escenas callejeras y tipos nacionales”, afirma la nota editorial. Las imágenes incluyen una vista de Barcelona, que, según el texto, ha “reparado sus cicatrices de la Guerra Civil”.

Antes de ser francés, catalán o español, soy republicano. Y la nacionalidad española no la pediré mientras España siga siendo una monarquía heredera del franquismo

Era mentira. Ni Barcelona había borrado sus cicatrices, ni Josep había pisado la España de Franco. (Debió de haberse servido de las postales que coleccionaba a montones.) De hecho, no volvió a cruzar la frontera hasta 1977, después de pasar otra temporada con la familia de su hermano en Perpiñán. Para entonces, Georges había cumplido 20 años y hacía pinitos en lo que sería su profesión, la fotografía. (Hoy es reportero gráfico con una distinguida carrera en L’Humanité y otros medios).

“Por entonces –recuerda Georges– Josep estaba preparando una exposición y se había montado una especie de taller al lado de mi cámara oscura. Convivimos más de un año. Fumábamos y discutíamos todos los días. Yo militaba en el Partido Comunista. Eso a mi tío, que como el resto de la familia tiraba más bien al anarquismo, no le gustaba nada”. 

Ilustración de Josep Bartoli. | Actes Sud (2009) - El Mono Libre (2020)

Josep nunca volvió a Europa de forma definitiva; murió en Nueva York en 1995. En 2009, Georges rindió homenaje a su tío con La Retirada: Exode et exil des républicains, un libro personal que, además de una antología de los dibujos de la guerra y de los campos, presentaba una serie de textos memorialísticos de Georges y de Laurence García. Cerraba con un reportaje fotográfico en el que Georges dejó testimonio de su pasaje, 70 años después, por algunos frentes de la guerra y la ruta de sus padres y tíos, desde Barcelona, pasando por Port-Bou, hasta la playa de Argelès-sur-Mer. Han tenido que transcurrir otros once años para que saliera la traducción al castellano, publicada en junio por El Mono Libre. En Francia, mientras tanto, el conocido dibujante Aurel ha realizado un largometraje biográfico sobre Josep Bartolí que ha sido aceptado en la sección oficial del festival de Cannes. 

Georges me atiende por teléfono un sábado a comienzos de julio. Habla un castellano enérgico en el que, cada tanto, se desliza alguna expresión catalana.

Su tío, catalán, nació español, pero se nacionalizó mexicano y estadounidense. Usted, como hijo de refugiados, ¿cómo lleva lo de la identidad nacional?

Soy francés. Mis hermanas y yo nacimos españoles, pero la ley francesa permitía que nos nacionalizáramos. Mi papá no quería; insistía en que íbamos a volver a España pronto. Entonces mi madre, más inteligente, le preguntó: “A ver, entonces ¿quieres que tu hijo haga la mili para Franco?”. Eso le convenció.

La Transición nos borró de la historia. Los exiliados nos sacrificamos en aras de la reconciliación nacional. La única forma de rehabilitarnos un poquito sería que cayera la monarquía

¿Se siente francés, catalán, español?

Yo me siento muchas cosas, no de forma contradictoria sino más bien complementaria. Sé que debo mucho a Francia. Por mal que acogiera a mis padres, el país nos protegió, nos educó, nos hizo lo que somos. Mi identidad francesa, por tanto, la asumo totalmente. Mi pasaporte es francés. También me siento catalán. Vengo de una familia de catalanes, muchos además independentistas. De las tres identidades, lo que menos me siento es español. Eso sí, como hijo y nieto de españoles, tengo derecho a la nacionalidad española. Si la pidiese, me la darían

Pero no la ha pedido.

No, porque antes de ser francés, catalán o español, soy republicano. Y la nacionalidad española no la pediré mientras España siga siendo una monarquía heredera del franquismo. Me niego a ser sujeto de un rey puesto por Franco.

Ilustración de Josep Bartoli. | Actes Sud (2009) - El Mono Libre (2020)

¿Y si Catalunya se independizase?

A las 24 horas me verías en el pueblo catalán más cercano a la frontera para pedir pasaporte. (Ríe.)

Sobre España, escribe en el libro: “Si algún día vuelve la República, habremos perdido un poco menos la guerra”. 

La España de hoy obviamente no es franquista. Pero todavía veo mucho franquismo residual: en el mundo político, en las fuerzas armadas, en la justicia, en las mentalidades y, como digo, en la monarquía. La famosa Transición nos borró de la historia y mis padres, y todos los exiliados –que nunca tuvieron una existencia real, por cierto, porque el exilio es la negación de lo que eres–, nos sacrificamos en aras de la reconciliación nacional. La única forma de rehabilitarnos un poquito sería que cayera la monarquía.

Su madre, que era una adolescente cuando cruzó la frontera, quería ser médica. Escribe usted: “No estaba destinada a ser ama de casa ni tendera en Perpiñán. Ese es su sueño roto de la República. Yo soy el hijo del sueño roto”. El ansia de rehabilitación, ¿para usted es una cuestión sentimental y familiar o una causa política?

Si escogí la fotografía es porque también es un medio político. Nunca he creído en la supuesta objetividad de las fotos. Se componen como compones un dibujo

Totalmente política. Hablo de mi familia porque es lo que conozco. Pero me refiero al medio millón de españoles que borraron de la historia. Yo sencillamente tuve la suerte de conocer a mi familia, de que mi familia asumiera su historia republicana, y de tener a un tío que ha plasmado esa historia en su obra. 

Hablando de borraduras, a la República Francesa también le ha costado lo suyo asumir el pasado. Me refiero no solo al colaboracionismo, sino a los campos de concentración o el papel protagonista que tuvieron los republicanos españoles en la lucha contra los nazis. También en Francia el proceso de reconocimiento ha sido lento, parcial y contradictorio. Como escribe usted en el libro, fue irónicamente un presidente de derechas, Chirac, quien en 1996 por fin otorgó el estatus de antiguos combatientes a los supervivientes franceses de las Brigadas Internacionales que participaron en la Resistencia. El olvido en Francia ha sido tremendo.

Exacto. Por eso este libro, en 2009, lo hice más que nada para los franceses. Fuera de los que vivimos en el sur, muchos siguen sin saber lo más mínimo sobre la historia de los campos de concentración. Francia traicionó tres veces a los republicanos españoles. La primera fue la ‘no intervención’ de 1936. La segunda, la ‘acogida’ que les dio en 1939, tratándolos como enemigos. Y la tercera fue que se aprovechó de su ayuda en la lucha contra los nazis pero que, con la connivencia de los británicos, dejara a Franco en el poder después de la Segunda Guerra Mundial, en contra de lo prometido a los miles y miles de españoles que no solo se sacrificaron por liberar a Francia, sino que muchas veces eran los más capaces de los maquis. Esa tercera traición fue quizá la más dura de todas.

Ilustración de Josep Bartoli. | Actes Sud (2009) - El Mono Libre (2020)

Explica usted en el libro que el silencio no solo era oficial. También existía en el seno de su familia.

Así es. No podemos olvidar que era la historia de una humillación. Éramos vencidos. La guerra la habíamos perdido, de forma injusta, ya que Franco la ganó con la ayuda de los nazis y los musolinistas. Así, como ocurre con todos los exilios, esa olla se cubre con una tapa. No se habla. Mi padre, hasta muy viejo, me habló muy poco de la guerra y menos de la Retirada. Y lo entiendo. Para un padre no es fácil hablarle a su hijo de una derrota. Por eso pude hablar mucho más del tema con mi tío, que no tenía hijos y con el cual tenía una relación más política, casi de igual a igual, aunque no lo éramos en absoluto. Lo que pasaba era sencillamente que él no era mi padre y yo no era su hijo. Fue entonces cuando cobré conciencia de que lo que mi padre no pudo hacer –contar lo que había pasado– me tocaba hacerlo a mí. Una tarea para la que tengo la suerte de contar con los dibujos de mi tío. No hay mejor explicación posible de lo que fue eso. 

¡Y lo dice un fotógrafo!

Lo digo en serio. Los dibujos son un registro más verdadero, más realista que las fotos que existen de los campos, la mayoría de las cuales fueron tomadas por fotógrafos de fuera, y para quienes los presos posaban con el puño en alto. Los dibujos, en cambio, están hechos desde el interior. Documentan el sufrimiento, las enfermedades, las humillaciones de los gendarmes, de las tropas coloniales que custodiaban los campos. Te cuento una anécdota: el único ejemplar que le quedaba a mi tío de su libro de los campos, publicado en México en 1944, se usó para una exposición que tuvo lugar en Terrassa en 1984. Cuando terminó la exposición, me lo regaló con una tremenda dedicatoria: “Para Georges, este testimonio ‘fotográfico’ que quizá un día logre romper la conspiración del silencio”.

¿Se siente heredero de su tío?

No tengo el más mínimo talento para el dibujo. Pero si escogí la fotografía es porque también es un medio político. Nunca he creído en la supuesta objetividad de las fotos. Se componen como compones un dibujo. Y sí, esa visión mía de mi medio debe mucho a las charlas que tuve con mi tío. Uso la cámara como él usó el lápiz: como un arma. No mata a nadie, pero lo es. Somos combatientes.

Josep Bartolí fue combatiente en más de un sentido, con la pluma y con el fusil. En el frente de Aragón, al comienzo de la Guerra Civil, fue compañero de filas de Ramón Mercader en una milicia comunista, aunque Josep simpatizaba con el POUM y fundó un sindicato afiliado, a su vez, a la UGT. Cuatro años después, Mercader mata a Trotski en México; el mismo Trotski que es amante de Frida Kahlo, como lo será Josep unos seis años después... Un lío político-amoroso entre estalinistas, trotskistas y poumistas que daría para una telenovela. ¿Cómo lidió Josep con las intrigas políticas del exilio?

Después de haber luchado en las filas del Quinto Regimiento, comunista, rompió con el Partido. Pero la verdad es que nunca tuvo carnet de nada. Básicamente mi tío era un comunista libertario. Estaba cercano a los anarquistas, pero no le gustaba su dogmatismo, como tampoco le gustaba el dogmatismo de los comunistas. Es verdad que el Sindicato de Dibujantes entró en la UGT, socialista. Pero fue más por casualidad que por otra cosa. Dos copas más y se afilian a la CNT. Por no hablar del catalanismo, que lo complicaba todo, como lo sigue complicando todo ahora. Mi tío Josep se movió por todo eso con un lema sencillo: república, socialismo, humanismo. En el exilio acabó acercándose, sobre todo, a antiguos militantes del POUM.

Fotografía de Georges Bartoli. | Actes Sud (2009) - El Mono Libre (2020)

Una vez en Nueva York, ¿se relaciona con los exiliados españoles allí?

No mucho. Aunque siempre se supo ligado a la historia de la guerra, a partir de un momento –gracias en gran parte a la influencia que tuvo Frida Kahlo sobre él– decidió dejar atrás el blanco y negro y apostar por el color. En el arte y en la vida. Frida le dijo: “La guerra civil no la vas a ganar nunca. La memoria es una cosa y la vida es otra. Tienes que asumir la memoria, pero no puedes dejar que consuma la vida. Hay que pasar a otra cosa”. Y es lo que hizo. Aunque sin perder nunca de vista quién era y de dónde venía. 

¿También se comprometió con la lucha contra el racismo y por los derechos civiles en Estados Unidos? Lo pregunto porque me he topado con un libro suyo con dibujos que cuentan la historia de la comunidad afroamericana en Estados Unidos. El texto que lo introduce es tremendo. No duda, por ejemplo, en implicar a España en el racismo americano: “Al niño negro norteamericano se le enseña la ‘historia’ blanca y cuando se le habla de África es para darle la imagen de un vasto territorio selvático poblado de changos y exploradores europeos, ocultando o distorsionando la verdad sobre los propósitos de la atroz cacería humana que árabes, españoles, portugueses, ingleses, holandeses y franceses llevaban a cabo en ‘África salvaje’”. También escribe: “A ciertos blancos que todavía andan a cuatro patas es casi necesario tirarles de la lengua con tenazas para hacerles confesar que el negro es ‘americano’, al menos tan americano como ellos, pues cuando hablan lo hacen como si Colón hubiera encontrado a sicilianos, holandeses, ingleses y polacos instalados en iglesias y tabernas”.

Ya hemos llorado suficiente. Lo que yo quiero es una memoria ofensiva. Es hora de reivindicar lo que somos como hijos de nuestros padres, exiliados, orgullosos de su legado

Ese libro, publicado en México, es resultado de uno de sus trabajos principales en Estados Unidos: un proyecto de mural titulado The Black Man in America, que le fue encargado por un banco neoyorquino. Pero, así como pasó con el famoso mural que hizo Diego Rivera para Rockefeller, el de Josep nunca se terminó de realizar porque resultó demasiado radical. 

Llama la atención lo poco que se le ha reconocido a Josep Bartolí en España. Su obra gráfica de la guerra y de los campos está en el archivo municipal de Barcelona, pero que yo sepa, el Reino Sofía, por ejemplo, no tiene nada suyo. ¿Las cosas están mejor en Francia?

Sí. Además de la película de Aurel sobre él, que acaba de ser seleccionada para el festival de Cannes, habrá una gran exposición sobre su obra aquí en 2021 porque su viuda, que aún vive, ha donado todo su legado a la región de Occitania. La exposición será en el Memorial del Campo de Rivesaltes que se construyó hace unos cinco años.

Fotografía de Georges Bartoli. | Actes Sud (2009) - El Mono Libre (2020)

En Perpiñán, por tanto, el legado de los campos ya no es controvertido. 

Gracias en parte al Memorial, en los últimos años se ha hecho mucho para recuperar la memoria de la Retirada. Ya hemos pasado de la fase del tabú. 

Usted se crio dentro de la comunidad de refugiados. Entiendo que incluso acabó casándose con una hija de exiliados.

Bueno, sí, es verdad, pero hay que recordar que aquí, en la zona de Perpiñán, una tercera parte de la población somos descendientes de refugiados. Es decir, una de cada tres mujeres. (Ríe). Yo, si he de decirte la verdad, tengo mis distancias con la comunidad. Hay una visión demasiado llorona y victimista de la historia con la que no estoy de acuerdo. Víctimas fuimos, evidentemente –aunque, en rigor, lo fueron más nuestros padres–. Pero ya hemos llorado suficiente. Lo que yo quiero es una memoria ofensiva. Suelo decir que nosotros tenemos la memoria dura: no se borra ni se esconde detrás de las lágrimas. Es hora de reivindicar lo que somos –lo que fueron nuestros padres y lo que somos como hijos de esa gente, orgullosos de su legado–. 

Fotografía de Georges Bartoli. | Actes Sud (2009) - El Mono Libre (2020)

Una mañana de 1971, Georges Bartolí se levantó con especial ilusión: por fin iba a conocer a Josep, su legendario tío americano. Georges, un chaval de 14 años, vivía con sus padres, refugiados catalanes republicanos, en Perpiñán, en el sur de Francia. Josep Bartolí les visitaba desde Nueva York, donde era un...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Sebastiaan Faber

Profesor de Estudios Hispánicos en Oberlin College. Es autor de numerosos libros, el último de ellos 'Exhuming Franco: Spain's second transition'

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí