Movilización
Aficionados contra la revolución de los clubes ultra ricos
Los hinchas reclaman más solidaridad y un compromiso de sostenibilidad para el fútbol. Su presión en las calles consiguió tumbar la Superliga de los millonarios
Ricardo Uribarri 3/05/2021
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Los dirigentes de los clubes que pusieron en marcha la idea de crear una Superliga al margen de la UEFA ya contaban con que iban a tener el rechazo del organismo que rige el fútbol europeo. También con que podría haber opiniones en contra de los equipos que se quedaran fuera. Incluso alguna contestación a nivel de la calle. Pero, acostumbrados a tomar decisiones sin tener en cuenta la opinión de los aficionados, minusvaloraron la reacción de estos. Y los hinchas, cansados de ser ignorados y maltratados, demostraron que tienen más fuerza de la que se puede pensar en el fútbol mercantilista de hoy en día. Si las protestas han conseguido parar un proyecto de miles de millones de euros en apenas 48 horas, cabe preguntarse si estamos ante un momento de inflexión para que los seguidores recuperen el papel influyente que nunca deberían haber perdido.
Es cierto que la UEFA se ha opuesto frontalmente al proyecto, con amenazas de sanciones incluidas por parte de su presidente, Aleksander Ceferin, a los clubes involucrados. Y que incluso mandatarios como el británico Boris Johnson o el francés Emmanuel Macron desaprobaron la idea. Pero sin la contestación social que ha habido, especialmente en Inglaterra, es muy posible que la Superliga fuera una realidad en los próximos meses. ¿Qué ha provocado que surgiera este movimiento crítico que no se ha producido en otras ocasiones en las que también había motivos para ello?
Una pregunta a la que puede responder Emilio Abejón, secretario general de la Federación de Accionistas y Socios del Fútbol Español (FASFE), que engloba a 35 asociaciones de aficionados y clubes democráticos de todo el territorio nacional y que representan a unas 30.000 personas. “En mi opinión se debe a dos conceptos: por un lado, el seguidor no entiende que haya unos equipos que entren en una competición sin haber hecho méritos previos y que, por muy mal que lo hagan, puedan seguir compitiendo en ella. El mérito deportivo es algo que en el modelo europeo tenemos en el ADN. Y por otro, lo que se ha intentado es una revolución de ultra ricos intentando salvarse ellos solos en un momento de crisis. Y además blindarse ante futuros vaivenes deportivos. El que sean los más ricos los que gestionen el dinero y luego decidan su solidaridad con el resto de la pirámide es algo que también choca con nuestra concepción del fútbol. El sistema actual dista mucho de ser el ideal, pero si la alternativa es radicalizar aún más los aspectos negativos que existen hoy en día, mal vamos”.
Abejón tiene muy claro que las protestas protagonizadas por los aficionados han resultado claves para que el proyecto se haya paralizado. “Ha sido crucial. Si su actitud hubiera sido la contraria, estoy seguro que los clubes ingleses seguirían en la Superliga, el cisma se habría hecho efectivo e incluso los clubes reticentes habrían entrado. Ya no es solo la movilización que han hecho, sino lo que ha traído después, que el gobierno británico haya tenido una reacción fulminante en contra del asunto, y que tanto la UEFA como la FIFA, que son dos de las organizaciones menos queridas por los aficionados, hayan encontrado legitimidad para defender su concepto de competiciones europeas”.
Uno de los argumentos que ha esgrimido Florentino Pérez, presidente del Real Madrid y de la Superliga, a la hora de defender esta competición, era que venía a salvar al fútbol del delicado momento económico que vive a causa de la pandemia. Algo que no convence al representante de FASFE: “Nosotros tenemos una concepción del fútbol algo opuesta a la del señor Pérez. Si salvar el fútbol es que las entidades más obscenamente ricas puedan gestionar el dinero a su voluntad y decidan si hacen reparto de solidaridad, a cuánto asciende ese reparto y a quienes invitan a su competición de acuerdo con unas reglas que ellos van a decidir, pues entonces el fútbol es algo muy distinto en su cabeza que en la de la mayoría de los aficionados, por lo menos, de los que nosotros representamos”.
Ese concepto de salvar al fútbol, según la visión de FASFE, tiene que pasar por otros parámetros muy distintos a los que propone la Superliga. “El fútbol requiere de una mayor solidaridad y un compromiso de sostenibilidad. El incrementar los ingresos por incrementarlos, tal y como es el modelo del deporte de competición por equipos, lo que hace es que la parte más privilegiada de los futbolistas pueda comprarse el sexto Ferrari. Y todo esto basándose en la explotación de una masa ingente de aficionados. Lo que hay que buscar es que la gente tenga acceso al fútbol, que es un evento social y cultural, sin que los precios sean desorbitados, que los ingresos que genera se repartan de una forma equilibrada entre los clubes, los formadores, la pirámide del fútbol, y por supuesto que los artistas, que son los futbolistas, tengan una retribución suficiente en todas las categorías. Y por suficiente entendemos que el vigésimo millón a un jugador no le es tan necesario y con ese millón se puede ayudar a la base de la pirámide”.
De los 12 clubes que componían el proyecto, 10 eran sociedades anónimas, por lo que sus dueños no tienen necesidad de pedir opinión a su masa social ni tampoco de dar explicaciones ante una decisión tomada (los que son clubes deportivos, como Real Madrid y Barcelona, tampoco se lo consultaron a sus seguidores). Sin embargo, hemos visto cómo las protestas no solo han obligado a modificar la decisión, sino que además muchos de esos dueños se han disculpado con los aficionados. “Eso demuestra la complejidad de un club de fútbol, que son entidades sociales y culturales muy importantes y con la que muchas personas tienen una identificación brutal. Tratarlos como simples clientes es una reducción enorme de su papel. Es verdad que el hecho de que los clubes sean sociedades mercantiles les blinda y legalmente no tienen que consultar nada con los socios, pero el tipo de entidad social y cultural que son, que hace que detrás haya una gran masa de aficionados, obliga a que los escuchen, porque ellos son el club, realmente. Sin esa masa social, el club no existe”.
De los 12 clubes que componían el proyecto, 10 eran sociedades anónimas, por lo que sus dueños no tienen necesidad de pedir opinión a su masa social
Pese al progresivo marginamiento que han ido sufriendo los aficionados en los últimos años, en los que han visto cómo les perjudicaban las decisiones que en distintos aspectos, como el precio de las entradas, el coste de una camiseta, los horarios de los partidos o los cambios en los símbolos de los clubes, tomaban siempre otros, hay quien considera que lo vivido en los últimos días demuestra que el aficionado aún tiene capacidad para hacerse oír y defender sus derechos si se moviliza y lo hace unido. “Esa es la gran lección de lo que ha pasado hace unos días –señala Abejón–. Cuando la propia lógica neoliberal aplicada al deporte profesional busca eliminar alguno de los principios que son sagrados para la gran mayoría de aficionados, lo que hay que hacer es defender de forma conjunta las cosas que nos son comunes a todos, como la concepción del fútbol que queremos. Los aficionados unidos tenemos muchísima fuerza porque nuestros clubes, al contrario que en otro tipo de empresas, no compiten por el producto. Cualquiera cambia de supermercado o de marca de coche, pero no cambia de club. Debemos tener la percepción de que debemos luchar juntos por determinadas cosas y que haciéndolo se puede conseguir, como ha pasado con la Superliga. Lo que ha pasado puede ser un punto de inflexión si los aficionados seguimos alerta, seguimos organizados y tenemos capacidad de reacción. Hay otras fuerzas en el mundo del fútbol que son muy poderosas y que van en contra de nuestros intereses. Ante cualquier intento, sino hay una reacción parecida a la que ha habido ahora, podemos volver a las andadas. Cuanto más nivel de afiliación tengamos las asociaciones que velamos por los aficionados y mayor activismo haya, más capacidad de influir tendremos”.
Que estos aficionados no estén a favor de la idea que representaba la Superliga no significa que apoyen el modelo vigente de fútbol que han impuesto organizaciones como la Liga de Fútbol Profesional en España o la UEFA y la FIFA a nivel internacional. De hecho, “FASFE y otras asociaciones hemos sido muy firmes a la hora de reclamar aspectos de transparencia, de solidaridad, competitivos, hasta de elección de sedes para la disputa de los torneos nacionales e internacionales. Lo más curioso es que algunos de los clubes que querían hacer el cisma de la Superliga están alineados con estas organizaciones en muchos aspectos de hipermercantilización del deporte al que nos oponemos. Esto es solo un paso más de un proceso que lleva más de 20 años, en el que las ligas profesionales han jugado un papel muy importante y en el que las federaciones no solo no han sabido reaccionar, sino que han ido cediendo e incluso impulsando muchos de los aspectos más negativos de nuestro deporte”.
Frente a las voces que defendían el modelo de la Superliga para que los clubes participantes ingresaran más dinero, hay quién ha promulgado estos días la tesis opuesta: en tiempos de crisis es mejor apretarse el cinturón y reducir gastos antes que seguir inflando el globo. Una teoría que comparte el portavoz de FASFE: “A pesar de las pérdidas provocadas por la pandemia, equipos como el Real Madrid ingresan más de lo que ingresaban hace cuatro años. ¿Estos equipos y sus jugadores no pueden sobrevivir con un 10% menos? El control del gasto es vital, más que nada porque todos los incrementos de ingresos terminan en un nuevo coche deportivo para el futbolista y su agente. Messi o Hazard pueden vivir con un millón menos. Sobre todo, si ese millón lo terminamos pagando los aficionados. La industria está montada porque nosotros gastamos mucho dinero que se reparte entre poca gente. Exprimamos menos a los aficionados y hagamos el negocio más sostenible”.
Publicaba hace unos días el New York Times un artículo en el que defendía la idea de que el fútbol necesitaba una revolución, pero que esta no pasaba por el proyecto impulsado por Florentino Pérez. “No podemos estar más de acuerdo con eso. Nosotros defendemos desde hace años que el fútbol necesita un cambio en las estructuras de propiedad de los clubes y en los órganos de gobierno de nuestro deporte. Y esos cambios tienen que ir hacia una mayor participación de los aficionados. Tiene que haber más solidaridad en el reparto de los ingresos, porque si no, estás creando competiciones en las que hay clubes con mil millones de presupuesto frente a otros que tienen poco más de 50 millones. En España se dan partidos en los que un solo jugador gana más que el presupuesto del equipo contrario. Hace falta una democratización de todo el sistema. La revolución tiene que ir por ahí. No porque la súper élite se aísle, controle los ingresos, decida cuánta solidaridad tienen y se blinden deportivamente de tal manera que si tienen un año malo no tenga repercusiones. Eso no es una revolución. Es la culminación del proceso evolutivo de hipermercantilización que ha sufrido el fútbol en los últimos 30 años”.
FASFE forma parte de Fans Europe, organización independiente que a nivel europeo defiende los derechos de los aficionados. En su última reunión, después de lo sucedido con el asunto de la Superliga, han llegado a la conclusión de que “es necesario estar coordinados porque esto va a seguir. La reforma de las competiciones UEFA para el próximo ciclo está aún en discusión, pero ya vemos aspectos que no nos gustan, como la difuminación del mérito deportivo. Además, no sabemos cómo será el reparto de los ingresos. Entendemos que tiene que haber mucha más solidaridad entre los participantes y sobre todo entre los no participantes, porque es uno de los factores más distorsionadores, que lo que hace es crear clubes burbuja que a la larga deciden que están mejor haciéndolo ellos solos. Se han permitido demasiadas cesiones y solo un mundo del fútbol unido puede frenarlo. Para eso es necesario ampliar su base democrática. Nosotros como aficionados decimos basta ya de que nos ignoren. Tenemos que estar en la mesa donde se deciden las cosas. Los clubes y las ligas tienen miembros en el comité ejecutivo de UEFA y los aficionados no. Si nos siguen marginando, la única manera que nos dejan para influir cuando toman una decisión lesiva para nuestros intereses es salir a la calle a protestar”.
Los dirigentes de los clubes que pusieron en marcha la idea de crear una Superliga al margen de la UEFA ya contaban con que iban a tener el rechazo del organismo que rige el fútbol europeo. También con que podría haber opiniones en contra de los equipos que se quedaran fuera. Incluso alguna contestación a nivel...
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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