Fútbol
La nueva Ley del Deporte no da solución a los clubes obligados a convertirse en SAD en 1992
El borrador de la norma elimina la obligación de convertirse en SAD para participar en competiciones profesionales, pero no ofrece alternativas a quienes sí tuvieron que hacerlo hace 29 años
Ricardo Uribarri 22/07/2021
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Miles de aficionados españoles al fútbol y al baloncesto lo han venido repitiendo en los últimos años. La obligación de que los clubes se tuvieran que convertir en sociedad anónima deportiva al llegar a categoría profesional no ha sido la solución que los políticos buscaban cuando se aprobó la ley vigente. Ya no son sólo ellos los que lo piensan. El Gobierno, en su anteproyecto de la nueva Ley del Deporte, lo corrobora con una frase lapidaria incluida en la exposición de motivos de la norma: “Este modelo de participación ha demostrado su ineficacia a raíz de las múltiples crisis que han sufrido las SAD desde el año 1990”. La necesidad de dejar sin efecto esa imposición tiene otra motivación importante. Lleva años siendo ilegal al no cumplir con la Directiva de Servicios de la Unión Europea, que va en contra de que se obligue a tener una personalidad jurídica específica.
Así lo expone la Federación de Accionistas y Socios del Fútbol Español (FASFE), una de las asociaciones más activa en la pelea por anular ese requisito que se exigía hasta ahora a los equipos. “Nosotros llevamos una década diciendo que la ley del deporte española contravenía desde 2006 esa directriz de la UE. Lo hemos hablado con el Consejo Superior de Deportes y con los grupos parlamentarios, pero hasta ahora no lo han tenido en cuenta. Es llamativo que en sectores que están muy regulados, como la banca, los servicios financieros o las entidades de ahorro, tienen libertad para elegir personalidad jurídica y en cambio, en el fútbol te obligan a tener solo una. Lo que van a hacer ahora es eliminar la ilegalidad en la que ha estado el deporte español en los últimos 15 años”, explica a CTXT su secretario general, Emilio Abejón.
Esa situación anómala podría permitir que aficionados de algún club al que le hayan exigido convertirse en sociedad anónima puedan reclamar daños y perjuicios ante los tribunales. Abejón señala que “la ley europea es ley española y, por lo tanto, si algún representante de estos clubes hubiera iniciado un procedimiento administrativo en contra de esta norma, habría obligado a un tribunal español a escoger entre la europea, que debe ser la que vale, y la española. Todos los obligados a convertirse después de 2006 se han visto afectados por una norma que no debía estar vigente. El tema es la legitimación activa, quién tiene la capacidad de ir a reclamar a los tribunales y que posibilidades de acción habría. ¿Qué problema añadido hay? No es sólo que la ley te obligue, es que esa obligación pasa después por una asamblea, por lo que en última instancia son los socios los que aprueban la conversión en sociedad anónima, pero la verdad es que ese planteamiento, que ponía a los socios entre la espada y la pared, porque de no aprobarse no te dejaban competir en esa categoría, nunca tendría que haber llegado a la asamblea”.
Ganar esta batalla después de tantos años es “lo mínimo” para FASFE, que a través de su representante expone los motivos por los que consideran que fue un error su entrada en vigor. “Tan solo cinco o seis años después de su aprobación ya se vio que en términos de desequilibrio y de deuda la situación había empeorado muchísimo. La realidad es que no resolvió el problema que venía a resolver, que era el de la sostenibilidad económica y el de la gestión responsable, y empeoró en todo lo demás. Cada país europeo tiene legislaciones distintas sobre esta materia, pero la española es de las peores, de las más antisociales y nunca ha solucionado los problemas que había. Han tenido que ser los aficionados los que en ocasiones han salvado a los clubes o trabajado para eliminar a dirigentes corruptos o directamente delincuentes. En nuestra opinión, los equipos que son propiedad de sus aficiones son mucho más estables, más sostenibles y están más vinculados con su realidad social y con su propia comunidad, por lo que son un bien social muchísimo mejor que los que están en manos de inversores”.
Una vez que sea aprobada, la nueva ley permitirá que los clubes adopten distintas formas de personalidad jurídica cuando lleguen a la categoría profesional. Así, además de poder convertirse en sociedad anónima, también podrán competir como club deportivo, teniendo que someterse al régimen jurídico de su comunidad autónoma, o como una asociación cuyo fin sea compatible con la participación en competiciones deportivas en virtud de su normativa específica. Pero esto solo afectará a los que asciendan desde una categoría inferior y accedan por primera vez al fútbol o al baloncesto profesional. ¿Qué pasará con los que tuvieron que convertirse anteriormente? ¿Podrán dar marcha atrás, si así lo desean?
Abejón reconoce que es una posibilidad difícil porque, entre otras cosas, el texto no dice nada al respecto. “Este es uno de nuestros principales caballos de batalla. Después de que hayan reconocido que fue un error, que hayan estado 15 años en la ilegalidad, que la ley no haya servido para lo que tenía que servir y que encima nos expropiaran, no están habilitando ninguna posibilidad de arreglarlo. Es evidente que los propietarios de los clubes convertidos tienen sus derechos adquiridos y en un mundo como el que vivimos, expropiar a un pobre es mucho más fácil que expropiar a un rico. Y la misma ley del 90 lo demuestra. Pero entendemos que se debería habilitar la posibilidad de un retorno a una forma asociativa, que es técnicamente posible. Y, sobre todo, que se abran cauces de participación a la afición. En Reino Unido están estudiando que en el consejo de administración haya miembros elegidos por los seguidores. Queremos que en la ley haya mecanismos para integrar en las SAD al grupo implicado más importante por su número, los aficionados, que son los que dan el arraigo social a los clubes y que, además, son los más interesados en su sostenibilidad”.
El portavoz de FASFE apunta a otra vía a la que recurrir para lograr que los hinchas retomen el control de las entidades deportivas. “Es la del sistema 50+1, que hay en Alemania. Se basa en que un club deportivo tenga la mitad más uno de los derechos de voto de la sociedad anónima que gestiona el equipo profesional. De hecho, la actual ley española permite otra fórmula para convertirse en SAD que apenas ha sido utilizada en nuestro país, la de adscripción, que consiste en que un club pueda constituir una sociedad anónima deportiva solo para el equipo que va a competir en categoría profesional, pero el club puede seguir existiendo y gestionando el resto de equipos no profesionales y otras secciones. En baloncesto si ha habido algún caso, como el del Estudiantes. Pero en vez de poder alcanzar el 50+1, en España la norma dice que ese club puede tener como mucho un 10% del capital de la sociedad anónima. Nuestra propuesta es que eso se cambie y se apueste por el 50+1. La idea sería que en cada equipo con sociedad anónima se constituya un club, con aficionados que tendrían preferencia en la suscripción de acciones de esa SAD durante un periodo de transición, hasta que se llegara al 50+1 de las acciones. En la mayor parte de las SAD eso sería muy factible. El problema sería en las súper grandes, como Atlético de Madrid o Valencia, que están valoradas en muchos cientos de millones de euros. Pero recreando el club y capitalizándolo de alguna forma… Como dicen los anglosajones, ‘si hay la voluntad, hay la posibilidad’”.
En 1992 hubo cuatro equipos, Real Madrid, Barcelona, Athletic y Osasuna, que se libraron de convertirse en sociedad anónima deportiva
Abejón señala que sus propuestas están en consonancia con las que se están estudiando en el Parlamento Europeo sobre este tema. En estos momentos, el eurodiputado Tomasz Frankowski, exfutbolista polaco, está preparando un informe, que se realiza cada cuatro años y que se publicará después del verano, en el que “parece que va a haber varias indicaciones sobre la necesidad de que los aficionados participen en la gestión y el control de los clubes”. No sería la primera vez. Los informes Fisas (2011) y Takkula (2016) ya animaban a que las estructuras de propiedad fueran más democráticas en el fútbol. “El problema es que la competencia que le otorga en materia de deporte el Tratado de Lisboa a la Unión Europea es muy pequeña. Lo que hace son informes con recomendaciones. Desde que se hicieron esos informes, ningún país, aparte de Alemania, ha adoptado el sistema 50+1 por el que abogaba Takkula”.
En 1992 hubo cuatro equipos, Real Madrid, Barcelona, Athletic y Osasuna, que se libraron de convertirse en sociedad anónima deportiva. Ahora serán muchos otros los que podrán elegir libremente su forma jurídica. Pero la pelea continua para los seguidores de los “damnificados del 92”, como les define Abejón. Por eso, el siguiente paso es obligado: “Intentar meter mecanismos en los que los aficionados tengan una mínima participación que logre atenuar otros intereses de inversores, que gracias a que el derecho mercantil les habilita, pueden realizar cosas que van en contra de la función social. Lo que hace que un club de fútbol sea diferente y que se legisle sobre cómo tiene que ser es el arraigo social. Y las personas que generan esa identidad, ese vínculo comunitario, deben poder ser un contrapeso para evitar que alguien pueda liquidar el club, trasladarlo, vender el estadio para hacer casas y mandar al equipo a jugar a otra ciudad”.
Miles de aficionados españoles al fútbol y al baloncesto lo han venido repitiendo en los últimos años. La obligación de que los clubes se tuvieran que convertir en sociedad anónima deportiva al llegar a categoría profesional no ha sido la solución que los políticos buscaban cuando se aprobó la ley...
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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