Dos en la carretera (I)
No sin mi Peugeot
Adriana sacó un cd de Victor Manuel y Ana Belén. Por primera vez en unas semanas vi que el candidato volvía a tener la mirada del tigre. Bajó la ventanilla, lanzó el cd contra un árbol y cogió uno de Guns and Roses de la guantera
Willy Veleta 17/07/2021
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
“A partir del lunes cojo mi coche para recorrer de nuevo todos los rincones de España y escuchar a aquellos que no han sido escuchados, los militantes y los votantes de izquierdas de nuestro país”, anunciaba con la voz rota Pedro Sánchez el 29 de octubre de 2016 en el momento de entregar su acta de diputado en el Congreso. Minutos antes había dimitido como secretario general del partido y me había fichado como su ayudante de cámara, asesora de campaña o escalera de incendios.
Pedro agarró las llaves de su Peugeot 407 del año 2005 y me dijo: “Berta, súbete que lo de 2014 se va a quedar pequeño en comparación con este periplo. Voy a resucitar como Jon Snow”.
(En ese momento él no sabía cómo iba a acabar Jon Snow tras resucitar, yo sí, ya contaré por qué).
Antes de salir del Congreso dirección a Ferraz, Mariano Rajoy cogió a Pedro por el brazo (en el salón de los pasos perdidos) y le dijo: “Quiero competir contigo, ya que no te puedo tener a mi lado, pero no puedes viajar con ese coche de Pedro Picapiedra. En Valencia tenemos un parque móvil en desuso, hay cientos de Peugeots, escoge el que más te guste. Considéralo un regalo”.
Tuve que intervenir: “No lo podemos aceptar, es un regalo envenenado, igual le quitan las pastillas de freno”.
– Perdón, ¿Quién es usted?
– Berta, Berta Lento.
– ¿Berta qué?
Al fin Pedro tomó la palabra. “Mariano, tengo que llevar mi coche, el coche con el que conquisté a Begoña y conquistaré a los militantes del PSOE y volveré para disputarte el gobierno”.
Rajoy hizo una mueca extraña y se fue triste.
Dos años antes Pedro y yo recorrimos en ese mismo coche los 40 mil kilómetros que le colocaron en la secretaría general. Yo venía de pasar un año a las faldas de Bernie Sanders en Vermont y estaba empezando en esto de ser comparsa incómoda de los políticos. Celebramos la victoria con una ensaladilla sin guisantes en un asturiano de la Calle Ferraz. Recuerdo perfectamente ese día porque la grúa se llevó el coche por haberlo aparcado en la zona de seguridad de la sede del PSOE. No le conocía ni el de la grúa, ni el bedel del partido que salió a ver qué pasaba y al ver que no era nadie importante volvió a su garita acristalada.
– Soy el secretario general del partido, cómo se va a llevar mi coche.
– A mí como si es Largo Caballero–, dijo un municipal que ya peinaba canas.
Me tocó poner el dinero de la grúa, Pedro estaba literalmente tieso. A la ensaladilla nos invitaron.
Pero volvamos a ese final de octubre de 2016. Pedro me dice: “Vente conmigo a recorrer cada rincón de este país (a veces pienso que dijo ‘puto país’ pero no estoy segura)”.
Mi mayor preocupación era el coche. Yo era asesora política (por decir algo), pero había tenido un cuñado que trabajaba en Toyota y siempre me decía: “Aquí me aburro, solo cambios de aceite y filtros, pero cuando trabajaba en Peugeot no paraba, mira que salen mal esos coches”.
Tras dos semanas de lluvia de cuchillos y luchas intestinas en Ferraz conseguimos sacar el coche del parking de la sede y partir hacia el primer destino: Antequera, en Málaga.
Para ser fiel a la realidad y no saltarme ningún detalle diré que antes de salir por la puerta del garaje y girar a la derecha en Ferraz hundimos la puerta del copiloto del coche de Pepiño Blanco, que andaba de visita por la sede. “Este tiene pasta para aburrir, que le den por saco, no le dejo ni una nota, vamos”, dijo Pedro antes de llevarse por delante el retrovisor del coche de Margarita Robles. “Joder a esta si le pongo algo, menuda malas pulgas tiene, seguro que tiene controlado cada coche del parking”.
Lo escribió en mayúsculas y en letras tan grandes que pude ver la nota desde mi asiento. “Marga, lo siento… he salido con prisa, pasa el parte y ya hablo con mi seguro. Firmado: Susana Díaz”.
Yo fui sincera: “Pedro un coche abollado entra mejor por los ojos de los militantes, has hecho bien”.
Justo antes de llegar al semáforo del garaje se abalanzó sobre el capó Adriana Lastra. “¿Os queríais escapar sin mí, eh?”.
Patxi López, que tiene chófer de por vida pese a haber sido presidente del Congreso durante una pocas semanas, nos pidió que le acercáramos a su casa. “Tengo el chófer de baja, no soy nadie sin chófer, no me encuentro… no soy yo mismo”.
Adriana se subió atrás, Pedro aceleró (se llevó una aleta de tiburón que separa el carril bus) y Patxi se quedó hablando solo.
Le expliqué a Adriana que en la primera fase del viaje era mejor que ella no estuviera. Le intenté contar las razones. “Necesitamos que Pedro entre con buen pie, el solito… que nadie le eclipse, que se corra la voz de que no necesita a nadie para ganar”.
Adriana le pegó un puñetazo al reposacabezas de Pedro. Casi salta el airbag lateral. “Qué eclipse ni eclipse, yo quiero ser parte de este puto proceso, de principio a fin”.
Le intenté explicar que no era la mejor idea, pero no me dejó seguir. “Ya está la marisabidilla. No vas a venir tú de la university de no sé qué para quitarme de en medio. No ha nacido todavía la asesora de salón que me vaya a comer la tostada”.
– ¿Qué tostada?
– Calla pesada, Calle Espronceda 27, tira.
Pasamos por su casa, recogió una maleta con ruedas y salimos hacia el sur. Adriana sacó un cd de Victor Manuel y Ana Belén del bolso y se lo acercó a Pedro. Por primera vez en unas semanas vi que el candidato volvía a tener la mirada del tigre. Bajó la ventanilla, lanzó el cd contra un árbol y cogió uno de Guns and Roses de la guantera.
– En la música, como en todo lo demás, mando yo.
Antes de llegar a Despeñaperros, Adriana Lastra había hecho la pregunta de marras: “¿Pero cuál es el sentido de este viaje?”.
– En tres palabras, Adriana, como diría mi admirado Warren Sánchez: “Yo qué sé”.
--------------------------
En el próximo episodio:
Pedro, Adriana y Berta se topan con Iván Redondo en una estación de servicio en Extremadura.
* Los sucesos y personajes retratados en este relato no son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, o con hechos reales no es pura coincidencia.
“A partir del lunes cojo mi coche para recorrer de nuevo todos los rincones de España y escuchar a aquellos que no han sido escuchados, los militantes y los votantes de izquierdas de nuestro país”, anunciaba con la voz rota Pedro Sánchez el 29 de octubre de 2016 en el momento de entregar su acta de diputado en el...
Autor >
Willy Veleta
Es nuestro reportero multimedia, en Lou Grant hubiera sido "Animal". Donde hay una manifestación por la Sanidad Pública, por l@s pensionistas o contra los fondos buitres allí estará micrófono en ristre. Ha trabajado en todos los canales de TV privados de este país (e incluso en la CNN en Atlanta). Confiesa que en CTXT se siente como en casa. No sabemos si es por la pizza de los miércoles. Todavía estamos esperando que le den un premio de Periodismo por sus coberturas en CTXT sobre memoria histórica.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí