Mario Amorós / Historiador
“Pasionaria nunca se posicionó abiertamente a favor de las tesis eurocomunistas”
Pablo Iglesias 18/09/2021
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“Si hubieras podido oírla… Las palabras surgían de su boca irradiando una luz que no es de este mundo. Su voz tenía el acento mismo de la verdad”. Con esta cita de Hemingway comienza Mario Amorós su monumental biografía de Dolores Ibárruri que Ediciones Akal acaba de publicar coincidiendo con el centenario de la fundación del PCE: ¡No pasarán! Biografía de Dolores Ibárruri, Pasionaria. Lo que escribía el autor de Por quién doblan las campanas no es exagerado; por eso la voz de Dolores se podía permitir abrir, en 2019, el tema de Los Chikos del Maíz “No pasarán” sobre una base de rap. Pocas voces grabadas con los medios de la primera mitad del siglo XX podrían desprender la electricidad suficiente para funcionar así en la canción de unos hiphoperos.
Dolores Ibárruri es quizá la política española más relevante del siglo XX. Fue también la primera secretaria general de un partido de izquierdas en España. Habría que esperar a 2021, con la elección de Ione Belarra como secretaria general de Podemos, para que volviera a ocurrir. Su origen extremadamente humilde le distingue de otras mujeres muy relevantes del siglo pasado como Victoria Kent, Clara Campoamor, Federica Montseny o Margarita Nelken, cuyo origen social les brindó oportunidades para estudiar y formarse que ella no tuvo. Además de sus importantes responsabilidades como diputada del Frente Popular y dirigente del PCE, Pasionaria ejerció un liderazgo sin parangón en España y se convirtió en un referente internacional del antifascismo. Vázquez Montalbán dijo de ella que se trataba de “una mujer real que por su diferencia consigue convertirse en un referente mítico ante el que reacciona para mal o para bien la sociedad masculina”.
Mario Amorós, después de consultar ingentes materiales archivísticos y fuentes hasta ahora inéditas, nos trae una biografía de enorme interés, que será además muy útil para aquellas mujeres jóvenes que quieran acercarse a su gigantesca figura.
¿Por qué una biografía de Dolores ahora?
Porque queda muy lejana ya la publicación de los trabajos más relevantes sobre su vida, los de los historiadores Juan Avilés (2005) y Rafael Cruz (1999) y el ensayo de Manuel Vázquez Montalbán (1995). Además, esta es la primera biografía de Pasionaria que se fundamenta en una revisión exhaustiva de la prensa comunista, de la documentación del Archivo Histórico del PCE, de una amplísima bibliografía y, singularmente, de un acervo documental extraordinario: su archivo personal, que conserva su nieta. Está formado por más de 150 cajas, que suman decenas de miles de páginas e incluyen correspondencia con personalidades españolas e internacionales, discursos, notas manuscritas, artículos, publicaciones en varios idiomas, documentación personal o centenares de fotografías. Soy el primer historiador que ha podido revisarlo al completo y citarlo de manera profusa. Asimismo, he tenido acceso a las memorias inéditas de su hija Amaya.
¿Qué significa Gallarta para Dolores?
Es el lugar donde nació el 9 de diciembre de 1895, en aquella España de Cánovas y Sagasta… Hija de Antonio “el artillero” y de Juliana, fue educada según los valores tradicionales. Allí creció en un entorno marcado por la extracción de hierro en las minas a cielo abierto, que configuraba un paisaje singular, y por el desarrollo de un combativo movimiento obrero socialista.
Explicas que su vocación primera fue la de ser maestra…
Por su dedicación al estudio (concluyó la enseñanza primaria con la calificación de sobresaliente), su maestra le ayudó a preparar el curso de ingreso en la Escuela Normal Superior de Maestras de Vizcaya. Finalmente, aquella vocación se vio frustrada y se inscribió durante dos años en un taller de costura y después trabajó tres años como sirvienta. Pero sí aprendió a escribir con soltura y cultivó un gusto por la lectura que mantuvo durante toda su vida.
¿Qué representa Julián Ruiz para Dolores?
Julián Ruiz empezó a trabajar en la mina con solo 10 años y, según explicó en un texto autobiográfico que redactó en la URSS en 1940, participó en todas las huelgas generales desde 1903 y fue fundador de las Juventudes Socialistas en 1904. Su matrimonio en 1916 marcó el alejamiento de Dolores Ibárruri del catolicismo y su inserción en el movimiento obrero socialista: empezó a asistir a las reuniones en la Casa del Pueblo de Muskiz y a leer los libros de su biblioteca, como el Manifiesto Comunista. Tomó parte ya en la huelga general revolucionaria de agosto de 1917 y, tres meses después, la Revolución rusa cambió el curso del siglo XX… y de su vida. Tras militar en el PSOE durante 1918 y 1919, desde 1920 Dolores Ibárruri y Julián Ruiz participaron en la fundación del PCE en Vizcaya. Con el traslado de ella a Madrid, en septiembre de 1931, el matrimonio quedó roto, aunque no lo disolvieron jurídicamente a pesar de la aprobación en 1932 de la ley de divorcio.
La maternidad de Dolores es trágica. Solo dos de sus seis hijos llegaron a la edad adulta y Rubén murió en Stalingrado. Dicen que eso condicionó una relación muy especial con los niños…
Entre diciembre de 1916 y 1928 alumbró seis hijos: Esther, Rubén (1920), las trillizas Azucena, Amagoya y Amaya (1923) y Eva (1928). Fue un periodo oscuro marcado por la represión, la pobreza y la vida cotidiana en una casa que carecía de agua potable y luz eléctrica. Aquella maternidad trágica influyó enormemente en su discurso político, puesto que en innumerables ocasiones (como el 19 de julio de 1936) apeló a “las madres”… Y las circunstancias hicieron que mantuviera siempre una relación singular con los niños: la evacuación en 1935 y enero de 1936 de centenares de hijos de los mineros asturianos, los “niños de la guerra” españoles en la URSS e, incluso, a fines de los años 70 su llamamiento a la acogida de niños y niñas saharauis durante el verano en España.
¿Qué representó su primer viaje a la URSS en 1933?
Llegó a Moscú en diciembre de aquel año para participar en la XIII Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista. Significó el punto de no retorno en su compromiso, puesto que descartó su retorno a Vizcaya. “Ir a sembrar patatas ha desaparecido por ahora de las perspectivas de mi horizonte”, escribió a sus camaradas en febrero de 1934, después de haber intervenido también ante el XVII Congreso del Partido bolchevique.
Fue elegida diputada por Asturias en las elecciones de febrero de 1936 y su primera acción fue muy significativa…
El 20 de febrero de 1936, en Oviedo, centenares de personas se concentraron ante la cárcel para exigir la puesta en libertad de los represaliados por la revolución obrera de octubre de 1934. Junto con un diputado socialista, se entrevistó con el gobernador civil para exigir su liberación inmediata y finalmente el director de la prisión le entregó el manojo de llaves de las celdas. En una jornada llena de escenas emotivas que recordó siempre, los presos quedaron en libertad. Eran días de euforia y triunfo para los comunistas, después de años de trabajo oscuro y aislamiento político.
Fue diputada durante pocos meses, porque la derecha se sublevó, pero relatas que demostró grandes dotes para la esgrima parlamentaria.
Así lo probó en el pleno de las Cortes que se celebró el 16 de junio de 1936, tantas veces recordado debido a una falsedad propagada por sus enemigos y que aún hoy utiliza la extrema derecha. En aquella sesión se empleó a fondo para rebatir las palabras de José María Gil Robles, líder de la CEDA, y en un discurso interrumpido en varias ocasiones por grandes aplausos de la bancada del Frente Popular criticó “las maniobras de las derechas, que mientras en las calles realizan la provocación, envían aquí unos hombres que, con cara de niños ingenuos, vienen a preguntarle al Gobierno qué pasa y a dónde vamos…”. No formuló ninguna amenaza de muerte a José Calvo Sotelo, como ha reconocido incluso el biógrafo del dirigente monárquico.
En Unión Radio nació el “No pasarán” en la voz de Dolores. Subrayas que aquella emisión fue una lección de comunicación política de los comunistas…
El 18 de julio de 1936 amaneció con una declaración del Ministerio de la Gobernación que aseguraba que la sublevación militar iniciada en la víspera en el Protectorado español de Marruecos se había frustrado… A las siete y media de la tarde, a través de Unión Radio (la actual Cadena Ser), Gobernación volvía a pregonar que el orden constitucional prevalecía en todas las provincias. Los micrófonos de la emisora, instalados en las dependencias de este Ministerio en la Puerta del Sol (en la actual sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid), no cesaban de difundir comunicados: de la UGT a las ocho y media de la tarde, una declaración conjunta del PSOE y el PCE a las nueve, de la CNT a las diez y media de la noche, incluso del Partido Sindicalista y del POUM poco antes de la medianoche…
Desde Radio Sevilla, el general Queipo de Llano aseguraba que el golpe de Estado se imponía en la mayor parte del país y que las tropas de Mola y Saliquet avanzaban ya hacia Madrid por Somosierra y Guadarrama. Casares Quiroga había dimitido como jefe del Gobierno y la capital de la República era un hervidero de rumores. Entonces, la dirección del PCE designó a Dolores Ibárruri para que leyera el llamamiento del partido al país en los primeros minutos del 19 de julio de 1936. Aquel discurso (recordado por la consigna de “No pasarán”) tuvo la virtud de describir con suma claridad el grave desafío que la República enfrentaba y convocó al pueblo antifascista y a los sectores leales de las Fuerzas Armadas al combate en defensa de la democracia. Ni el presidente Azaña, ni los principales dirigentes socialistas, como Largo Caballero o Prieto, entendieron la importancia de dirigirse al país en aquellos momentos cruciales.
Madre coraje, referente internacional antifascista y dirigente popular patriótica en España ¿Cuáles son las claves de su capacidad de liderazgo?
Las circunstancias al mismo tiempo dramáticas y épicas de la guerra en España conmovieron al mundo y comprometieron a los antifascistas, que sintieron que aquel combate desigual de la democracia contra el fascismo les involucraba absolutamente. Desde luego Dolores Ibárruri tenía un atractivo innegable: el tono vibrante de sus palabras, una capacidad de oratoria innata, el magnetismo de una voz que cautivaría a varias generaciones, la fuerza y la oportunidad de las consignas que presidieron sus discursos, incluso su imagen siempre enlutada que la proyectaba como madre coraje que apelaba a los sentimientos más íntimos de las clases subalternas. A sus cualidades y el contexto de la guerra se unieron, para otorgar una dimensión nacional y universal a su figura, toda la potencia de los medios de propaganda del PCE y de la Internacional Comunista, hasta convertirla en el icono popular de la resistencia republicana.
Sus discursos contra el POUM estremecen, al igual que sus posiciones en los momentos más duros del estalinismo. Háblame de esa Dolores…
Desde principios de 1937 arreciaron los ataques del PCE contra el POUM, con una novedad importante como fue la vinculación de este partido con los sublevados, justo cuando en Moscú empezaban las grandes purgas del régimen de Stalin. Los controvertidos hechos de mayo de 1937 en Barcelona fueron la culminación de una sucesión de incidentes que tuvieron lugar en la retaguardia republicana principalmente entre comunistas y anarquistas. Después se produjo el relevo de Largo Caballero como presidente del Ejecutivo por Juan Negrín y la ilegalización del POUM y enjuiciamiento de sus dirigentes, así como el secuestro, asesinato y desaparición de Nin por agentes de la NKVD soviética.
Dolores Ibárruri atacó duramente a este partido en diversas ocasiones, como cuando el 10 de agosto de 1937 llamó a “extirpar” el “trotskismo” de “las filas proletarias de nuestro país”. Era un tiempo histórico de lenguaje político implacable con el enemigo y también con los camaradas caídos en desgracia… De hecho, he examinado su papel en las depuraciones de Jesús Hernández y Enrique Castro Delgado en 1944 y en la exclusión de la dirección y la relegación política de Francisco Antón, concretada en 1953, quien había sido su pareja sentimental durante varios años. La suya fue una posición dura, en un contexto (el comunismo en la era del estalinismo) que no admitía medias tintas.
La muerte de Rubén en Stalingrado dejó a Dolores devastada, pero siguió al frente de sus responsabilidades…
Rubén Ruiz Ibárruri fue uno de los cerca de doscientos españoles que cayeron luchando en las filas del Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial. Murió en Stalingrado el 3 de septiembre de 1942, en los primeros días de la batalla más cruenta de la historia, la que cambió el curso de la contienda. Era uno de los menos de 40.000 soldados que entonces defendían la ciudad frente a los 400.000 efectivos alemanes organizados en siete divisiones de infantería y dos divisiones motorizadas. Fue Nikita Jrushchov quien le comunicó su muerte y lloró “como nunca le había visto hacerlo hasta entonces”, escribió Irene Falcón. Pero la lucha y la guerra continuaban y Dolores Ibárruri mantuvo su actividad, que hasta principios de 1945 consistió principalmente en leer discursos y llamamientos por La Pirenaica y las emisoras soviéticas. Así, el 11 de octubre de 1942, cinco semanas después de la muerte de su hijo, quien en 1956 recibió la condecoración de Héroe de la URSS, leyó un comentario titulado “Stalingrado, faro del mundo”.
La política de reconciliación del PCE empezó en una reunión con Stalin…
En agosto de 1948 Stalin, Mólotov y Suslov recibieron en el Kremlin a una delegación del PCE formada por Dolores Ibárruri, Santiago Carrillo y Francisco Antón. Es conocido que Stalin recomendó a los comunistas españoles la táctica del entrismo en las organizaciones franquistas. En ocasiones se ha señalado que aquella reunión representó el final casi inmediato de la lucha guerrillera y el inicio de una nueva etapa en la estrategia del PCE; en realidad fue un proceso que duró varios años. Tras la muerte de Stalin en 1953, el ingreso de España en la ONU en 1955 (con el voto favorable de la URSS), el impacto de las movilizaciones en la Universidad de Madrid en febrero de 1956 y el XX Congreso del PCUS fueron los hitos que enmarcaron la definición de la Política de Reconciliación Nacional, postulada por el PCE desde junio de 1956, en vísperas del vigésimo aniversario del comienzo de la guerra civil.
Háblame de la relación de Dolores con Carrillo.
1956 fue también el año del ascenso de Santiago Carrillo y del núcleo de dirigentes procedentes de las Juventudes Socialistas Unificadas en la dirección del PCE, desplazando a Vicente Uribe. Con Carrillo y su equipo establecidos en París y Dolores Ibárruri en Moscú, donde junto a sus tres nietos empezaba a disfrutar por primera vez de la vida familiar, la transición interna culminó en diciembre de 1959, cuando ella asumió la presidencia del partido, con funciones eminentemente representativas y simbólicas, mientras que Carrillo fue elegido secretario general. El prestigio de Pasionaria entre la militancia fue decisivo para limitar el alcance de las escisiones prosoviéticas que el PCE sufrió en 1969 y 1970, tras su condena de la invasión de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia. Del mismo modo, respaldó a Gerardo Iglesias después de la dimisión de Carrillo a finales de 1982.
¿Cuál fue el papel de Dolores en los debates con Claudín y Semprún?
Me he centrado en sus palabras en el decisivo cónclave del Comité Ejecutivo del PCE celebrado cerca de Praga en los últimos días de marzo y principios de abril de 1964. Fueron intervenciones muy extensas, apasionadas, en las que proclamó su convicción de que el PCE tendría un papel protagonista en el fin de la dictadura franquista y que la evolución democrática de España seguiría el rumbo del socialismo. Asimismo, respaldó la posición del secretario general: un partido con su dirección en el exilio y su militancia golpeada sistemáticamente por la represión en el interior, en el marco de las crecientes movilizaciones por la democracia, no podía admitir diferencias estratégicas entre sus dirigentes.
Pasionaria fue la única diputada de la II República que se sentó en el Congreso en 1977. ¿Cómo juzgaba la Transición y la estrategia del Partido?
Desde el exilio en Moscú, y cuando la agonía física del dictador se acentuaba, su anhelo más íntimo era regresar a una España democrática. En 1976, Carrillo volvió a Madrid clandestino y, como sabemos, fue él quien negoció con Adolfo Suárez el pacto de la Transición. Ella retornó en mayo de 1977, con 81 años, y en ningún momento cuestionó aquellos acuerdos. Sí es cierto que nunca se posicionó abiertamente a favor de las tesis eurocomunistas, aunque en abril de 1978, en vísperas del IX Congreso del PCE, justificó la supresión de su definición como partido marxista-leninista. Al mismo tiempo, mantuvo un silencio absoluto ante las ásperas polémicas que enfrentaban a Carrillo y su equipo de dirección con los dirigentes soviéticos.
Después de este trabajo de investigación histórica ¿hay algo que te haya sorprendido especialmente?
Por supuesto. Por ejemplo, su papel en la despedida de las Brigadas Internacionales en el otoño de 1938, en la que no tuvo un protagonismo especial: el bello texto de Dolores Ibárruri tantas veces citado no fue un discurso en el desfile de Barcelona, como suele señalarse, sino un mensaje escrito que fue publicado por el Partido Comunista Francés en un folleto en español, francés e inglés. Hay mucha confusión al respecto en innumerables publicaciones y espero haber contribuido a aclararla en las seis páginas que he dedicado a este episodio.
“Si hubieras podido oírla… Las palabras surgían de su boca irradiando una luz que no es de este mundo. Su voz tenía el acento mismo de la verdad”. Con esta cita de Hemingway comienza Mario Amorós su monumental biografía de Dolores Ibárruri que Ediciones Akal acaba de publicar coincidiendo con el...
Autor >
Pablo Iglesias
Es doctor por la Complutense, universidad por la que se licenció en Derecho y Ciencias Políticas. En 2013 recibió el premio de periodismo La Lupa. Fue secretario general de Podemos y vicepresidente segundo del Gobierno.
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