ALMA COLCHONERA
Derrochando coraje y corazón
Atlético de Madrid 3- Valencia 2
Ennio Sotanaz 23/01/2022
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No comulgo mucho con esa corriente que asimila el fútbol a un espectáculo en el que la diversión es proporcional a determinados códigos estéticos. Un espectáculo en el que lo importante es lo que aparece en los resúmenes de YouTube y no lo que se queda en la memoria de los espectadores. Uno que se explica mediante individualidades y no mediante colectivos. El fútbol, afortunadamente, creo que es algo más que esa reducción aséptica. El fútbol duele y moja. Engancha y desespera, como habrán podido comprobar los que han visto el Atleti-Valencia de esta noche.
Decir que el encuentro ha sido bonito sería seguramente faltar a la verdad, pero tanto como decir que ha sido aburrido. Para nada. Es difícil encontrar un “espectáculo”, y perdón por el recochineo de las comillas, donde en noventa minutos uno pueda pasar por la esperanza, la desesperanza, la angustia, el enfado, la desesperación, la indignación, la emoción, el sentimiento de comunidad o la alegría extrema. En ese orden o en el contrario, dependiendo la afición que profese el espectador.
El Valencia llegaba al Metropolitano con las sensaciones de un equipo que va hacia arriba y la certeza de que se enfrentaba a otro que está tocado. El Atleti lo hacía con las peores sensaciones de la última década y agotadas las reservas de confianza. El balón echó rodar con los reparos iniciales de los dos equipos. Los de Bordalás bien parapetados y sin excesiva preocupación por llevar las riendas del juego; los de Simeone intentando dominar el balón, pero con demasiado miedo como para atreverse a salirse del guión. El encuentro se encontraba en esa medianía inofensiva, cuando Mario Hermoso cometió el mismo error que suele cometer últimamente y que tantos disgustos está dando a su equipo: anticiparse cuando no debe. Mal colocado, fue obligado a salir de su zona, pero en lugar de aguantar la posición, decidió entrar al balón como un tren de mercancías. El hueco que dejó a su espalda no sólo era del tamaño de la península de Crimea, sino que descolocaba la defensa. Así que Musah aprovechó para abrir el marcador del equipo visitante.
Un simple error, que en realidad no era tan simple, provocó un punto de inflexión letal para los rojiblancos, que volvieron a adoptar la forma de ese equipo ramplón y asustadizo. Incapaz de construir juego, incapaz de subirse a la inercia de la intensidad e incapaz de crear ocasiones. Mal asunto, cuando además tienes la sensación de que ni la suerte, ni las circunstancias, ni los árbitros están a tu favor. A punto de llegar al descanso, Hugo Duro aprovechó otro despeje picudo de Hermoso (y un buen pase mal defendido por los centrales) para hacer el segundo gol de su equipo. La desesperación se adueñó entonces de un graderío que estaba lejos de soñar con una remontada.
Aunque no se confundan, la afición del Metropolitano había sido seguramente lo mejor del partido hasta ese momento. También lo sería después. Animando a su equipo y a su entrenador de forma incondicional como siempre había hecho. Desde el pitido inicial y también durante los peores minutos del partido, cuando el equipo perdía por dos goles. El debate artificial y torticero que se había sintetizado esta semana desde el peligroso laboratorio de los medios había quedado fulminado de forma muy brillante. Con hechos. Porque a la afición del Atlético de Madrid nadie tiene que decirle cómo es o cómo tiene que reaccionar.
Pero la grada estaba enfadada, lógicamente. Y lo siguió estando cuando comenzó la segunda parte y todo tenía el mismo aspecto: un Atleti incapaz y un Valencia preocupado exclusivamente por perder tiempo de formas que bordaban la deportividad por el lado equivocado.
La pitada que recibió el argentino fue unánime e insólita, porque nadie entendió nada
Hasta que llegó el otro punto de inflexión. Uno insólito y difícil de analizar o de creer. Simeone decidió retirar del campo a Joao Félix y Lemar para dar entrada a Cunha y… ¿Felipe? La pitada que recibió el argentino fue unánime e insólita, porque nadie entendió nada. Pero como tantas otras veces, Simeone, que de esto del fútbol debe saber bastante más que nosotros, acertó. Y no sé muy bien explicar exactamente por qué, pero el Atleti volvió a funcionar. Comenzó a jugar en campo contrario, a circular la pelota con velocidad, a ser vertical y a tener ocasiones. Suárez por dos veces, Koke, Correa… El entusiasmo de Cunha se contagiaba al equipo y el talento de Carrasco ponía el resto. El belga, seguramente el jugador colchonero en mejor forma ahora mismo, pedía el balón, encaraba y defendía. Así que aupado en unos elementos tan básicos como la garra o las ganas de remontar, Cunha hizo el primer gol aprovechando un córner mal defendido por los valencianos. Era el minuto 64, la grada apretaba como nunca y los jugadores rojiblancos parecían creérselo. Así que, aupados simplemente en las ganas de ganar, se fueron a ganar el partido.
Y como una broma del destino, acabó ocurriendo lo mismo que había ocurrido Mestalla durante la primera vuelta: el Atleti remontó el partido en los minutos de descuento. Primero Correa, cogiendo un rechace del portero tras una buena jugada que no consigue rematar Luis Suárez. Después, y cerrando el círculo, Mario Hermoso llegando en el segundo palo tras una buena jugada de Cunha. Y en ese momento se hizo el delirio en la grada del Metropolitano.
Creo sinceramente que el partido de hoy tiene más lecturas espirituales que futbolísticas. Lo que ocurrió en el césped estaba tan condicionado por esa situación de colapso que atraviesa el equipo colchonero que no debe servir de referencia. Es más importante lo anímico. Poder retener eso que han vivido y rememorarlo más adelante. De las crisis futbolísticas sólo se sale ganando, está claro, pero el proceso se acelera mucho más cuando eres capaz de hacerlo así: derrochando coraje y corazón.
No comulgo mucho con esa corriente que asimila el fútbol a un espectáculo en el que la diversión es proporcional a determinados códigos estéticos. Un espectáculo en el que lo importante es lo que aparece en los resúmenes de YouTube y no lo que se queda en la memoria de los espectadores. Uno que se...
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