Semblanza
Miguel Merino, un profesor excepcional
Los chavales nos quedábamos embobados con aquel hombre espigado, quijotesco y carismático. Muchos se engancharon a la lectura y la escritura en ese momento
Ignacio Sánchez-Cuenca / Miguel Malla / Miguel Mora 23/01/2022
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Miguel Merino, profesor y director del colegio Yale, falleció el pasado el 21 de enero en Madrid a los 79 años. La fundadora, Teresa Bort, eligió aquel extraño nombre porque había estado en la Universidad norteamericana homónima. Situado en un chalet del barrio madrileño de El Viso, era un colegio para los hijos de la burguesía progre y padres frecuentemente separados. Se caracterizó por un espíritu de libertad, laicismo, modernidad y por el entusiasmo, mucho entusiasmo. Los que estudiamos allí en los años setenta quedamos profundamente marcados por la experiencia, inolvidable e irrepetible. Inolvidable por el sentimiento de comunidad, por la cercanía entre profesores y alumnos, por los valores que nos inculcaban. Irrepetible porque fueron años muy disparatados y divertidos, en los que España cambiaba a toda velocidad y había un ansia irresistible por conocer y probarlo todo.
El colegio sólo ofrecía enseñanza hasta el final de la EGB (los trece años). Nunca tuvo bachillerato. Cuando creció hubo de alquilarse un segundo edificio, en la plaza de la República Argentina, equidistante entre el Ramiro de Maeztu y el Colegio Maravillas. Allí, en República Argentina, Miguel y su mujer, Elisa Vallina, se encargaban de la enseñanza entre quinto y octavo de EGB (entre los 10 y los 13 años).
Miguel Merino fue un profesor extraordinario y apasionado de Lengua y Literatura. Sus clases dejaron una huella indeleble en sus alumnos. Muchos se engancharon a la lectura y la escritura en ese momento y guardan un recuerdo vívido del maestro más de cuarenta años después. Era un enamorado del lenguaje. Hablaba con precisión, riqueza y una prosodia inimitable. En clase, cuando alguien contestaba mal a una pregunta, clamaba: “ERRRROOORRRR”,. Su obsesión por la ortografía era un espectáculo. Pronunciaba y gesticulaba las tildes: “¡¡Habíííííííía!!”, con un movimiento hacia arriba del brazo, que a veces sujetaba una tiza y otras un pitillo Ducados.
Los chavales nos quedábamos embobados con aquel hombre espigado, quijotesco y carismático. Como aquella época fue una chifladura, su apasionamiento hacía despertar en chicos y chicas de doce años el interés por el tetrástrofo monorrimo de Gonzalo de Berceo, la gramática generativa de Chomsky, la diferencia entre lenguaje y metalenguaje o las relaciones sintagmáticas y paradigmáticas del lenguaje. Uno de los firmantes de esta nota quedó traumatizado durante un tiempo por el drama de la Generación del 98.
Como todo buen profesor, a veces Miguel Merino se enfadaba y enfurecía. No era para menos, aguantar aquella tropa. Fue memorable la ocasión en que con su voz de tornado gritó a la concurrencia “¡Burguesitos de mierda!” Eran otros tiempos. Los estudiantes adoraban a Miguel y muchos de ellos conservaron el afecto y mantuvieron el contacto con él durante décadas. Nada mejor puede sucederle a un profesor. ¡Gracias por tanto, querido! Que la tierra te sea leve.
Miguel Merino, profesor y director del colegio Yale, falleció el pasado el 21 de enero en Madrid a los 79 años. La fundadora, Teresa Bort, eligió aquel extraño nombre porque había estado en la Universidad norteamericana homónima. Situado en un chalet del barrio madrileño de El Viso, era un colegio para...
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Ignacio Sánchez-Cuenca
Es profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid. Entre sus últimos libros, La desfachatez intelectual (Catarata 2016), La impotencia democrática (Catarata, 2014) y La izquierda, fin de un ciclo (2019).
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Miguel Mora
es director de CTXT. Fue corresponsal de El País en Lisboa, Roma y París. En 2011 fue galardonado con el premio Francisco Cerecedo y con el Livio Zanetti al mejor corresponsal extranjero en Italia. En 2010, obtuvo el premio del Parlamento Europeo al mejor reportaje sobre la integración de las minorías. Es autor de los libros 'La voz de los flamencos' (Siruela 2008) y 'El mejor año de nuestras vidas' (Ediciones B).
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