Sahara Occidental
Sánchez salva las relaciones bilaterales con Marruecos a costa del Derecho Internacional
Desde la etapa de Zapatero (condecorado en Tetuán por Mohamed VI), la cúpula socialista se ha ido decantando soterradamente por el plan de autonomía marroquí
Jesús Cabaleiro Larrán 22/03/2022
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Marruecos y el lobby promarroquí en España han conseguido por fin lo que ansiaban, un compromiso oficial del Gobierno español que apoya la iniciativa de autonomía marroquí de 2007 como “la base más seria, realista y creíble para la resolución del contencioso” del Sáhara Occidental que se prolonga durante casi medio siglo.
El escrito dirigido al rey de Marruecos, Mohamed VI, fue hecho público a través de su Gabinete Real y luego ratificado por un comunicado posterior de Moncloa. Se pone así el punto final a una crisis diplomática que se visualizará con la presencia del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, en Rabat antes del 2 de abril, fecha de inicio del Ramadán. Posteriormente viajará Sánchez y, parece, se celebrará la Reunión de Alto Nivel pendiente desde 2018.
Por su parte, España espera que mejore “la plena normalidad en la circulación de personas y bienes” (en clara alusión a la Operación Paso del Estrecho suspendida los dos últimos años), así como la “cooperación en la gestión de los flujos migratorios” y, se supone, la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
Este cambio oficial de rumbo de la postura española salva las relaciones bilaterales hispanomarroquíes pero, evidentemente, no va más allá en el ámbito internacional ni cambia la situación legal del territorio. El Sáhara, colonia española durante casi cien años, siempre ha estado presente en las relaciones entre España y Marruecos.
Tras el desastroso proceso de descolonización se inicia la guerra y, desde 1991, tras el alto el fuego entre el Frente Polisario –que lucha por la autodeterminación del Sáhara– y Marruecos, había dos posturas: la celebración de un referéndum de autodeterminación y la que incluyó muy posteriormente Marruecos, en 2007, con asesoramiento del exministro Moratinos, y que es la única que acepta: un plan de autonomía.
Es bueno recordar que, desde la etapa de Zapatero (condecorado en Tetuán por Mohamed VI), la cúpula socialista se ha ido decantando soterradamente por el plan de autonomía marroquí, a pesar de que en el primer programa electoral de 2019 se apoyara la “autodeterminación” en el Sáhara.
La recepción por parte de España de un enfermo Brahim Ghali, líder de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), marcó la indignación de Rabat tras filtrarse su llegada. Este es uno de los factores que contribuyen a la tensión entre Madrid y Rabat y provoca la retirada de su embajadora, Karima Benyaich, que ya ha vuelto a la capital española.
Una embajadora que ‘heredó’ el cargo de su hermano Mohamed –por cierto, ambos con nacionalidad española, a la que tuvieron que renunciar–, cuyo nombre figuraba en el caso de las ‘áreas privadas del Estado’, una trama de adquisición urbanística en la que se citaba a un centenar de personas, incluyendo cargos y oficiales de alto rango, que adquirieron terrenos públicos por un precio muy inferior al de mercado. El Majzén jamás perdonó a quien hizo público todo esto, el periodista Omar Radi, hoy en las mazmorras de Casablanca tras un juicio y apelación cuestionadas por diferentes organizaciones internacionales como Amnistía Internacional, HRW o Reporteros sin Fronteras.
Este periodista fue espiado (junto a otros dentro y fuera de las fronteras marroquíes) con tecnología israelí Pegasus de NSO Group. No olvidemos que el acuerdo de Trump con Marruecos incluía el reconocimiento de Israel y ha supuesto una intensificación de todo tipo de relaciones, incluida la militar, entre los dos países, a pesar de la oposición de la mayoría de los marroquíes que no ven con buenos ojos esta entente.
Se da la circunstancia de que son los dos países que mantienen una ocupación a través de una presencia militar totalmente consolidada: Israel, que no ha devuelto tras 1967 los territorios conquistados en Cisjordania y Altos del Golán en Siria, y Marruecos, que ocupa el 80 por ciento del Sáhara desde 1979 tras la retirada de Mauritania.
El siguiente capítulo es la llegada de unos ocho mil marroquíes a Ceuta, la mayoría menores, creando una presión “inaceptable” según palabras del presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, que viajó inmediatamente a la ciudad autónoma. Entonces, recordemos, la ministra de Defensa, Margarita Robles, empleó un término que ahora usa el Polisario para definir lo ocurrido tras el viraje de Madrid: “chantaje”.
Precisamente fue el entonces presidente del PP, Pablo Casado, tras el caso Gali y antes de los sucesos de Ceuta, quien se entrevistó vía telemática con el que ahora es líder del Gobierno marroquí y muy cercano al monarca, Aziz Ajanouch, y con el ahora ministro, Nizar Baraka, del partido más antiguo y más nacionalista, el Istiqlal, que siempre ha defendido la anexión de Ceuta y Melilla.
Casado hizo una promesa que ya nunca podrá cumplir: su primera visita como futuro presidente del Gobierno de España sería a Marruecos, distanciándose de lo que hizo Sánchez, que en un día, por cierto, ha pasado de ser odiado a ensalzado en la prensa marroquí, excepto algunos medios que siguen sin perdonarle lo ocurrido en el pasado.
Ahora el PP ha pasado de criticar la acogida de Gali (apoyada en varios sondeos de medios por la mayoría de encuestados) a pedir explicaciones. El futuro líder del PP, Núñez Feijoó, ha criticado el viraje diplomático; recordemos que en el Parlamento de Galicia, en abril de 2021, expresó su “firme apoyo y solidaridad con el pueblo saharaui y su legítimo representante, el Frente Polisario, de acuerdo con los principios recogidos en la Carta de Naciones y en las resoluciones adoptadas por la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”.
El futuro líder del PP, Núñez Feijoó, ha criticado el viraje diplomático, a pesar de que, en abril de 2021, expresó su firme apoyo y solidaridad con el pueblo saharaui y su legítimo representante, el Frente Polisario
En el resto de formaciones parlamentarias, el sector del Gobierno de Unidas Podemos y los nacionalistas, que siguen defendiendo la legalidad internacional y el referéndum, han criticado el cambio. Mientras que Vox, fustigador habitual de Marruecos, nunca se ha caracterizado por su apoyo al Polisario.
Pero aunque evidentemente no es un tema prioritario, habría que preguntarse por la opinión de los ciudadanos a ambas orillas del Estrecho. Todas las encuestas realizadas en España reflejan que los españoles, por clara mayoría, apuestan por la independencia del Sáhara. Las opciones varían del 58% del comedido Elcano hasta algunas digitales que llegan al 90%. A esto añadamos que los españoles ven, también según informes de Elcano, a Marruecos como una amenaza de forma mayoritaria y un país no fiable.
Así, Sánchez puede optar bien por lo que hizo Aznar en la guerra de Irak, ignorar que la mayoría de la población pedía no ir al conflicto, o bien lo que hizo González con la OTAN, decir una cosa y hacer luego la contraria, confiando en que cambie la opinión mayoritaria de los españoles como logró al ganar el referéndum. Tal vez para preparar el terreno se impidió en octubre de 2021 a RTVE y a la Agencia Efe ir a Tinduf. En todo caso, a día de hoy no se puede argumentar que los españoles respalden al Gobierno en la propuesta de autonomía marroquí del Sáhara porque sería mentir, a los datos me remito.
Y para los que argumentan, como Bono, que hace cincuenta años apoyaba al Polisario –gran ignorancia, hace medio siglo todavía ni se había fundado– y que ahora hay que tener en cuenta a la población marroquí existente en España y la realpolitik, habría que indicar dos cuestiones. Esos inmigrantes, muchos de los cuales ostentan la ciudadanía, tienen otros problemas, no siguen las consignas del régimen fuera de su país y pueden contrastar e informarse, ver otros mapas donde el Sáhara no forma parte de Marruecos; por otro lado, no se pueden adoptar decisiones políticas bajo presiones. En el caso de Alemania, por ejemplo, con casi cinco millones de inmigrantes turcos, se votó por reconocer el genocidio armenio a manos otomanas a pesar del desgaste y amenazas que sufrió de Ankara.
En Marruecos, citemos dos datos muy recientes que acaba de publicar el “Informe de índice de confianza”: un 95% de la población marroquí estima que el soborno es algo muy extendido en la sociedad y casi la mitad de los encuestados cree que el Gobierno no hace nada al respecto. Otro dato del mismo estudio: un 82 % de los marroquíes considera que no se respetan los derechos humanos en su país.
En cuanto a lo del soborno (de eso saben algunas empresas y empresarios españoles con negocios allende el estrecho), bueno es recordar que es la fórmula que el propio Gobierno marroquí ha usado con los llamados consulados fantasmas de países sin recursos en el Sáhara para dar apariencia de legitimidad. Nadie cree que Haití o las islas Comoras, por ejemplo, puedan pagar sedes –las paga el Majzén– donde no tienen nacionales mientras no están presentes en capitales de importantes países.
En todo esto hay que preguntarse dónde queda Naciones Unidas, que ya lleva cinco enviados especiales para el Sáhara, territorio no autónomo para la ONU, como Gibraltar o las islas Malvinas, y que cuenta con una ocupación por parte de Marruecos desde 1975.
La diplomacia marroquí, apoyada por la decisión de Estados Unidos que Biden no ratificó expresamente, y el apoyo de Francia y ahora de España, además de Israel y países del Golfo, cree que la autonomía (si hubiera un referéndum sería aceptar la autonomía o no) será el fin del conflicto del Sáhara Occidental y de los problemas en el territorio.
Sus previsiones son que el Polisario se vea obligado a aceptar la autonomía a falta de otra salida. Pero nada más lejos de la realidad, porque la raíz es que no hay una verdadera democracia y los marroquíes son considerados “súbditos”, no ciudadanos que ejerzan sus derechos. Se trataría de una experiencia sin precedentes que otras zonas que han vivido protestas sociales y que se sienten diferentes, como el Rif, también reclamarían.
Las previsiones de la diplomacia marroquí son que el Polisario se vea obligado a aceptar la autonomía a falta de otra salida
En todo caso, la presencia de defensores de la independencia sigue y seguirá existiendo dentro del territorio controlado por Marruecos y la represión de todo tipo ha aumentado desde la vuelta a las armas; el caso más emblemático es el de la saharaui Sultana Jaya, que incluso fue propuesta al Premio Sajarov de Derechos Humanos.
La guerra continuará, sin duda, no como un conflicto convencional sino de desgaste continuo, pero donde también mueren civiles, tanto saharauis como argelinos. Tres camioneros, recordemos. No solo caen civiles en Ucrania (curiosamente, Marruecos no condenó en la ONU la invasión de Rusia). Aunque los medios marroquíes minimizan lo que ocurre, ha admitido públicamente víctimas entre sus soldados y el bombardeo de posiciones saharauis más allá del muro.
Hoy, la RASD mantiene un espacio físico que supone el 20 por ciento del actual territorio del Sáhara, siendo Tifariti la mayor localidad de las siete que controlan, aunque debido al conflicto bélico la mayoría de la población ha sido trasladada a los campamentos en Tinduf, que cuentan con 173.000 personas según datos de la Acnur. Está reconocida por 84 países, 47 lo mantienen en la actualidad –según Marruecos, solo 31– y tiene embajada abierta en diecisiete de ellos. Forma parte de la Unión Africana y, de hecho, participó en la reciente cumbre con la Unión Europea.
En cuanto a Argelia, su embajador ha sido llamado a consultas y hay discrepancias sobre si fue o no advertida por la diplomacia española de su cambio de postura en el Sáhara. Madrid lo afirma y Argel lo niega, mientras siguen rotas desde el pasado verano las relaciones diplomáticas con Marruecos, y realiza maniobras militares cerca de la frontera. España ha aumentado la llegada de gas desde Estados Unidos, pero mantiene el compromiso con el país árabe que, al parecer, no ha incrementado su flujo.
Tal vez sea bueno para acabar recordar las palabras del exsenador estadounidense George McGovern: “Lo que está en juego aquí es algo más que el destino de unos cientos de miles de saharauis que viven bajo la ocupación militar marroquí en el Sáhara Occidental y en los campamentos de refugiados en la vecina Argelia. (…) Si al pueblo del Sáhara Occidental no se le concede el derecho a elegir su propio futuro, incluyendo la opción de la independencia, y se permite que Marruecos mantenga el dominio del territorio, será la primera vez desde la fundación de las Naciones Unidas que la comunidad internacional consiente que un territorio no autónomo reconocido sea anexionado a la fuerza sin el consentimiento de la población, y la primera vez que se permite a un país ampliar su territorio por la fuerza militar contra la voluntad de una población sometida. Sólo los territorios árabes todavía ocupados por Israel desde 1967 permanecen bajo tal control extranjero hostil”.
Marruecos y el lobby promarroquí en España han conseguido por fin lo que ansiaban, un compromiso oficial del Gobierno español que apoya la iniciativa de autonomía marroquí de 2007 como “la base más seria, realista y creíble para la resolución del contencioso” del Sáhara Occidental que se prolonga durante casi...
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