1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

ANTIIMPERIALISMO

El militarismo de Estados Unidos será su perdición

Sin disculparse ni avergonzarse por su serie de recientes fracasos, el partido de la guerra vuelve a la carga una vez más. Sus miembros reciben con satisfacción la perspectiva de una “Nueva Guerra Fría”

Andrew J. Bacevich (The Nation) 23/04/2022

<p>Martin Luther King, en uno de sus discursos.</p>

Martin Luther King, en uno de sus discursos.

CC

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Recientemente participé en la conmemoración del discurso de Martin Luther King “Más allá de Vietnam: el momento de romper el silencio”, pronunciado originalmente el 2 de abril de 1967 en la iglesia Riverside de Nueva York. King aprovechó la ocasión para anunciar su oposición a la guerra que estaba teniendo lugar en Vietnam. Aunque algunos miembros del movimiento antibélico lo veían venir desde hacía tiempo, esta decisión recibió duras críticas, incluso de partidarios del movimiento en defensa de los derechos civiles. Le acusaron de desviarse de su camino y le indicaron la necesidad de volver al lugar que le correspondía.

El acto de este año en conmemoración por el 55º aniversario, celebrado también en el magnífico santuario de la iglesia de Riverside, ofreció una estimulante música cristiana y un reflexivo debate sobre las declaraciones de King. Sin embargo, lo más impactante fue la lectura pública del propio discurso. “Más allá de Vietnam” contiene muchos pasajes célebres y conmovedores. King, por ejemplo, citó “la cruel ironía de ver en las pantallas de televisión a jóvenes negros y blancos que matan y mueren juntos por una nación que ha sido incapaz de sentarlos juntos en las mismas escuelas” y que no les permite vivir “en la misma manzana en Chicago”. Y reflexionaba sobre la incongruencia de enviar a jóvenes negros “a doce mil kilómetros de distancia para garantizar unas libertades en el sudeste asiático que no habían encontrado en el sudoeste de Georgia y el este de Harlem”.

Para mí, al menos, lo que ese momento conmemorativo puso claramente de manifiesto fue su lacerante crítica a la libertad estadounidense. Y ahí, en mi opinión, reside su valor perdurable.

Entre la teoría y la práctica –entre las aspiraciones expresadas en la Declaración de Independencia y la Constitución, por un lado, y la omnipresencia de lo que King denominó los “trillizos gigantes” del racismo, el materialismo y el militarismo, por el otro– sigue existiendo, incluso en nuestros días, una enorme brecha. Su discurso reflejó elocuentemente esa brecha que, con el paso del tiempo, no se ha reducido de un modo considerable.

King no fue ni el primer ni el último observador en señalar la naturaleza degradada y deficiente de la libertad al estilo estadounidense tal y como se ejerce en la práctica. Tampoco fue el único en advertir la hipocresía que impregna nuestra política. No obstante, debido a las cotas morales a las que había ascendido, su crítica adquiría una mordacidad especial.

En 2022 hemos llegado a un momento, aunque sea con retraso y a regañadientes, en el que la mayoría de los estadounidenses (aunque ni mucho menos todos) al menos reconocen que el racismo constituye un indecente hilo que recorre la historia de nuestra nación y se burla de nuestra profesada devoción por la libertad y la igualdad para todos. Por supuesto, el reconocimiento por sí solo no implica una reparación. En el mejor de los casos, hace que las reparaciones sean plausibles. En el peor de los casos, ofrece una excusa para la inacción, como si el mero hecho de confesar el pecado bastara para eliminarlo. 

El reconocimiento por sí solo no implica una reparación. En el mejor de los casos, hace que las reparaciones sean plausibles

 La atención prestada al racismo en los últimos tiempos ha tenido exactamente ese efecto no deseado: liberar a los estadounidenses de cualquier obligación, ni siquiera de reconocer las insidiosas consecuencias del materialismo y el militarismo. En ese sentido, incluso ahora, dos de los gigantescos trillizos de King apenas llegan a ser mera palabrería. En la esfera política se ignoran o, en el mejor de los casos, se tratan como algo secundario.

Los presidentes suelen tener mucho que decir sobre muchas cosas y Joe Biden abraza con creces esa tradición. Rara vez –Jimmy Carter es la única excepción que se me ocurre– se centran en el impacto del materialismo y el militarismo en la vida estadounidense. Sobre estos dos temas, el por lo demás locuaz Biden ha guardado silencio.

Empleando un registro profético en su discurso, King había descrito la guerra de Vietnam como “un mero síntoma de una enfermedad mucho más grave dentro del espíritu estadounidense”. Y aunque esa guerra terminó hace medio siglo, la enfermedad más grave aún persiste. Se puede ver en la desigualdad generalizada y la pobreza abrumadora que impregnan a la que sigue siendo la nación más rica del mundo, así como en el continuo apetito de nuestro país por la guerra, ya sea directamente o a través de sus representantes. Sobre todo lo vemos en la obstinada negativa a reconocer la relación entre el racismo persistente, el materialismo omnipresente y el militarismo corrosivo, cada uno de los cuales utiliza y sostiene a los demás.

En la iglesia de Riverside, King denunció que, mientras el gobierno de Estados Unidos manifestaba un firme compromiso por la paz, se había convertido en “el mayor proveedor de violencia del mundo”. Teniendo en cuenta el aumento progresivo de muerte y destrucción que seguía aconteciendo en Vietnam, la verdad de esa afirmación en 1967 era –o debería haber sido– indiscutible. Incluso teniendo en cuenta la invasión rusa de Ucrania y la consiguiente destrucción y matanza en este país, hoy en día esa afirmación sigue siendo cierta. Si se calculan las consecuencias de las diversas campañas desacertadas posteriores al 11 de septiembre, emprendidas en el marco de la “guerra global contra el terrorismo”, los hechos hablan por sí mismos.

En 1967, King lanzó este reto: “Como nación debemos someternos a una revolución radical de valores”. En las décadas siguientes no se produjo tal revolución. De hecho, quienes ejercen el poder, ya sea en Washington o en Hollywood, en Wall Street o en Silicon Valley, generalmente se esfuerzan por suprimir cualquier tendencia de este tipo, excepto quizás cuando se gana dinero. Así, hoy en día, el materialismo y el militarismo permanecen ocultos a plena vista. 

King denunció que, mientras el gobierno de Estados Unidos manifestaba un firme compromiso por la paz, se había convertido en “el mayor proveedor de violencia del mundo”

 Rearmarse para la próxima guerra

Para los defensores del statu quo decididos a mantener la tendencia estadounidense al materialismo y al militarismo, la guerra ruso-ucraniana no podría haber ocurrido en mejor momento. De hecho, llega como un regalo de los dioses.

En cuanto a las repercusiones inmediatas, dicha guerra ha afectado a la política estadounidense de dos maneras. En primer lugar, está desviando la atención de la incapacidad manifiesta de Washington para abordar eficazmente un cúmulo de problemas que ha provocado nuestra despilfarradora concepción de la libertad, especialmente la crisis climática. Las terribles noticias procedentes de Járkov o Mariupol enterraron el último informe que advertía de que los actuales esfuerzos para la atenuación del cambio climático se quedarán cortos con casi total seguridad, con consecuencias catastróficas.

Mientras tanto, la flagrante agresión rusa en Ucrania también ha ofrecido una excusa para que Washington considere como una noticia pasada o descarte como noticia la vergonzosa debacle de la retirada estadounidense de Kabul en agosto de 2021. De este modo, el Pentágono se encoge de hombros ante un episodio humillante que puso fin a veinte años de esfuerzos militares equivocados y mal gestionados en Afganistán. Entre los defensores del militarismo estadounidense hay pocas cosas más importantes que olvidar –no, borrar– esas dos décadas de funestos fracasos y decepciones. En esencia, la invasión rusa de Ucrania ha permitido que Washington haga precisamente eso. Como por arte de magia, Putin ha conseguido cambiar de tema.

Como ejemplo de cómo funciona esto, analicemos un reciente ensayo en Foreign Affairs, la revista insignia de la política exterior de la clase dirigente. Se titula “¿El retorno de la ‘pax americana’?”.

Los signos de interrogación son engañosos. Unos signos de exclamación habrían captado mejor los objetivos de sus autores. Michael Beckley y Hal Brands enseñan en las universidades de Tufts y Johns Hopkins, respectivamente. Ambos también pertenecen al American Enterprise Institute de Washington, D.C., y ambos acogen con satisfacción la guerra de Ucrania como el medio que reactivará el compromiso de Estados Unidos con el enfoque firme y enérgico de la política mundial que favorecen los sectores militaristas. El presidente ruso Vladímir Putin, escriben, ha dado a Estados Unidos “una oportunidad histórica para reagruparse y rearmarse ante una era de intensa competencia”, pensando que no sólo Rusia, sino también China, estarán en nuestro punto de mira. El llamamiento a rearmarse es fundamental en su mensaje.

Los autores culpan a la “apatía pública predominante” y al “letargo estratégico” de haber relegado a EE.UU. a una posición débil. En particular, su ensayo sólo contiene una referencia de pasada a las guerras de Afganistán e Irak, y no menciona en absoluto lo que han provocado las dos décadas de guerras estadounidenses posteriores al 11-S y a qué coste. Al menos implícitamente, Beckley y Brands consideran que estos conflictos son irrelevantes. 

La guerra de Ucrania está resultando un desastre para todas las partes implicadas (excluidos los fabricantes de armas)

 Desde esta perspectiva, la guerra de Ucrania difícilmente podría haber llegado en mejor momento. Según Beckley y Brands, abre “una ventana de oportunidad estratégica” para hacer frente a “la próxima ola de agresiones autocráticas” que, según los autores, acecha en el horizonte. Aprovechar esa oportunidad requerirá que Estados Unidos –su presupuesto militar ya es de lejos el mayor del mundo– realice “enormes inversiones en fuerzas armadas orientadas al combate de alta intensidad”, mostrando al mismo tiempo una “voluntad de enfrentarse a los adversarios e incluso arriesgarse a entrar en guerra” en el proceso. Los autores acogen con satisfacción esta posibilidad.

Desde cualquier perspectiva, a mi juicio, la guerra de Ucrania está resultando un desastre para todas las partes implicadas (excluidos los fabricantes de armas). Cuando sea y como sea que termine el conflicto, no habrá vencedores, sólo víctimas. Aun así, Beckley y Brands celebran la guerra como la ocasión de un gran despertar en Washington: el momento en que los responsables políticos redescubrieron “el valor del poder radicado en los medios militares y económicos”.

¿Qué diría Martin?

Cito las opiniones de Beckley y Brands no porque sean originales o incluso particularmente interesantes, sino porque captan la esencia del pensamiento convencional de Washington. Sin disculparse ni avergonzarse por su serie de recientes fracasos, el partido de la guerra –la única expresión que ha sobrevivido del bipartidismo del Congreso– vuelve a la carga una vez más.

Al igual que la clase dirigente de la política exterior se eximió en su día de la responsabilidad de Vietnam y se esforzó por ignorar la lección, la actual generación de esa clase dirigente está visiblemente deseosa de seguir adelante. Sus miembros reciben con satisfacción la perspectiva de una “Nueva Guerra Fría” que permitiría a Estados Unidos revivir los ostensibles días de gloria de la última, que incluyó, por supuesto, no sólo la Guerra de Vietnam sino también la de Corea, una carrera armamentística nuclear y una pauta de “trucos sucios” de la CIA, entre otras abominaciones. Beckley y Brands se han ofrecido como voluntarios para servir de escribas de este diabólico proyecto. Si Washington hace caso de su llamada a la acción, dejarán a otros las infamias que inevitablemente sucederán.

Aunque no hay manera de saber con certeza cómo habría reaccionado Martin Luther King con este asunto, no es difícil de adivinar. Con toda probabilidad, lo habría condenado sin reservas. Habría rechazado cualquier esfuerzo propagandístico para disfrazar los principios imperialistas de la última versión naciente de una “pax americana”. Habría exigido una estimación honesta de nuestras guerras recién concluidas antes de embarcarse en lo que Beckley y Brands caracterizan engañosamente como otra “larga lucha crepuscular”. Habría reiterado su llamamiento a una revolución radical de valores que derive en una sociedad en la que las personas importen más que las cosas. Casi con toda seguridad habría citado la inminente crisis climática (que Beckley y Brands ignoran) para dejar claro que los Estados Unidos de 2022 tienen prioridades más importantes que embarcarse en una nueva competición de grandes potencias que probablemente únicamente provoque lágrimas.

“Ahora nos enfrentamos al hecho”, dijo King en abril de 1967 al concluir su discurso en la iglesia Riverside “de que el mañana es hoy. Nos enfrentamos a la apremiante urgencia del ahora. En este enigma de la vida y de la historia, existe lo que se llama llegar demasiado tarde. La dilación sigue siendo el ladrón del tiempo. La vida a menudo nos deja al descubierto, desnudos y abatidos por una oportunidad perdida. La marea de los problemas de los hombres no permanece estancada, sino que fluye. Podemos gritar desesperadamente para que el tiempo se detenga a su paso, pero el tiempo es inflexible a toda súplica y se precipita. Sobre los huesos descoloridos y los residuos revueltos de numerosas civilizaciones están escritas las lamentables palabras: ‘Demasiado tarde’”.

“¿Ya es demasiado tarde?” se ha convertido en la pregunta de nuestro tiempo. Esperemos que no. Pero si queda tiempo suficiente para salvar el planeta y a nosotros mismos –por no hablar de nuestra atribulada democracia– es probable que, en el mejor de los casos, apenas alcance. Ciertamente, no podemos perder el tiempo en una mayor irresponsabilidad militar como la que, en los últimos años, le ha costado demasiado caro a nuestro país y a otros. No podemos permitirnos seguir aplazando la revolución de valores de King.

-----------------------

Andrew J. Bacevich Jr. es un historiador estadounidense especializado en relaciones internacionales, estudios de seguridad, política exterior estadounidense e historia diplomática y militar estadounidense. Es profesor emérito de Relaciones Internacionales e Historia en la Escuela de Estudios Globales Frederick S. Pardee School of Global Studies.

 

Este artículo se publicó en The Nation el 18 de abril.

Traducción: Paloma Farré

Recientemente participé en la conmemoración del discurso de Martin Luther King “Más allá de Vietnam: el momento de romper el silencio”, pronunciado originalmente el 2 de abril de 1967 en la iglesia Riverside de Nueva York. King aprovechó la ocasión para anunciar su oposición a la guerra que estaba teniendo lugar...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Andrew J. Bacevich (The Nation)

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

2 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. enrbalmaseda

    Extraordinario artículo que informa fundamente. La grandeza de King aumenta con el tiempo. Enhorabuena CTXT por este art que brilla en esta ola de propaganda belicista masiva en la que, como siempre, se tilda imbéciles, cobardes o compañeros de viaje de Putin -de la siempre perversa Rusia-a quienes no comulgamos con esas ruedas de molino.

    Hace 1 año 11 meses

  2. Fernando

    Gracias por la publicación de este artículo.

    Hace 1 año 11 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí