1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Reinventemos el internacionalismo (2/4)

El fracaso de un “antimperialismo unidireccional”

El campismo de izquierdas consiste en leer en esta guerra un enfrentamiento entre una Rusia humillada y amenazada, y un Occidente arrogante, conquistador y agresivo. Ucrania no sería más que un campo de batalla

Pierre Dardot / Christian Laval (Mediapart) 27/04/2022

<p>Un bombardeo destruyó parcialmente un bloque de viviendas en el distrito de Obolon, Kiev, el 14 de marzo de 2022.</p>

Un bombardeo destruyó parcialmente un bloque de viviendas en el distrito de Obolon, Kiev, el 14 de marzo de 2022.

Oleksandr Ratushniak

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Contra el campismo, ese antimperialismo unidireccional que recorre ciertas corrientes de la izquierda, hay que tener en cuenta el imperialismo ruso. Estudiarlo de cerca no es revertir la estupidez campista; es afirmar que cualquier análisis que no lo tome en serio se descalifica a sí mismo. El putinismo es un peligro mortal para los pueblos. De ahí la urgencia de combatirlo sin muestras de debilidad. Esta es la segunda parte de una disquisición titulada “Frente al gran nacionalismo ruso, reinventemos el internacionalismo”.

El fracaso de un “antimperialismo unidireccional“

A algunas personas de izquierdas todavía les cuesta contar hasta dos. Tener dos enemigos y no solo uno, luchar en dos frentes y no solo en uno, obviamente no es cómodo. Para la mente es mucho menos difícil contar con el enemigo adecuado, un único y exclusivo Enemigo. El simplismo político, nacido de viejas costumbres, ignorancia, amnesia y mucha pereza, carcome a una parte de la izquierda radical hasta la indignidad. Afortunadamente, no a todos. Balibar acaba de recordar que ante la invasión rusa de Ucrania, “el pacifismo no es una opción” y que “el imperativo inmediato es ayudar a los ucranianos a resistir“. No repitamos la “no intervención”.

Pero abundemos en este discurso: no sólo el pacifismo es totalmente cuestionable cuando un país invade a otro desafiando todas las normas del derecho internacional. Se trata, en primer lugar, de un “campismo“ que no es en absoluto una opción. ¿Qué es el campismo? Es la estupidez política con las consecuencias más siniestras que consiste en pensar que sólo hay un Enemigo. Lo definiremos como un antimperialismo unidireccional. De la unicidad del Enemigo deriva esta irrefutable conclusión: quienes se oponen al Enemigo tienen derecho, si no a las bendiciones, al menos a las excusas, basándose en el principio de que los enemigos del Enemigo son, si no amigos, al menos “aliados objetivos“ en una lucha justa.

Casi todo el siglo XX estuvo marcado por este trágico juego de espejos. Los partidarios del sistema capitalista hicieron la vista gorda ante las dictaduras más criminales, las alentaron y apoyaron en nombre de la defensa de la civilización occidental contra el comunismo, mientras una parte de la izquierda no quiso saber nada de la terrible realidad del “comunismo” soviético o chino, ni fue demasiado exigente con la naturaleza de los regímenes “poscoloniales”. El campismo de izquierdas postula que el único enemigo de los pueblos es el “capitalismo”, el “imperialismo estadounidense”, “Occidente”, el “neoliberalismo“ o incluso “la Unión Europea”, según el caso y las distintas denominaciones que se utilicen. Afortunadamente, en el siglo pasado siempre hubo movimientos e intelectuales que supieron resistirse a la estupidez política y salvaron el honor de la izquierda denunciando a todos los enemigos de la democracia y las libertades, sin ninguna “relativización de las responsabilidades”. De este modo, dentro del movimiento revolucionario, las corrientes trotskistas y libertarias, y muchos otros movimientos como Socialisme ou Barbarie, han mantenido con valentía el doble frente anticapitalista y antiestalinista.

Durante casi todo el siglo XX, los partidarios del sistema capitalista hicieron la vista gorda ante las dictaduras más criminales

Cabía la esperanza de lograr ser definitivamente inmunes a este sinsentido con la caída del “bloque soviético” y la crisis de la “hegemonía estadounidense”, se podía llegar a creer que ninguna opresión, ninguna violación de los derechos humanos, ninguna transgresión del derecho internacional, ningún golpe de fuerza, ya sea del Oeste o del Este, del Norte o del Sur, podría ser justificado una vez concluida la Guerra Fría. Nos equivocamos. Evidentemente, los malos hábitos han persistido, aunque resulten algo vergonzosos con motivo de la guerra de invasión llevada a cabo por Putin.

El campismo de izquierdas consiste en leer en esta guerra un enfrentamiento entre una Rusia humillada, cercada y amenazada, y un Occidente arrogante, conquistador y agresivo: Ucrania no sería en el fondo más que un campo de batalla entre el Enemigo imperialista que quiere expandirse infinitamente y Rusia, un país agredido que fue engañado con falsas promesas en 1990. E incluso si se reconoce que este último tiene alguna inclinación imperial, no siempre, sólo sería un imperialismo de segunda clase, debilitado, que no sería comparable al del Enemigo. Si esta es realmente una guerra entre Estados Unidos y Rusia, si la causa ucraniana está tan “instrumentalizada” por el Occidente imperialista, ¿cómo podemos entonces entregar armas a los ucranianos, ayudarles a luchar? Por supuesto, si es difícil apoyar decididamente a Putin, que es un gran defensor de toda la extrema derecha del mundo, ¿no deberíamos al menos permanecer “no alineados”, “neutrales”, o incluso “altermundistas”, como proponen algunos, como Jean-Luc Mélenchon en Francia? Hay que decirlo: esta postura sólo atestigua una complacencia inadmisible hacia el fascismo neoestalinista de Putin, y más fundamentalmente, la completa ignorancia de la naturaleza totalitaria y criminal de este poder que nunca ha dejado de destruir a la oposición interna, hasta el punto de eliminar físicamente a periodistas y activistas, de perseguir a toda la sociedad y de exportar a Chechenia, Siria y, más recientemente, a Bielorrusia y Kazajistán su odio armado contra todos los deseos de democracia de los pueblos. También se olvidan todas las provocaciones y acciones de Putin que pretenden restaurar el imperio ruso en nombre de una mística nacionalista con una lógica siniestra. 

De este modo, el apoyo de la izquierda radical a la resistencia ucraniana debería ser obvio, al igual que el apoyo a la causa palestina y a muchas otras en el mundo. No hay que exigir únicamente la retirada de las fuerzas invasoras, sino que hay que reclamar el envío de armas a la resistencia ucraniana y, de cara al futuro, ofrecer todas las garantías de protección del territorio ucraniano dentro de sus fronteras antes de la anexión de Crimea y la secesión de las pseudorepúblicas del Dombás orquestada por Rusia. 

El apoyo de la izquierda radical a la resistencia ucraniana debería ser obvio, al igual que el apoyo a la causa palestina

El campismo de izquierdas cree de buen grado que un crimen anula otro, que una violación del derecho internacional justifica otra, que las víctimas se compensan mutuamente. Es fácil coincidir en que no hay nada virtuoso en Occidente y que su hipocresía es incluso inconmensurable. Las intervenciones norteamericanas y occidentales desde el 11 de septiembre de 2001 (“la guerra contra el terrorismo”) no se han preocupado por la legalidad y han provocado tragedias que aún continúan, especialmente en Irak y Libia, ¡por no hablar de la obstinada defensa de colonización de los Territorios Ocupados de las políticas israelíes! ¿Cómo podemos afirmar que estamos a favor del derecho internacional cuando amparamos su permanente violación, como hace Estados Unidos con su veto en el Consejo de Seguridad? La lucha contra este imperialismo estadounidense y occidental está plenamente justificada. Incluso debe extenderse a todas las formas de dominación económica, financiera e ideológica y no sólo a las intervenciones militares. Este era el significado del altermundismo no hace mucho tiempo. Pero la dominación del capitalismo occidental no debe hacernos olvidar que existen otras formas de dominación y opresión, sobre todo religiosa, y otras ideologías extremadamente peligrosas, como el nacionalismo “imperial” del poder en Rusia. Seamos realistas, Occidente no es el único obstáculo para la democracia y la justicia social, y tenemos más de un enemigo. El internacionalista consecuente lo sabe, el campista lo ignora. 

La negación del derecho de los pueblos a la democracia

Uno de los peores aspectos de esta actitud es hacer caso omiso a las aspiraciones populares de los ucranianos, pero también, si nos remontamos en el tiempo, de los grandes movimientos democráticos de Ucrania, Bielorrusia, Georgia y Kazajistán. Los pueblos en cuestión son reducidos a peones que en realidad no existen en este gran patrón histórico abstracto cuyo único actor real es el Enemigo que quiere extender su dominación mundial. Al campista de izquierdas ni siquiera se le pasa por la cabeza que la adhesión a la OTAN de muchos países que habían permanecido durante mucho tiempo bajo el control de la URSS después de 1945 fue, a falta de una alternativa mejor, una garantía de seguridad para ellos después de todas las agresiones, anexiones y desmembramientos que habían sufrido en su historia. Por supuesto, la realidad es “siempre más compleja”, como repiten los “no alineados”, pero es precisamente de esto de lo que deberían aprender: los pueblos tienen su autonomía, no son marionetas de las grandes potencias. El peor error político del campismo es considerar que los pueblos no son nada, que todo depende de las altas esferas. De este modo, el terrorismo islamista estuvo presente en la revolución popular siria de 2011 desde el principio. De este modo, las “revoluciones de colores”, movilizaciones populares en el espacio postsoviético que participaron a partir de los años 2000 en el gran movimiento de emancipación democrática por todo el mundo, no habrían sido más que formas encubiertas del imperialismo estadounidense. De este modo, la ocupación de la plaza Maidán en 2014, que forma parte del gran ciclo del movimiento de ocupación de las plazas, habría llevado la marca de los “neonazis”. 

De este patrón deriva una “relativización de las responsabilidades”. El otrora más acertado teórico del altermundismo y la “izquierda global”, Boaventura de Sousa Santos, afirma, de este modo y sin pestañear, que “la democracia es sólo una pantalla de Estados Unidos” y compara el “golpe de Estado de 2014” en Ucrania con el golpe que en 2016 derrocó a Dilma Roussef en Brasil. En ambos casos se trataría de un mismo intento de ampliar la esfera de intereses de Estados Unidos: “La política de cambio de régimen no aspira a crear democracias, sino sólo gobiernos leales a los intereses de Estados Unidos”. No se puede negar mejor la subjetividad democrática de los pueblos, reducida a juguetes en manos del imperialismo estadounidense. Asimismo, se olvida de que las multinacionales estadounidenses y europeas nunca han prosperado tanto como en el régimen mafioso y ultrarrepresivo de Rusia, que les aseguraba una paz social absoluta. En realidad, este autor no hace más que repetir la vieja doxa del siglo XX, como si Rusia o China representaran una alternativa “progresista” al capitalismo occidental que debiera “salvarse” porque lo contrarrestaría. En realidad, estos países ofrecen algunas de las versiones más monstruosas del capitalismo, ya que combinan el peor tipo de dictadura política sobre la población con la explotación excesiva de la riqueza en favor de una clase muy reducida de depredadores ultrarricos. 

El campista de izquierdas no piensa en que la adhesión a la OTAN de muchos países fue una garantía de seguridad

El campismo de izquierdas o el “antimperialismo de los idiotas”

Algunas protestas contra las “guerras imperiales” son unidireccionales: denuncian fácilmente los ataques estadounidenses, israelíes o europeos, pero olvidan sistemáticamente los bombardeos rusos o iraníes contra la población civil en Siria que han causado muchas más víctimas civiles que los primeros. 

Así lo explicaba Leila Al-Shami en 2018 en un impactante texto titulado El antimperialismo de los idiotas, refiriéndose a la coalición Hands off Syria que, en sus proclamas y manifestaciones, no decía ni una palabra sobre las masacres cometidas por rusos e iraníes que venían a aplastar la revuelta democrática y a defender el régimen de Bashar El Assad: “Ciega ante la guerra social que se desarrolla dentro de la propia Siria, esta visión considera al pueblo sirio, cuando lo tiene en cuenta, como peones insignificantes en una partida de ajedrez geopolítico”. Es este tipo de antimperialismo unilateral el que denuncian los autores de una carta abierta, entre los que hay muchos sirios:

“Desde el comienzo del levantamiento sirio hace diez años, y especialmente desde que Rusia intervino en Siria a favor de Bashar al-Assad, hemos sido testigos de una evolución tan curiosa como siniestra: la aparición de lealtades a favor de Assad en nombre del antimperialismo entre algunos que, por lo demás, se caracterizan generalmente como progresistas o de izquierdas, y la consiguiente difusión de desinformación manipuladora que distrae regularmente de los bien documentados abusos de Assad y sus aliados. [...] Los que no comparten sus opiniones perentorias son frecuentemente (y falsamente) considerados entusiastas del cambio de régimen o idiotas útiles a los intereses políticos occidentales. [...] Todos los movimientos a favor de la democracia y la dignidad que van en contra de los intereses del Estado ruso o chino son regularmente retratados como el producto de la injerencia occidental: ninguno de estos movimientos es considerado autóctono, ninguno de ellos refleja décadas de lucha nacional independiente contra una dictadura brutal (como en Siria); y ninguno de ellos representa realmente las aspiraciones de la gente que reclama el derecho a vivir con dignidad en lugar de bajo la opresión y el abuso. De hecho, lo que une a estas llamadas corrientes antimperialistas es la negativa a enfrentarse a los crímenes del régimen de Assad, o incluso a reconocer que se ha producido un levantamiento popular contra Assad que ha sido brutalmente reprimido”. Los autores del texto terminan con estas palabras que deberían hacer reflexionar hasta al más necio: “Aquellas personas que nos hemos opuesto directamente al régimen de Assad, pagando a menudo un precio muy alto, no lo hicimos por un complot imperialista occidental, sino porque las décadas de abusos, brutalidad y corrupción eran y siguen siendo intolerables”.

Los activistas ucranianos han pedido al resto de la izquierda mundial que se desprenda de la “mirada estadounidense”

Lo que ocurrió con Siria se repite con Ucrania. Esto es lo que preocupa a los activistas de la izquierda ucraniana, que desde el comienzo de la invasión han pedido al resto de la izquierda mundial que se desprenda de la “mirada estadounidense”. Autor de una extraordinaria Carta a la izquierda occidental, el investigador ucraniano Volodímyr Artiukh explica que, fuera del mundo postsoviético, la izquierda no ha hecho balance de las nuevas condiciones históricas marcadas por la propia estrategia rusa, que no tiene nada que ver con las herramientas de la hegemonía estadounidense, y en general occidental, del poder blando y la inversión económica: “A pesar de lo que muchos de ustedes afirman, Rusia no está reaccionando, adaptándose o haciendo concesiones, sino que ha recuperado su capacidad de acción y es capaz de moldear el mundo a su alrededor. […] Rusia se ha convertido en un agente autónomo, sus acciones están determinadas por su propia dinámica política interna, y las consecuencias de sus acciones son ahora contrarias a los intereses occidentales. Rusia está configurando el mundo a su alrededor, imponiendo sus propias reglas como hizo Estados Unidos, pero por otros medios”. A su juicio deberíamos dejar de pensar como si Rusia se limitara a responder a la humillación que se le infligió tras el colapso de la Unión Soviética y entender que ahora son Occidente y Europa los que están en una postura “reactiva”. Y añade: “De este modo, las explicaciones centradas en EE.UU. son obsoletas. He leído todo lo que se ha escrito y dicho en la izquierda sobre la escalada del conflicto del año pasado entre EE.UU., Rusia y Ucrania. Ha sido terriblemente desacertado. Mucho peor que muchas explicaciones mainstream. Su poder de predicción era nulo”.

De hecho, la unilateralidad de la denuncia alcanza su punto máximo en un artículo de Tariq Ali publicado en New Left Review, revista de referencia de la izquierda occidental. El 16 de febrero, 8 días antes de la invasión, se burlaba de los rumores de un supuesto ataque masivo ruso en Ucrania y culpaba exclusivamente a los belicistas estadounidenses, sin esforzarse en analizar el régimen de Putin. Sostiene que Ucrania, que únicamente sería “Natolandia”, no necesita apoyo, sino que debe empezar por mostrar a Putin el “respeto” que se merece, sin dudar en hacer suyas las palabras de un almirante alemán. Así, la izquierda occidental debería volver a movilizarse contra la guerra estadounidense, que es la principal amenaza, como lo hizo contra las intervenciones estadounidenses en Siria: Stop the War no es un partido político. Cuenta con partidarios conservadores, así como muchos partidarios de la independencia de Escocia. Su objetivo es detener las guerras libradas por Estados Unidos o la OTAN, sea cual sea el pretexto. Los políticos y los traficantes de armas que apoyan estas guerras no lo hacen para fortalecer la democracia, sino para servir a los intereses hegemónicos de la mayor potencia imperial del mundo. Stop the War y muchos otros continuarán la tarea de oponerse a ellos a pesar de las amenazas, las calumnias o el servilismo”. 

Este texto es un resumen de lo peor del discurso “antiguerra” de la izquierda occidental. Sólo es la OTAN, y nada más que la OTAN, la que pretende la dominación del mundo y busca la guerra para obtener beneficios y ampliar su espacio de influencia. En consecuencia, el comportamiento de Putin no es más que un efecto contrario a la OTAN, no tiene existencia propia, ni tampoco su régimen. Esta ceguera es la que ha despertado la ira del historiador Taras Bilous, militante de la organización ucraniana Social Movement y editor de la revista Commons. Nunca o casi nunca, explica, la izquierda occidental se ha apresurado a señalar las “necesidades en materia de seguridad” de la potencia nuclear rusa recordando las mismas necesidades de Ucrania, que renunció a su arsenal nuclear a cambio de una garantía de inviolabilidad de sus fronteras en 1994, principio que Putin rompió en 2014.

La realidad del imperialismo ruso

Tener por fin en cuenta este imperialismo ruso y estudiar de cerca sus métodos e intenciones específicas no es invertir la estupidez campista y convertirlo en el único Enemigo, pero sin duda es afirmar que cualquier análisis que no lo tome en serio se descalifica a sí mismo. 

El aplastamiento de la revolución siria fue una advertencia para todos los pueblos que buscan liberarse de sus tiranos

Para la izquierda esta ceguera es tanto más reprochable cuanto que este imperialismo pretende no sólo extenderse a sus márgenes, sino también desestabilizar a los países en los que todavía subsiste la democracia liberal, aunque sea en la forma deteriorada que la conocemos. Es un imperialismo militar, pero también eminentemente político: pretende extender por todas partes una visión dictatorial y nacionalista del poder en la que las libertades civiles y políticas no tienen razón de ser. Por este motivo el modelo de Putin tiene tantos partidarios entre la derecha y la extrema derecha globales. Es porque existe una estrecha relación entre el régimen de terror interno y la política exterior: ¿cómo puede una dictadura que persigue a sus opositores, a veces los asesina, y prohíbe cualquier expresión libre de la sociedad civil tolerar, especialmente en sus fronteras inmediatas, la existencia de sociedades políticamente más libres? El apoyo de Putin a Lukashenko, Tokáyev y Kadírov es perfectamente coherente: el imperio en el exterior y la dictadura en el interior van de la mano. Pero sabemos que las ambiciones de Putin van más allá: hay que destruir cualquier obstáculo interno o externo para su poder. El aplastamiento de la revolución democrática siria por medio de bombas y armas químicas fue una advertencia para todos los pueblos que buscan liberarse de sus tiranos, y quizás sea, ante todo, un mensaje para el propio pueblo ruso. Si la primera línea de la dictadura comienza en Rusia, todos los países cercanos y lejanos saben ahora lo que les espera si nada impide su extensión. 

Seamos claros. El enemigo de Putin no es el capitalismo como sistema de explotación, sino la democracia, contra la que pretende librar una guerra sin cuartel. Lo que le preocupa es el poder de las masas en lucha contra la corrupción económica y política, es decir, contra su propio poder. Estas masas movilizadas, como hemos visto de nuevo en Bielorrusia, ven en la Unión Europea un modelo político más envidiable que las dictaduras depredadoras que sufren. Fue el acuerdo de asociación entre Ucrania y la Unión Europea lo que decidió a Putin a empezar a trocear Ucrania tras la “revolución de febrero de 2014”.

Sin duda es comprensible que una parte de la llamada izquierda “radical” se sienta bastante avergonzada al ver que las revoluciones populares del mundo postsoviético convierten a la Unión Europea en una esperanza y un horizonte, ella que critica con razón el carácter profundamente neoliberal y capitalista de esa Europa. Pero si hay algo de razón al criticar la “escasa democracia” de la Unión Europea es en nombre de la reivindicación del autogobierno y, sobre todo, no para adoptar la retórica de Putin según la cual estas revoluciones son golpes de Estado fomentados por la OTAN. Hay que decirlo alto y claro: es mil veces mejor para la causa de la igualdad, la democracia y la libertad la insuficiente democracia de Occidente que las bárbaras dictaduras de Bashar, Putin y Lukashenko, modelos de todo los fascismos contemporáneos. El putinismo tiene una coherencia ideológica que lo sitúa entre todas las ideologías neoconservadoras y todos los identitarismos actualmente en boga. Como ha escrito Edwy Plenel, esta ideología adopta la forma de “la promoción de una Rusia eterna, basada en su identidad cristiana y eslava, como alternativa a la democracia moderna, que se ha reducido a un engaño occidental”. Mezcla de neonazismo, paneslavismo y estalinismo, el putinismo no tiene nada, absolutamente nada, de progresista o democrático. Por el contrario, es un peligro mortal para el pueblo ruso y para todos los demás. De ahí la urgente necesidad de combatirlo sin muestras de debilidad.

---------------------------

Este artículo se publicó originalmente en francés en Mediapart. Traducción de Paloma Farré.

Contra el campismo, ese antimperialismo unidireccional que recorre ciertas corrientes de la izquierda, hay que tener en cuenta el imperialismo ruso. Estudiarlo de cerca no es revertir la estupidez campista; es afirmar que cualquier análisis que no lo tome en serio se descalifica a sí mismo. El putinismo es un...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Pierre Dardot / Christian Laval (Mediapart)

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

7 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Salva

    En resumen, todos los que no se tragan el discurso único son tontos, malos y respaldan al satánico Putin...(entre estos debe estar Rafael Poch, al que tantos seguimos con interés).

    Hace 1 año 10 meses

  2. fpg999

    Perpetrar, quise escribir.

    Hace 1 año 10 meses

  3. fpg999

    Me parece increíble que estos dos autores que tan bien ha definido el neoliberalismo hayan podido pepetrar semejante artículo.

    Hace 1 año 10 meses

  4. enrbalmaseda

    Soy de los que busco medios como ctxt que respetan el llamado "pluralismo interno", esto es el debate con inteligencia y juego limpio entre sus colaboradores de artículos deopinión. No es el caso de este art de los Srs Dardot y Laval que explícitamente insultan -"imbéciles, que no saben contar hasta dos"- o implicitamente acusa de compañeros de viaje de Putin a quiejes no comparten -no compartimos- las políticas oficiales de USA/UE sobre la guerra en Ucrania e invasión de Putin. Aquí , en este mismoos número de ctxt, tiene dos excelentes artículos ejemplo de de que no defender la la alternativa demicistas y de carrera armamentista , no es de idiotas o de vendidos o adoradores de Putin Como, además, en esta guerra las posiciones distintas o contarias de las oficiales -en Rusia y en Occidente- son extremadamente minoritaria, lo que hacen los dos autores del artículo en cuestion tiene un nombre y no es precisamnte muy honorable: se llama linchamiento intelecual de la minoría legítimamante disidente, que solo por eso merece especial respeto

    Hace 1 año 10 meses

  5. javierotti

    ¿Este debate es real? Leo prensa de izquierdas y no he dado con las posturas que combaten los articulistas. No digo que no haya quien defienda el putinismo desde una supuesta izquierda. Sin negar algunos rescoldos, el estalinismo ya era marginal entre las distintas organizaciones comunistas en España en los 70, pero venía bien para ponerle cuernos y rabo al antifascismo militante. No se si no estamos otra vez en lo mismo.

    Hace 1 año 10 meses

  6. Marcoafrika

    No hay más ciego que el que no quiere ver. ¿Como es posible hablar de "imperialismo ruso" con ese desparpajo y falta de documentación? Entiendo que sea sencillo hacer comparaciones de incomparables pero no es ético mezclar peras y manzanas o churras y merinas. Especialmente ante la amenaza evidente de una nueva (y quizás la última, porque después la humanidad dejaría de existir) guerra mundial. No sé si merece la pena abrir un largo debate en este comentario sobre una frase que me comentó un amigo gallego-nicaragüense a propósito de los que decían muchos de sus compatriotas: "Aquí ya sabemos que desde hace mucho tiempo, la izquierda europea ha abandonado su papel transformador en la sociedad". En fin por si le sirve de algo a alguien: https://www.youtube.com/watch?v=nTuiViQW4jQ

    Hace 1 año 10 meses

  7. itsasotsoa

    Gracias por el artículo.

    Hace 1 año 10 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí