PROCESANDO EL YUYU
La inteligencia, la guerra y el euribor
¿Por qué sube la extrema derecha, por qué subirá en esta crisis? Porque ofrece lo mismo que el europeísmo chupatintas-de-Washington, pero con mentiras de colores. Y con pechuga de pollo
Guillem Martínez 1/10/2022
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1- Básicamente, lo que ha pasado es lo siguiente, aparten a los niños. Se han roto las relativas tablas eternas en la guerra, de manera que Ucrania ha ganado a Rusia un huevo –esa unidad de medida espiritual– de territorio. Eso ha acelerado el carácter híbrido de la guerra. Rusia ha montado referéndums, bélicos, en las antípodas de lo estipulado como referéndum por la Comisión de Venecia, que han supuesto la incorporación del 15% de Ucrania al trademark Rusia. Ojo: se trata de la mayor incorporación territorial de una sola tacada en Europa desde lo de Polonia. Es decir, se trata de esa misma disciplina wagneriana. La ampliación del concepto Rusia puede suponer, a su vez, el incremento de la amenaza nuclear, en caso de que se ataque ese nuevo territorio incorporado. O no, si pensamos que ese territorio se está atacando ya a lo bestia, y que desde hace tiempo se ataca non-stop a Crimea, lo que viene a ser lo mismo. Por otra parte, el posible –o más que posible– sabotaje a los gasoductos Nord Stream lo cambia todo, por lo que todas las partes hacen muy bien en comportarse como si eso no fuera así. Concepto lo-cambia-todo: se trataría de un acto de guerra sobre puntos de acceso de gas a la UE, por lo que hay más gasoductos, y más plantas de regasificación disponibles para esa disciplina, que, al parecer, intenta invertir la tendencia a la baja del precio del gas desde finales de agosto. La guerra se ha intensificado, vamos. Mucho. Y todo eso, ¿por qué?
2- Si bien no hay que creer todo la información que llega sobre la guerra, es perceptible que toda la cadena de hechos del punto 1 parte de un solo hecho. Un error de inteligencia en la parte rusa. Sostenido ante una ofensiva, hasta el punto de que culmina en otro posible gran error de inteligencia: la movilización de reservistas. Vete a saber lo que es un reservista. En todo caso, parece ser un tipo de civil que quiere seguir siéndolo, como casi todo el mundo. Con lo que se ha liado. Gracias a ese tipo de inteligencia que es su ausencia.
3- Sobre la ausencia de inteligencia. Un amigote chino me vertebró una gran zona de la inteligencia del siglo XXI a través de esta frase subordinada: “China no puede ir a la guerra, pues en China todos somos hijos únicos”. Lo que, independientemente de que China tenga o no esa inteligencia, que vete a saber, me parece una genialidad. Que explica dónde estamos. Rusia, Ucrania, Europa, USA… están en una guerra de hijos únicos. Es decir, estamos en un punto absurdo, no deseable, contraproducente y carente de inteligencia. Rusia parece que, por ahora, es quien más ha olvidado ese dato de que ya no somos carne de cañón patriótica, sino hijos únicos. ¿Lo ha olvidado Europa?
4- Para evaluarlo, conviene señalar que Europa, obviamente, está en guerra. Concretamente, dos. Una es la guerra de Ucrania, a la que Europa no aporta sus hijos únicos, sino armamento para desmembrar a los hijos únicos de un tercer país. La otra guerra es anterior. No tiene por qué estar relacionada con la de Ucrania. O sí. En todo caso, esa guerra no-de-Ucrania empezó en agosto de 2021, a través, en esta ocasión, del aumento del precio de los combustibles. Esta es la gran guerra europea, a la que se suma el engorro de la otra, que le da forma. La guerra es de los Estados y empresas energéticas contra sus propios hijos únicos, y consiste en el colapso –el colapso; el colapso– de una cultura económica iniciada en los años ochenta, tendente a la jubilación del mercado y a la digitalización financiera de cualquier tipo de tramo económico posible, e independientemente de que el resultado de ello sea antieconómico, poco ético o, incluso, ilegal. En el punto 5 queda explicado con mayor efecto plis-plas.
Esa guerra no-de-Ucrania empezó en agosto de 2021, a través, en esta ocasión, del aumento del precio de los combustibles. Esta es la gran guerra europea, a la que se suma el engorro de la otra, que le da forma
5- El diario Expansión, de por sí poco dado al veganismo y a la pacha-mama-experience, ha explicado, recientemente, que de cada diez euros en el precio del gas, nueve corresponden al concepto especulación. Esto es, al tratamiento financiero, en mercados de futuro, por ejemplo, de un producto sencillo hasta el aburrimiento, como lo es el gas. Lo que explica el neoliberalismo barroco, estadio en el que estamos. No consiste en el robo organizado, sino que es más desmesurado y, por lo mismo, desorganizado. Es el abandono absoluto del sistema decimal, esto es, de la cuenta de la vieja, la causalidad, la transparencia, la realidad. Los precios se establecen fuera del mercado, a partir de métodos crípticos, arbitrarios y abusivos, con márgenes ilícitos y antieconómicos, en régimen de oligopolio garantizado por el Estado o por su prima, la Comisión. Son precios incomprensibles por definición, y no corresponden a ninguna ecuación o cálculo. No se pierdan, en ese sentido, el punto 13, que es de traca.
6- Rusia, todo apunta a ello, carece de inteligencia, como está demostrando en su guerra. Europa, todo apunta a ello, carece de inteligencia, como está demostrando en la suya. Lo que no solo es dramático, sino que explicará, cuando la propaganda cese, la partida, por ahora incomprensible. La ausencia de inteligencia es, como su nombre indica, universal, pasa en todas las familias, incluso en las reales. Pero afecta más a las culturas verticales, donde la inteligencia no es necesaria. Lo que explica los desastres rusos, y lo que explica que Europa no está –desde hace ya tiempo, lo que es dramático– en su mejor momento democrático, lo que explicaría, a su vez, sus desastres, sus recibos de la luz, por ejemplo. El neoliberalismo –no se pierdan, lo dicho, el punto 13– es un pack de dinámicas en la economía que exceden, fatalmente y por necesidad, el Estado de Derecho. Esto es, la democracia. Esto es, la inteligencia. Socorro.
Los precios se establecen fuera del mercado, a partir de métodos crípticos, arbitrarios y abusivos, con márgenes ilícitos y antieconómicos, en régimen de oligopolio garantizado por el Estado o por su prima, la Comisión
7- Uno de los síntomas de lo contrario a la inteligencia es la lentitud. Pues bien, el 30 de septiembre, por fin, y casi un mes después de haber sido propuestas por una Comisión que, a su vez, fue lenta –si nos ponemos estrictos, va un año retrasada, desde agosto del 2021–, los ministros del ramo de cada Estado han aprobado las medidas de choque de la UE para la cosa energética. Que son, a saber, tres. El a) ahorro energético. Que sería del 10% y con algún tipo de recompensa, cuando fuera voluntario. Y del 5% de tipo obligatorio y chungo, y en horas puntas. Se supone que a través de cortes, zas, que el Estado ordenaría a las compañías eléctricas. Acostúmbrense a ellos, me temo. También se establece, la creación de b) un impuesto especial –esto es, momentáneo, como todo en el teatro– del 33% sobre los beneficios extra de las empresas energéticas –lo que es una alocución repleta de triquiñuelas, ahora que la leo. Por último, o c) un tope –palabra importante en el siglo XXI; tope es lo contrario a intervención y significa, me temo, la garantía absoluta para los beneficios de las empresas, que no se tocan un ápice– que afectaría a las energías renovables –y, por ello, a la energía nuclear y la de carbón, que la Comisión califica de verdes; ¿recuerdan el concepto ausencia-de-inteligencia?–. Se supone que con ello se rebajaría el precio total del recibo eléctrico europeo, que no sería 6 ó 7 veces más alto que el recibo del año pasado, como hasta ahora, sino tan solo 2 ó 3 veces, como sucede con la excepción ibérica, esa adelantada a su tiempo –el tiempo de los beneficios desmesurados y garantizados de la empresa sobre los hijos únicos–. Lo que nos lleva al terruño, donde veremos más y con mayor detalle la inteligencia de la Comisión y de los Estados en acción en un momento excepcional. Y no, no es una inteligencia excepcional.
8- Empieza a incorporarse a los recibos eléctricos la parte –del león– de la excepción ibérica. Se trata de una partida críptica, que dobla o triplica el recibo. Aquí cabe señalar que las empresas eléctricas cargan en esa partida, en algunos casos, todo lo que pueden, más allá del deber y exponiendo, con absoluto desprecio, su propia honestidad. Pese a ello, el recibo español sigue siendo más barato que el europeo. Lo que es dramáticamente imperceptible. Sí, no te cortan la cabeza, sólo las piernas. Lo que, llegado a un punto, puede ser peor, pues te sigue quedando la cabeza, jurando en arameo. La excepción ibérica como su prima, la futura excepción europea, no es una intervención reguladora en la economía. Es evitar hacerla. Es mantener la desregulación, la selva, con algún rasgo de simpatía hacia la ciudadanía. Aun suponiendo un gasto menor para la ciudadanía, la sensación es que ningún gobierno –cuidadín– podrá subsistir al recibo de la electricidad, insultante, que está llegando desde junio. Lo que nos lleva a dibujar los bandos ideológicos en esta guerra europea, previa a su gran batalla del otoño-invierno. Seguimos en el terruño, que es un buen punto para explicar las inteligencias implicadas. Algo complicado, pues es, básicamente, una. Con dos matices categóricos e importantes.
Aun suponiendo un gasto menor para la ciudadanía, la sensación es que ningún gobierno –cuidadín– podrá subsistir al recibo de la electricidad, insultante, que está llegando desde junio
9- Por una parte tenemos a la Comisión, cuyas políticas son defendidas, en solitario, por el PSOE. Y, por otro, el soberanismo, tendencias reaccionarias y también neoliberales, presentes en las derechas españolas, destinadas, si no cambian –algo que no ocurre desde el Hombre Reaccionario de Orce–, a un fatal enfrentamiento con Europa. PP y Vox, por ejemplo, apuestan, en modo UK, por bajadas de impuestos a gogó, y por subvenciones puntuales y directas a la ciudadanía para pagar algún recibo. Algo que ha desautorizado la Comisión, e incluso el FMI –ese psicópata con experiencia pasada, a la que se remite–, y que en UK está conduciendo a un desastre perceptible en tiempo real. No existe, ni se la espera, la socialdemocracia. El PSOE apuesta, literalmente, por la literalidad de la Comisión. Un itinerario que es una pista americana inasequible a la piedad social –reforma de las pensiones, tasas a la banca y empresas energéticas que no compensan lo mangado en esos sectores filantrópicos, reforma del IRPF en la misma línea y límite de la Comisión, como en su día la reforma laboral y que, como la reforma laboral, puede ser positiva, visto el coladero que es el actual IRPF–. La metáfora de la dureza del itinerario es el cierre de las oficinas del INSS (Instituto Nacional de Seguridad Social) y de la Tesorería de la SS, un símbolo de un gobierno que no habla con la sociedad, pues su itinerario viene de arriba y es innegociable. Por detalles así –de violentos– no solo se pierden elecciones, sino épocas. El soberanismo parte, en ese sentido, con una ventaja sobre la oficialidad europeísta del PSOE. A saber: todo en el soberanismo es mentira, por lo que pueden emitir solo mensajes positivos, magnéticos y humanos, siempre que sean absolutamente y radicalmente falsos. Como los que ha emitido el soberanismo local para anunciar rebajas fiscales anti-Comisión que, en lo que ha sido una derrota cultural, han copiado del PP la Generalitat valenciana primero, y el Gobierno después.
10- Ante la falta de inteligencia, le va a ir mejor al soberanismo borderline, ese suicida corriendo contra el muro, que al europeísmo sin inteligencia ni alma, en tanto dispone de paletas con más colores, donde todo es ya gris. Exemplum: una pesadilla como Hungría es el único Estado europeo que –de manera propagandística, efectista, desastrosa– dispone de margen de audacia para hacer cosas espectaculares, imposibles en Europa. Como el topaje –es decir, poco, nada– de combustibles –desde 2013– y de alimentos –desde este año–. Concretamente seis –azúcar, harina, aceite de girasol, patas de cerdo, pechugas de pollo y leche–. Algo imposible, por ejemplo, en España, donde se niegan a ello, precisamente, las extremas derechas, ese objeto que, como el fascismo o la filatelia, es contradictorio de un terruño a otro. ¿Por qué sube la extrema derecha, por qué subirá en esta crisis? Porque ofrece lo mismo que el europeísmo chupatintas-de-Washington, pero con mentiras de colores. Y con pechuga de pollo.
11- Nos vamos yendo. No sin antes explicarles el chiste del euribor. Con una inflación en la eurozona del 10%, el BCE sigue con su plan de ir subiendo intereses. Yupi. Se especula con que en UK y en USA se llegará al 6%. Lo que indica que eso es lo que puede pasar en Europa. Con esas subidas, y en 30 días, el euribor ha subido cerca del 600% –se dice rápido–. De un interés negativo ha llegado ya al 2,2%, lo que supone un aumento en la hipoteca media de unos 200 euros mensuales. Aún así, el euribor puede subir a cimas en modo K2. O, al menos, podría hacerlo, pues como el gas o la electricidad, el euribor es otra ficción, otra manierismo de un neoliberalismo barroco.
Ante la falta de inteligencia, le va a ir mejor al soberanismo borderline, ese suicida corriendo contra el muro, que al europeísmo sin inteligencia ni alma, en tanto dispone de paletas con más colores, donde todo es ya gris
12- Juan Moreno Yagüe es un abogado sevillano, próximo al 15M, cyber y en modo power to the people, que en la anterior década llegó a chulear al euribor, a partir de una sentencia que, prácticamente lo desmantelaba, y que posteriormente fue anulada en la Audiencia de Sevilla. Actualmente trabaja en Acción para la Recuperación de Intereses Bancarios –Ariba–, una idea suya, bajo la que pretende –si no cae por una ventana, como los divergentes rusos– canalizar reclamaciones bancarias en forma de demanda. Parte de lo aprendido en su trayectoria, y de la jurisprudencia europea al respecto. Ya le entrevistaré cuando salga del armario con todo esto, en breve. Por ahora le cedo la palabra, o punto 13, que explica –gas, electricidad, euribor– donde estamos, me temo.
13- “El euribor no es un producto o servicio de algo que tenga precio en el mercado. Es el mercado. Del precio de dinero”. En él, “un producto, el dinero, es manipulado, infringiendo las reglas de la competencia”. ¿Cómo? “El euribor es un mercado sin operaciones”. “Debería haber un registro de toda actividad que se produzca relacionado con los datos que conforman el índice euribor, su generación y su envío, pero eso no existe”. “Ninguna autoridad reguladora de actividades de juego y apuestas aceptaría un conjunto de reglas con tales imprecisiones”. Penalizado no solo en la sentencia que consiguió Juan Moreno Yagüe en Sevilla, sino en el TJUE, y en la Comisión de la Competencia, el euribor, desde la pasada década, y a pesar de todo ello, no ha ganado transparencia, sino opacidad. Su web oficial, aquella en la que comunica al mundo el precio del euribor, antaño gratuita, hoy, en lo que es una metáfora de lo que está pasando en este mercado, en el gasístico, en el eléctrico, cuesta una subscripción anual de 42.400 euros.
14- Es la guerra, amiguitos. Entre hijos únicos, contra los hijos únicos. Y a partir de mecánicas y apriorismos usuales desde los años ochenta, y ajenos a las ciencias sociales, a la cultura democrática y a la inteligencia. Sin inteligencia, será necesario que el colapso colapse, para tomar medidas.
1- Básicamente, lo que ha pasado es lo siguiente, aparten a los niños. Se han roto las relativas tablas eternas en la guerra, de manera que Ucrania ha ganado a Rusia un huevo –esa unidad de medida espiritual– de territorio. Eso ha acelerado el carácter híbrido de la guerra. Rusia ha...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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