unidad de la izquierda
Once observaciones sobre el momento político
Como respuesta al artículo de Miguel Mora, director de CTXT
Ignacio Sánchez-Cuenca 1/06/2023
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Miguel Mora ha escrito un artículo crítico con otro mío. Es más fácil disentir de un amigo que de un desconocido. O, por decirlo de otra manera, diga lo que diga Miguel Mora, no voy a poder enfadarme con él. Si fuera otro quien escribiera esas cosas, a lo mejor me irritaba, pero si lo dice él, no puedo más que alegrarme de que pensemos diferente, puesto que, en este caso, es imposible que atribuyamos nuestras diferencias a malas intenciones u oscuros designios. He entrado en algunas polémicas a lo largo de los años y siempre me he quedado con mal cuerpo, bien porque adivinaba en la otra persona una animadversión malsana, bien porque yo mismo era incapaz de no lanzar algún veneno. En este caso no va a ser así.
Hecha esta declaración de amor fraternal, vayamos al grano. En lugar de contestar punto por punto, cosa que suele dejar muy satisfecho al autor (“ahí queda eso”) y aburre sobremanera al lector, aprovecho las observaciones de Mora para aclarar lo que pienso, siempre con ánimo constructivo.
Creo, ante todo, que en estos momentos hay que dejar a un lado el reparto de culpas y el intercambio de reproches. Es una tarea interminable y estéril. Lo que todos queremos y ansiamos es que nuestros amados líderes se pongan de acuerdo de una vez.
De lo que se trata es de sumar. Es la única manera de que a la izquierda del PSOE siga habiendo una fuerza que haga propuestas interesantes y factibles
Es lo mismo que viene diciendo CTXT desde hace tiempo. En este medio se han publicado numerosos llamamientos a la unidad y al buen rollo entre las izquierdas. Y el propio Mora incide en esa línea en su artículo, aunque luego se desvía de la declaración de intenciones entrando en unas consideraciones discutibles sobre el origen de los problemas de la coalición, que atribuye de manera principal a la falta de apoyo por parte de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz a las ministras Irene Montero e Ione Belarra, responsables de la ley del ‘sí es sí’. Con ello reabre, una vez más, el maldito debate, unos tienen la razón y los otros no, unos han sido buenos y los otros no. De lo que se trata en estos momentos es de salir como sea de ese registro. Ya habrá tiempo de cortarnos la yugular, todo tiene su momento.
En lugar de seguir por ahí, de la entrega de las armas, de rendiciones, a mí me parece que lo mejor es suprimir la épica y la lírica y examinar los hechos con la mayor templanza posible, sin introducir mis preferencias y valoraciones personales, que las tengo, pero que creo que no aportan en estos momentos sino ruido y confusión. Procedo mediante enumeración.
Primero. En 2014 surge un nuevo partido a la izquierda del PSOE, Podemos, que tiene un éxito fulgurante. Arrincona al partido tradicional en ese espacio, la coalición Izquierda Unida, y, por primera vez en mucho tiempo, aparece una fuerza política que canaliza el malestar y la indignación de una buena parte de la sociedad española con el sistema y los partidos tradicionales. Tan es así que en algún momento las encuestas sitúan a Podemos por encima del 25% del voto, adelantando a PSOE y PP.
Segundo. Con ese caudal de apoyo popular, Podemos monopoliza el debate público. El país entero gira en torno a las tesis de Podemos, ya sea para promoverlas o combatirlas. En Podemos surgen numerosas figuras nuevas, casi todas de una insultante juventud, cargadas de energía, ilusión y talento.
Tercero. En las elecciones de diciembre de 2015, Podemos obtiene 5,2 millones de votos, el 20,7% de los comicios, y 69 diputados.
Cuarto. Desde entonces, Podemos ha ido perdiendo apoyo popular irremisiblemente. En las elecciones de noviembre de 2019, ese apoyo bajó al 12,8%. Si se tienen en cuenta los votos que obtuvo IU en 2015, la pérdida es de algo más del 50%: en cuatro años, Unidas Podemos ha perdido a uno de cada dos de sus votantes.
Quinto. En las elecciones municipales y autonómicas del pasado 28 de mayo, UP ha pasado a ser un partido prácticamente fuera de las instituciones. Sobrevive en el Congreso.
Sexto. Podemos se ha descapitalizado. En sus primeros tiempos, surgían voces y caras interesantes por todas partes. En la actualidad, los dirigentes conocidos de Podemos se cuentan con los dedos de una mano. Entre purgas y abandonos, Podemos se ha quedado sin cuadros. A pesar de ser un partido con ministros en el Gobierno de España, muchos de los candidatos que se presentaron en las municipales y autonómicas del pasado domingo eran perfectos desconocidos.
Séptimo. Podemos no ha reaccionado a esta hecatombe electoral. No se han oído en Podemos reflexiones ni análisis críticos de lo sucedido que vayan más allá de señalar a los sospechosos habituales, los medios de comunicación. Se trata de una explicación manifiestamente insuficiente. Con unos medios no tan distintos hace unos pocos años, Podemos fue capaz de convertirse en una fuerza formidable.
Octavo. Podemos no ha resuelto su problema interno de sucesión. Pablo Iglesias ya no ocupa cargos en Podemos, pero sigue hablando como un dirigente de Podemos.
Noveno. Pablo Iglesias, unilateralmente, propuso a Yolanda Díaz ser la candidata en las siguientes elecciones generales.
Décimo. Desde la formación del Gobierno de coalición, Yolanda Díaz ha ido ganando popularidad. Es la líder de izquierdas que más apoyos suscita y la que menor rechazo genera en el conjunto de la sociedad española. Sus políticas sociales y de mercado de trabajo han apelado a la mayoría social, no solo a los seguidores más ideologizados. Ha conseguido, por primera vez en mucho tiempo, poner de acuerdo a gobierno, sindicatos y empresarios. Además de sus logros como ministra y vicepresidenta, ha encontrado un registro que despierta ilusión entre amplias capas de votantes, más y menos de izquierdas. No es perfecta y muchos podrán reprocharle muchas cosas, pero no hay ahora mismo otra persona mejor situada que ella para encabezar un proyecto renovador.
Undécimo. Si el discurso y las formas de hacer política de Podemos han ido teniendo rendimientos decrecientes con el paso del tiempo y si desde la cúpula de Podemos se ha elegido a Yolanda Díaz como candidata, lo coherente es permitirle a Díaz que ensaye su fórmula y la ponga a prueba en las elecciones. Las diferencias de programa, de políticas públicas, no son grandes. Lo que cambia son los mensajes, los temas, los tonos, las prioridades. Si la líder es Díaz, se le debe permitir que lidere. Si sale mal el invento, ya se arreglarán cuentas después.
Si la líder es Díaz, se le debe permitir que lidere. Si sale mal el invento, ya se arreglarán cuentas después
Todo lo demás, me parece, es literatura, afectos y emociones. De lo que se trata es de sumar, sumar y sumar, que todos se sumen sin dar demasiado la lata. Nos guste más o menos. Nos parezca más o menos injusto. Haya o no que tragarse el orgullo. No digo que sea la mejor manera, sino que es la única manera de que a la izquierda del PSOE siga habiendo una fuerza que haga propuestas interesantes y factibles, que sea capaz de transformar dichas propuestas en políticas públicas y de ilusionar con ello a los ciudadanos. ¿Acaso no era esto la política?
CODA: estoy dispuesto a darle la razón a Miguel Mora en todo lo que plantea y a reconocer que la gestión de la ley del ‘sí es sí’ fue impecable, con tal de que elimine de CTXT, de Internet y de la memoria de sus lectores la afirmación de que ya está todo perdido, que la victoria de la derecha es irreversible. La tesis no es ni verdadera ni falsa: el resultado de las próximas elecciones depende de nosotros, de los ciudadanos, de la madurez y lucidez que tengamos en estas semanas decisivas. Así que, como dijo un antiguo alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván, “el que no esté colocado que se coloque, y al loro”.
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Nota de la Redacción: Ignacio Sánchez-Cuenca, fundador de CTXT y consejero editorial de la revista, ha sido el coordinador de uno de los 35 Grupos de Trabajo convocados por Yolanda Díaz para elaborar un proyecto de país a 10 años.
Miguel Mora ha escrito un artículo crítico con otro mío. Es más fácil disentir de un amigo que de un desconocido. O, por decirlo de otra manera, diga lo que diga Miguel Mora, no voy a...
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Ignacio Sánchez-Cuenca
Es profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid. Entre sus últimos libros, La desfachatez intelectual (Catarata 2016), La impotencia democrática (Catarata, 2014) y La izquierda, fin de un ciclo (2019).
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