NIÑERING
Rubiales como metáfora
Las niñas de nuestro país están de enhorabuena. Ahora saben que podrán ser campeonas del mundo de uno de los deportes más populares y que tampoco eso las salvará de ser agredidas en vivo y en directo
Adriana T. 21/08/2023
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
España entera está de enhorabuena. Las mujeres se congratulan. Las chicas, las guerreras, las leonas, esas pedazo de luchadoras –pongo los epítetos aquí todos juntos a ver si algo les chirría. ¿Nada? ¿seguro? ¿se imaginan a la selección masculina siendo objeto de semejantes calificativos condescendientes?– han hecho historia proclamándose campeonas del Mundial de fútbol femenino. Todas sabemos lo que eso significa: el advenimiento de una nueva era Barbie. Si la popular muñeca nació hace 64 años para contarles a las niñas que no había nada en el mundo que no pudieran hacer, hecho que como todas sabemos devino en la instauración inmediata del feminismo rabioso y el fin del patriarcado, con esta aplastante victoria las niñas que crecimos en los noventa agazapadas en la esquina de un patio que seguía la distribución del espacio habitual en sociedad –esto es, el 90% para los muchachos y lo demás, ya veremos– nos encontramos ahora plenamente redimidas de todos nuestros sufrimientos del pasado. Cancelen el feminismo: un grupo de mujeres ha metido varios goles en la portería del equipo rival en unos encuentros sucedidos en la otra punta del mundo. Ya se está notando la igualdad de trato y de oportunidades.
Se ha notado, por ejemplo, en todas esas portadas de periódicos que han estado entrevistando exclusivamente a su entrenador, Jorge Vilda, que no solo es un hombre de pelo en pecho y meada en pared, como debe ser, sino que además protagonizó una polémica muy desagradable hace menos de un año cuando una parte mayoritaria de las jugadoras de la selección nacional, encabezadas por sus capitanas, pidió su dimisión por desacuerdos relacionados con su estilo amateur de liderazgo, por decirlo de un modo muy naif.
Se ha notado también que las cosas ya están cambiando cuando Luis Rubiales, el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, no tuvo mejor idea estando en presencia de la reina y de una infanta menor de edad –para mayor elegancia– que tocarse los genitales para celebrar la victoria, y luego, en la entrega de medallas, sujetar por la cabeza y besar en la boca sin su consentimiento a Jenni Hermoso, una de las jugadoras estrella del Mundial. En lugar de defenderse del gañán con un certero rodillazo, que sin duda era lo que le pedía el cuerpo, la futbolista, que al principio dijo “no me ha gustado, pero qué iba a hacer yo”, ha tenido que salir del paso quitándole importancia al flagrante delito cometido, en una operación en la que todas nos hemos visto indudablemente reconocidas, qué les voy a contar. “No pasa nada, en realidad no me ha molestado, el hombre es así pero no es mala persona, no hagamos de esto una montaña”.
Mientras tanto, el interfecto, después de llamar idiotas y pringaos a quienes criticaron su abuso de poder, ha tenido a bien pedir disculpas como lo hacen los hombres, esto es, depositando en la futbolista al menos la mitad de la responsabilidad: “(...) Hay un hecho que tengo que lamentar y es todo lo que ha ocurrido entre una jugadora y yo, (...) sin ninguna mala intención, sin ninguna mala fe, ocurrió lo que ocurrió, de manera muy espontánea, sin mala fe por ninguna de las dos partes”, dice el muy cantamañanas, y concluye que fue un besito entre dos amigos. El típico amigo que te saca más de una década, que te tiene que sujetar para morrearte y que además es tu jefe.
Se nota, se siente, está en el ambiente, que las mujeres volvemos a ser objeto de un respeto exquisito atendiendo al estupendo tratamiento mediático que se le ha dado al tema, con un buen puñado de informativos y cabeceras empeñándose en vender la agresión como una broma divertida, o incluso invitándonos a soñar con historias de cuento de hadas al comparar esta muestra de violencia con el beso que protagonizaron el portero Iker Casillas y la periodista Sara Carbonero tras la final del Mundial masculino de 2010.
Pero, como decía al principio, las niñas de nuestro país están de enhorabuena. Tienen un nuevo espejo en el que mirarse, una nueva meta a la que aspirar. Ahora saben que podrán ser campeonas del mundo de uno de los deportes más populares y que tampoco eso las salvará de ser agredidas en vivo y en directo delante de docenas de cámaras. Nuestras niñas pueden sentirse orgullosas: sus grandes logros serán premiados con entrevistas a los hombres que las rodean, se las invisibilizará hablando de “campeones” en masculino porque el masculino genérico nos engloba a todas, aunque hablar en femenino de 23 mujeres y un entrenador está ya aceptado incluso por los comedoritos de la RAE. Como guinda del pastel, si un tipejo osa violentarlas, tendrán que salir a defenderlo y prácticamente pedir perdón por haberse interpuesto ellas en su camino.
Ya sé que no es elegante autocitarse, pero estamos en agosto y poca gente leerá este texto, así que qué más da. Lo dije hace poco a raíz de la película Barbie: empoderarse no es lo mismo que tener poder de verdad. Estas mujeres han creído en sí mismas, han trabajado duro, se han enfrentado a toda clase de obstáculos y han obtenido una gran triunfo deportivo, pero seguimos llamándolas “las chicas”, seguimos hablando de “campeones” en masculino, seguimos violentándolas y obligándolas a perdonar a quienes las violentan como si fuera una riña inane en un patio de colegialas.
Sigue sin ser este el ejemplo que se merecen nuestras niñas. Confío, no obstante, en que llegará un día, y ese día debería estar muy cercano ya, en el que no solo podremos estar orgullosas de las mujeres sobresalientes en cualquier campo deportivo, académico o profesional, sino también de los hombres que las rodean. Hasta que llegue ese momento, habrá que seguir repartiendo rodillazos o pidiendo dimisiones.
España entera está de enhorabuena. Las mujeres se congratulan. Las chicas, las guerreras, las leonas, esas pedazo de luchadoras –pongo los epítetos aquí todos juntos a ver si algo les chirría. ¿Nada? ¿seguro? ¿se imaginan a la selección masculina siendo objeto de semejantes calificativos...
Autora >
Adriana T.
Treintañera exmigrante. Vengo aquí a hablar de lo mío. Autora de ‘Niñering’ (Escritos Contextatarios, 2022).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí