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Javier Milei o el Abascal del subdesarrollo

Pese a defender la venta de órganos o de personas, el ultraderechista argentino mantuvo sus niveles de popularidad porque los grandes medios de comunicación minimizaron sus barbaridades o, directamente, las ocultaron

Luis Brunetto 7/08/2023

<p>Javier Milei. / <strong>Luis Grañena</strong></p>

Javier Milei. / Luis Grañena

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Alguna vez la cuidadamente descuidada “melena de león” del ultraderechista argentino Javier Milei fue lucida en Madrid. Fue durante un festival organizado por Vox, y ante miles de fanáticos del partido que encabeza Santiago Abascal, en el que el fascista rioplatense vociferó: “¡Viva la libertad, carajo! ¡Viva España! ¡Viva Vox! ¡Viva Santiago Abascal! ¡Vamos contra los zurdos!”. Y, además, por si era poco, arremetió contra “la ideología de género, los pueblos originarios, el lenguaje inclusivo y la agenda ecologista que persiguen destruir los valores de la sociedad”.

Cuando pronunció aquel enardecido discurso corría octubre de 2022 y el líder de La Libertad Avanza (LLA) se hallaba en la cresta de la ola de su ascenso político. Elegido diputado nacional en 2021 junto a la abogada negacionista de la dictadura Victoria Villarroel con un envidiable 17%, su intención de voto creció en las encuestas hasta llegar, hace un par de meses, al 25. A partir de ahí, empezó a declinar hasta estabilizarse alrededor del 15%.

De esa parábola que ha recorrido la popularidad de Milei llama la atención el hecho de que su reciente caída en las mediciones no está directamente relacionada con los innumerables exabruptos lanzados por el economista. Entre ellos hay que incluir sus declaraciones en favor de “dinamitar el Banco Central”, aplicar un “plan motosierra” para reducir el déficit y el gasto público o dolarizar la economía. Pero la lista de Milei no se reduce a los rubros típicamente anatemizados por la derecha y la ultraderecha. Milei es, a todas luces, un innovador… 

Efectivamente, sus despropósitos (para aminorar el léxico) superan los clichés del género político discursivo que transitan los Trump, los Bolsonaro y, por supuesto, los Abascal. Así, por ejemplo, en un debate con el actual precandidato peronista Juan Grabois, sostuvo la tesis de que, ante la posibilidad de caer en el hambre, sería lícito que uno vendiera sus órganos. O, en otra ocasión, que la práctica de la libertad de mercado incluiría la posibilidad de vender a los propios hijos…

Semejantes barbaridades no fueron, sin embargo, las que dieron cuenta de sus elevados índices de popularidad. Milei mantuvo sus niveles de simpatía a pesar de ellas, en parte porque los grandes medios de comunicación las minimizaron o, directamente, las ocultaron. Es así que muchos, muchísimos, de sus simpatizantes, dudaban y dudan aún de que el “libertario” las haya realmente pronunciado. Se trata de un fenómeno comunicacional por un lado extraño, pero por el otro entendible. Es tal el repudio a los políticos que dirigen los destinos del país, que la irrupción de un personaje ultraderechista revestido de “ajenidad” a la odiada “casta” ha despertado lo que se parece más a una adhesión ciega mediante la que descargar una frustración que se acumula por décadas, que a un apoyo consciente y racional. Sus alusiones al Estado derrochador, que mantiene “planeros” vagos que viven “de la nuestra”, caen como improperios merecidos y justicieros en inmensas franjas de la clase media empobrecida que sobrevive en la precariedad laboral y la subocupación.

La inmensa mayoría de sus votantes estaría en desacuerdo con las medidas que promueve. ¿Cómo se explica semejante contradicción? 

Así, una encuesta de la consultora Delfos realizada en mayo entre los votantes de Milei revela que apenas el 25% apoya la propuesta de privatizar YPF o Aerolíneas Argentinas; la eliminación de los subsidios a las tarifas de energía, otro 25%; la dolarización, un 30%; y su planteamiento de libre portación de armas, apenas un 16%. Más aún, apenas un 50% de quienes afirman ser votantes suyos considera que deben ser eliminados los llamados planes sociales, las sumas que se pagan a los desocupados (que exigen una contraprestación laboral) y que son considerados por los analistas políticos el principal blanco del odio de los votantes derechistas. Es decir, la inmensa mayoría de sus votantes estaría en desacuerdo con las medidas que promueve. ¿Cómo se explica semejante contradicción? Una encuesta de Synopsis muestra que apenas un 40% de sus votantes lo harán por adhesión ideológica, un 32 porque dice “lo que hay que decirles a los políticos”, y un 18% porque porque representa una novedad.

El establishment le soltó la mano

Es así que las razones que curvan ahora hacia el descenso la popularidad de Milei no se explican por sus posiciones miserables. Es el agotamiento del impulso mediático con que el establishment lo apadrinó desde que saltó del grupo empresario Eurnekián a la política el que determina su “desinfle” actual. Fueron meses y meses en los que el desconocido Milei frecuentó canales de televisión, radios y cuanto medio de comunicación hubiera con una asiduidad que, si hubiera que pagarla, representaría una fortuna incalculable. El economista disfrutó por más de dos años de una infinita serie de reportajes amigables, sin repreguntas ni cuestionamientos, y en los que sus planteamientos cuando menos “fuera de lo común”, eran aceptados por los periodistas como verdades por fin reveladas.

El propósito, y el efecto finalmente logrado, fue el de tensar la discusión política hacia la derecha, promoviendo el consenso respecto a las reformas reclamadas por la gran burguesía. Por supuesto, todo el arco político, a excepción del Frente de Izquierda, se sometió al chantaje y, tanto el gobierno del Frente de Todos como la oposición derechista de Juntos por el Cambio convergieron en pactar un acuerdo con el FMI que legalizaba la deuda ilegítima y espúrea que contrajo el expresidente Mauricio Macri en 2018, y que vuelve a someter a la economía nacional a la tutela del organismo.

Después de tapar durante un bienio completo sus dislates, los grandes medios han descubierto “el lado oscuro” de Milei

Una vez alcanzado el objetivo, el grueso del establishment retiró su apoyo al candidato de ultraderecha. La presencia mediática se redujo, y a los reportajes ahora menos frecuentes volvieron las repreguntas incómodas. Las viejas denuncias sobre el acceso a las candidaturas a cambio de favores sexuales, en su momento minimizadas, fueron reactualizadas y convenientemente amplificadas. A ellas se sumaron las de la venta de candidaturas según tarifarios que irían desde los 50.000 a los 30.000 dólares americanos. Y, por si fuera poco, cobró notoriedad y difusión su capacidad de comunicarse con su perro muerto, al que mandó a clonar a Estados Unidos hace cinco años, y que habría reencarnado, según su hermana y principal colaboradora política, experta en comunicación “interespecies”, en uno de esos clones... 

Así que, después de tapar durante un bienio completo tales dislates, los grandes medios han descubierto “el lado oscuro” de Milei. Es que, a diferencia de las dos grandes coaliciones tradicionales forjadas en el post 2001 alrededor del peronismo y el macrismo, Milei y sus seguidores carecen de una estructura política capaz de garantizar la gobernabilidad y de imponer las reformas que el establishment reclama. A diferencia de Vox y su estructura derivada del pasado de su núcleo fundador en el Partido Popular, que le ha permitido integrar más de un centenar de gobiernos locales, el carácter outsider de los libertarios explica su fracaso en la mayoría de las elecciones primarias provinciales que se han realizado en los últimos meses.

Y, sobre todo, independientemente de su popularidad en baja pero todavía elevada, carecen al menos por ahora de una estructura militante real con la que organizar un movimiento fascista de masas para derrotar y aplastar a la fuerza social, el movimiento piquetero, que se ha alzado hasta hoy como eficaz obstáculo a las reformas económicas que necesita y reclama la gran burguesía.

Abascal, está claro, es útil y eficiente a la hora de expresar las necesidades del establishment del Estado español. Milei, en cambio, es todavía un subdesarrollado Abascal, valga la redundancia, del subdesarrollo.

Alguna vez la cuidadamente descuidada “melena de león” del ultraderechista argentino Javier Milei fue lucida en Madrid. Fue durante un festival organizado por Vox, y ante miles de fanáticos del partido que encabeza Santiago Abascal, en el que el fascista rioplatense vociferó: “¡Viva la libertad, carajo! ¡Viva...

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Luis Brunetto

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