la lucha
Un entorno seguro
El bochorno se podía haber evitado si el presidente del CSD, Víctor Francos, abogado sin currículum pero con padrinos del nivel de Florentino Pérez, hubiera tomado antes la iniciativa de mediar entre las partes
Ricardo Uribarri 20/09/2023
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Vayamos a los hechos recientes para entender lo que ha pasado en los últimos días. La Federación dio una lista de convocadas con jugadoras que habían manifestado su intención de no acudir a la selección hasta que se arreglaran sus peticiones, poniéndolas entre la espada y la pared ante la amenaza de recibir una dura sanción que podía acabar con sus carreras. La nueva seleccionadora, Montse Tomé, afirmó en rueda de prensa que había hablado con las futbolistas para consensuar la lista cuando no era verdad, como el 90% de las propias protagonistas manifestaron a quienes les preguntaron. Se decidió de forma unilateral no llamar a Jenni Hermoso con el pretexto de “protegerla”, creando un nuevo roce con la madrileña, que contestó en un comunicado con la pregunta: “¿Protegerme de qué? ¿O de quién?”. En vez de tender puentes para solucionar el conflicto, cada decisión federativa fue cargando de razones a las internacionales en sus reivindicaciones.
Empecemos con una reflexión en la que imagino que habrá consenso. Para cualquier deportista, lo más bonito y especial a lo largo de su carrera es poder acudir a la selección o equipo nacional de su país. Además del orgullo que puede suponer para cada uno, te permite disputar los mejores torneos a nivel internacional, en los que se reúne la élite de su respectiva disciplina. Si llega un momento en el que te planteas renunciar a eso, tiene que ser por unos motivos muy importantes, no por un capricho. Cuando, además, esa situación no la protagoniza una sola persona, sino la gran mayoría de un colectivo, es lógico pensar que algo importante debe estar ocurriendo para que eso suceda. Podemos entrar a discutir que la forma de comunicar esos problemas por parte de las afectadas haya sido o no la mejor. Pero en ningún momento debemos dejar de poner el foco en el fondo del asunto.
¿Qué ha hecho la Federación que ahora preside de forma interina Pedro Rocha para arreglar el problema?
Hablemos del foco. Empezando por el principio. ¿Qué tiene de malo que unas jugadoras, que se ven capacitadas para llegar a lo más alto de su profesión, reclamen que sus jefes les den los mejores elementos posibles y con los que ellas se sientan más cómodas para desarrollar todo su potencial? ¿Que además entiendan que es un acto de justicia que reciban el mismo trato y tengan los mismos medios que sus homólogos masculinos, y que no tengan que discutirles hasta detalles tan básicos como ponerles su nombre en las camisetas “porque era muy caro”? ¿Que si ellas son profesionales y están en lo más alto de su actividad esperen estar rodeadas por gente de su mismo nivel? ¿Acaso no aspirarían ustedes a lo mismo en sus respectivos trabajos en una situación parecida?
En la RFEF han seguido hasta ahora ciertos ejecutivos y responsables que las jugadoras consideran que no han tenido un comportamiento adecuado
Ahora vayamos a lo ocurrido a partir de la famosa final del Mundial. ¿Ustedes se sentirían cómodos en un entorno laboral en el que el jefe se cree con libertad para dar un beso no consentido a una subordinada? ¿En el que se va el responsable técnico que la mayoría no quería, pero en el que sigue buena parte de su equipo, entre ellas la seleccionadora que aplaudió a Rubiales en su infausto discurso de la Asamblea? Una seleccionadora sin experiencia en los banquillos de la élite, más allá de haber sido la segunda de Vilda. ¿Qué pensarían si en su trabajo, después del beso no consentido del jefe, éste presionara a la afectada reclamándola que le defendiera públicamente y al no conseguirlo se inventara un comunicado incluyendo declaraciones que ella no había hecho? ¿O que echara mano de los mecanismos de comunicación de la propia empresa (la federación) para sembrar dudas sobre ella, llamándola mentirosa y amenazando con denunciarla? ¿No es lógico pensar que las jugadoras que han vivido esas cosas y otras más, prefieran no tener que trabajar con esas personas y que busquen un “entorno seguro”, como reclaman, en el que desarrollar su actividad? ¿Acaso no es lo que buscamos todos en nuestros respectivos ámbitos?
Es verdad que ya no está Rubiales, ¿pero qué ha hecho la Federación que ahora preside de forma interina Pedro Rocha para arreglar el problema? Poco o nada. Con una mano dar la imagen de querer buscar diálogo y soluciones y con la otra ejecutar decisiones sin consenso. Y dar argumentos a las futbolistas en sus quejas sobre la necesidad de cambiar la estructura del fútbol femenino. ¿Ustedes creen que es normal que den la convocatoria un día antes de la concentración saltándose a la torera los plazos marcados por la FIFA para avisar a las propias jugadoras y sus clubes (lo cual podría haber servido como eximente para una posible sanción posterior en caso de no haber ido), con jugadoras que además tienen que venir desde el extranjero y que es imposible que lleguen a tiempo? ¿Que se enteren por la prensa de que las habían convocado? ¿Que las citen en Madrid y que horas después les digan que ahora en Madrid no, que en Valencia? ¿Que eso provoque que unas futbolistas lleguen a una ciudad y el resto a otra? ¿Que esto suceda porque no se quiera ir a Las Rozas, la sede de la RFEF, para evitar que las jugadoras tengan que ver a ciertas personas con las que no quieren tener trato? ¿Se imaginan que su empresa les cambia de lugar de trabajo porque entienden que es mejor que no se junten unos empleados con otros?
Y es que en la Federación han seguido hasta ahora ciertos ejecutivos y responsables que las jugadoras consideran que no han tenido un comportamiento adecuado con ellas, como manifestaron en el comunicado emitido el pasado 15 de septiembre. En él reclamaban “tolerancia cero” hacia personas que “han tenido, incitado, escondido o aplaudido actitudes que van contra la dignidad de las mujeres”.
En esa nota, las futbolistas apuntaban directamente a varios departamentos, como la secretaría general, a cargo de Andreu Camps, mano derecha de Rubiales y que nunca mostró interés en el fútbol femenino; el área de integridad, que depende de Miguel García Caba, bajo cuya mando se hizo un informe que exculpaba a Rubiales, tanto en el beso a Jenni como del gesto obsceno realizado en el palco “al no estar tipificado en el código disciplinario”; el de marketing, dirigido por Rubén Rivera, que junto al director de la selección, el exjugador Albert Luque, viajaron a Ibiza durante las vacaciones de las jugadoras tras el Mundial donde, aparte de otras obligaciones laborales, hicieron de mediadores con el fin de buscar la exculpación de Rubiales; y el de comunicación, liderado por Pablo García Cuervo, cuya labor ha generado desconfianza en las jugadoras. Asimismo solicitaban cambiar el organigrama del fútbol femenino, lo que afectaría a Rafael del Amo, presidente del Comité Nacional de Fútbol Femenino y Ana Álvarez, directora de fútbol femenino de la RFEF.
Francos ha prometido a las jugadoras que en la RFEF va a haber cambios inmediatos en la estructura federativa
El bochorno de estas últimas horas se podía haber evitado si el presidente del Consejo Superior de Deportes, Víctor Francos, hubiera tomado mucho antes la iniciativa de mediar entre las partes, justo lo que hizo el pasado martes 19, cuando la situación ya era límite, y tuvo que acudir a la concentración. Francos, abogado barcelonés sin currículum ninguno relacionado con el deporte para llegar a ocupar el puesto que ostenta (al igual que otros antecesores), pero con padrinos del nivel del presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, como se demostró con la presencia del dirigente merengue el día de toma de posesión del cargo, algo que no había hecho con ninguno de sus predecesores desde 1996, ha tenido una actuación sibilina en todo este conflicto a pesar de aparecer a última hora como el desatascador del embrollo. Valedor y defensor de Rubiales ante Moncloa, ha ido minimizando o endureciendo su discurso según conviniera. Apenas unas horas antes de llegar al hotel donde estaba la selección, dejaba caer en la SER que, si las futbolistas no se presentaban a la concentración, tendría que aplicar la ley, en la que se estipulan sanciones de entre dos y cinco años de inhabilitación y multas económicas.
Francos ha prometido a las jugadoras que en la federación va a haber cambios inmediatos en la estructura federativa y que algunos cargos van a dejar sus puestos, entre ellos se da como seguro a Andreu Camps, aunque quizá no tantos como pedían. También se ha decidido crear una comisión mixta que abordará mejoras para el fútbol femenino, con el fin de equiparar su organigrama con el del masculino. Veremos si las promesas se cumplen y no se quedan en gestos cosméticos, como el de crear una marca única para denominar a las selecciones masculina y femenina, con el fin de ganar tiempo y salir del problema actual. Algunas, como Mapi León y Patri Guijarro, una vez que les aseguraron que no habría sanciones, decidieron dejar la concentración al no estar “mentalmente” en condiciones de seguir “por cómo ha acontecido todo”. Ellas, que ya renunciaron al Mundial al anteponer sus convicciones, prefieren esperar y ver que los compromisos acordados se hagan realidad. Seguro que las próximas generaciones de jugadoras tendrán motivos para agradecer esta lucha.
Vayamos a los hechos recientes para entender lo que ha pasado en los últimos días. La Federación dio una lista de convocadas con jugadoras que habían manifestado su intención de no acudir a la selección hasta que se arreglaran sus peticiones, poniéndolas entre la espada y la pared ante la amenaza de recibir una...
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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