Desigualdades
Género e identidad bajo sospecha
Hermoso y Katir ‘deben’ ser distintos. Una por ser mujer, el otro por su apellido. Una por llamarse futbolista profesional siendo mujer, el otro por llamarse atleta español siendo… español
Karima Ziali 13/09/2023
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El deporte está en el punto de mira. Más por lo que dice de la sociedad en la que vivimos que por las gestas y hazañas de quienes lo practican. En apenas unos días nos hemos dado cuenta de que tenemos una selección femenina de fútbol con cualidades desbordantes. También que algunos actos pueden ensombrecer logros de una envergadura impensable: llenar estadios y bares, movilizar el nervio y las ganas de hacer historia… ante un fútbol protagonizado por mujeres. Las redes y las calles se han incendiado ante un gesto que habla de una actitud caduca, cuestionable y, sobre todo, susceptible de ser juzgada en el espacio público. El beso forzado, capturado por los medios, invisible hace unos años, ahora se convierte en el símbolo de un mundo decadente al que muchas personas se siguen agarrando con las uñas. Quisiera hacer un ejercicio de reflexión similar para el caso del atleta Mo Katir, reciente plata en los 5.000m del Mundial de Atletismo de Budapest.
Pero empecemos por el beso de Rubiales a Hermoso. El gesto revela la incapacidad de un hombre por integrar y aceptar unos límites corporales, que el contexto y la relación de poder establecen de forma tácita. No cabe duda de que Rubiales representa la desorientación que sufren algunos hombres cuando descubren con sorpresa que sus actitudes ya no son la norma y mucho menos lo normal. La normalidad no es un hombre marcando a una mujer con un beso.
Pero además de esto, que indudablemente no se puede perder de vista, quizás debamos cuestionarnos qué supone que Hermoso se haya convertido en un símbolo. ¿Por qué motivo ella, una jugadora de fútbol profesional debe convertirse en la cara representativa de una reflexión colectiva sobre la percepción y la representatividad de las mujeres en los espacios públicos y en las inevitables relaciones de poder que confluyen en ellos? Su papel en el Mundial, sus destrezas y habilidades con el balón pasan a un segundo plano. El balón en casa, la lucha feminista en la calle. Y no hay otra forma de menoscabar y enterrar el valor de una carrera profesional que edificando sobre ella un simbolismo con el que, si bien puede sentirse identificada, no cabe duda de que lo acoge como una máxima (auto)exigida.
Si la figura de Hermoso –más como rostro de una lucha que de una profesional del fútbol– es una parada obligatoria para repensar el significado de ser mujer en un espacio público, Mo Katir lo es para poner el foco sobre el peso de la identidad. Adelanto que, en ambos campos, género e identidad, existe un único –y mismo– mecanismo operativo: ambos funcionan como marcadores de diferencia.
Hermoso y Katir adoptan responsabilidades de unas categorías que los definen desde la diferencia
Hermoso y Katir deben ser distintos. Una por ser mujer, el otro por su apellido. Una por llamarse futbolista profesional siendo mujer, el otro por llamarse atleta español siendo… español. Porque así es como Katir se percibe y se representa. Escuchar su nombre y su apellido despierta en algunos un cosquilleo de incredulidad: “Felicidades a Marruecos”, “La medalla es para Marruecos” y quizás el sincero comentario de Isaac Viciosa “me habría gustado un atleta con apellidos castellanos”. De nuevo me pregunto ¿acaso no se trata de valorar quién es Katir como atleta y como plusmarquista? Lo mismo opera para Hermoso, es campeona de un Mundial de fútbol, pero además debe ser la mujer que lidia contra las desigualdades y el juego sucio de los poderes del fútbol. Sin querer o queriéndolo como algo de lo que difícilmente alguien se pueda deshacer, Hermoso y Katir adoptan responsabilidades de unas categorías que los definen desde la diferencia.
Ambos dejan de ser profesionales del deporte, y devienen sujetos de diferencia. De diferencia respecto a una sociedad que marca el ritmo de la normalidad y que dispone de unos estándares que nos indican qué significa ser Jennifer Hermoso y qué significa ser Mo Katir. Ni Hermoso ni Katir entran en la norma, no pueden tampoco, porque representan, simbolizan, significan algo que está fuera de una normalidad construida desde unos parámetros que ahora son cuestionados públicamente. Colocar a ambos deportistas en un espacio de diferencia respecto a la norma es parte integrante de la norma. El mensaje es claro: sea cual sea tu logro, si perteneces a la esfera de la diferencia sea por una cuestión de género o por una cuestión identitaria, deberás pronunciarte, defenderte, responder…estás, en definitiva, obligado a opinar y sobre todo a definirte, a ubicarte en un espacio donde resulte fácil identificarte.
La lógica de la diferencia siempre opera con la responsabilidad de integrar la diferencia respecto a la normatividad social y justificarse por detentar esa categoría. Cuestionar la identidad de Katir, significa que debe hacerse cargo del malestar que despierta: ¿Cómo sentirse identificado con una persona (y más cuando el éxito lo ha catapultado como cara visible de un país) cuando lleva un nombre que conlleva rechazarlo como un semejante, como un igual?
La ambivalencia es lo que define el sentimiento que despierta Katir y resulta incómodo aceptar la diferencia dentro del “nosotros”. Ante esta ambivalencia, Katir no puede permanecer callado: su responsabilidad es aparcar el trofeo y justificar su sentimiento de pertenencia, convencer de que realmente es español y que la bandera que ondea la siente suya. La sospecha, sea como sea, siempre ondea sobre su cabeza, igual que en su momento se dudaba del grado de catolicismo de “los nuevos cristianos” de la España de los Reyes Católicos. No obstante, nadie tiene el monopolio de la ambivalencia: en realidad, este sentimiento es un pegamento que logra unir como ningún otro aglutinante el corazón de una sociedad.
Si pretendes pasar por esta vida siendo una mujer con éxito o un español de origen marroquí (entiéndase aquí cualquier otro origen que provenga del sur) sin pagar un peaje, estás equivocado. La sentencia existencialista “estamos condenados a ser libres” se convierte en “estamos condenados a ser distintos”. Lo cual convierte en una carrera de resistencia todo propósito que provenga de quienes siempre son sospechosos de no poder ser categorizados y definidos.
El deporte está en el punto de mira. Más por lo que dice de la sociedad en la que vivimos que por las gestas y hazañas de quienes lo practican. En apenas unos días nos hemos dado cuenta de que tenemos una selección femenina de fútbol con cualidades desbordantes. También que algunos actos pueden ensombrecer logros...
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Karima Ziali
Escritora, filósofa y antropóloga. Nacida en Marruecos y criada en Catalunya, se dedicó a la docencia hasta que decidió tomarse en serio como escritora e investigadora. Colabora con diferentes publicaciones y con una escuela feminista. Instalada en Granada desde hace unos meses, se dedica a la investigación sobre sexualidad e Islam.
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