EN PRIMERA PERSONA
Si sobrevivimos a las bombas, ¿qué quedará de nuestras vidas?
Mi amigo, muerto a consecuencia de un ataque aéreo israelí, soñaba con que viajáramos juntos por el mundo. En Gaza, nadie puede garantizar que seguirá vivo en las próximas horas
Mahmoud Mushtaha (+972 Magazine) 25/10/2023
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“Todavía estamos bien”.
Este es el último mensaje que recibí de mi amigo íntimo, Yousef Dawas, asesinado junto a su familia el 14 de octubre durante los indiscriminados ataques aéreos israelíes contra viviendas civiles en el norte de la Franja de Gaza. Yo le había enviado un mensaje por WhatsApp al comienzo del ataque israelí; con su respuesta, tuve la sensación de que Yousef sabía que sería una víctima en las próximas horas, que Yousef tenía la insoportable sensación que todos tenemos de estar esperando la muerte.
Yousef era joven, sólo tenía 20 años, talento para tocar la guitarra y una sonrisa capaz de iluminar incluso los días más oscuros. Era más que un amigo, era mi hermano. Era hermoso no sólo por su aspecto, sino por la gracia con la que transmitía sus sueños. Compartíamos nuestros sueños.
Yousef siempre me decía: “Tenemos que ver el mundo que hay fuera de Gaza”. Soñábamos con viajar juntos. Pero frente a los continuos ataques de Israel contra la Franja, no puedes soñar, no puedes planificar tu futuro. No puedes planear lo que harás ni siquiera en las próximas horas, porque tu vida está en manos de un soldado israelí que reduce tus sueños a escombros.
Perder a Yousef fue un golpe demoledor, y me dejó atormentado por el miedo a perder más amigos. Los incesantes ataques aéreos de Israel son un recordatorio constante de que estamos luchando por sobrevivir. La pregunta que se cierne sobre nuestras cabezas como una nube oscura es: “Si sobrevivimos a esta guerra, ¿cómo continuaremos viviendo con normalidad?”.
Más de 1.000 cadáveres permanecen atrapados bajo los escombros, según la Defensa Civil Palestina
Dos de mis familiares, Kamal y Mohammed, llevan cinco agonizantes días atrapados bajo los escombros de un ataque aéreo israelí, y allí siguen. Los recursos de la Defensa Civil Palestina son lamentablemente insuficientes en comparación con la magnitud de la destrucción causada por los bombardeos israelíes. No sabemos si Kamal y Mohammed siguen vivos o muertos, sepultados bajo el peso de los edificios destrozados.
La angustia de no saber el paradero de los seres queridos es una experiencia compartida entre los habitantes de Gaza. Ante la brutalidad de la agresión israelí y la magnitud de la destrucción, más de 1.000 cadáveres permanecen atrapados bajo los escombros, según la Defensa Civil Palestina.
Ante la implacable violencia que nos ha envuelto, me encuentro lidiando con un profundo dilema. El miedo a perder a alguien más es casi imposible de soportar. Preferiría enfrentarme a la muerte antes que presenciar el dolor de una nueva pérdida. Pero, ¿cómo podemos, como supervivientes de este trauma, en el 18º día del asalto israelí, encontrar la manera de recomponer nuestras vidas?
Nuestras vidas en Tal el-Hawa, nuestro barrio de la ciudad de Gaza, están hechas añicos y han quedado sepultadas bajo los escombros de la guerra. La situación en Gaza, y en particular en mi barrio, es terrible. Las necesidades básicas se han convertido en bienes escasos. No hay agua, ni electricidad, ni comida. Las tiendas de comestibles que antes bullían de vida ahora están abandonadas, y el aroma del pan recién hecho ha desaparecido con el cierre de las panaderías debido a la falta de combustible.
El transporte en Tal el-Hawa está paralizado. Incluso si se quiere evacuar a lugares supuestamente más seguros, no se puede. Muchos taxis han dejado de funcionar por el peligro de ser blanco aleatorio de los ataques aéreos israelíes y porque no tienen gasolina. Nos hemos tenido que enfrentar a la dura realidad de las privaciones mientras Israel sigue imponiéndonos un cruel asedio. Nuestras vidas se han reducido a una mera lucha por la supervivencia.
Nadie puede garantizar que seguiré vivo en las próximas horas
En los últimos días he estado sin Internet ni electricidad; había perdido el contacto con el mundo. No podía escribir nada. No podía organizar mis pensamientos. Nunca imaginé que viviría en estas circunstancias; durante toda mi vida, siempre busqué en el trabajo y el éxito un modo de labrarme un futuro mejor y alcanzar mis sueños.
Cuando iba al hospital a cargar el portátil y las baterías del móvil, y me sentaba en una habitación poco iluminada para escribir esta historia, no he podido evitar preguntarme si sería la última que escribiría. Nadie puede garantizar que seguiré vivo en las próximas horas.
Ahora, mientras navego por las redes sociales, tengo miedo de descubrir que otras personas a las que queremos han muerto. Mi única esperanza ahora es permanecer a salvo con mi familia y volver a ver a mis amigos soñar después de la guerra.
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Este artículo se publicó en inglés el 24 de octubre en +972 Magazine.
Traducción de Paloma Farré.
“Todavía estamos bien”.
Este es el último mensaje que recibí de mi amigo íntimo, Yousef Dawas, asesinado junto a su familia el 14 de octubre durante los indiscriminados ataques aéreos israelíes contra viviendas civiles en el norte de la Franja de Gaza. Yo le había enviado un mensaje por WhatsApp al...
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