Procesando el yuyu
Necesidad y posible virtud
Próxima estación, investidura. Solo después, parece ser, accederemos al texto de la amnistía, que debe estar ya muy avanzado. O planteado. O hecho
Guillem Martínez 29/10/2023
![<p>Pedro Sánchez interviene en el comité federal del PSOE el 28 de octubre de 2023. / <strong>PSOE </strong></p>](/images/cache/800x540/nocrop/images%7Ccms-image-000033377.jpg)
Pedro Sánchez interviene en el comité federal del PSOE el 28 de octubre de 2023. / PSOE
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
1- Por primera vez Sánchez ha apostado por una amnistía. Eso es importante. Mucho –no se pierdan el punto 6–. También lo es el itinerario que Sánchez ha utilizado en su discurso ante el Comité Federal del PSOE. Los discursos son líneas de puntos, migas de pan, que señalan el camino de vuelta a casa, esto es, el punto de partida del viaje, su lógica. El punto de partida de la amnistía, en ese sentido, no podría ser más nebuloso. La amnistía se hace “en nombre de España”. Como todo y como siempre. Todo aquello que se hace por España –o por Catalunya, o por Israel, o por Palestina, o por Antequera–, suele ser, como ya habrán experimentado en su biografía, un camelo. Es de agradecer que Sánchez haya propuesto, a escasos centímetros de España, otro punto de partida más verosímil. Sánchez ha venido a señalar, así, que en el mercado parlamentario hay dos mayorías posibles, y que en una de ellas “hay 56 diputados que reclaman una amnistía”. Aceptar esa amnistía decanta la mayoría, y hace presidente a Sánchez. Por lo que la amnistía, el viaje propuesto, nace de hacer “de la necesidad, virtud”. Es decir, nace de la necesidad. Literalmente. El PSOE necesita ser Gobierno. Como todos, como siempre. Pero, a diferencia del PP, puede serlo, pues posee una libertad menos acotada por su propia propaganda, lo que es una novedad en décadas, y un indicio de la profundidad del hoyo en el que se ha metido el PP, antaño el partido más libre del mundo. Era tan libre como hoy lo es el PP de Madrid, no te digo más. Sánchez ha emitido, a su vez, trazos estilísticos sobre el asidero constitucional optado para esta amnistía –la ha definido como “una herramienta utilizada en países de nuestro entorno”, y ha citado a Portugal, Italia, UK y, muy importante, en tanto su constitución tampoco explicita la amnistía, la RFA–. Hilvanar un texto inteligente, e inteligente constitucionalmente, será también importante y fatalmente necesario, en todo caso –no se pierdan el punto 7–. Finalmente, Sánchez ha explicado que esta decisión será votada por la militancia. Bueno, algo parecido. La militancia votará sí o no a la posibilidad de un Gobierno con Sumar “con el apoyo de otras formaciones (…) para alcanzar la mayoría necesaria”. Los partidos –hasta el PSOE, hasta el Consell de la República, incluso– han descubierto las posibilidades de las consultas internas para darle la razón a la jefatura, en su día experimentadas, con absoluto éxito, por Podemos. Ese acceso a la verticalidad es su gran regalo al R’78, parece.
2- Son importantes las declaraciones de Sánchez, al punto que aquí el menda, que no hace periodismo de declaraciones, está escribiendo esto. Salir del armario, apostar por la amnistía, es una conducta de riesgo, en el caso de que haya repetición de elecciones. Que Sánchez lo haya hecho indica, consecuentemente, que no hay riesgo alguno –salvo, claro, el apuntado en el punto 4; que no es pequeño–, que el pacto está hecho, que se está dosificando, como pasa con los analgésicos o con los culebrones. Como se apuntaba hace un par de semanas en esta sección, parece que va a haber Gobierno Progresista y Sumamente Conservador –esto es, con PNV y Junts por ahí en medio–. Un experimento. Menos experimental, no obstante, que un Gobierno de extrema-derecha, esa cosa que da miedo hasta al gato.
El único riesgo –el riesgo latente en toda la futura legislatura, de hecho– es el carácter inestable de la derecha catalana y su pack aledaño
3- El experimento de Sánchez, que adentra a PSOE y Sumar en un territorio que no les corresponde –con dos derechas severas/PNV/Junts–, puede hacer que, con el tiempo, el PP recapacite, sea menos experimental, y vuelva a mirar a sus aliados naturales –Junts, PNV– como cuando eran novios y el deseo les era sencillo e inapelable. Me duelen los dedos al escribir esto pero, por lo que sea, las sociedades españolas quieren ser de derechas. Pero no necesariamente de extrema derecha, pero no necesariamente con un solo nacionalismo dando la matraca. Por lo que sea, las izquierdas peninsulares –con tendencia a la responsabilidad de Estado, esa irresponsabilidad; con tendencia a hacer lo que debería hacer una inexistente derecha civilizada, y no lo que haría una izquierda leída–, facilitan ese querencia, mientras que las derechas peninsulares, sorprendentemente, la impiden. Se dice rápido.
4- El único riesgo –el riesgo latente en toda la futura legislatura, de hecho– es el carácter inestable de la derecha catalana y su pack aledaño. Una derecha que parece ser de izquierdas, en tanto tiende a ser una olla de grillos en la que todo el mundo se odia. Suele negociar, por eso mismo, con el XXXX. De siempre. En la I Guerra Carlista, verbigracia, el carlismo vasco-navarro, para cerrar el chiringo, negoció con Espartero los fueros que, de alguna manera, siguen existiendo como trazo, como continuidad, como incluso lógica fiscal, en las autonomías vasca y navarra. En Catalunya, por el contrario, no se negoció nada. Nadie lo consideró. Es decir, no había nadie. El catalanismo conservador, en fin, solo ha pitado –mucho o poco– cuando ha sido dirigido por un caudillo, ese tipo de líder descomunal, dotado de un carisma extraño, inexportable, ridículo fuera de su cultura, y que solo ha existido en la Península, Sudamérica y Cuba. Torres i Bages, Prat de la Riba, Cambó y Pujol, el más determinante, el creador, por el mismo precio –alto y cobrado al contado– de dos países irreconciliables, lo que tiene guasa: la España y la Catalunya del 78. Desde Pujol, no ha vuelto a haber otro líder en ese target. El resto ya lo saben. El resto, de alguna manera y para percibir la magnitud de la tragedia, culmina en esta amnistía.
5- Esta amnistía a) carece de virtud alguna, y b) puede poseer una virtud grandiosa. Sobre a): la amnistía sin virtud alguna, tan solo proveída de su necesidad, confirmará la tesis inicial del procesismo. Somos too big to fail. Somos una parte del Estado. No nos pueden hacer nada. Se trata de una cosmovisión creada en la primera legislatura Pujol, la primera legislatura autonómica democrática en Catalunya –1980-84–, cuando Felipe González decidió, literalmente, que Jordi Pujol no pasaría por la Justicia por el expolio de Banca Catalana. Se creaban, con ello, dos objetos. La forma, el acceso, la dinámica de la corrupción política en España y Catalunya, a la sombra, a la tutela del Estado, central o autonómico. Y la forma, el acceso, la dinámica de la autonomía en Catalunya. La nueva autonomía no tenía nada que ver con sus tradiciones anteriores y, mucho menos, con el republicanismo. Era, simplemente, un cortijo, algo, como quedaba patente, privado y no sometido a la ley, para lo que se necesita un sistema de medios propio. Por lo mismo, era algo too big to fail, una parte del Estado, no nos pueden hacer nada. El procecismo partía de que la seguridad de que ese pacto fundacional con Felipe, renovado por Aznar en el 96, seguía existiendo en plena crisis de 2008-17. Y, amparado en esa seguridad, tan solo suponía un enfrentamiento interno por el espacio conservador del catalanismo, tras Pujol –era una pelea sangrienta en el cortijo; la cosa no afectaría al Estado; fallaron los servicios de inteligencia del Estado o, más probablemente, la inteligencia, a secas–. El procés no fue, de ninguna manera, un proceso de autodeterminación, ni un momento de énfasis democrático. Ni, mucho menos, una cesión del poder a la ciudadanía. Fue el desorden patriótico habitual del catalanismo conservador sin líder. En todo caso, con la amnistía por necesidad, sin virtud, el procesismo ha ganado. Su tesis era acertada. El cortijo, en efecto, seguía, sigue existiendo. Too big, etc.
La amnistía puede solventar, además de la situación de unos políticos poco honestos, la vida de cientos de personas
6- La amnistía sin virtud alguna puede tenerla si cumple positivamente con una función social. La amnistía, por sí sola –falta ver su redactado– puede solventar, además de la situación de unos políticos poco despiertos, poco formados, poco informados, poco honestos, la vida de cientos de personas, engañadas por un Gobierno y sometidas a una huelga japonesa policial y jurídica por otro. En tanto que plantea que la solución de un conflicto, pasa por deshacer la actuación del Estado al respecto, la amnistía supone un cuestionamiento a la Justicia y a las FF.SS. Y al jefe de Estado, que les puso las pilas a la Justicia y a las FF.SS. el 3-O, con un discurso refrendado, si bien no solicitado, espontáneo, surgido de un punto yuyu del alma. Una amnistía con virtud más allá de su necesidad, debería plantear de alguna manera –astuta; no hay otra, que el PSOE no es tampoco el POUM– algo de todo ello. Debería ser un objeto cívico, que aportara descongestión y cambios en todo el Estado. Esperanza, incluso. Plantear otro sistema en la formación de los jueces, la forma más sencilla y democrática de poner límites a la derechización y politización de la Justicia. Aludir, por ejemplo, a la supresión de la ley mordaza, primera ley iliberal en España. La amnistía, en fin, puede hablar de todos, y no solo de una parte de la sociedad, y de una clase política deshonesta, que con la amnistía, a diferencia de con un indulto parcial, volverá a la política en 3, 2, 1, si no hay una presión social para que desaparezca de ella. Una ley de amnistía con virtud, con un compromiso con la sociedad, además de los excesos del Estado, debería aludir a los excesos de la mentira en Catalunya y, de esa manera, ponerse al lado de la sociedad catalana, al no ponerse al lado del fake, de ese componente de la extrema derecha que la sociedad ha sufrido, y que puede volver a sufrir sin catarsis éticas de este tipo.
7- La amnistía, para poseer virtud, debería ser, además, un texto intachable, el aludido objeto inteligente del punto 1. Un redactado incólume, ejemplar, que lo ponga difícil al TC. Alejado, por ejemplo, de lo apuntado en el informe, improvisado, apresurado, desatendido, presentado por Comuns y Sumar la pasada semana, con el que Comuns/Sumar renunciaron, zas, a ser un referente de la inteligencia y el civismo de esta amnistía, lo que es particularmente grave, a mi entender, pues no está claro, tampoco, que el PSOE solvente el reto. La amnistía debe ser un texto democrático, inapelable, sexi. O, de lo contrario, ni tan siquiera será necesidad, sino tan solo fracaso, otra degradación en la pendiente de una crisis de régimen. Nada particularmente grave, tan solo un precedente para algo peor, y una nueva herramienta para la derecha salvaje. Me dicen por el pinganillo –uno no puede confirmar lo que le dicen por el pinganillo– que en el texto están participando a) personas englobadas en el Comité de Garanties Estatutàries –una suerte de TC catalán, y una suerte de cementerio de elefantes no muy altos–, y/o por b) abogados del Estado –alto cuerpo del Estado, formado; hasta tienen una revista, en la que se comunican entre ellos el bodorrio de los hijos–. Si esto es así espero, absolutamente, que la cosa sea redactada por b). O estamos perdidos, diría.
8- Próxima estación, investidura. Solo después, parece ser, accederemos al texto de la amnistía, que debe estar ya muy avanzado. O planteado. O hecho.
1- Por primera vez Sánchez ha apostado por una amnistía. Eso es importante. Mucho –no se pierdan el punto 6–. También lo es el itinerario que Sánchez ha utilizado en su discurso ante el Comité Federal del PSOE. Los discursos son líneas de puntos, migas de pan, que señalan el camino de vuelta a...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí