la reacción al genocidio
Israel y Estados Unidos pierden crédito en la esfera internacional
La comunidad occidental, que apoyaba en principio el sagrado derecho de Netanyahu a responder al ataque terrorista, ha empezado a cuestionar y condenar la masacre indiscriminada de civiles en Gaza
Daniel Peral 14/12/2023

El secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, en una reunión con el primer ministro israelí Netanhayu en Tel Aviv el pasado 30 de noviembre. / Chuck Kennedy
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Los Estados Unidos están perdiendo credibilidad por su apoyo a Israel.
Joe Biden, el anciano y bondadoso presidente demócrata, no será recordado por haber ganado por los pelos al terrible Trump, sino por haber permitido una de las peores matanzas de las últimas décadas, si no la peor.
“No es bueno para los Estados Unidos ser identificados con tantas muertes”, ha dicho la expresidenta de Irlanda, Mary Robinson, que encabeza un grupo de antiguos dirigentes llamado los Elders. “Washington debe reconsiderar su ayuda militar a Israel”, ha puntualizado.
Netanyahu no será recordado por acabar con el proceso de paz con los palestinos en su primer mandato, 1996-99, sino como el primer ministro más ultraderechista de la historia del país, el que lanzó la mayor matanza de las últimas décadas en el mundo.
Netanyahu será recordado como el primer ministro más ultraderechista de la historia del país
“La desproporcionada respuesta de Israel por los horrendos ataques del 7 de octubre, que condenamos, ha llegado a un nivel de inhumanidad hacia los palestinos de Gaza intolerable”, ha añadido Mary Robinson.
El relator de la ONU, Martin Griffiths, que estuvo en los campos de la muerte de Camboya, asegura que esto le supera.
No, hay que repetirlo, Biden, el muy noble y demócrata presidente, no ha detenido los bombardeos sobre Gaza, como hizo el muy terrible y conservador Ronald Reagan, en 1982, cuando Israel machacaba el sur de Beirut.
Al vetar una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para pedir un alto el fuego en Gaza, el 8 de diciembre, el representante de los EEUU afirma: “Hamás continúa siendo una amenaza para Israel y sigue controlando Gaza”. ¿Hamás controla Gaza, tras 66 días de bombardeos del norte, del sur, con casi dos millones de desplazados? ¿Desde dónde, desde los túneles? ¿Dónde está la famosa red de túneles de Gaza? Sin comentarios. En paralelo, a la misma hora, la administración Biden pide al Congreso que apruebe la venta de 45.000 proyectiles para los carros de combate Merkava israelíes.
Pero en Israel, el gobierno ya sabe que Biden no va a repetir otro veto, por cuestiones internas, hay elecciones y los ánimos están encendidos, y porque el moderado apoyo de los países árabes se está agotando.
Human Rights Watch afirma que los EEUU corren el riesgo de ser cómplices en crímenes de guerra al seguir suministrando armas a Israel
Human Rights Watch afirma que los EEUU corren el riesgo de ser cómplices en crímenes de guerra al seguir suministrando armas a Israel y darle “cobertura diplomática” para las atrocidades que está cometiendo en Gaza.
En el fondo, el primer ministro Netanyahu es sincero: “Les he dicho a los líderes de varios países, Francia y Alemania entre otros, que no pueden respaldarnos en la lucha contra Hamás y, al mismo tiempo, pedirnos un alto el fuego que evitaría eliminar a Hamás”. Pero va a tener muy difícil vender una ‘victoria’ a la población israelí.
Tarde o temprano, quizá antes de fin de año, Biden tendrá que llamar a Netanyahu y pedirle que detenga los ataques, y ambos van a tener bronca, dice el diario israelí Haaretz. O, más bien, Netanyahu le va a montar una bronca al inquilino de la Casa Blanca. A Biden, comentan en Washington, le gustaría acabar con los bombardeos a finales de diciembre. Netanyahu quiere otro mes más. “Sé cómo manejarlos”, ha dicho Bibi varias veces. Está grabado. Tiene pasaporte de los EEUU. Vivió un tiempo en Filadelfia con su familia y luego estudió en Harvard.
Un padre palestino sujeta el cadáver de su hijo, asesinado en su casa durante un bombardeo israelí en el campamento de refugiados de Nuseirat. / Mohammed Zaanoun.
No, no hay guerra en Gaza. Hay un bombardeo sistemático, masivo, de las zonas civiles por parte de la aviación y la artillería israelíes, apoyado ahora por la IA que escoge los objetivos en función de los datos que ha recabado sobre los posibles paraderos de los dirigentes de Hamás. Si el ordenador da luz verde, disparo. De vez en cuando algún miliciano sube un video con un ataque, varios disparos a una pared.
Las zonas urbanas de la franja son inhabitables. Según la ONU, hay 18.500 muertos y 46.000 heridos desde el 7 de octubre
La proporción de civiles muertos sobre combatientes es de 60/40, mucho más alta, incluso, que en los conflictos del siglo XX, según el sociólogo israelí Yagil Levy. El 40% de las viviendas de Gaza han sido destruidas o dañadas. Las zonas urbanas de la franja son inhabitables. Según la ONU, hay 18.500 muertos y 46.000 heridos desde el 7 de octubre. Han muerto más periodistas que en ningún otro conflicto en las últimas tres décadas, afirma la Federación Internacional de Periodistas, IFJ. Entre los cientos de imágenes que pueda haber visto uno en estos meses, decenas y decenas de niños muertos en todas las posturas posibles, me impresiona todavía la de una niña que acaba de salir de entre los escombros y que pregunta a su tío: “¿Esto es de verdad o es una película?”
La cuestión está en saber si la destrucción se debe a la búsqueda de combatientes de Hamás –hasta la fecha, no se ha mostrado nada de las capacidades militares de la organización, ni túneles sofisticados ni armamento– o todo se debe a un plan premeditado para hacer la franja inhabitable, incapaz de sostener a su población.
Los canales de televisión israelíes raramente muestran escenas de la destrucción causada por sus fuerzas, excepto soldados en acción y familias de los rehenes pidiendo su liberación. Oficialmente, las televisiones quieren ‘proteger’ a los espectadores de las imágenes de sufrimiento en Gaza.
“Pero, ¿esto qué es?”, comenta un espectador en las redes. “¿Intentan infantilizar a la población? Pero si esas imágenes se encuentran en Internet en cualquier página…”.
Las cadenas han mostrado, sin embargo, “decenas de detenidos de Hamás” en calzoncillos y cargados en camiones. Entre ellos, Diaa al-Kahlout, periodista de un diario londinense en árabe y varios miembros de su familia. “Mi padre trabaja en la agencia de la ONU para los refugiados”, dice un palestino. “Le detuvieron en el mercado. No entiendo nada”.
Las televisiones sí mostraron a trabajadores de los hospitales que atendieron a los heridos de la masacre del 7 de octubre, gritando a los miembros del gobierno que fueron a interesarse por la situación: “¡Largaos a casa”, (lejev a baita!, en hebreo), “¡tenéis las manos manchadas de sangre!”. Sería cómico de no ser todo tan dramático. El ejército israelí anunciaba a comienzos de mes que había rodeado la casa de Yahya Sinwar, el dirigente militar de Hamás, presunto cerebro de la operación del 7 de octubre. ¿Qué pretendían decir, que iba a caer, que iba a estar en casa tomando el té con los suyos, en medio de la que está cayendo? Patético.
Pase lo que pase, Bibi Netanyahu está acabado. Tendrá que responder por el gigantesco fallo de seguridad que permitió el 7 de octubre
Pase lo que pase, Bibi Netanyahu está acabado. Tendrá que responder por el gigantesco fallo de seguridad que permitió el 7 de octubre. Durante el último año, las analistas del ejército israelí en la frontera de Gaza, todas mujeres, que se pasan horas y horas ante las pantallas de vigilancia de la franja, advirtieron de movimientos sospechosos. Nadie les hizo caso. La sociedad israelí, que estaba en las calles hace apenas unos meses pidiendo la dimisión de Netanyahu por intentar controlar la justicia, está dividida, no ha cerrado filas frente a la masacre. En Instagram se pueden ver jóvenes que se ríen de los palestinos muertos, que aseguran que van a celebrar una party en Gaza sobre las ruinas. Pero los hay también que se manifiestan a las puertas de la residencia del primer ministro, abominando de su figura y de su gobierno. Una joven que sobrevivió al asalto del kibutz Be.eri, que responsabilizó a Netanyahu de los hechos por no haber negociado la paz, dice ahora desde un hotel en Eilat, donde han sido llevados los supervivientes, que vomita cada que escucha que es necesaria la venganza.
En cualquier foro internacional, en cualquier televisión, sobre todo en el mundo anglosajón, surge siempre una pregunta: “Do you condemn Hamás?” Y repiten y repiten la pregunta, si el interpelado no deja la cosa clara. Y si no dice que sí, abandonan el foro.
¿Qué pasó el 7 de octubre? The Guardian, un medio muy serio, explica: “The militant organization broke through the perimeter fence around Gaza and killed more than 1,200 people, mostly civilians”. No es riguroso, habría que citar la fuente. Más de 1.200 pueden ser 5.000. La cifra inicial era de 1.500. No hay lista de muertos. Hay víctimas dadas por muertas, como una niña tomada como rehén y que es devuelta a su padre. Segundo: habría que saber cómo murieron. El muy prestigioso diario de Tel Aviv Haaretz dice que los helicópteros israelíes atacaron a los que huían de la fiesta Nova, matando indiscriminadamente a jóvenes y milicianos. La consigna del ejército, conocida como doctrina Aníbal es esa: no se permite que los israelíes sean tomados como rehenes, pues luego hay que intercambiarlos por decenas, por cientos de presos palestinos. Así que se prefiere su muerte. Por cierto, el gobierno brama contra Haaretz, pero es un diario ‘semita’, puede criticar.
Y continúa The Guardian: “Approximately 18,000 people have been killed in Gaza during the Israeli offensive, including about 6,000 children and 4,000 women, according to Hamas-run authorities”. En este caso hay fuentes, las autoridades de Hamás. Se puede poner en duda.
Dos niños palestinos mueren ametrallados en Jenin. La fuente es la brutal imagen que hemos visto. El ejército israelí dice que los autores pueden haber sido los propios palestinos, que están chequeando la información. Estamos esperando. Van casi 300 víctimas mortales en Cisjordania en lo que va de año por parte del ejército y de los colonos, de acuerdo a diversas fuentes.
¿Condena usted la actividad de los colonos judíos (no viven en el territorio del Estado de Israel, sino en la Cisjordania ocupada) y del ejército de ocupación?
Hablar, no de Hamás, sino de los derechos de los palestinos se ha convertido en un peligro, te puede caer encima todo el fuego de los relatos bíblicos, que no se sabe en qué consistía, porque no se habían inventado la pólvora, ni el lanzallamas, ni los misiles inteligentes. Si es que un misil puede ser inteligente.
Y no se libra nadie. Ni Antonio Guterres, que invocó el Artículo 99 de la Carta de la ONU, que dice que el secretario general puede informar a los miembros del Consejo cuando haya un asunto que amenace a la paz internacional, porque Gaza está haciendo frente a un colapso humanitario. El embajador israelí ante la ONU, el muy duro Gilad Erdan, acusa a Guterres de haber llegado a lo más bajo y de actuar contra Israel.
El fundador de Hamás decía: “Ya está bien de confundir a los judíos con los israelíes. Nosotros convivimos durante décadas con los judíos sin ningún problema”
El jeque Yassin, fundador de Hamás en 1987, con apoyo israelí, decía: “Ya está bien de confundir a los judíos con los israelíes. Nosotros convivimos durante décadas con los judíos sin ningún problema. Yo respeto todas las religiones; el problema es con los israelíes que nos ocupan, roban nuestra tierra, y matan a nuestra gente”.
La vieja narrativa, el uso sistemático del “Dios no dio la tierra”, antisemitismo y Holocausto, han sido términos esgrimidos para permitir a Israel que haga lo que quiera. Pero muchos llegaron antes del Holocausto. Benzion Netanyahu, polaco, padre del primer ministro, llegó a la Palestina del mandato británico en 1920, mucho antes de que Hitler tomara el poder. Varios primeros ministros también lo hicieron. Isaac Shamir nació en Bielorrusia y en 1935 emigró a Palestina. El padre fundador, Ben Gurion, polaco, emigró mucho antes, en 1906, en la época del Imperio Otomano. Menahem Beguin nació en Brest, hoy Bielorrusia, luchó contra los soviéticos y emigró a Palestina en 1942. Su organización paramilitar, Irgún, dinamitó el Hotel King David de Jerusalén, donde se encontraba la administración británica. Winston Churchill, que defendía la causa sionista, dijo que fue “uno de los más devastadores y cobardes crímenes que se habían reportado en la historia”.
Semitas son también los árabes, ambos pueblos descienden de Sem, uno de los tres hijos de Noé
El antisemitismo del que huían nació en una Europa cristiana, católica, protestante u ortodoxa, frente a una minoría judía. Semitas son también los árabes, ambos pueblos descienden de Sem, uno de los tres hijos de Noé, si hacemos caso al libro sagrado de los judíos. Las dos lenguas, árabe y hebreo, vienen del arameo. Pero en la época no había árabes en Europa.
El Holocausto fue un drama europeo, no se puede utilizar el término para masacrar a los palestinos. Hoy, el mundo cristiano, el muy radical de los Estados Unidos, el de los new born christians y en España, en los círculos conservadores, sigue apoyando a Israel. Solo importa la masacre de Hamás, las violaciones, no los niños palestinos. Aquí, en concreto, quizá por la mala conciencia por tantos siglos de persecución, de haberles acusado de matar a Jesús, de haberles expulsado (a una cuarta parte; las tres cuartas partes se convirtieron), por el Holocausto, y porque el enemigo de hoy es el Islam más fundamentalista, Bin Laden, el ISIS, Hamás y, de paso, todos los palestinos. Pero no saben que una buena parte de los palestinos, no solo en Belén o Ramalla, sino incluso en Gaza, son cristianos. Han bombardeado iglesias en la franja, como la grecoortodoxa de San Porfirio.
Ha cambiado mucho la manera de informarse en las últimas décadas. Ya no son los mainstream media, los diarios o la televisión, los medios de comunicación, sobre todo para los jóvenes. Está Instagram, por ejemplo.
Hoy, muchos jóvenes no han visto las decenas y decenas de películas que hizo Hollywood sobre el Holocausto. Ven lo que sucede en Gaza, el genocidio contemporáneo. En tiempo real, en crudo.
Y hay muchos jóvenes en las universidades de los EEUU que piden un alto el fuego, muchos, muchos judíos, que se concentran en la estación de Gran Central, que colapsan el puente George Washington en pleno movimiento masivo por el día de Acción de Gracias, que se concentran en el Museo de Historia Natural de N.Y., o ante la Casa Blanca.
En la más prestigiosa de las universidades, Harvard, los donantes (no vamos a entrar ahora en quiénes son los donantes) solicitaron a la presidenta Claudine Gay que hiciera más explícito el respaldo a Israel y que condenara a los grupos que habían mostrado su apoyo no a Hamás, sino al pueblo palestino. La pobre presidenta ha contestado que “el código de conducta de Harvard permite la libre expresión de opiniones, incluso algunas que sean discutibles”. Otra presidenta de Universidad, Elizabeth Magill, de Pennsylvania, ha tenido que dimitir porque no había condenado explícitamente el genocidio de judíos. “Depende del contexto”, había puntualizado.
Apenas un 19% de los jóvenes estadounidenses respalda la actitud de Biden en el conflicto Israel-Hamás. El 46% está en contra
Sí, ha cambiado la percepción de la vieja narrativa entre las generaciones más jóvenes. Según una encuesta del Pew Research Center, apenas un 19% de los jóvenes estadounidenses respalda la actitud de Biden en el conflicto Israel-Hamás. El 46% está en contra.
Hollywood es un gigantesco altavoz, todo lo que hace reverbera en el mundo. Siempre ha estado muy cerca de la comunidad judía. Paramount, Fox, Metro Goldwyn Mayer, Warner Bros, RKO, Universal o Columbia fueron fundadas por judíos. En 1948, tras la creación del Estado, una multitud escuchó el discurso del fundador, Ben Gurion. Tras la guerra de los seis días hubo un acto por Israel, con apoyo de Frank Sinatra, Peter Sellers y Barbra Streisand, entre otros.
Hoy, la otra Meca, la del cine, está revuelta. El caso más notable es el de Susan Sarandon, la actriz expulsada de su agencia por haber hecho comentarios a favor de Palestina, que no de Hamás. Otra agente, Maha Dakhil, dimitió tras acusar a Israel de genocidio. Una larga lista de actores, casi 200 –Phoenix, Cooper, o Gómez, entre otros–, han pedido a Biden que consiga un alto el fuego.
Hollywood ha mostrado su admiración y lealtad hacia Israel, dice David Clennon, ganador de un Emmy, pero hay una nueva generación que empieza a desafiar esa ideología. Y la vieja guardia va a hacer todo para intimidarla.
Sí, ha habido un ataque terrorista contra un Estado reconocido por la comunidad internacional. ¿Estaba ocupada Gaza como está Cisjordania? No, Gaza está cercada, el espacio aéreo controlado y en la costa los pescadores no pueden salir más de unas millas. No, no es una cárcel, es un campo de concentración, lleno de indocumentados, de apátridas*. Aquellos que apoyaron incondicionalmente el derecho a la defensa de Israel empiezan a preocuparse.
Gaza está cercada, el espacio aéreo controlado y en la costa los pescadores no pueden salir más de unas millas. No es una cárcel, es un campo de concentración
“¿Qué es eso de la destrucción total de Hamás? ¿Es posible? Si es así, puede durar como mínimo 10 años”, decía el presidente Macron a comienzos de mes.
“Toda la sociedad israelí está unida en torno a un objetivo, el de desmantelar a Hamás, incluso si dura meses”, afirma el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant.
“No, no creo que tengan apoyo para eso”, responde el secretario de Estado de los EEUU, Antony Blinken, judío y descendiente de supervivientes del Holocausto. “Espero que no se repita en el sur de Gaza la pérdida de vidas de civiles y los desplazamientos que hemos visto en el norte”, añade. “Si Israel no protege a los civiles, les van a echar en brazos del enemigo; van a tener una victoria táctica y una derrota estratégica”, asegura el secretario de Defensa, Lloyd Austin.
Inmediaciones del Hospital Al-Shifa, que sufrieron nuevos bombardeos la noche del 9 de noviembre. / Mahmoud Mushtaha
“Si Israel no cumple con la ley internacional hoy, que no se queje después”, asegura el fiscal jefe de la Corte Criminal Internacional, Karim Khan, tras haber visitado Israel y Palestina.
La pregunta podría ser: ¿apoya usted la lucha contra la ocupación militar? La OLP, cuando atacaba a los soldados que ocupaban Gaza o Cisjordania, ¿era terrorista? Bueno, después hasta Netanyahu dio la mano a Arafat en el puesto fronterizo de Erez, en enero de 1997. Yo estaba allí y los vi a ambos.
El movimiento de la resistencia islámica es muy vago en sus fines
Cierto es que el movimiento de la resistencia islámica es muy vago en sus fines. Su carta fundacional no deja claro si quiere liberar el territorio ocupado o acabar con Israel. Cita un hadith, un dicho del Islam: “Hasta que los judíos tengan que esconderse detrás de los árboles y las piedras…” Todo es muy “poético” en la zona. El himno de Israel, Hativka, la esperanza, habla de “la esperanza de dos mil años, de ser un pueblo libre en nuestra tierra: la tierra de Sión y Jerusalén”. ¿Dónde empieza y dónde termina Sión? ¿En qué Conferencia internacional se ha sentado El Todopoderoso para defender los derechos de su pueblo, del elegido? Por favor.
No son conspiraciones que Israel apoyó en dos momentos a Hamás. Uno, en su fundación en 1987, como contrapeso a la laica OLP de Arafat, según contó en su momento el general israelí Yitzhak Segev. Y hace cuatro años, está grabado, cuando Netanyahu saludó que Qatar enviara fondos a Hamás para que creciera y fuera un contrapeso a la debilitada Autoridad Palestina de Cisjordania, al desacreditado Abú Mazen.
“Si Israel se defiende, importa el cómo, la ley internacional debe ser respetada” remacha la vicepresidenta de EEUU, Kamala Harris
La “comunidad occidental”, que apoyaba en principio el sagrado derecho de Israel a defenderse y a responder a un ataque terrorista, ha pasado a criticar o a condenar la matanza de civiles. “Si Israel se defiende, importa el cómo, la ley internacional debe ser respetada” remacha la vicepresidenta de EEUU, Kamala Harris. “Han muerto demasiados civiles”, agrega. El secretario de Estado, Blinken, cada día más dubitativo, entiende que “hay una pequeña diferencia entre los intentos de Israel de proteger a los civiles y los resultados”.
¿Cuál es la base de esta política, de la posición estadounidense? AIPAC es una poderosísima organización de los EEUU, un lobby judío, creada para fomentar la amistad con Israel. Tiene más de tres millones de miembros que bombean sumas ingentes de dólares a los dos grandes partidos para que hagan lo que ellos piden. AIPAC presume de que los candidatos que respalda, ganan. El 98% de los “apoyados” ganó en las elecciones de 2022. Pero, oh, ahora los donantes de los demócratas están asustados por los posibles efectos de la guerra en Estados como Michigan o Georgia, con mucha población árabeamericana.
Todo esto hay que conectarlo con el poderoso entramado militar e industrial de los EEUU, que nació tras la Segunda Guerra Mundial
Y todo esto hay que conectarlo con el poderoso entramado militar e industrial de los EEUU, que nació tras la Segunda Guerra Mundial. Antes no existía, el país estaba dedicado a sí mismo, pero gracias al conflicto descubrió que la venta de armas era un gran negocio. Los británicos terminaron de pagar su deuda por lo de Normandía en 2011. No salió gratis. Para vender armas tiene que haber guerra y se invade cualquier país, Vietnam, Afganistán o Iraq. O que otros invadan Ucrania o Gaza. El caso es armarla. Ya lo advirtió en su discurso de despedida, en 1961, el presidente Eisenhower, poco sospechoso, porque era un militar con todo el prestigio: “El aparato industrial-militar podría dictar en el futuro las políticas de los Estados Unidos y eso sería muy peligroso”. Es lo que está pasando en las últimas décadas.
Por eso, quizá, ese tono alterado y emocionado de algunos dirigentes de los Estados Unidos sobre lo que sucede en Gaza no se traslada a la práctica. “Israel debe reducir el número de víctimas civiles, pero no las reduce”, dice Joe Cirincione, analista de seguridad de Washington, que en los primeros momentos apoyó a Biden. “Todo lo que hacen es palabrería. El secretario de Estado me parece patético”, añade. “Podrían dejar de enviar bombas de 500 o de 1.000 kilos. Si quieren que Israel detenga la carnicería de civiles, no le envíen las armas con las que está cometiendo esa carnicería”.
Hay sectores que toman medidas. Cuatro fábricas británicas de elementos de los aviones de combate que utiliza Israel en sus bombardeos han sido cerradas por los sindicatos, que piden una Palestina libre.
“Lo que está haciendo Netanyahu es inmoral, es una violación de la legislación internacional. Los Estados Unidos no deberían ser cómplices de esas acciones”, afirma el senador independiente por Vermont, Bernie Sanders. “Tal como el mundo ve la situación, Israel está perdiendo la guerra”, añade.
La ONG Médicos Sin Fronteras ha acusado al Consejo de Seguridad de la ONU, y en particular al veto de los Estados Unidos, de ser cómplices en la matanza que se está cometiendo, una inacción que da luz verde al asesinato de hombres mujeres y niños. ¿Será ésta una afirmación antisemita?
Otros dirigentes de otros países más débiles dicen algo más suave y reciben reprimendas terribles. No vas a abroncar al que te manda miles de millones en ayuda.
¿Y qué dicen de lo que sucede en Oriente, los ‘hermanos’ de los palestinos, los árabes? En la época del Imperio Otomano, los beduinos pastoreaban un territorio común, sin fronteras, desde el Neguev al norte de Arabia, pasando por el desierto de Jericó o el Wadi Rum. Luego, los del sur tuvieron más suerte porque encontraron petróleo. Bueno, no ellos, Occidente.
En 1973, tras la guerra del Yom Kippur, nos embargaron el crudo en represalia por el respaldo a Israel. Aquello desencadenó la drástica subida del precio y una crisis que acabó con tres décadas de crecimiento ininterrumpido. Las tres décadas felices, que decía Tony Judd. Una crisis de las que hacen Historia. Pero hoy, los Estados Unidos están bombeando cantidades ingentes de crudo, las más altas de la historia y bajan los precios. Los países de la OPEP, muchos árabes, se han quedado sin esa arma.
En 1967, tras la guerra de los seis días y la ocupación de los territorios palestinos, los países árabes firmaron la resolución de Jartum, los “tres no”: no a la paz con Israel, no al reconocimiento del Estado de Israel, no a las negociaciones con Israel.
En septiembre de 2020, Israel, Emiratos Árabes Unidos y Baréin, apadrinados por Donald Trump, normalizaron sus relaciones con los Acuerdos de Abraham
Pero en los últimos tiempos, parecían más ‘domeñados’. En septiembre de 2020, Israel, Emiratos Árabes Unidos y Baréin, apadrinados por Donald Trump, normalizaron sus relaciones con los Acuerdos de Abraham, lindo nombre común para árabes y judíos. Una nueva Era para el Oriente próximo, se decía. Entre ellas, la idea de que despedir u olvidarse de una vez por todas de los palestinos contribuía a una región más pacífica.
La autonomía palestina y Hamás los consideraron como una puñalada por la espalda. Israel podía haber sido generoso con los palestinos, pero su respuesta fue la radicalización, la expansión de los asentamientos judíos. “Ahora podemos hacer lo que queramos”, decía Alon Levy, exdirector general de exteriores israelí. Como apuntaba Golda Meir: “Después del Holocausto, lo que queramos”. La expulsión de los palestinos de sus territorios estaba en su agenda. Pero la brutal respuesta de Hamás ha hecho volar por los aires los acercamientos. Casi todas las suposiciones que sustentaron los Acuerdos de Abraham eran desastrosamente erróneas. Arabia Saudí, que pensaba sumarse, se lo tendrá que pensar. Los clérigos wahabíes que inspiran la doctrina de ese país no estaban muy de acuerdo con lo de Abraham.
El emir de Qatar, el muy poderoso Tamim bin Hamad al-Thani, ha sido el más claro ahora, el más tajante: “Lo que esta haciendo Israel en Gaza es un genocidio, ha violado todos los valores éticos, políticos y humanitarios, es una desgracia que la comunidad internacional permita que continúe este crimen odioso”.
En medio de una zona de dictaduras, califatos y monarquías absolutistas, pero que tiene petróleo, un Occidente en declive tiene una antena, una cabeza de puente, en un Israel “democrático y que respeta los derechos humanos”, dentro de su territorio, porque Cisjordania sigue ocupada militarmente, y Gaza, cercada, militarmente también. En realidad, Israel no es un país, es un proyecto político del tipo colonial, sostiene el historiador israelí Ilan Pappé.
La pregunta que se podría hacer es: ¿condena usted la ocupación militar de Cisjordania y el cerco asfixiante de Gaza, previos al ataque de Hamás?
La pregunta que se podría hacer es: ¿condena usted la ocupación militar de Cisjordania y el cerco asfixiante de Gaza, previos al ataque de Hamás?
Los judíos radicales estiman que El innombrable, G-d como escriben en inglés, les dio la tierra. Eso es algo insostenible en la laica o descreída vida contemporánea, al menos en el mundo occidental al que Israel dice pertenecer. ¿O es una teocracia? Israel se fundó “para los judíos”, no como Estado religioso y la mayoría de sus fundadores eran laicos, no practicantes. Pero si hacemos caso a las consignas religiosas, que nunca vienen mal, el libro de los libros dice también: “No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás” (Levítico 19:13); “En el extranjero moraré, no le oprimiré” (Levítico 19:33); “No oprimireis al extranjero, al huérfano” (Jeremías 7:6).
Hay escaramuzas, batallas y guerras. Un ejército convencional puede ganar a otro. Lo tiene más difícil con una guerrilla. Hamás puede perder la batalla, pero ganar la guerra, sostiene Jon Alterman (apellido judío) del CSIS de Washington. Con sólo sobrevivir, una guerrilla ha ganado. Hezbolá emergió por la invasión israelí del Líbano, sustituyendo a la OLP, el objetivo principal. Israel tiene capacidades infinitas, pero esa sobrerreacción puede generar antipatías.
Por cierto, ¿do you condemn Hamas?, ¿condena usted la ocupación?, ¿condena la guerra contra niños, porque el silencio es complicidad, como ha dicho Unicef?
La aviación israelí ha lanzado octavillas sobre el sur de la franja de Gaza, sobre la bombardeada Jan Yunis. Tienen impresa una Sura del Corán, la 29, verso 14: “La avalancha les alcanzó porque eran malhechores”.
¿A qué malhechores se refieren?
Notas:
* En la cuarta parte de su libro Drinking the Sea at Gaza: Days and Nights in a Land Under Siege, Hass centra su atención en la política israelí de cierre y su desastroso impacto en Gaza. Ningún habitante de Gaza puede salir de la Franja sin un permiso de salida emitido por Israel, según criterios arbitrarios y poco claros. Categorías enteras de personas (hombres solteros, por ejemplo) no pueden salir en absoluto. Cuando Israel cierra herméticamente la Franja de Gaza (como lo hizo 18 veces entre mayo de 1994 y octubre de 1996), se cancelan todos los permisos de salida. Si bien muchos habitantes de Gaza asumieron que las condiciones mejorarían una vez comenzara el autogobierno, la situación, de hecho, empeoró. Israel endureció sus fronteras y dejó que las autoridades palestinas sirvieran de intermediarias entre el pueblo de Gaza y la administración civil israelí, que seguía dictando quién podía y quién no podía abandonar la Franja.
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Daniel Peral es excorresponsal de TVE en Jerusalén.
Los Estados Unidos están perdiendo credibilidad por su apoyo a Israel.
Joe Biden, el anciano y bondadoso presidente demócrata, no será recordado por haber ganado por los pelos al terrible Trump, sino por haber permitido una de las peores matanzas de las últimas décadas, si no la peor.
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Daniel Peral
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