Testimonios
Los supervivientes de la ‘masacre de la harina’ describen el ataque israelí como “indiscriminado”
Testigos presenciales palestinos afirman que las tropas dispararon directamente contra una multitud hambrienta que intentaba conseguir comida para sus familias, matando e hiriendo a muchos en el caos
Mahmoud Mushtaha Ciudad de Gaza , 8/03/2024
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En la madrugada del 29 de febrero, más de 110 palestinos murieron y varios cientos resultaron heridos en el norte de la Franja cuando un convoy de camiones que transportaba ayuda humanitaria llegó a la ciudad de Gaza, donde una multitud hambrienta se había congregado cerca de la costa. Israel negó de inmediato ser responsable de las víctimas y publicó imágenes editadas de drones que pretendían demostrar que su ejército “no abrió fuego contra los que buscaban ayuda” y únicamente dispararon contra “varios individuos” que “suponían una amenaza”; al contrario, Israel acusó a los palestinos de “pisotear a otros gazatíes hasta matarlos”. Sin embargo, los testimonios que ha recogido +972 Magazine de palestinos que sobrevivieron a lo que denominan la ‘masacre de la harina’ describen a las fuerzas armadas israelíes abriendo fuego indiscriminadamente contra la multitud.
Alrededor de las 9 de la noche, los tanques lanzaron proyectiles contra los edificios mientras los soldados disparaban sus armas al aire para asustar a la multitud
En la noche del 28 de febrero, decenas de miles de palestinos que permanecen en el norte de Gaza –aproximadamente 300.000, que están empezando a morir de hambre como consecuencia de la intensificación del asedio israelí desde el 7 de octubre y de la grave escasez de ayuda que llega al norte– empezaron a congregarse a lo largo de la calle Al-Rashid, al oeste de la ciudad de Gaza. Alrededor de las 9 de la noche, según testigos presenciales, las tropas israelíes llevaron a cabo un barrido de los rascacielos que aún quedaban en pie en la zona. Los tanques lanzaban proyectiles contra algunos de los edificios mientras los soldados disparaban sus armas al aire para asustar a la multitud.
“En ese momento mi tío quiso irse a casa, decía que era demasiado peligroso”, explicó a +972 MagazineAbdel Jalil Al-Fayoumi, de 22 años, que esperaba en la calle Al-Rashid con su tío Abbas y su primo Moatasem, de 15 años. “Pero la gente nos tranquilizó diciéndonos que el ejército lleva a cabo estos barridos sólo para intimidarnos, y que no nos harían daño directamente. Se respiraba esperanza e incluso alegría ante la posibilidad de conseguir harina para nuestras familias”.
El convoy de camiones de ayuda llegó alrededor de las 4:45 de la madrugada, antes del amanecer, e inmediatamente fue rodeado por la multitud. “No pude ver el camión; sólo vi sus luces y a la gente que corría hacia él”, continuó Al-Fayoumi. “De repente, los tanques israelíes empezaron a disparar con intensidad. Me separé de mi tío y mi primo. No sabía lo que estaba pasando; sólo quería sobrevivir y escapar. Todo el mundo gritaba y huía. Había cadáveres en el suelo y heridos que pedían ayuda”.
En el Hospital Al-Awda, el Dr. Mohamed Salha declaró que habían recibido 176 heridos en la mañana, 142 de los cuales tenían heridas de bala
Al-Fayoumi buscó desesperadamente a Abbas y a Moatasem por los alrededores hasta las 9 de la mañana, pero no los encontró. Volvió al lugar donde se alojaba su familia para comprobar si habían regresado, pero no fue así. Decidió acompañar a la mujer de su tío al hospital Al-Shifa, donde habían llevado a muchos de los muertos y heridos en carros tirados por burros. “El hospital estaba lleno de muertos y heridos y de madres que buscaban a sus hijos desaparecidos”, recuerda.
Tras horas de búsqueda, encontraron a Abbas frente a un cadáver cubierto con una sábana blanca ensangrentada. Moatasem, su hijo, yacía sin vida y partes del interior de su cabeza estaban al descubierto. Abbas explicó que, cuando las tropas israelíes abrieron fuego contra la multitud, él y su hijo habían intentado ponerse a cubierto tras los escombros de bombardeos anteriores. Moatasem levantó la cabeza un segundo y fue alcanzado por una bala israelí.
“Mi tío no paraba de llorar ante el cadáver de su hijo y decía: ‘No he podido traerte harina, perdóname’”, continuaba Al-Fayoumi con los ojos llenos de lágrimas. “La única razón por la que fue con su hijo era su urgente necesidad de llevar comida a casa”.
La misma escena se repetía en los hospitales de toda la ciudad de Gaza. El director del Hospital Kamal Adwan explicó a The New York Times que habían recibido los cadáveres de doce personas muertas por disparos y otras cien con heridas de bala. En el Hospital Al-Awda, el director interino, el Dr. Mohamed Salha, declaró a la BBC que habían recibido 176 heridos en la mañana del 29 de febrero, 142 de los cuales tenían heridas de bala. Un funcionario de la ONU que visitó Al-Shifa tras el incidente describió haber visto decenas de pacientes heridos de bala y declaró a la BBC que las tropas israelíes habían "disparado contra la zona más densa de la multitud”.
“La escena parecía el día del juicio final”
“La situación era catastrófica”, dijo a +972 Magazine Said Al-Suwairki, otro superviviente de la masacre que, como hermano mayor, había asumido la responsabilidad de conseguir comida para su familia. “Tras horas de espera, llegaron los camiones de primeros auxilios y todo el mundo corrió hacia ellos. La gente se peleaba y se empujaba para conseguir un saco de harina. Cuando la gente se agolpó en los camiones, los vehículos del ejército israelí abrieron fuego contra nosotros. Vi cómo las balas alcanzaban directamente a la gente”.
“En cuanto lo vi, empecé a retirarme”, continuaba Al-Suwairki. “Quería sobrevivir. Al alejarme tropecé con algo. Encendí la linterna de mi teléfono para poder ver en la oscuridad y descubrí un cadáver en el suelo”.
“La escena parecía el día del juicio final”, prosiguió. “Nadie se preocupaba por nadie. Todo el mundo quería coger harina o lo que fuera del camión de ayuda. Había cadáveres en el suelo y heridos que gritaban pidiendo ayuda, pero nadie les prestaba atención. El hambre llevaba a la gente a extremos que la empujaba a la muerte”.
En medio del pánico provocado por los disparos, muchos palestinos también murieron y resultaron heridos al ser aplastados por la multitud
Salameh Rafiq Obeid, de 27 años, explicó a +972 Magazine que llegó a la calle Al-Rashid hacia la medianoche y que a esa hora ya estaba muy concurrida. “Casi todos los residentes del norte salieron esa noche a buscar harina, tanto mujeres como hombres”, explicó. “Nadie quería volver con sus hijos con las manos vacías. Todo el mundo avanzó hacia los camiones; no había distancia entre los tanques israelíes y la gente”.
“Cuando la multitud se abalanzó sobre los camiones de ayuda que estaban cerca de los efectivos israelíes, el ejército respondió disparando indiscriminadamente contra todos los que estaban allí, obligándoles a retroceder”, continuó Obeid. “Al ver esto, busqué desesperadamente a mis parientes para regresar a la escuela [donde se refugia la familia de Obeid]. La situación era sumamente difícil y peligrosa”.
“Volvimos a la escuela, pero algunos de los nuestros habían desaparecido”, continuó. “Mi primo de 13 años, Nidal, murió de un disparo cuando intentaba coger un saco de harina de un camión que estaba cerca del ejército israelí”.
Caos y pánico
En medio del pánico provocado por los disparos, muchos palestinos también murieron y resultaron heridos al ser aplastados por la multitud y los propios camiones de ayuda. Haitham Jarrada, de 51 años, se fracturó el pie derecho en medio del caos. “Estaba esperando ayuda, como todo el mundo”, declaró a +972 Magazine. “Cuando llegó el primer camión, la gente se apresuró a coger harina y entonces se oyeron disparos aleatorios del ejército. En ese momento no sabía lo que estaba pasando”.
“Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos”, continúa Jarrada. “Estábamos esperando en la oscuridad. Algunos camioneros seguían moviéndose ante el temor de sufrir daños por los disparos. Intenté escapar, pero a causa de la aglomeración, la gente me empujó delante del camión que me aplastó la pierna”.
Mohammed Mushtaha y su hermano Ra'ed (primos segundos de quien escribe) también se encontraban entre la multitud que intentaba llevar comida a sus hijos y padres ancianos. Esperaban desde las 5 de la tarde del 28 de febrero. “Llevamos sin harina desde el primer alto el fuego [en noviembre]: casi 100 días”, dijo Mohammed a +972 Magazine.
“Antes de ir a la calle Al-Rashid, le dije a Ra'ed: ‘Déjame ir solo y tú quédate con nuestra madre, tu mujer y tus tres hijos’”, relató Mushtaha. “Raed se negó y me dijo: ‘Soy padre, tengo que alimentar a mis hijos. Vamos los dos y cada uno llevará un saco de harina. No sabemos cuánto durará esta crisis’”.
Cuando empezaron a sonar los disparos y se desató el caos, Mushtaha perdió de vista a su hermano y fue a esperarlo a un punto de encuentro que habían acordado de antemano por si se separaban. Durante dos horas aguardó con miedo y ansiedad, pero su hermano nunca apareció. Cuando la multitud se dispersó, regresó a la carretera de la costa y encontró el cuerpo sin vida de su hermano en el suelo. Ra'ed, insiste Mushtaha, murió por un proyectil procedente de un tanque que disparó contra la multitud que esperaba ayuda.
Mushtaha llora ahora la pérdida de dos de sus hermanos: antes de Ra'ed fue Ahmed, que murió a principios de diciembre cuando Israel bombardeó su casa en el barrio de Shuja'iya.
En respuesta a la solicitud de comentarios sobre los hechos descritos en este artículo, la Oficina del Portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel nos remitió a las declaraciones anteriores del ejército y añadió que en los próximos días publicarán un relato más completo cuando haya concluido la investigación interna.
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Este artículo fue publicado originalmente en +972 Magazine.
Traducción de Paloma Farré.
En la madrugada del 29 de febrero, más de 110 palestinos murieron y varios cientos resultaron heridos en el norte de la Franja cuando un convoy de camiones que transportaba ayuda humanitaria llegó a la ciudad de Gaza, donde una multitud hambrienta se había congregado cerca de la costa. Israel negó de inmediato...
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