Un avance colectivo
Una factualidad con valor cultural y político
A propósito de la reciente biografía sobre Josep Pla
Miquel Porta 21/05/2024
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factual. adj. fáctico (perteneciente a los hechos).
Real Academia Española, Diccionario de la lengua española
«Ante tantas pistas, ciertas o falsas, que Pla esparce sobre sí mismo,
solo queda volver a la documentación desnuda.
Datos, fechas, manuscritos, cartas...
Esta factualidad tiene también un valor moral».
Xavier Pla, Un cor furtiu, pág. 55
Durante muchos años, el profesor Xavier Pla (sin relación familiar con su biografiado), ha estado investigando, seleccionando materiales inéditos y escribiendo Un cor furtiu (Un corazón furtivo), extenso libro sobre el escritor y periodista Josep Pla (1897-1981), cuya reciente publicación está teniendo un impacto considerable en Cataluña. La obra tiene un alto interés para el conjunto de los lectores que el escritor ampurdanés ha tenido siempre en toda España, así como también para los amantes de nuestra historia literaria y política desde principios del siglo XX hasta hoy. Especialmente la historia que concierne a la adhesión y colaboración con el franquismo de la burguesía de Cataluña y otras partes de España.
* * *
Ocurre a veces, y estos meses también, que un hecho democráticamente relevante, moralmente valioso y culturalmente innovador es o muy comentado o nada: a menudo, hablar de ello en público primero da grima. Hasta que se supera. Ocurre en España y en otros lugares del mundo: no hace falta que lancemos piedras de papel al tejado. Avancemos.
Lo estamos viendo con una de las principales virtudes del extraordinario y agradabilísimo libro de Xavier Pla sobre Josep Pla, Un corazón furtivo: el biógrafo lleva el timón del libro con una serenidad, discreción y ecuanimidad que parecen naturales, pero que están muy trabajadas intelectual y técnicamente en sus propósitos, formas y contenidos. Así, Xavier Pla surca la agreste psicología, los altibajos emocionales y las inclementes manifestaciones políticas de Josep Pla (JP). Incluyendo las reacciones políticas agrias, injustas o flagrantemente reaccionarias, como durante el advenimiento de la República, en la Guerra Civil o cuando se empeña en loar al dictador portugués Oliveira Salazar durante los años 1970, tiempos de modestas, duras luchas antifranquistas, mientras el propio semanario Destino, en el que JP escribe, y otras organizaciones de pasado franquista intentan ampliar los espacios cívicos democráticos. El biógrafo es también sobrio y factual al explicar conductas nada ejemplares del protagonista, íntimas o públicas. Como cuando trata información poco o nada conocida sobre las mujeres de JP: notablemente, las parejas, amantes y otras conocidas, saludadas o pagadas. Sí, “esa factualidad tiene un valor moral”. Y político.
Creo que Xavier Pla nunca dice “conductas nada ejemplares”, como has leído tres líneas más arriba. Hace bien. Ser sobrio en las valoraciones es bueno en sí mismo; y más en tiempos frenéticos. Los nuestros, ahora. También es bueno si escribes sobre 1936, cuando Pla teme con razón ser asesinado y se esconde en parajes otrora idílicos del Ampurdán. Lo encuentro preferible estética y políticamente. Los tonos y los contenidos reflejan uno de los avances del libro: ¿un mejor equilibrio entre los hechos que nos descubre y los juicios del biógrafo? Parece sencillo, parece. Y además, esta manera de construir una biografía es buena para la obra. Más porosa, rica, sugerente, inaprehensible. Hace posible que Xavier Pla te lleve a comer un rodaballo o a tomar el sol con Adi, Aurora, Consuelo o Lilian (cada una a su momento, no nos pasemos). Permite que las conozcas como nunca las habíamos conocido. Y hace posible embarcarte en un bote con Pla y el Hermós –el amigo pescador, analfabeto, culto y sabio– costeando los acantilados de Agua Xelida o Tamariu, a comer erizos de mar, “con un ojo en la vela y el otro en la conversación...”. Brillante y delicioso. Como lo que nos cuenta Pla mismo en sus artículos y libros.
Y mira que Pla exige adjetivos: su personalidad, conductas, poses, juegos, esencia. Su literatura, paisaje y política, por supuesto. Imprescindibles adjetivos para hablar de su vida y obra. ¿Quiere ello decir que Xavier Pla no juzga a JP? Ya lo creo que lo juzga. Con justeza, ponderación. Una de las virtudes de la obra, como digo. ¿Una relativa novedad en el país? Sugiero que sí es una novedad: ‘elemental’, si se quiere, cultural y política. Un planteamiento historiográfico, literario, político y moral que en España –Cataluña incluida, obviamente– ha sido tradicionalmente raro, raro. Entre los personajes conflictivos, los tiempos conflictivos, la pereza de investigar qué pasó y los sesgos o los egos de los biógrafos... raro, raro. La ecuánime valoración de la gente y los hechos. Podemos pensar si es una novedad relevante a día de hoy: entre el griterío tan desvergonzado como vergonzante del afanoso búnker franquista.
Y aquí hay una área de trabajo interesante para los expertos: analizar cómo Xavier Pla lo hace, qué hace él diferente a lo que hasta ahora se había hecho con JP. Y con otros biografiados. Qué hace –discretamente– una biografía que no esconde la personalidad desgarrada, las actitudes vergonzosas. Que elige mostrarnos lo que de verdad importa. Como localiza fragmentos del navío tantos años hundido y los traslada al astillero: las vidas y los tiempos de un hombre misántropo, frenético y simpático, Josep Pla Casadevall.
Con el trasfondo de los adjetivos que JP empleaba, ahora podemos escuchar y contrastar las abundantes novedades que Xavier cuenta del biografiado: “El dandi cosmopolita que habría querido ser... cultiva voluntariamente una cierta estética de la negligencia... indolencia, indiferencia o ambigüedad... Pla muestra una insatisfacción profunda, íntima... una personalidad escindida, desintegrada, borrosa... el pudor es extremo... cuanto más impúdico puede parecer, más pudor, reserva y turbación muestra... vive apasionadamente muchas vidas, contradictorias, es querido y ama intensamente con un gran corazón, que esconde furtivamente... todo en él es excesivo… un hombre permanentemente insatisfecho... la angustia existencial... capaz de venderse el alma al diablo para vencer su insatisfacción, que solo cura escribir. Durante su juventud, Pla vive la vida con una pasión casi libertina. Pero, en realidad, la pasión que lo devora por dentro, que lo consume hasta el ahogo, es la literatura. La secreta, diabólica y sanguinaria ilusión o manía de escribir a la que lo sacrifico todo.”
Páginas brillantes que conmueven y abruman, tan densas como ingrávidas. Las de Venderse el alma al diablo, por ejemplo. Las de La confesión de Diógenes. Brillantes y verdaderas.
Y las de Adi Enberg... Adi, Adi ¿realmente tiraste las cartas de Josep? No nos lo podemos creer. ¿Qué te decía? Y sobre todo, sobre todo, ¿cómo te lo decía, Adi?
Páginas en blanco, quizá para siempre.
Tenemos un libro sin adulaciones, ni mezquindades, ni paja. Atento a los hechos, honorables y no
Tenemos pues un libro sin adulaciones, ni mezquindades, ni paja. Atento a los hechos, honorables y no, a los ambientes, descritos con tonalidades planianas. Que ha hecho la tenaz búsqueda necesaria para descubrirlos. Abriendo caminos: preguntas sobre Pla y el país. Si continúa la investigación, habrá más libros valiosos. Este parecería anglosajón si no fuese tan mediterráneo. Tiene los mejores rasgos de ambas culturas, creo. Fijémonos: en España también hacemos biografías buenas. ¿Aunque quizá todavía nos cuesta valorarlo públicamente? Lo que está en juego culturalmente y políticamente es obvio. Por supuesto que en 2024 –y siempre– la ecuanimidad es política.
Un libro no surge del vacío
Seguro que la obra ha supuesto mucho trabajo bueno, sobre todo al autor y a su equipo, como también a los editores. Trabajo intenso de nivel académico alto, me parece. El cual, cuando haya traducciones, será alabado tranquilamente en las culturas con esta tradición de investigación biográfica de gran alcance, profesional, diferente de las (también bastante loables) incursiones amateurs. Elogios razonados que el libro también está recibiendo en nuestra cultura: porque esta se va asemejando a aquellas. Avanzando en la capacidad de tratar con normalidad (sin comillas) a los grandes personajes (los homenots de JP) más difíciles, contradictorios… planianos. Avanzando: con menos comedias, censuras, subterfugios, mentiras... En todo ello hay normalización democrática y cultural.
Por tanto, como la faena ha sido considerable y productiva, el libro ha necesitado el apoyo material e inmaterial –ideológico, moral– de la editorial (Destino - Planeta) y de varias instituciones de la Generalitat de Cataluña (de momento no constan otros apoyos gubernamentales), así como de la Universidad de Girona y de la propia Fundación Josep Pla (¿ha sido delicado, sencillo o ambas cosas?). No es poco: son apoyos de fuerzas dispares. Hoy aquí van siendo normales. En las deficientes, decepcionantes, desasosegadas democracias ‘normales’. Progresos.
Por favor, hagamos un poco de memoria. Ya sabemos que cuesta. ¿No os parece que hace pocos años era más difícil –a menudo, imposible– que esas empresas e instituciones ayudaran a conocer con tranquilidad los afanes, contradicciones, maldades y traiciones de personas públicas como JP? ¡Él pertenece a y refleja sectores sociales muy influyentes...! Nada proclives a revelar colaboraciones con el régimen de Franco o dinero en Suiza o machismo con las mujeres. La tacañería, el egoísmo, el alcoholismo, el contrabando, la sordidez... Recorred el índice de nombres del libro. Nada banal. Espectacular.
Un corazón furtivo y la consecuente conversación social que a propósito de él tendremos estos años va de un auténtico homenot –si queréis, sí, un prohombre de la patria española–, un notable referente cultural europeo. Va de Cataluña, España y Europa en tiempos convulsos. Nada sencillo. Delicado como un obús sin estallar. Xavier Pla ha tenido acceso, ponderado y seleccionado mucho material inédito, a menudo procedente de fuentes privadas. Cartas y cuartillas manuscritas que muestran a JP con una crudeza nada cruel.
El libro, pues, no es en absoluto trivial, ni es flor editorial que brota por la exclusiva voluntad de autor y editor. Es un efecto también de más causas subyacentes potentes: personas y organizaciones eficaces en la promoción de una cultura mejor, de una sociedad más culta. Menos crispada y manipulada, más reflexiva y atenta a las verdades.
Todo esto es inevitablemente imperfecto y lleno de contradicciones, por supuesto. Planianas contradicciones. No es menester que subrayemos las partidas políticamente antagónicas que juegan en todo momento ciertos grupos editoriales y mediáticos. Bastantes de ellos, cada uno, diversas partidas antagónicas simultáneas. En todo caso, la relevancia de los procesos que han generado el libro es más honda que la de un mero tema libresco. Bienvenidas las comparaciones con las causas de otros libros (biografías, ensayos) semejantemente abiertos, libres, serenos. Bienvenidas las comparaciones con otras biografías. Entonces, a continuación, podremos hablar también de los documentales que vemos en las pantallas. Avanzando.
De modo que sí: propongo que en la sociedad catalana y española que ha hecho posible este libro hay más madera democrática que cuando –entre grandes polémicas– Pla no recibió el Premio de Honor de las Letras Catalanas, hace unos 50 años, hacia 1974-1975. No digo que el libro demuestre lo que acabo de decir, sólo propongo que lo refleja. Es una hipótesis, la podemos refutar o confirmar racionalmente y cívicamente.
Teniendo en cuenta las bases del Premio, no se lo dieron con razón: por colaboracionista. Bases aparte, atendiendo sólo a la valía de su trabajo, se le negó sin razón. Temazo. La memoria democrática también valora individuos, no sólo organizaciones y clases sociales, empresas, instituciones. ¿Y obras de arte? Puede que estemos progresando en análisis que ya no creen que el valor de la obra sea una función determinada por el valor humano y político del autor. El planteamiento de Xavier Pla permite ver estos temas –antaño envenenados, dogmáticos, pueblerinos– con una encomiable lucidez y serenidad. Envenenados antaño y hoy. Los venenos antidemocráticos que también hoy promueven la injusticia y la estupidez en los espacios destinados a la equidad y el conocimiento.
El planteamiento de Xavier Pla permite ver estos temas –antaño envenenados, dogmáticos, pueblerinos– con una encomiable lucidez y serenidad
Y además me parece clarísimo: actualmente tenemos mucho menos miedo que en los tiempos de Pla. Hoy hablamos de cuestiones muy delicadas con más libertad, sentido crítico y conocimiento de los hechos. Naturalmente que “sólo faltaría” que no lo hiciésemos: entonces el régimen de Franco estaba vivo. El requisito de “honor” democrático del Premio tenía razones y un cierto sentido. ¿Coyuntural, táctico, ejemplificador? Claro que el mismo régimen amputaba la maduración democrática de la sociedad. De manera que, siguiendo la santa Tradición, supongo que algunos despreciarán de nuevo el avance que representa el libro. Dirán que “sólo faltaría” que no hubiéramos avanzado.
Sin embargo: el hecho es que no se han publicado muchos otros libros como el de Xavier Pla, en los cerca de 50 años transcurridos desde la muerte del Caudillo. Cincuenta. Muchos años. No son tantos –los libros– como convenía. Quizás nos está costando más de lo que quisiéramos. Avanzar. Sí, propongo que conviene valorar el progreso que representa este libro. ¿Un avance colectivo, de país? Sí, ya lo creo. Porque, subrayo, el libro no lo ha hecho Xavier Pla solo, lo hemos hecho instituciones, industrias, escuelas, libreros, lectores, universidades, una buena parte del capital social del país.
Hoy podemos conocer y valorar a JP, su personalidad, sus conductas privadas y públicas, generosas y miserables, seductoras, persuasivas, divertidísimas… su escepticismo y desgarros, agonías, insatisfacciones, ironía, amor por la vida… su obra inmensa y su contexto histórico, con una mirada crítica más tranquila y justa, inteligente y constructiva. Lúdica, impostada, maliciosa. Ah, intentemos que el tercer adjetivo planiano no sea ladino, mentiroso, hipnótico...
Finalmente, quizá ni hace falta ni conviene que dediquemos muchos minutos a contrastar lo que hemos logrado –cultivando y disfrutando de este y otros productos culturales parecidos– con los esfuerzos por blanquear la dictadura franquista. Podemos seguir reclamando una derecha liberal de verdad, demócrata, tolerante, respetuosa con la división de poderes. Sobre todo, podemos seguir aprendiendo a encontrar los vientos y las corrientes de fondo que nos ayudan a navegar el bote hacia aguas con pesca más rica para todos.
Un bote de buena madera. El libro. Cataluña, España. Y también Josep Pla.
______________
Miquel Porta Serra es médico, investigador del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas y catedrático de salud pública en la Universidad Autónoma de Barcelona. Autor de Epidemiología cercana (ed. Triacastela). Este artículo es la versión completa del que, resumido, publicó El Periódico el 12 de abril.
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