Desde octubre, Israel está cometiendo crímenes y masacres contra los palestinos de Gaza, incluida la práctica generalizada y sistemática de las desapariciones forzadas. Los informes de organizaciones de derechos humanos indican que el régimen de Netanyahu niega la detención de estas personas, ocultando información sobre su identidad y paradero e impidiendo que entidades externas, como el Comité Internacional de la Cruz Roja, accedan a ellas o les proporcionen representación legal.

Estos informes de torturas y malos tratos coinciden con denuncias similares presentadas ante la Corte Internacional de Justicia por observadores de derechos humanos, en la demanda interpuesta por varios países contra Israel.

La práctica de las desapariciones forzadas ha dejado a las familias sumidas en la desesperación, sin saber la suerte que han corrido sus seres queridos. “Mi hijo desapareció durante el asedio de las fuerzas israelíes a la calle Al-Jala (ciudad de Gaza). No hemos sabido nada desde entonces”, cuenta a CTXT la madre de Said, con lágrimas en los ojos. La opacidad de las autoridades israelíes no hace sino aumentar el miedo y la incertidumbre entre las familias.

Grupos de derechos humanos afirman que hay miles de palestinos desaparecidos y que las autoridades israelíes ocultan deliberadamente a los palestinos de Gaza, manteniéndolos bajo custodia sin juicio y sin que sus familias y abogados sepan dónde están detenidos. Por su parte, una organización palestina de derechos humanos describió las cárceles israelíes como “instrumentos de represión y venganza”.

Sin embargo, los detenidos han denunciado haber sufrido tratos brutales y torturas. Hamza A., preso recientemente liberado, relata a esta revista su terrible experiencia: “Me sometieron a palizas y torturas inimaginables, intentando forzarme a confesar delitos que nunca cometí”. Este tipo de trato pretende degradar y aterrorizar a los detenidos, despojándolos de su dignidad.

Una investigación de la CNN ha descubierto violaciones y torturas de detenidos palestinos a manos de soldados israelíes en un centro de detención secreto en el desierto del Néguev, Israel, dentro de lo que antes era una base militar. Un israelí que trabajaba en el centro tomó dos fotografías de una escena que, según afirma, aún le atormenta, en la que presenció hileras de hombres vestidos con ropa deportiva gris sentados en delgadas colchonetas de papel rodeadas de alambre de espino. Todos aparecían con los ojos vendados y la cabeza colgando pesadamente bajo el resplandor de luces brillantes.

Algunos detenidos no sobreviven a su terrible experiencia. Los informes sobre muertes bajo custodia suscitan gran preocupación acerca de las ejecuciones extrajudiciales. “Perdimos a nuestro hijo por la tortura, y ni siquiera nos permitieron enterrarlo con dignidad”, se lamenta el padre de un detenido fallecido en una conversación con esta revista.

Lo mismo le ocurrió a Ezz al-Din al-Banna, de 40 años, que fue detenido en la Franja de Gaza el pasado febrero. Iba en silla de ruedas y encontró el martirio en la prisión de Ofer. Según una fuente médica, al revisar la autopsia del cadáver de Al-Banna se observó un rápido deterioro de su estado de salud. A pesar de llevar 18 años viviendo con su discapacidad, se estimaba que no había recibido los cuidados necesarios.

Hamza A., liberado el 4 de abril, describió los graves maltratos que sufrió durante su detención por el ejército israelí. Detenido el 13 de diciembre en el hospital Kamal Adwan, donde buscó refugio, comparte su experiencia: “Me detuvieron estando herido. Los soldados me echaron a los perros encima, me vendaron los ojos, me ataron y me desnudaron. Me arrastraron a un lugar desconocido, parecido a un cuartel militar”.

Hamza detalló el trato brutal que sufrieron él y otros detenidos: “Al llegar, nos sometieron a registros invasivos y escáneres oculares. Nos obligaron a arrodillarnos con la cabeza gacha. Tras vendarnos los ojos y marcarnos con números en lugar de nuestros nombres para tratarnos como números, me tiraron al suelo, donde me golpearon y torturaron”.

“Uno de los soldados, tras obligarme a tirarme al suelo, me vendó los ojos y me colocó un número en el hombro con cinta adhesiva”, dijo. “Comenzaron a golpearme y torturarme, cambiándome la posición de las esposas de delante a atrás, a pesar de que les dije que estaba herido. Esto era evidente ya que estaba desnudo”, relata a CTXT. 

El soldado siguió dándole patadas con las botas hasta que perdió el conocimiento varias veces, golpeándole en la zona de la operación y empeorando el dolor. A pesar de sus súplicas para que lo atendiera un médico, se negaron. Un soldado se le acercó y le preguntó: “¿Quieres morir?”. Entonces el soldado israelí levantó su arma, recargó una bala y disparó junto a su cabeza.

Otro de los testimonios procede de una mujer, Salwa (apodo), de 34 años, que fue detenida por las fuerzas israelíes en la escuela de Zeitoun, en el oeste de Gaza. Describió cómo la esposaron, le vendaron los ojos y la recluyeron en una jaula metálica durante 62 días. Durante los interrogatorios la sometieron a descargas eléctricas y fue arañada y mordida por perros del ejército. Otros detenidos denuncian haber sido electrocutados, atacados por perros, rociados con agua fría, privados de comida, agua y sueño, y expuestos a música a todo volumen.

Las fuerzas israelíes asaltaron una escuela de desplazados cuando Salwa tomó la escuela como refugio, disparando contra quienes intentaban huir y dejando cadáveres esparcidos por el suelo. A los hombres se les ordenó desnudarse, mientras que las mujeres soportaron cacheos desnudas en la mezquita. Esto marcó el comienzo de 13 semanas de custodia israelí, seguidas de frecuentes palizas e interrogatorios a punta de pistola.

Durante su detención de dos semanas en un campo no revelado del sur de Israel, Salwa recordó que la comida que le proporcionaban estaba rancia. “Nos obligaban a comer arroz del suelo”, según explica a CTXT. 

La mujer relató cómo la obligaron a besar la bandera israelí antes de trasladarla a la prisión de Damoun. Cuando se negó, un soldado la agarró por el pelo y le golpeó la cara contra la pared. “Si levantábamos la cabeza o susurrábamos una palabra, nos golpeaban en la cabeza”.

Euro-Med Human Rights Monitor documentó testimonios de un centenar de detenidos palestinos liberados, en los que se detallaban delitos de tortura y trato degradante. Algunos testigos informaron a esta organización de que los soldados pisoteaban la cabeza de los detenidos palestinos y los maltrataban verbalmente.

Sobre las condiciones de detención, Salwa dijo: “Nuestros cuerpos estaban casi congelados por el frío. Nos obligaban a arrodillarnos en el suelo, ponían música a todo volumen y gritaban para intimidarnos. Querían humillarnos. Nos esposaron, nos vendaron los ojos y nos encadenaron las piernas”.

Alice Jill Edwards, relatora especial de la ONU sobre la tortura, ha acusado a Israel por malos tratos a los detenidos palestinos en Gaza. Edwards afirmó haberse encontrado con hombres que llevaban semanas retenidos, soportando palizas y con los ojos vendados. Sorprendentemente, algunos llevaban solo ropa interior cuando fueron liberados. El número exacto de detenidos por Israel desde el comienzo de la guerra israelí en Gaza sigue sin estar claro, pero algunas fuentes  calculan que son miles. 

Sin embargo, Haaretz informó de que el ejército israelí sólo ha llevado ante los tribunales israelíes a 71 de los más de 500 detenidos, y que algunos de ellos han sido trasladados a prisiones bajo la jurisdicción del Servicio de Prisiones israelí o a centros de investigación de la Agencia de Seguridad Interna israelí.