LA COLMENA DE CRISTAL
Una guerra inexpiable
Azuzada por los populismos reaccionarios, una ciudadanía espantada teme a las oscuras multitudes que acechan un bienestar cada vez más tambaleante
Ignacio Echevarría 31/10/2024
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30.08.24
Nueva entrega de “Imperios combatientes”, la columna sobre política internacional que escribe para esta revista Rafael Poch. De uno a otro de sus artículos, lo que Poch viene hilvanando es una historia de terror, no cabe decirlo de otro modo. Uno tras otro se suceden los indicios de que algo terrible y catastrófico está a punto de ocurrir y que sólo unos pocos parecen tener conciencia de ello. No hay nada que hacer: como en una Danza de la Muerte, todos bailan alrededor del foso en que están a punto de precipitarse. Del foso que ellos mismos, todos nosotros no cesamos de agrandar.
01.09.24
La impresión de edificio terminado que los demás suelen tener de uno mismo, cuando lo cierto es que uno nunca deja de sentirse en construcción. La propia personalidad queda lejos de ser esa casa que ven los demás: se parece más bien a una de esas construcciones ilegales que han ido creciendo sin planos, sin maestro de obras, por aquí un añadido, por allá una ventana que se abre, en esta esquina un nuevo retrete, ahora este anexo de cara al poniente, otro altillo aquí... ¡Y a esta chapuza siempre a medio hacer la toman algunos por un chalet de diseño!
03.09.24
Al parecer, la intención de voto de más de una tercera parte de los estudiantes universitarios españoles se orienta hacia la derecha o hacia la ultraderecha, lo que en España viene a ser casi lo mismo. Si a este porcentaje se suma la intención de voto a partidos nacionalistas como el PNV o Junts, que en las encuestas no constan como partidos de derecha, por mucho que lo sean, resulta que más de la mitad de los universitarios españoles se proponen votar a la derecha, frente a apenas una tercera parte que contempla dar su voto a formaciones más o menos de izquierdas, más bien menos. ¿Cabe atribuir estos datos escalofriantes al descenso del nivel educativo? Juan Manuel Moreno y Lucas Gortázar, autores de Educación universal (Debate), dan a entender que no, en la medida en que ese descenso es sólo un espejismo. En la interesante y polémica entrevista que publica hoy El País mantienen que el nivel sólo se ha frenado, es decir, no ha subido, pero que eso se explica por la masiva incorporación del alumnado inmigrante y porque las muestras que sirven de base al Informe PISA han aumentado significativamente. El debate sobre el nivel educativo, en cualquier caso, al menos planteado desde la perspectiva de los centros escolares, deja de lado factores tan influyentes como las redes y, antes que eso, los programas de enseñanza. Como sea, las estadísticas sobre la intención de voto, y no sólo de los universitarios en particular sino de la juventud en general, resultan deprimentes, y obligan a pensar en qué es lo que está fallando en la comunicación de los partidos de izquierda, hace ya demasiado tiempo urgidos tanto de un nuevo imaginario como de una nueva fraseología, además de nuevas vías y estrategias de penetración en la población juvenil.
09.09.24
Durante ese verano, como durante todo el resto del año, en la nutrida red de bibliotecas públicas de Cataluña los libros más demandados son volúmenes de manga. Durante estos meses de verano en particular, los títulos más solicitados han sido, en este orden: El infierno (Planeta/Columna, 2023), de Carmen Mola; Esperando al diluvio (Destino/Columna, 2022), de Dolores Redondo; Reina Roja (Ediciones B, 2018), de Juan Gómez Jurado; Boulder (Club Editor/Random House, 2020), de Eva Baltasar; y El viento conoce mi nombre, de Isabel Allende (Plaza & Janés, 2023). El artículo de La Vanguardia en que se vuelcan estos datos recoge múltiples declaraciones de escritores, editores y libreros que se felicitan del público asiduo que acude a las bibliotecas y de los tráficos que generan. Y quién no. Pero la lista citada deja escaso margen al optimismo a la hora de atribuir la actividad lectora, tan voluntariosamente incentivada y prestigiada, un rango cultural –ya no digamos educativo o simplemente formativo– superior al del consumo de televisión o de cine. Y que no me vengan con monsergas de beneficios neuronales, conectores cerebrales y otras pamplinas. Nadie me convencerá de que leer a Carmen Mola o a Juan Gómez Jurado es preferible a ver una serie de Netflix, por mala que sea. Puede que una cosa lleve a la otra y que quien empieza leyendo a Carmen Mola lo mismo termina devorando a Robert Musil. No digo que no. Pero, por la misma regla de tres, quien ve series de Netflix también puede terminar viendo las pelis de Tarkovski. De hecho, yo diría que es bastante más probable esto último que lo primero, y las dos cosas se me antojan muy hipotéticas.
15.09.24
En diferentes diarios y revistas digitales, algunos de izquierda, para ver los vídeos que linkean debe uno tragarse un anuncio de 20’’ que patrocina el departamento de Turismo de la Región de Murcia y que promueve –agárrense– el Camino de Caravaca de la Cruz con ocasión del Año Jubilar 2024. El spot se titula “Creer en lo imaginario” y en el mismo se dice que el camino de marras conecta “senderos de cultura, naturaleza y fe”. Las palabras finales concluyen con un solemne “Creer en lo extraordinario”. La cosa no tiene mucha trascendencia, ya lo sé, pero me suscita un poco de aprensión el tufillo que exhala, y no deja de sorprenderme que, entre las empresas patrocinadoras, junto a la Universidad Católica de San Antonio de Murcia y otros sospechosos habituales, se cuenten marcas como Estrella Damm.
16.09.24
En tanto nos pensamos todos si hacer o no el Camino de Caravaca, una recomendación algo extemporánea. El poeta chileno Erick Pohlhammer publicó en 2007 Vírgenes de Chile (Ediciones Bordura, Santiago de Chile), impagable devocionario del que selecciono aquí mi pieza favorita:
“VIRGEN DE COQUIMBO. // Puta que amé a esa puta yo / Puta que me envolvió su aroma / Era de comérsela te juro / De la noche a la mañana sin interrupciones / De la mañana a la noche con escasos intervalos / Tenía un potito / Entiéndeme tú Virgen que eres mujer / De esos que ya no se encuentran / Aunque los busques con vela / Yo supe tarde que era puta / Ella fingía inocencia ante mí / Yo ignoraba de dónde sacaba la plata / Ella decía que eran ahorros de infancia / Tenía unos muslos color miel de palma / Que me dejaban la piel como piel de gallina / Tenía unas tetas más lindas que el sol / Eran de rechupeteárselas sin principio ni fin / Disculpa el lenguaje que empleo / Sólo quiero que te pongas en mi caso / Sé que no juzgas el habla del pueblo / Más bien lees el libro de su corazón / Eso era todo Virgencita mía / A tus pies derramo torrentes de lágrimas / Como arroyos que alivian dolores / Que jamás menguarán”.
18.09.24
Según una encuesta de CIS que se ha hecho pública hoy, la inmigración es el principal problema para los españoles. Por poco que se corresponda con la realidad, el dato es más deprimente aún que alarmante, pues delata proporciones casi inconcebibles de hinopia, de ignorancia o de estupidez. O, más probablemente, de las tres cosas a la vez.
20.09.24
Ando ocupado en la edición de La Diana de Jorge de Montemayor para la Biblioteca Clásica de la Real Academia. La Diana es la más famosa novela pastoril de la literatura española. Habría mucho que decir, en serio y en broma, de la novela pastoril y sus imprevistos remakes en la literatura contemporánea, pero no es el momento. Yo ya había leído la novela en la facultad, cuando estudiaba filología, y al releerla ahora topo con un episodio de lesbianismo que no recordaba. Se halla en el libro I de la novela, y lo cuenta en primera persona la pastora Selvagia, que narra con toda naturalidad cómo, durante la celebración de una fiesta en un templo dedicado a la diosa Minerva, se sienta al lado de otra pastora que no le quita los ojos de encima, excepto cuando ella la mira, que los baja. “Y todavía todas las veces que yo me descuidaba, la pastora no quitaba los ojos de mí, y tanto que mil veces estuve por hablalla, enamorada de unos hermosos ojos que solamente tenía descubiertos. Pues estando yo con toda la atención posible, sacó la más hermosa y delicada mano que yo después acá he visto y, tomándome la mía, me la estuvo mirando un poco. Yo, que estaba más enamorada della de lo que podría decir, le dije: ‘Hermosa y graciosa pastora, no es sola esa mano la que está aparejada para serviros, mas también lo está el corazón y el pensamiento de cúya ella es’. Ismenia, que así se llamaba aquella que fue causa de toda la inquietud de mis pensamientos [...] me respondió muy bajo, que nadie lo oyese: ‘Graciosa pastora, soy yo tan vuestra que como tal me atreví a hacer lo que hice. Suplícoos que no os escandalicéis, porque en viendo vuestro hermoso rostro no tuve más poder en mí’. Yo entonces muy contenta me llegué más a ella y le dije medio riendo: ‘¿Cómo puede ser, pastora, que siendo vos tan hermosa os enamoréis de otra que tanto le falta para serlo, y más siendo mujer como vos?’. ‘¡Ay pastora!’, respondió ella, ‘que el amor que menos veces se acaba es este, y el que más consienten pasar los hados, sin que las vueltas de Fortuna ni las mudanzas del tiempo les vayan a la mano’ [...] Y después de esto los abrazos fueron tantos, los amores que la una a la otra nos decíamos, y de mi parte tan verdaderos, que ni teníamos cuenta con los cantares de las pastoras ni mirábamos las danzas de las ninfas ni otros regocijos que en el templo se hacían”. Juan Montero, el editor de la obra, apunta que el episodio tiene precedentes en las Metamorfosis de Ovidio y en el Orlando furioso de Ariosto, y aporta este enojado juicio de Marcelino Menéndez Pelayo: “La [historia] de Ismenia empieza con una extravagante y monstruosa escena de amor entre dos mujeres que velan juntas en el templo de Minerva, y aunque todo ello se resuelve en una mera burla, el efecto es desagradable y recuerda los peores extravíos del arte pagano y del moderno decadente” (Orígenes de la novela, II, 1907). Ya ven. A pesar de lo cual, no deja de ser cierto que la literatura clásica está llena de travestidos y travestidas, y en el juego de engañosos vestuarios apuntan en más de una ocasión los amores prohibidos.
22.09.24
De tanto afilarla, su inteligencia se ha convertido en un cuchillo que todo lo corta. Ya no sabe, ya apenas puede acariciar las cosas.
24.09.24
Qué conmovedoras las imágenes, tomadas con un dron, del despertar de la niña sonámbula que dormía perdida en un bosque a más de dos kilómetros de su casa, en Luisiana.
27.09.24
“La muerte triunfa en el festival de San Sebastián”. Este es el llamativo titular de una crónica del festival de cine firmada por Gregorio Belinchón para El País. Hace ya mucho que me asombro de la forma tan idiota con que los periodistas culturales y deportivos tienden a titular sus artículos, empleando a menudo una terminología bélica o militar del tipo “Barcelona se rinde ante la America’s Cup”, “Madrid se rinde a Lorenzo Caprile”, “Sevilla se rinde ante los Machado”, “Galicia conquista París”, “Barbie conquista Londres”... Y luego están los “estallidos”: “La energía vital de Miró y Matisse estalla en Barcelona”. Y así todo el rato, una tras otra.
1.10.24
“Hay escritores que fomentan la superstición que se creó para ellos y por ellos. La atizan con su badila y consiguen que sienta calorcillo –falso calor– el inmenso y destartalado hogar del público; pero en cuanto mueren, se cae al suelo su badila y se acaba aquella superstición, que no era arte, sino suscripción” (Ramón Gómez de la Serna, Diario póstumo, 20 de junio de 1954, a propósito de Jacinto Benavente, agonizante).
03.10.24
Lo expresa con magnífica precisión Botho Strauss: venimos asistiendo a la progresiva pérdida de la individualidad en favor de la subjetividad. Menudo malentendido.
06.10.24
Excelente y esclarecedora tribuna de Jordi Soler a propósito del “esperpento diplomático” a que ha dado lugar el que el rey Felipe VI no haya sido incluido entre los invitados a la investidura de Claudia Sheinbaum como presidenta de México. “Todo esto es producto de la descortesía que conlleva el no interesarse por el otro, aunque, 500 años después, ese otro ya sea casi el mismo”.
7.10.24
Cada día siento más asco de Europa en su conjunto, de sus representantes, de sus políticas, de su influencia. Se merece ser lo que ya es: un parque temático para solaz de millonarios rusos, árabes, chinos y americanos, un decorado de ruinas más o menos embellecidas por el que se pasean manadas de turistas deseosos de reciclar emociones estéticas, culturales y gastronómicas. Anoto esto después de leer que “los líderes europeos cierran filas con Israel en el aniversario de la masacre del 7-O”, el mismo día en que El País reproduce íntegro el contundente, abrumador discurso pronunciado por Pankaj Mishra, galardonado con el Weston International Award, en el Royal Museum de Ontario (Canadá), el pasado 16 de septiembre.
8.10.24
La encuesta monográfica sobre inmigración realizada por el Instituto 40dB. para El País y la Cadena SER y que hoy publica el diario relativiza las conclusiones de la encuesta del CIS del mes de septiembre pero no deja de abonar el bochorno y la alarma que ésta suscitaba. Pues conforme a sus datos el 57% de los españoles que hay “demasiados” inmigrantes en España y el 75% los asocia a conceptos negativos”. “En la población general, casi uno de cuatro españoles vetaría la llegada de población magrebí y uno de cada seis restringiría la de personas subsaharianas. El grupo mayoritario (64,3%) ve bien o muy bien la acogida de quienes huyen de la guerra o la persecución política, aunque un 52,8% cree que debe ser ‘con limitaciones’”. La información de El Paísse cierra con este dato: “Un informe del Banco de España advirtió el pasado abril de que España necesitará 24 millones de inmigrantes para mantener la relación entre trabajadores y jubilados en 2053, dentro de tres décadas, cuando el INE espera que haya 14,8 millones de pensionistas”.
09.10.24
Arturo Pérez Reverte publica nueva novela (La isla de la mujer dormida, Alfaguara). Como parte de la misma transcurre en una indeterminada isla griega, la editorial organiza una presentación por todo lo alto y envía de excursión a un puñado de periodistas escogidos cuya misión es acompañar a Pérez-Reverte a Agistri, una de las islas Sarónicas, y poner las orejas. Allí, a todo plan, el escritor, con mirada de gaviota y un sombrerito puesto, se despacha a gusto contando sus batallitas, y jactándose de ser como es, qué remedio: “Tendemos a pensar que todo tiene solución, que la guerra tiene solución, que lo de Gaza tiene solución, que un matrimonio desgraciado tiene solución, pero la vida a veces te pone callejones sin salida. Y es importante que eso lo comprendan las nuevas generaciones. Les hemos educado de un modo que les hemos arrebatado todo tipo de mecanismos. A la que el mundo falla, creen que todo se desmorona”. “Cada vez somos menos cultos y estamos más indefensos: hay que educar a los niños en el dolor, en el horror y dejar que vean el mal, porque si le tapas la boca al malo, no sabes quién es y cuando te trinca por el pescuezo no sabes cómo defenderte”. “Soy un puto contador de historias, no tengo obligación de nada sino de interesar y entretener al lector; no es obligatorio, como algunos parecen creer, hacer novelas con la aspiración de cambiar el mundo”. Decía Jean Cocteau que Victor Hugo era un loco que se creía Victor Hugo. Imposible no recordar esta agudeza cuando se piensa en tipos como Pérez Reverte, quien probablemente también sea un loco que se cree Pérez Reverte. En cuanto a los periodistas enviados a Agistri, pagan la excursión difundiendo con todo candor las máximas del reportero audaz y viejo lobo de mar, un pozo de sabiduría y experiencia.
12.10.24
“No cortes lo que se puede desatar” (Joseph Joubert).
15.10.24
Leyendo las noticias del día, que se hacen eco del creciente endurecimiento de las políticas de los países europeos contra la inmigración, se me ocurre exhumar esta columna escrita y publicada hace ya tres años, en El Cultural, con ocasión de la celebración del centenario de Gustave Flaubert. La titulé “A las puertas de Cartago”, y pienso que, lejos de perder actualidad y pertinencia, no cesa de ganarlas.
Se la conoce como la Guerra Inexpiable, debido a la extraordinaria crueldad que desplegaron los dos bandos. También, más comúnmente, como la Guerra de los Mercenarios, dado que quienes la desencadenaron fueron las hordas de mercenarios reclutados por Cartago durante la primera de las guerras púnicas (264-241 a.C.), en la que Roma y Cartago combatieron por el dominio de Sicilia y el control del Mediterráneo. Con las arcas del país exhaustas a consecuencia de la guerra y de las indemnizaciones que había de pagar a la Roma victoriosa, Cartago quiso regatear a los mercenarios el pago que les debía, con tan mala fortuna que éstos optaron por rebelarse y hacerse con un botín muy superior: la espléndida capital, llena en su imaginación –y también en la realidad– de tesoros y riquezas.
La guerra tuvo una duración de tres años y cuatro meses (241-238 a.C.), y en su desarrollo, lleno de vicisitudes, tuvieron lugar las más impensables barbaridades. El bando de los mercenarios estaba constituido por millares de hombres procedentes de tribus de Europa, África y Oriente Próximo: libios, ligures, celtas, íberos, baleares, griegos… Su experiencia en la guerra y su salvajismo los convirtió en un ejército temible, bizarro, de hábitos y atuendos variopintos, cada cual hablando su propia lengua, todos sedientos de oro y de sangre, todos soñando con entrar en Cartago y saquearla, conquistando de un solo golpe su suerte.
Este episodio histórico –documentado, entre otros, por Polibio– inspiró a Flaubert la que iba a ser su segunda novela publicada, Salambó (1862), en las antípodas de Madame Bovary(1857). “Siento la necesidad de salir del mundo moderno, donde mi pluma se ha mojado demasiado, y que me fatiga tanto reproducir como me asquea contemplar”, escribió Flaubert en una de sus cartas. Cinco años consagraría al proyecto, que le iba a suponer innumerables lecturas e infinitos tormentos, hasta dar con el tono que le parecía adecuado. ¿El resultado? Una fantasía orientalista llena de violencia y de preciosismo, una especie de ópera trágica, barroca, alucinada, con una suntuosa y abigarrada puesta en escena.
La novela cosechó en su momento un éxito notable, y desató toda una moda indumentaria en el París de la época. Pero la posteridad no ha logrado sofocar las reservas que hacia ella manifestaron algunos críticos y lectores, y si bien cuenta todavía con admiradores entusiastas, abundan también los que no ven en ella más que un vistoso ejercicio estilístico de plúmbeos efectos, una epopeya lírica, un elaborado capricho de bisutería y cartón piedra. A la imaginación moderna, maleducada por el cine, Salambó se ofrece, ciertamente, como una especie de peplum gore, una mezcla de Fellini, Peckinpah y Tinto Brass. O, por buscar paralelismos más literarios, como un remoto precedente del tremendismo estetizante de Corman McCarthy.
Hay sin embargo un aspecto de la actualidad que, inesperadamente, invita a releer Salambó como metáfora y profecía de una realidad dramática y apremiante, que a todos nos afecta. Me refiero al sitio al que someten a Europa los grandes flujos de refugiados e inmigrantes procedentes sobre todo de África y de Oriente Medio. Por supuesto que nada tienen que ver estas masas migratorias con los viejos mercenarios. Pero a Europa no le cabe desentenderse de su responsabilidad histórica en los conflictos que las han provocado, y los miles de inmigrantes que actualmente se amontonan en la frontera entre Bielorrusia y Polonia, los que desde hace años se hacinan en la isla griega de Lesbos, los que a diario arriesgan sus vidas cruzando en pateras el trecho de mar que separa las costas norteafricanas de las de Italia y España, o las de Francia de Inglaterra, bien admiten ser contemplados como punta de lanza de un ejército amorfo e irregular –pero a su modo también combativo, pues lo anima la desesperación– que asedia las murallas de una prosperidad labrada a menudo a cuenta de su explotación y su sacrificio.
Basta un pequeño esfuerzo de la imaginación para reconocer en la Guerra Inexpiable recreada por Flaubert un trasunto sangriento y estilizado del atroz combate que no deja de desarrollarse en las lindes de Europa entre su espantada ciudadanía, azuzada por los populismos reaccionarios, y las oscuras multitudes que acechan un bienestar cada vez más tambaleante.
17.10.24
Presentación en Barcelona del muy recomendable libro Malismo. La ostentación del mal como propaganda (Capital Swing), de Mauro Entrialgo, con la presencia de Bob Pop, Ana Molina Hita, Lucía Morale y el autor. Se trata de un oportuno y certero ensayo que interviene con agudeza en el actual escenario político y cultural, conceptualizando y describiendo un fenómeno –el malismo– de sombríos efectos en las dinámicas sociales. Entrialgo, popular historietista e ilustrador, demuestra tener un admirable talento léxico, patente en el título de su ensayo y en el acierto con que acuña, por ejemplo, el término “regre” en oposición a “progre”; o en el modo en que alude a los cultivadores de oscuras entelequias esotéricas y conspiranoicas: “nazis del misterio”. Durante el coloquio, Entrialgo comentó con agudeza la indigencia léxica y conceptual de la derecha. Como él mismo observó, la derecha parece no sentirse muy ufana de su vocabulario, hasta el extremo de que lleva años apropiándose del de la izquierda. Lo cual fuerza a ésta a una tarea todavía pendiente: rearmar su propio léxico, resignificarlo adecuadamente y proveerlo de nuevas herramientas conceptuales. Con un muy plausible sentido del humor y de la medida, Entrialgo hace una valiosa contribución en este sentido.
18.10.24
“R. nació en Taza, Marruecos / pues fue muy alegre el parto de mi madre, que éramos 5 / hermanos, todas eran chicas menos yo / A los 3 años empecé a espabilarme / A los 6 cambié de estilo / yo era educado y espabilado y algo chulo / A los 8 años murió mi abuelo / A los 9 años mi tía murió asesinada de su propio marido / A los diez años vine a España, dejé muchos queridos / A los once años vino mi abuela a España, la única con vida / Aprendí a vivir la vida y a querer a mi familia / y a ir al parque que iba en bici a todos sitios / por entonces empecé a amar a mi madre / Dormía como un tronco lleno de vida por las noches y / voy donde mi abuela por la mañana / he cambiado de todo, hasta de país / y quiero ser astronauta, el único sueño de mi vida” (redacción escolar de un alumno de once años de un colegio público de Madrid).
21.10.24
Leo Los años de aprendizaje del Wilhelm Meister (1795) en la solvente edición de Miguel Salmerón para Cátedra. De pronto, este imprevisto arrebato de materialismo: “¡Tres veces felices son aquellos a los que ya su nacimiento los eleva por encima de los niveles más bajos de la humanidad! Qué dichosos son ellos, que no tienen que luchar con esas circunstancias que atormentan a algunos hombres buenos y ni siquiera tienen que sufrir transitoriamente su efecto. ¡Su mirada puede ser general y correcta desde los puntos de vista más altos y fácil cada paso de su vida! Desde que nacen son embarcados en una nave, en la que durante la travesía que todos hemos de hacer, pueden servirse siempre del viento cuando es favorable y eludirlo cuando lo tienen en contra, mientras otros han de desplazarse a nado sacando provecho de rachas de viento propicio y están a expensas de morir extenuados cuando llega el temporal. ¡Qué comodidad, qué holgura propicia un patrimonio heredado! ¡Con cuánta facilidad florece un negocio cuando ha sido fundado contando con un buen capital, lo cual permite que éste siga en marcha a pesar de algún contratiempo o mala inversión!” (libro III, cap. 2). Hoy como ayer.
20.10.24
Su sonrisa era corta, como la del perro que menea su rabo amputado.
23.10.24
Poco después de que se hayan destapado, una vez más, las cuotas ilegales que cobran los centros de enseñanza concertados (los pertenecientes a empresas privadas cobran casi el doble que los centros religiosos), y tras un contundente informe de la ONG Save the Children Fund conforme al cual España es el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que más segrega a los alumnos entre escuela pública y concertada según su situación socioeconómica –informe que se suma a los catastróficos datos volcados en el informe PISA del año 2022–, al Gobierno de Sánchez no se le ocurre mejor solución que, sin castigo alguno por las infracciones cometidas, aumentar los fondos que recibe la educación concertada, confiando que ello baste para conseguir, por parte de los centros afectados, un compromiso en eliminación de cuotas y transparencia en los procesos de admisión. Cualquier cosa con tal de no desmontar el irregular tinglado de la enseñanza concertada, que si bien sirvió para paliar una emergencia educativa hace ya cuarenta años, tras la llegada de la democracia, ahora se ha enquistado y se ha convertido en un negocio a menudo fraudulento, que no hace más que contribuir a las crecientes desventajas y carencias de la enseñanza pública. El artículo de El País en que Ignacio Zafra cuenta hoy las trastiendas de la iniciativa gubernamental no tiene desperdicio. El PSOE sigue distinguiéndose, hoy como en los años 80, por su absoluta desorientación a la hora de diseñar y poner en marcha políticas de enseñanza igualitarias y eficaces. El aumento en la financiación de los centros concertados no hace más que poner en evidencia la cortedad de miras y la sistemática tendencia a la chapuza que durante estos cuarenta años no ha dejado de ser la pauta del PSOE en materia educativa, apenas distinguible de la del PP. Lo increíble es que sus socios de Sumar pasen por este aro.
24.10.24
Penosa réplica de Isabel Rodríguez, ministra de Vivienda, a las severas palabras que le lanzó Ione Belarra en el Congreso: “Ustedes, ministra, defienden a los rentistas porque son rentistas. Como los miembros del Gobierno, que tienen hasta cinco viviendas para alquilar. Como usted, que tiene tres viviendas. Como el presidente del Gobierno. Como el 20% de los diputados y diputadas socialistas que declara rentas del alquiler”. El problema de la vivienda, en España y fuera de ella, no es el alquiler, es la propiedad. Es la condición intocable de la propiedad –de la pequeña propiedad tanto como la grande–la que neutraliza cualquier iniciativa dirigida al control de los alquileres que no pase por compensación del Estado a los propietarios.
27.10.24
“La mente, odiosamente atareada. Un enjambre de menudas ocupaciones, que me hostigan como moscas, de las que no puedo librarme sin que me hayan chupado el cerebro. No consigo obligarme a trabajar antes de haberme librado de ellas; y, como continuamente vienen más, ya no trabajo nada” (André Gide, Diario, 23 de enero de 1932).
30.08.24
Nueva entrega de “Imperios combatientes”, la columna sobre política internacional que escribe para esta revista Rafael Poch. De uno a otro de sus artículos,...
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Ignacio Echevarría
Es editor, crítico literario y articulista.
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