Tecetipos
Adulto funcional ‘challenge’
Quizá la moda más nociva de nuestro tiempo sea el malismo. Esa que lleva a parte de la población mundial a querer confundir lo punki o antisistema con ser un hijoputa con pintas, que se dice en mi pueblo
Gerardo Tecé 29/01/2025
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Como algo se ponga de moda la razón se puede dar por jodida. Entre los chavales ingleses se puso de moda hacer balconing durante sus vacaciones en España. Y, como una moda llama a otra, aunque nada de aquello tenía sentido, la tendencia que lo petaba por aquel entonces era volver a casa bronceado y dentro de una caja de pino, como si al niño lo hubieran mandado al Vietnam comunista en lugar de al Magaluf del todo incluido. Se puso de moda la Power Balance, aquella pulsera de plástico que, según aseguraban sus inventores desde un yate amarrado en su isla privada, tenía efectos maravillosos. Tanto se puso de moda que Leire Pajín, ministra de Salud de aquella época, lucía orgullosa aquel trozo de silicona que, por 20 euros, rodeaba al usuario mediante un campo energético que captaba ondas beneficiosas y te dejaba la analítica de sangre para ponerla en un marquito en casa. Ayer mismo conocíamos que la mayoría de donaciones de semen de España se realizan en Granada. ¿Qué razón que no sea la moda puede explicar que una provincia en la que vive menos del 2% de la población española genere la mayor parte de las donaciones de esperma nacional? Descartado que en Granada con cada paja los bares pongan tapa gratis o que el ayuntamiento regale entradas para ver la Alhambra a cambio de llenar el botecito –y obviando desagradables chascarrillos del tipo “ya sabemos por qué lo llaman Sierra Nevada”– sólo nos queda pensar que, efectivamente, se trataría de algún tipo de efecto llamada. Una moda local capaz de aplastar sin contemplaciones la razón matemática. Cuando el día de mañana todo ese esperma donado se transforme en adolescentes distribuidos por la geografía española, la inevitable carga genética hará que vuelvan a ponerse de moda grupos como Los Planetas, Lori Meyers, Lagartija Nick o Niños Mutantes.
Hay modas mucho peores. Quizá la más nociva de nuestro tiempo sea el malismo. Esa moda que lleva a parte de la población mundial a querer confundir lo punki o antisistema con ser un hijoputa con pintas, que se dice en mi pueblo. En Estados Unidos la moda malista está en pleno auge. Tanto que personas de aspecto amigable, que dan los buenos días mientras esperan a que el autobús escolar pase a recoger al pequeño Jimmy, son firmes defensoras de que es una idea estupenda organizar redadas en iglesias y colegios para detener y expulsar de un país construido gracias a la inmigración a personas de piel oscura. Cualquier acto malista que se le ocurra al nuevo presidente que, rodeado de los millonarios dueños del sistema, se hace llamar antisistema, les gusta. Salir de la Organización Mundial de la Salud es una idea estupenda. Seguro que recuperar la Power Balance sería más barato y eficaz. Enterrar los organismos de lucha contra el cambio climático o de cooperación internacional son medidas a la altura de esta moda que arrasa entre jóvenes y mayores. Si existiese una asociación que ayudase a ancianas a cruzar la calle, los malistas la pondrían en su punto de mira y se conjurarían para cerrarla bajo el argumento de que las viejas de cadera débil discriminan gravemente a hombrecitos como Elon Musk que se ven obligados a desplazarse por su propio pie.
No hay razón que explique el porqué de las modas que fulminan a la razón. Es inútil intentar entender a un portador de pulseras homeopáticas, a un británico que dice que llegará hasta la piscina, un terraplanista o a un granadino con ansias de reconquista. Imaginen intentar entender lo que pasa por la podrida cabeza de un malista. Quizá deberíamos centrarnos en inventar nuevas tendencias que sustituyan a esta. No sé, hay quien propone el Mangione Challenge. O, tal vez, simplemente esperar a que vuelvan las modas pasadas y que así, quienes persiguen a personas vulnerables descubran lo divertido que es lanzarse desde un balcón. ¿Será esta sucesión de modas lo que el filósofo de moda Bauman refiere cuando habla de tiempos líquidos –viscosos en Granada–? Sea como sea, qué ganas de que comportarnos como adultos funcionales se ponga alguna vez de moda.
Como algo se ponga de moda la razón se puede dar por jodida. Entre los chavales ingleses se puso de moda hacer balconing durante sus vacaciones en España. Y, como una moda llama a otra, aunque nada de aquello tenía sentido, la tendencia que lo petaba por aquel entonces era volver a casa bronceado y dentro de una...
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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