A esta fotografía le pasa algo curioso. Le pasa que es actual y al mismo tiempo está caducada desde el mismo momento en que saltó el flash. Es actual por motivos evidentes: es la imagen de la semana. Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, líderes de PP y PSOE firmando un pacto de esos apellidados de Estado. La explicación de por qué es una imagen caduca es más compleja, aunque observándola se intuya el porqué con la misma facilidad con la que entendemos que el agua moja. Siempre nos contaron que los grandes pactos de Estado eran consensos en temas fundamentales, firmados entre el Gobierno y la oposición. Sin embargo, es Pedro Sánchez, líder del PSOE, quien aparece en esta foto junto al presidente del Gobierno firmando el pacto. Y aunque la formalidad institucional así lo diga, en este tiempo nuevo de nueva política, cuando vemos a Pedro Sánchez nos cuesta pensar: "Mira, la oposición". La imagen de la firma de este pacto de Estado sobre terrorismo es caduca quizá por estar fuera de sintonía con la realidad y fuera de contexto por la coyuntura social. Todos lo que alguna vez nos hemos dejado la leche fuera de la nevera en verano entendemos a qué huelen las cosas fuera de su sitio.

En esos papeles que no leemos y que los protagonistas de la foto tienen en sus manos, pone que ahora hay muchas formas de terrorismo nuevas. Concretamente tantas como los papeles dicen. También pone con otras palabras, y recurriendo a subterfugios para que a la Constitución no le dé un patatús, que se aplicará la cadena perpetua para los delitos más graves. Si volvemos a la foto podemos leer las declaraciones oficiales de los rostros de los protagonistas. A Rajoy, semblante tranquilo y media sonrisa tatuada hacia el interior, todo esto de actualizar el catálogo de lo que es terrorismo e introducir medidas ineficaces pero de gran lustre como la cadena perpetua, le agrada. Se siente cómodo. La cara de Pedro Sánchez, esa que vemos sobre un cuello atado a una corbata de un color difícil de definir, como a veces pasa con las ideologías, dice lo contrario que sus declaraciones oficiales: no está contento, o al menos no está seguro de lo que firma. Esa mueca de pesar, disfrazada sin mucho éxito de responsabilidad, lo delata. Recuerda a la cara que pone un portero que sabe que la cámara lo está enfocando cuando recoge el balón de su portería y lo manda al medio campo para que su equipo saque de centro otra vez.