En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
El profesor James K. Galbraith y el ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, forman una extraña pareja. El primero, educado en Harvard, Yale y Cambridge, hijo del célebre economista John Kenneth Galbraith, que fue referente de la izquierda americana del siglo XX y azote del sistema capitalista en su expresión más pura, es un economista de 63 años dedicado al mundo académico. El segundo, de 54 años, ha puesto patas arriba el establishment europeo, no sólo por sus camisas estampadas o azul eléctrico y sus chaquetas de cuero, sino con su manera directa de negociar y su afán por poner en evidencia el doble lenguaje que a menudo obstaculiza la acción en Europa. Ambos han sido colegas en la Universidad de Texas Austin y son coautores, junto con Stuart Holland, del libro Modest Proposal (2013), un tratado en el que proponían soluciones para salir de la crisis del euro.
Galbraith, que atiende a CTXT por teléfono desde Austin, ha sido testigo directo de las negociaciones entre Grecia y el Eurogrupo. Cuenta que cuando recibió la llamada de su amigo Yanis, no lo dudó un momento. “Fui a ayudar en lo que hiciera falta”. Y bromea: “Me he dedicado a escribir en el ordenador las propuestas que salían del grupo de trabajo. Una labor práctica, no intelectual”. Syriza ha llegado a la escena europea como un elefante en una cacharrería, la inexperiencia de sus ministros en los salones de Bruselas ha tensado en ocasiones las negociaciones de forma innecesaria. Pero lo que Galbraith tiene claro es que la llegada de Syriza al Gobierno ha abierto una brecha en la Europa de la austeridad. Y que ello marcará un antes y un después en la interminable crisis de la eurozona.
Pregunta. El plan de reformas griego ha sido aprobado por todas las instituciones incluido el Eurogrupo, ¿qué le parecen los términos del acuerdo?
Respuesta. Creo que el acuerdo está en línea con lo que el Gobierno griego estaba buscando desde el principio. ¿Ha habido que hacer concesiones? ¡Claro! No han conseguido, por desgracia, parar los desahucios. Pero en lo que respecta a los objetivos fiscales, la reforma laboral y las privatizaciones, se mantienen básicamente las propuestas que hizo el Gobierno en su programa. La estabilidad financiera de los bancos está asegurada. No hay peligro de recurrir al control de capitales o de verse forzados a salir del euro. Considerando que la intención de Alemania hasta casi el final de las negociaciones era dejar todo tal y como estaba sin cambiar una coma de los acuerdos previos y manteniendo el control de las instituciones europas, el pacto alcanzado es un gran paso en la dirección de una gobernanza más razonable y compartida de la eurozona. Se ha abierto un espacio para las negociaciones directas entre Grecia y sus socios europeos que antes no existía. Así que creo que es un paso adelante muy significativo porque marca un nuevo tono y un método para resolver las diferencias entre los gobiernos nacionales y el conjunto de Europa.
El primer ministro Alexis Tsipras se esfuerza en presentar el acuerdo como una victoria, pese a renunciar a algunas importantes promesas electorales. ¿Está de acuerdo con él en que se ha ganado una batalla pero no la guerra?
Yo he participado en las reuniones del equipo griego y trabajado con ellos. No sabría decirle si las negociaciones tras este acuerdo van a ser más complicadas de lo que ya hemos visto. Hasta hoy y durante los seis años de crisis de la eurozona, lo que hemos visto es que cualquier Gobierno que salía elegido y pretendía ir contra la austeridad ha tenido que claudicar rápidamente, al poco de ganar las elecciones.
¿Se refiere a la victoria de Hollande en Francia?
Sí. Exactamente. Cuando el Gobierno griego ha sido elegido, los socios europeos le han querido poner a prueba. Esperaban que, al igual que han hecho otros, acabara claudicando. Pero era muy importante para el Gobierno de Syriza que no capitulara, para su propia supervivencia, por supuesto, pero también por Europa. Ha sido muy difícil hacerse respetar y ganar credibilidad. Encontrar los límites de hasta dónde se podía llegar pero también alcanzar consensos. Creo que esa prueba está superada y que la validez de las dos partes negociadoras está legitimada. Así que yo espero y deseo que a partir de ahora las negociaciones sean más fáciles. La fuerza del Gobierno griego y la necesidad de cambiar de rumbo ya no se cuestionan. Eso lo ha puesto en evidencia Grecia.
¿Puede ello animar a otros gobiernos europeos a pedir más flexibilidad en el cumplimiento de los objetivos de déficit como teme Alemania? La Comisión Europea y el Banco Central Europeo han aprobado políticas de estímulo al crecimiento. ¿Hay un cambio de dirección también por parte de estas instituciones?
Si hay otros gobiernos europeos que plantean un cambio de política, creo que sí, que el modelo establecido por Atenas puede allanarles el terreno. Ello, unido al cambio de actitud de esas instituciones de las que usted habla, con el plan Juncker -360.000 millones de inversión- y la decisión de Draghi de poner en marcha una QE (Quantive Easing), con la compra masiva de bonos en los mercados, supone un claro reconocimiento de que las políticas de austeridad por sí solas no han funcionado, y de que hay que cambiar las cosas. Es necesario que este proceso no se pare si Europa quiere salir de la espiral de deflación, escaso crecimiento y creciente deuda.
¿Diría que hay una actitud más constructiva por parte de los organismos que fueron el brazo ejecutor de la austeridad, Comisión, BCE y FMI?
Sí, creo que es un aspecto muy interesante que se ha puesto de manifiesto en esta reciente ronda de negociaciones. Los más dispuestos a alcanzar un acuerdo con el Gobierno griego han sido los socios institucionales, mucho más que los gobiernos nacionales, que han sido bastante hostiles. Y diré también que las muestras de apoyo del Gobierno estadounidense para alcanzar un acuerdo con Grecia han sido muy importantes en el proceso. Hay un clima diferente en el que se nota que estas instituciones desean un cambio frente a las políticas de austeridad.
¿Cree que la coalición entre conservadores y socialdemócratas en el Gobierno alemán puede facilitar ese cambio?
Sí, también lo creo. En las reuniones recientes, hemos visto cómo el mismo documento propuesto por Grecia fue aceptado por la Comisión y el vicecanciller alemán Sigmar Gabriel y sin embargo fue rechazado por el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble… Ese desencuentro se solucionó con una llamada de la canciller Angela Merkel a Tsipras. Hablaron durante casi una hora y según el primer ministro, fue muy positiva. Es interesante que esas diferencias en la coalición alemana se escenificaran públicamente. La canciller es la figura política más importante de Europa y tiene su mente ocupada en cuestiones tan urgentes como la crisis de Ucrania. Necesita que la Unión Europea sea una entidad viable. Pasar a la historia como la canciller que fragmentó la eurozona con la salida de Grecia, y su posible efecto contagio, es algo que claramente le interesa evitar a toda costa. Comparado con esa perspectiva, ceder en cuestiones menores como el ritmo del programa de privatizaciones o el recorte de las pensiones, es algo perfectamente asumible. La táctica del no, no, no a todo de Schäuble parece que va siendo sustituida por un mayor pragmatismo. Y eso es bueno.
Usted ha participado en los grupos de trabajo del Gobierno griego junto a Varoufakis. Tiene experiencia como asesor en el Congreso de EEUU. Estuvo en Atenas pero también en Bruselas, y ha confesado estar sorprendido por la falta de coordinación del Eurogrupo. ¿Qué impresión se llevó?
Me pareció muy llamativo que los ministros, los principales actores de las negociaciones después de todo, se pasen horas discutiendo para ponerse de acuerdo sólo en el lenguaje. ¡Tres horas para acordar los términos en que entenderse! Es un trabajo que ya debía estar hecho por los técnicos. Me pareció un proceso chapucero, descuidado y proclive a que haya accidentes.
¿Cuál fue la posición adoptada por otros países deudores como España, Irlanda o Portugal con respecto a Grecia?
España fue uno de los Gobiernos que más se opuso a hacer concesiones a Grecia. Fue muy beligerante. Es comprensible pues están preocupados por los efectos en la política interna del auge de partidos en la oposición que defienden propuestas parecidas a las de Syriza. Si la Unión Europea hubiera escuchado sólo a España o Portugal, dejaría de tener sentido tener una unión monetaria.
¿No cree que podrían haberle dado la vuelta al argumento y aprovechado para hacer un frente común con Grecia?
He de decir que Irlanda no fue tan tajante. Tuvo una actitud más abierta, aunque han seguido la austeridad impuesta por la troika a cambio del rescate, sí son conscientes de que una mayor flexibilidad les puede beneficiar. España y Portugal mantienen su convencimiento de que las políticas de austeridad funcionan y esperan que sus electorados les crean. La posibilidad de que exista una alternativa como la que defiende Syriza representa una amenaza para ellos.
¿Y usted cree que se equivocan?
Digamos que el Gobierno de España no me ha invitado a darles consejo ni tampoco espero que ocurra, por lo menos no este año. (Risas). Así que prefiero no opinar.
¿Es cierto que se ha intentado marginar a Yanis Varoufakis de las negociaciones por ser demasiado directo y temperamental y que es más fácil hablar con el primer ministro Alexis Tsipras?
Lo que sí le puedo asegurar es que negociar con Yanis Varoufakis debe ser una experiencia muy difícil para sus socios en el Eurogrupo porque es una persona muy eficaz en sus argumentos y tiene mucha determinación. Puede manejar con facilidad grandes desafíos. He oído que algunos de sus colegas han salido magullados de las negociaciones y me lo creo. Pero quienes creen que por tener una personalidad más cordial, Alexis Tsipras es más fácil de convencer, se equivocan. Sabe muy bien cuándo decir no. No van a conseguir más de él por evitar la negociación con Varoufakis. Funcionan como un equipo.
Las reformas propuestas por Atenas se concentran en la reducción del gasto ministerial y la lucha contra el fraude fiscal y la corrupción, áreas en las que anteriores gobiernos han fallado estrepitosamente, ¿qué le hace pensar que Tsipras puede hacerlo mejor?
En parte es una cuestión de voluntad política. Los anteriores gobiernos en Grecia eran un producto de su propio sistema, apoyados en el poder por las oligarquías griegas. Syriza está libre de esas cargas. Es más fácil actuar con contundencia en estas áreas si tienes esa independencia. La cuestión de si conseguirán reducir el fraude fiscal en un país como Grecia, con una tradición evasora muy fuerte, para lograr aumentar la recaudación, es difícil de predecir.
Grecia ha hecho un esfuerzo impresionante de ajuste fiscal: ha pasado de tener un déficit del 11% de su PIB a un superávit primario (sin contar el pago de los intereses ) del 3% en 2014. Ese saneamiento fiscal ha tenido un coste elevadísimo en la riqueza nacional, que se ha reducido un 25% en cinco años. Los retos del nuevo Gobierno son enormes.
Yo no soy un optimista. Nunca lo he sido. Los retos son enormes, efectivamente, y no hay soluciones milagrosas. Pero algo está cambiando y estamos en una mejor situación esta semana que la anterior. El movimiento más aperturista que recorre Europa tras la victoria de Syriza representa claramente un éxito. Grecia ha demostrado que es posible cambiar el rumbo. Esta primera ronda de negociaciones nos enseña que una discusión razonable da unos resultados razonables. Y que lo que antes era impensable introducir en la mesa de negociaciones, ahora se puede incluir.
El profesor James K. Galbraith y el ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, forman una extraña pareja. El primero, educado en Harvard, Yale y Cambridge, hijo del célebre economista John Kenneth Galbraith, que fue referente de la izquierda americana del siglo XX y azote del sistema capitalista en...
Autor >
Victoria Carvajal
Es licenciada en Economía por la New York University y Máster en Periodismo por la UAM/El País. Fue redactora en la sección de economía de El País. Actriz vocacional y dj entregada de CTXT, de la que es miembro del consejo editorial.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí