LIBROS
El Mediterráneo: alfombra roja de la crisis
El corresponsal de El Correo en Italia recopila en 'Mediterráneo descapotable. Viaje ridículo por aquel país tan feliz', las crónicas de un viaje por la costa levantina cuando la crisis comenzaba a despuntar
Carmen López 7/05/2015
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El periodista Íñigo Domínguez ideó en 2008 un reportaje veraniego que también podría haber sido unas vacaciones al uso. El plan rozaba la genialidad: venderle a sus jefes de El Correo de Bilbao que unas crónicas sobre el turismo en el litoral Mediterráneo serían un excelente contenido para las hojas de verano del periódico. En las redacciones, como él mismo cuenta y el gremio sabe, reina la convicción de que los lectores en los meses estivales sólo quieren hacer el crucigrama y abanicarse con el diario. Y, si leen, que sean contenidos ligeritos, que el calor aplatana.
Para acercarse a dicha realidad y contarla con fidelidad haría una recorrido por el terreno, aunque de su planteamiento inicial cambiaron dos cosas. La primera fue su ilusión de hacer la ruta en un Seiscientos: romántica, pero poco funcional. Acabó en un descapotable azul cedido amablemente por una compañía automovilística, así que la desilusión no fue tanta. La segunda fue que lo que iba a ser una recopilación de anécdotas y retratos de la cotidianidad del veraneo patrio se convirtió en una descripción de los crímenes que el afán urbanístico había cometido en la costa sin pudor ni medida.
Aquellos artículos se recogen ahora en el libro Mediterráneo descapotable. Viaje ridículo por aquel país tan feliz (Libros del K.O, 2015), que no sólo es divertido sino también premonitorio: “Viendo aquel decorado se podía intuir la crisis”, comentó Domínguez durante la presentación de su libro en Barcelona. De hecho, para preparar el viaje se hizo con una guía de España dirigida al público extranjero en cuya introducción ya se explicaba que la deuda española estaba creciendo y que los principales ingresos nacionales provenían del turismo y la construcción: “Era como si todo el mundo lo supiera menos nosotros”. El último artículo se publicó en el periódico el 30 de agosto de 2008 y, dos semanas después, el 15 de septiembre, quebró Lehman Brothers. “Lo que más me sorprendió fue que todo había empezado en esos sitios tan feos que yo veía”.
De la risa al estupor
En aquel momento el autor llevaba ya bastante tiempo viviendo en Roma. Desde su óptica externa se fue percatando de los cambios que estaban dándose en la sociedad española. El empeño por la compra de pisos [“Alquilar es tirar el dinero. Lo suyo es comprar: si después vendes el piso ganas dinero, nunca pierdes”, se decía], el refinamiento de los gustos y las aspiraciones. “Mi hermano pidió un crédito para comprarse un coche sin siquiera tener carné de conducir. ¡Y se lo dieron!”. Las anécdotas dan risa, pero también causan estupor.
El recorrido comienza en Collioure, pueblo francés en el que yacen Machado y su madre: “Al pobre sólo le dio tiempo a pasar la frontera y morirse de pena”, dice en el libro. En esta primera parte de la ruta, Domínguez viaja acompañado por su primo, del que se despedirá en Barcelona. Una sabia decisión por parte del pariente: “Al empezar el viaje ya íbamos viendo cómo estaba el Mediterráneo pero es que, según íbamos bajando, iba a peor”. La caricia de la crisis se hacía patente no sólo en las obras paradas, con las grúas inertes recortando el horizonte, sino también en los carteles de Se vende o Se alquila en las ventanas, o la disponibilidad de habitaciones sin reserva previa. “Hice todo el viaje sin planificar el alojamiento. Llegaba a los sitios y buscaba habitación en los hoteles. No tuve ningún problema, un indicio claro de que el turismo estaba empezando a decaer”. El viaje termina en Gibraltar con su mezcla kitsch de enmoquetado estilo británico, acento andaluz y los característicos monos. Tras todos los escenarios narrados este es, quizás, el menos enloquecido de todos.
Humor D'Or
Si Benidorm es ejemplo de la apuesta por el turismo que hizo este país a partir de la segunda mitad del siglo XX, Marina D’Or es ejemplo de la pérdida total de la perspectiva y la salud mental colectiva. Quizá el capítulo que el periodista le dedica en su libro sea una de las pocas cosas buenas que se ha podido sacar de ese esperpento sin parangón. El libro es ya de por sí guasón [en la línea del humor del Mendoza de Gurb, de Azcona o de Berlanga, al que se invoca desde sus páginas] pero las páginas dedicadas al complejo urbanístico valenciano son tan delirantes como el propio concepto del proyecto, en el que se incluía una pista de esquí. En primera línea de playa, eso sí.
Transcurridos los años desde que escribió aquellas crónicas y teniendo en cuenta el cataclismo económico que vino después, Domínguez pensó en incluir un epílogo para actualizar el estado de la cuestión. “Me di cuenta de que era imposible. Si empezaba no acabaría nunca”. Finalmente sí ha escrito un apéndice en el que se repasa el devenir de algunos de los lugares que visitó, como Lloret de Mar, Terra Mítica o La Manga del Mar Menor. Corrupción tejida a golpe de ladrillo y cemento, de adjudicaciones amañadas y de avaricia obscena. Ha recuperado muchas, pero a saber las que quedan por conocer. Como el propio autor dice: “El mal se hace muy rápido, pero se tarda muchísimo en repararlo”.
El periodista Íñigo Domínguez ideó en 2008 un reportaje veraniego que también podría haber sido unas vacaciones al uso. El plan rozaba la genialidad: venderle a sus jefes de El Correo de Bilbao que unas crónicas sobre el turismo en el litoral Mediterráneo serían un excelente contenido para las...
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Carmen López
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