Apuntes para un viaje por los Balcanes
I. Con Magris en Trieste: una (breve) conversación
Felipe Nieto Trieste , 5/06/2015
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De la riqueza y diversidad del paisaje y de los pueblos balcánicos se viene hablando desde siglos atrás, en ocasiones tal vez con una inclinación acusada a acentuar, si no a exagerar, los rasgos diferenciadores de los distintos países, como si estos constituyeran cada uno un mundo aparte, ajeno a las grandes tradiciones culturales de Oriente y Occidente, y también como si sus habitantes se hubieran visto condenados a vivir por siglos en una suerte de laberinto recurrentemente marcado por la violencia y la hostilidad de unos contra otros como su estatus de convivencia habitual.
"Los Balcanes producen más historia de la que pueden consumir", recuerda Claudio Magris una de las sentencias lapidarias características de Churchill, pero añade: “No tiene por qué ser así, ni siempre ha sido así, incluso de muchos pueblos a lo largo de su historia se puede decir algo parecido”.
He llegado a Trieste hace un par de días. Ya es un tópico decir que es la puerta más adecuada, si uno llega de Occidente, por la que entrar en los Balcanes. Y qué mejor introductor que este ilustre escritor, hijo de esta ciudad siempre presente en su obra, desde la que ejerce como ciudadano europeo y que aspira desde hace muchos años con toda su energía, y parece mucha, a servir de puente entre nuestra Europa occidental y la que en este siglo XXI está en proceso de integrarse en la Unión.
Estamos sentados en el café donde me ha citado, no hace falta decir que se trata del San Marco, en una mesa situada junto a la gran barra, porque "su mesa" está ocupada por señoras, algunas amigas que saludan y bromean con el profesor. Ha entrado con paso seguro, mirando a todos los lados hasta dar conmigo, el desconocido que le espera, en su mano izquierda la vieja cartera de profesor, abierta descuidadamente, como dispuesta a impartir la lección cotidiana.
-¿Sabe? No me gusta dar entrevistas, si atendiera a todas las que me solicitan, ¿qué hace uno? ¿Repetir, repetirse sin tiempo para reflexionar?
Mantendremos, pues, una breve conversación, lo que permita el escaso tiempo de este intelectual viajero inmerso en estos últimos días en un continuo viaje por el viejo y el nuevo mundo (el 9 de junio estará hablando en Madrid), y que no obstante aún ha tenido margen para escribir su nuevo libro, Non luogo a procedere, que está empezando a presentar estos días y que se encontrará pronto en las librerías.
-Los países balcánicos se están integrando en la UE, sí, pero ¿cómo? No me gusta nada el proceso que se ha seguido, dice.
-¿Se advierte descontento en algunos países?
-Por supuesto, y no es de extrañar. ¿No ha visto cómo se ha actuado con Rumanía y con Bulgaria? Toda empresa, una editorial, cualquier negocio, presenta un proyecto para constituirse, con los pasos que va a ir dando, con las metas que se propone alcanzar. ¿Qué proyecto ha presentado Europa para integrar a los nuevos países centroeuropeos? ¿Se ha tenido en cuenta sus características, su diversidad? No lo hemos visto, no lo conocemos.
-El presidente de la República de Italia, le recuerdo, acaba de dar su apoyo oficial al ingreso de Serbia en la Unión.
-Y es justo. Ha entrado hace años Eslovenia, y Croacia más recientemente, es justo que lo haga también Serbia. No se puede dar la impresión de que este país fue el único responsable de las guerras que condujeron a la disolución de Yugoslavia. Ahora bien, el problema es el mismo, ¿cómo se va a hacer esta nueva ampliación?
Percibo en quien así habla una nota de pesimismo, incluso de decepción, como si Europa se hubiera convertido, por el mal hacer de los unos y los otros, en un proyecto fallido.
-Mire, yo soy un patriota europeo, yo defiendo una Europa federal, sueño con el día en que pueda votar como europeo, no como italiano, al presidente de Europa, lleve el apellido que lleve, Gómez, Schmidt o Lebranski... Una Europa así debe afrontar como tal los problemas europeos. La emigración, por ejemplo, no es un problema italiano, es un problema europeo, y la crisis económica igual, son cuestiones que tiene que resolver Europa. En Europa está mi verdadera identidad.
-¿Pesimista, optimista?
-Me atengo a la formulación gramsciana: hay que actuar con el pesimismo de la razón y con el optimismo de la voluntad. Una cosa es indiscutible. La construcción europea, mejor o peor, se está haciendo sin el recurso de la guerra. La construcción europea no es el fruto de guerras y las consiguientes paces impuestas, como sucedió frecuentemente en el pasado.
Todas estas reflexiones, junto con el regalo de su libro mayor, El Danubio, que Magris me ha dedicado amablemente, formarán a partir de ahora parte fundamental del bagaje que me va a acompañar en los próximos días en mi viaje por los diferentes países que forman el ámbito balcánico, inmerso en un rápido proceso de transformación.
Trieste, 26 de mayo de 2015
De la riqueza y diversidad del paisaje y de los pueblos balcánicos se viene hablando desde siglos atrás, en ocasiones tal vez con una inclinación acusada a acentuar, si no a exagerar, los rasgos diferenciadores de los distintos países, como si estos constituyeran cada uno un mundo aparte, ajeno a las...
Autor >
Felipe Nieto
Es doctor en historia, autor de La aventura comunista de Jorge Semprún: exilio, clandestinidad y ruptura, (XXVI premio Comillas), Barcelona, Tusquets, 2014.
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