Aitana Sánchez-Gijón / Actriz
"Hay que dar marcha atrás en la privatización de la gestión cultural"
Raúl Losánez 3/06/2015
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A la hora de encarar un nuevo proyecto, a Aitana Sánchez-Gijón (Roma, 1968) no parecen afectarle demasiado ni su amplio bagaje en el mundo de la interpretación ni la fama. La actriz se embarca en producciones solventes cuyo éxito comercial parece asegurado y en otras aventuras más modestas cuyos réditos son exclusivamente de índole artística. Algunas veces, ese interés artístico se traduce en un interés del público por disfrutarlo. Y eso es lo que está ocurriendo con su último trabajo en teatro, la Medea que protagoniza a las órdenes de Andrés Lima dentro de esa atractiva y grupal idea que ha venido a llamarse Teatro de la Ciudad y que reúne, junto a Lima, a los otros dos directores escénicos del momento: Miguel del Arco y Alfredo Sanzol.
Aunque la idea prometía, supongo que nadie esperaba una respuesta del público así. Ya no hay quién consiga una entrada...
Bueno, la verdad es que ese éxito es fruto de un camino muy largo en el que, además, ha estado involucrada mucha gente de distintos ámbitos: actores, directores, creadores, personas del mundo académico… Esto hacía que el proyecto naciera con una potencia muy poco habitual en el panorama actual. Hemos trabajado tanto que, en mi caso, cuando empecé con los ensayos de Medea, sentía que ya tenía recorrido medio camino con los talleres previos.
Sí, pero era un proyecto relativamente modesto, que no contaba con demasiado presupuesto…
Bueno, es que ha salido adelante básicamente con nuestro esfuerzo. ¡Creo que yo nunca he cobrado tan poco! Esto se puede hacer de vez en cuando, pero será difícil la continuidad del Teatro de la Ciudad sin un apoyo institucional. Un proyecto como este en países como Francia, Alemania, Inglaterra… estaría con alfombra roja por donde pasara; sería absolutamente mimado e impulsado por las instituciones, porque es integrador, transversal y representa la efervescencia y el desarrollo completo de la creación teatral. Sin embargo, las tres productoras implicadas, llenando el teatro, han perdido dinero con su estancia en Madrid. Veremos si con los bolos se puede recuperar algo, pero, de cualquier modo, lo hacemos por pura militancia teatral.
Medea es uno de los grandes personajes femeninos del teatro; sin embargo, es también uno de los personajes más reprobables moralmente que se hayan escrito.
Sí; encarna la fuerza arrasadora de la naturaleza: el poder creador y el poder destructor. Ella ha parido a sus hijos y ella decide destruirlos; en realidad es una diosa. Pero en el espectáculo que ha concebido Andrés (Lima) no se trata de hacer un juicio, sino de colocarla frente al espectador con sus motivaciones. Evidentemente, es monstruoso lo que hace Medea, pero estamos viendo en realidad un espejo de lo que somos. Hay muchas Medeas en nuestros días; hace apenas unos días leíamos que otra mujer se había cargado a su hijo. Somos capaces de esto, y eso es lo que nos cuenta la obra. Esa es la grandeza de las tragedias, que muestran al ser humano en toda su crudeza; capaz de lo mejor y de lo peor. El de Medea es un caso extremo, pero se puede extrapolar a muchos otros: ¿cuántas madres y padres no joden la vida a sus hijos cuando supuestamente les desean el bien? En nuestra vida cotidiana, violamos continuamente lo éticamente deseable.
Los tres montajes del Teatro de la Ciudad se caracterizan por ir directamente al grano. Tanto es así que cada uno de ellos dura aproximadamente una hora y cuarto. ¿Cuál cree que es ese núcleo dramático fundamental en el caso de Medea?
Yo creo que Andrés (Lima) se ha centrado en cómo un amor traicionado y humillado puede llegar, en su sed de venganza, a convertirse en locura; en cómo un dolor tan profundo llega a dominar todo tu ser. Lo dice ella misma en un momento: “Mi única paz será ver el mundo entero sepultado entre mis escombros”.
Se ha sabido hace poco que irán al Festival de Mérida. Una gran noticia por un lado; pero, por otro…, no sé si ahora, dadas las dimensiones y exigencias del Teatro Romano, habrá que adaptar un espectáculo que presenta más bien un formato pequeño e intimista…
A mí personalmente me va intimidar esa apertura y esa distancia con el público, pero inevitablemente… ¡te adaptas! (risas). Además, hemos trabajado desde el principio con microfonía, lo cual ayuda, y contaremos en Mérida, en el escenario, con los chavales que nos han grabado los coros. Si además tenemos luna llena…, ¡para qué quiero más! (risas).
No hace mucho se quejaba usted de lo injusta que estaba siendo la prensa con los nuevos partidos que intentaban hacerse un hueco en un marco político dominado por PP y PSOE. A la luz de los resultados en las elecciones, ¿cómo valora la incursión de esos partidos en el panorama municipal y autonómico?
Estoy en una nube. Es un sueño cumplido, y me desborda la felicidad. Madrid se merecía un cambio así; lo necesitábamos más que el aire. Por otro lado, me sigue sorprendiendo que el partido que ha estado gobernando en Madrid, después de todo lo que ha llovido, siga siendo el más votado.
¿Y qué cambios tendrían que producirse para que las artes escénicas fuesen, según usted, por el buen camino?
Creo que se debería dar marcha atrás en la privatización de la gestión pública, que, como ocurre en sanidad y en educación, también afecta ya a los teatros: estos se han quedado sin presupuesto y se han convertido en meros contenedores de espectáculos que solo buscan la rentabilidad económica con empresas ajenas a lo público. La rentabilidad cultural es más importante y va más allá de la rentabilidad económica. A pesar de la efervescencia cultural que vive Madrid, apenas hay gente que pueda vivir de esto en la ciudad; como decía antes, es una militancia teatral y cultural, pero que no da de comer.
En confianza, usted cuando habla de política con Mario Vargas Llosa… ¿no llega a las manos?
Noooo…, ¡pero verbalmente nos hemos dicho de todo! (risas). Lo que pasa es nos lo decimos desde el profundo respeto, el cariño y la amistad que nos tenemos. De todas formas, para mí es enriquecedor hablar con alguien que piensa de manera tan distinta a mí… ¡en política!, porque en muchas otras cosas pensamos muy parecido. Si uno tiende a charlar solo con gente afín, termina viviendo en una burbuja y viendo al otro como su enemigo. Es un buen ejercicio tener enfrente a personas que te obligan a escuchar y a argumentar desde un lugar en el que hay un respeto y una admiración mutua.
Después de Medea… ¿hay algún proyecto ya en mente?
Hay uno muy sorprendente que… no puedo adelantar todavía (risas). Pero, de todos modos, aún me queda un largo recorrido con esta Medea, que para mí está siendo, profesional y personalmente, trascendental.
A la hora de encarar un nuevo proyecto, a Aitana Sánchez-Gijón (Roma, 1968) no parecen afectarle demasiado ni su amplio bagaje en el mundo de la interpretación ni la fama. La actriz se embarca en producciones solventes cuyo éxito comercial parece asegurado y en otras aventuras más modestas cuyos réditos son...
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