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Una vez coincidí con Carlos Floriano en el Parador de Mérida. Bueno, en realidad es un decir porque habíamos quedado para hacer una entrevista. Y cuando entró por la puerta supe que ese hombre estaba desubicado. En el sentido literal y en el de los argentinos. Apareció con el uniforme de señor de derechas cuando quiere parecer cercano: pantalón beige, camisa azul remangada y esa mata de buen pelo con cierta tendencia al desboque que tienen los hombres del PP. Pero ni siquiera en un sitio con aire a siglos pasados como un Parador --de los pocos refugios en los que aún está bien visto pedir un zumo de tomate-- aquel hombre se sentía cómodo. Lo intentaba, pero no le salía. En aquella cafetería, repleta de gente y por tanto de voces, Floriano y mi grabadora nunca llegaron a entenderse. Sí, volvió a ganar el PSOE. Una y otra vez hasta que el milagro del rapsoda Monago se hizo carne. Pero hoy hemos venido a hablar de buen pelo, no de rap y amores en Canarias.
Y he venido a reivindicar su figura, sin que sirva de precedente. Porque Floriano ha cargado con el muerto (y con el video) pero si hay algo que no le ha faltado a él ha sido piel precisamente. Porque se ha entregado a fondo a nuestra causa, que es la de pasarlo bien por encima de nuestras posibilidades. Para que ahora venga otro señor con melena y mochila llamado Jorge Moragas y le quite el caramelo. Floriano merecía mejor destino que protagonizar memorables memes con su mirada acero azul. También merecía mejor entrevistadora en esa cafetería de Mérida que ahora es incapaz de recordar una sola cosa interesante de aquella charla. Al hombre le ha tocado enfrentarse a momentos incómodos y ha respondido con… con…. bueno, que ha respondido. Le ha tocado atizar a Ciudadanos y a Podemos sin quitarse la teba, que ya es mucho. Y el registrador de Santa Pola le ha dicho que ya no juega. Que prefiere a Moragas y a Pablo Casado, el chico que presentarías a tus padres cuando te preguntan preocupados con quién vas por ahí de correría.
A Floriano le ha tocado estar siempre desubicado. En Extremadura porque le tocó fajarse cuando el PSOE era tan PSOE que su atuendo chirriaba en Cáceres, Badajoz y mercadillos de Portugal. En Madrid lo ha intentado todo pero se ha quedado en nada. Y el jefe ha decidido que ya tiene suficientes fans de El Ganso cerca como para no renovar caras. Qué injusto. Para uno que no nos ha salido antisemita, ni bolivariano, ni quiere colgar del palo mayor a los de Ibex, y nos lo quitan. Por no provocar ni nos ha enseñado los pechos, como ya han hecho Rita Maestre y Albert Rivera. Y nos lo quitan, insisto. La vida es mejor con Carlos. Era mejor con Carlos. Nos han quitado a Floriano pero no nos quitarán su sonrisa. Ni su frondosa melena. Si la regeneración era esto, maldita sea.
Una vez coincidí con Carlos Floriano en el Parador de Mérida. Bueno, en realidad es un decir porque habíamos quedado para hacer una entrevista. Y cuando entró por la puerta supe que ese hombre estaba desubicado. En el sentido literal y en el de los argentinos. Apareció con el uniforme de señor de...
Autor >
Ángeles Caballero
Es periodista, especializada en economía. Ha trabajado en Actualidad Económica, Qué y El Economista. Pertenece al Consejo Editorial de CTXT. Madre conciliadora de dos criaturas, en sus ratos libres, se suelta el pelo y se convierte en Norma Brutal.
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