Entrevista a Rosa Díez / Portavoz de UPyD
"Entre provocar el cambio y los votos, escojo lo primero"
La política vasca concede una de sus últimas entrevistas como líder de la formación magenta, en un momento en el que se pone en solfa la continuidad de su partido
Óscar Sainz de la Maza / Ainhoa Campos Madrid , 11/07/2015
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Pocas biografías dibujan las cuatro últimas décadas de vida política española como la de Rosa Díez. En los ochenta; socialismo de partido, siempre a la sombra de los cañones humeantes de ETA. Más tarde; competición interna por el poder en el seno del PSOE. Fracaso, y cisma de la vieja y la nueva guardia a cuenta de las políticas de Zapatero. Finalmente, el ataque al bipartidismo desde una formación nueva y, una vez hundido este, la práctica desaparición en medio de la marejada de nuevos partidos y una retirada política que culmina en un congreso extraordinario celebrado este mismo fin de semana. La historia de Rosa Díez es la historia de la democracia española desde 1975.
Aunque en un principio entrase en un gobierno del PNV con el PSE (1991-1998) y se mostrara más cercana al acercamiento de presos etarras al País Vasco (1999), Rosa Díez pronto disintió del gobierno de Zapatero cuando éste comenzó las negociaciones de tregua con el entorno de la banda terrorista, mostrando su descontento en las instituciones, los medios de comunicación y la calle. Al mismo tiempo, su desacuerdo con las políticas del PSOE en Cataluña (que consideraba demasiado favorables a los nacionalistas) hizo que en 2007 encabezara el nuevo partido Unión, Progreso y Democracia, una formación progresista y antinacionalista que pronto se hizo con un hueco en el Parlamento, desde donde atacó sin tregua los privilegios y las corruptelas del mundo político y financiero español.
Pero los tiempos de gloria han pasado con sorprendente rapidez. Ya desde el principio, los titulares se llenaban con un lento goteo de deserciones que acusaba de autoritaria a la dirección del partido. Pero a partir de las negociaciones abortivas con Ciudadanos de cara a una posible alianza (en septiembre de 2014), el descontento, las expulsiones, el abandono e incluso la disolución de federaciones enteras -Andalucía, Castilla y León, Asturias y Galicia- se han vuelto algo corriente en la formación. Las elecciones autonómicas y municipales del 24M castigaron esta imagen de disolución (mientras el voto centrista y regeneracionista era devorado por los nuevos partidos con avidez) y UPyD se quedó fuera de muchos parlamentos, enfrentada a la falta de recursos y a la pelea interna.
En su despacho, dentro de una sede modesta y acogedora convenientemente cercana al Congreso de los Diputados, Rosa Díez no ha retirado de la pared la caricatura que muestra a un grupo de idealistas sonrientes: los cinco diputados que llegaron a las Cortes en 2007, ahora enfrentados y divididos a cuenta del devenir del partido. La unión se ha perdido ya. En cuanto al progreso y la democracia, nos cuenta, sin perder jamas su sonrisa tranquila, cómo pretende seguir trabajando por ellos hasta el final. Aunque hoy las elecciones internas que celebran en su partido supongan su adiós definitivo de la cabeza del partido que fundó.
¿Se ha conformado UPyD con ser un “Pepito Grillo” como IU? Siempre pequeño, siempre débil, y martillo del poder...
Creo que hacemos ambas cosas. La política, o está al servicio de los ciudadanos o no sirve para nada. Bueno, les sirve a los partidos viejos para lo que les sirve. Y la nuestra, que busca transformar el país y la vida de la gente, la hacemos tanto desde las instituciones como desde la calle. Ahí hemos tenido un gran éxito: en el discurso político que todos hacen en España hoy, están las reivindicaciones que UPyD mantuvo en solitario desde las instituciones que ocupaba. Hemos cambiado la historia de España en el sentido de que –aunque sea para incumplirlas- los partidos han acabado integrando nuestras reclamaciones. Por primera vez, la política ha ido por delante del debate ciudadano y no detrás; que para ir detrás, ya está la demoscopia.
En cuanto a querer no extenderse… Pues precisamente lo más goloso de UPyD, para otros partidos, es la estructura que tiene en todos lados. Con personas reales, de dentro y fuera de la institución, con propuestas, con rigor, por toda España. Tenemos una base extraordinariamente sólida de gente que ha venido a servir a la política y no a servirse de ella. ¿Qué fue lo que no tuvimos en las últimas elecciones? Votos. Ésa es, en el corto plazo, la gloria y la miseria de la democracia.
En el discurso político que todos hacen en España hoy, están las reivindicaciones que UPyD mantuvo en solitario desde las instituciones que ocupaba.
Entre 1991 y 1998, fue consejera del Gobierno Vasco debido al pacto entre el PNV y el PSE ¿En qué se diferencia ese nacionalismo del que ahora combate UPyD?
Creo que con el nacionalismo se puede y se debe pactar. Lo que no puedes pactar, a mi juicio, es el modelo de Estado, porque lo haces con gente que no cree en ese modelo de Estado. Hay que hacer lo posible por incorporarles al pacto constitucional -eso es diferente y ya lo hicieron los padres de la Constitución- pero no acabar como Zapatero o como Ibarretxe. Yo formé parte de un gobierno de coalición que tenía entre sus objetivos constitucionalizar el nacionalismo. No apartarles, sino integrarles. No en el sentido de que saliesen a la calle para gritar “Viva la Constitución” sino para respetar las reglas del juego democrático: ése es el verdadero constitucionalismo. Y si se quieren cambiar, las reglas del juego han de cambiarse con arreglo a las reglas del juego. No estando en misa y repicando a la vez.
Pero entonces, el nacionalismo periférico…
¿Por qué lo llamas nacionalismo periférico? Voy a hacer yo de periodista ahora.
Bueno, por distinguirlo del nacionalismo central, que también se define por negación: anti-vasco, anti-catalán, etc
No creo que exista ese nacionalismo central. Puede haber personas que sean nacionalistas españolas. Pero no hay nacionalismo central en términos institucionales. No hay Partido Nacionalista Español, aunque la Constitución lo permitiría.
Pero en España sí existe lo que se conoce como “nacionalismo banal”, es decir, banderas, gestos, símbolos…
Es propio de democracias poco sólidas pensar que los símbolos de la nación son símbolos nacionalistas. En Francia, la bandera y las políticas no son nacionalistas, son patrióticas.
¿Cómo separaría un término del otro?
El nacionalismo es el patriotismo echado a perder, decía Orwell. El nacionalismo requiere adversarios, porque siempre se manifiesta contra otros. Es casi religioso: la doctrina nacionalista es una doctrina de tribu. Tribu frente al individuo. Derechos históricos, derechos del pueblo… Pero el “pueblo” entendido no a la francesa (que implica a todo el que sea republicano) sino como rebaño. El patriotismo, por contra, es cosa seria. Reclama el interés general, en términos constitucionales y democráticos. No necesita adversarios; se centra en la pertenencia. Frente a la tribu, el derecho de ciudadanía.
¿Y eso nunca implica exclusiones, construcción de adversarios, etc?
Siempre existe en los gobiernos la tentación de comportarse como nacionalistas. Por ejemplo, en los debates europeos a veces se da un discurso nacionalista de vía estrecha por parte de los Estados, impidiendo el crecimiento de la Europa política. El dirigente alemán va allí a hablar de Alemania y el español, pues de España. Pongo también un ejemplo contrario, de patriotismo europeo: la primera época de Felipe González. Lo digo yo, que me fui del PSOE, pero González fue el primero que convenció a los europeos de la necesidad de tener un Fondo de Cohesión. Y no lo hizo mediante criterios españoles, lo hizo mediante criterios europeos: la cohesión, les vino a decir, beneficia en el corto plazo a los países del sur, pero en el largo plazo les convertirá en compradores, y eso beneficiará a los países del norte, que son los que tienen algo que vender.
Lo digo yo, que me fui del PSOE, pero González fue el primero que convenció a los europeos de la necesidad de tener un Fondo de Cohesión.
Volvamos al pacto de gobierno PNV-PSE. Al romperse en 1998, ¿cuál fue su postura? Las versiones difieren
Nosotros rompimos el pacto de gobierno de cara a las elecciones vascas, apenas dos meses antes de las mismas. Era una situación complicadísima, porque no podíamos ir como oposición; habíamos estado en el gobierno. Fui la primera consejera en dimitir y quise insistir en que aquello no podía ser una ruptura táctica, algo del momento, tenía que ser una ruptura estratégica. Eso significaba no romper con los nacionalistas para diferenciar nuestro discurso electoral sino hacerlo porque habíamos llegado a un fin de ciclo. El nacionalismo era insaciable y nuestra entrada en el gobierno no había conseguido constitucionalizarlo.
¿Y el Secretario General, Nicolás Redondo? ¿Apoyaba esa postura?
No, su ruptura era táctica solamente. De hecho, fue suya la idea de romper, pero se trataba de romper el pacto, ganar músculo electoral y luego, tras las elecciones, volver a pactar, esta vez reforzados por un número mayor de votos para poder exigirles más. Es cierto que no habíamos hecho otra cosa que perder escaños desde que entramos en el gobierno, poco a poco.
¿Cómo se tomó la decisión?
Ni siquiera se votó. La acordamos entre nosotros.
Como partido, ¿había mucha diferencia entre aquel PSE y la UPyD de ahora?
Bueno, UPyD es un partido distinto al PSE. Absolutamente transparente, y con una democracia interna que nunca hubo en el Partido Socialista. Desde que nacimos, ha habido primarias, y no sólo como invento de última hora. Es verdad que en el PSE hubo primarias en 1998: yo me presenté, en condiciones completamente distintas a las de UPyD, con avales, etc. Y tuvieron tal éxito político que el partido a nivel nacional decidió animarse a ello ese mismo año; fue cuando eligieron a Borrell [tras su dimisión en el 99, la dirección lo sustituiría sin celebrar ya más primarias hasta 2014]. Ayudó a todo esto el hecho de que el PSE fuera un medio distinto: los vínculos eran más fuertes y el enemigo sí que estaba “ahí fuera”. Por mucho que discutiéramos entre nosotros diferentes posiciones, había una verdadera batalla ética que librar cada día.
En fin, también son las ventajas de tener un partido pequeño, que no es lo mismo UPyD a tener que gestionar 200.000 afiliados y más de cien años de historia. Eso, y que nacimos en un momento distinto al de los viejos partidos, así que pudimos recurrir a la experiencia adquirida por otros. Queríamos hacer las cosas de manera diferente. Los partidos tradicionales tuvieron entre sus objetivos la construcción de la democracia. Nosotros nacimos para regenerarla.
Ha tenido una trayectoria larga e intensa: instituciones forales, el parlamento autonómico de Euskadi, el Europarlamento y luego el Congreso de los Diputados con UPyD. ¿Se diferenciaba mucho el trabajo de estas instituciones?
Cambia el hecho de que para ir a Bruselas necesitas avión, para Madrid, coche, y para Vitoria, nada. Lo que creo que no cambia es cómo desarrollas tu tarea, que es lo que incorpora un valor añadido. Y eso, mi compromiso con el programa, mi forma de trabajar… eso ha sido lo inalterable a lo largo de mi vida, ya fuera desde una institución u otra, o desde la calle.
¿En cuál de ellas te se sintió más útil?
Yo siempre he sentido que lo que hacía era útil porque si no, me habría ido. Cuanto más cerca del ciudadano está la institución de turno, más se percibe esa utilidad. En una concejalía o una alcaldía, la decisión que tomas tiene efecto casi inmediato. En un Ejecutivo, la eficacia tarda siempre más. Ahora bien, a la hora de transformar la sociedad, donde más útiles hemos resultado ha sido en el Congreso durante estos últimos siete años, sin ninguna duda. No por el Congreso en sí, sino porque lidero un partido que ha detonado la mayor transformación del medio social que he presenciado a lo largo de mi carrera política. No reflejada en votos, por cierto.
¿Se podía haber evitado la situación de fracaso electoral que vive UPyD hoy?
Eso es opinar sobre algo que ya ha ocurrido… No me gusta ser como esos economistas modernos que te cuentan la crisis después de la crisis: qué pasó y qué habría que haber hecho. Nunca te advierten de ello antes. Aunque no haya tenido rentabilidad electoral en el corto plazo (ya la tendrá con el tiempo), creo que UPyD es un partido muy útil por lo que hace, porque sus principios han permeado en la sociedad. Hemos hecho lo que había que hacer en términos políticos. En términos tácticos, hemos cometido, como todos, muchos errores. Pero ¿debíamos de haber abandonado la regeneración de la democracia, la fiscalidad única o la independencia de la Justicia porque hablar de eso no da tantos votos? No. Hemos introducido temas en la tribuna política, por primera vez adelantándonos de la opinión pública; la gente ya hablaba de ellos, pero en privado. Así, hemos ayudado a que haya más opciones políticas en el tablero, aunque no nos hayamos beneficiado con ello. La democracia se refuerza con pluralismo, por más que no rente electoralmente. Todos queremos votos, pero si se trata de elegir entre provocar el cambio y ganar votos –que no tiene por qué ser así-, claramente escogemos lo primero. Porque para tener fuerza y que no cambie nada, para ser un partido como los demás, no hacía falta crear uno nuevo.
“Hemos ayudado a ampliar el número de opciones políticas, aunque no nos beneficiáramos de ello”
Aparte, numerosos afiliados se han dado de baja en el partido. Según varias fuentes de prensa, Alexis Marí y sus 130 compañeros se pasaron en bloque a C´s, y el 80% de UpyD-Murcia también se ha cambiado de chaqueta...
Eso es mentira. No conozco a los afiliados de Ciudadanos, así que no puedo decir exactamente quiénes de los que se han ido de UPyD ahora militan allí. Pero puedo decirte que el 80% de los afiliados de Murcia no se ha ido a ningún lado. Nosotros hemos dado los datos de afiliación a UpyD; no hemos obtenido ningún titular.
Pero esa tendencia hacia C´s ¿no implica una cierta similitud entre los dos partidos? ¿O se trata más bien de oportunismo electoral?
A muchos de los que yo conozco, como Marí cuando era coordinador territorial de UPyD-Comunidad Valenciana, jamás les he oído defender una alianza con Ciudadanos. Aunque ha habido otros que sí lo hicieron, algunos solo se pronunciaban sobre el asunto después de abandonar UpyD, y cuando las encuestas daban ventaja a Ciudadanos.
Pero vamos, esto no es una secta: la gente viene libremente, por razones variadas, y se va libremente, también por razones muy variadas, para marcharse luego al PP, al PSOE a Ciudadanos o a su casa. No existe un diagnóstico único, es algo natural en cualquier democracia. Ahora bien, me quedo con la inmensa mayoría de la gente de este partido, gente anónima, que vino sin un cargo y que sigue aquí. Que fue a las elecciones sabiendo que no iban a sacar nada, que se pagó la campaña de su bolsillo, que repartió folletos con la cara de otro; a veces de uno que les dejaba tirados (como por ejemplo Toni Cantó, o el candidato de Salamanca). Me quedo con todos ellos frente a aquellos, minoritarios, que vinieron con un cargo y que hacen todo lo posible por mantenerse con él.
Me quedo con todos ellos frente a aquellos, minoritarios, que vinieron con un cargo y que hacen todo lo posible por mantenerse con él.
¿Las deserciones no dañan esa infraestructura de la que me hablaba?
La estructura sigue ahí porque la gente sigue ahí. Pero hay que cerrar sedes.
¿Cuántas sedes están cerrando?
Todas. No hay dinero para pagar los alquileres. Pero ya las volveremos a abrir. Hace siete años y medio, empezamos en un piso en la calle Orense, de 80 metros cuadrados, trabajando con voluntarios.
Cuando cierra la sede, ¿no mina eso las ilusiones, al menos en la zona?
No, los que vinieron sin cargo, sin nada, que se reunían en una cafetería, que construyeron ellos mismos la sede… Esos se han quedado. Ahora, se volverán a reunir en el bar y, dentro de unos meses, tendrán dinero para alquilar otra sede.
Pero a veces llegar a un determinado punto y caer desilusiona más que no haberlo alcanzado nunca.
Depende de tu meta. Los arribistas se han ido ya. Hay un partido holandés llamado el D66…
Sí, en Ciudadanos lo toman como ejemplo.
Pues hace 15 días, celebramos un acto conjunto. Tenemos muchas similitudes y vínculos con ellos, y dan un buen ejemplo: pasaron de tener 23 diputados a tener 3. De tener 4000 afiliados a tener 300. En unos meses. A lo largo de su historia, trataron de disolverse dos veces pero no lograron mayoría cualificada.
¿Qué tal les va ahora?
Ahora gobiernan Ámsterdam. Han tenido una ambición política. De haber tenido sólo ambición electoral, habrían desaparecido.
¿Por qué se acercaron los futuros fundadores de UPyD a Ciutadans, ya en 2007?
Ni hubo acercamiento ni tampoco lo contrario. Ciutadans ya existía y contaba con nuestras simpatías personales, estuviéramos en el PSOE o en Basta Ya. Los futuros fundadores de UPyD habíamos presentado a Rivera en el País Vasco y en muchos otros sitios. Cuando constituimos UPyD, Ciutadans llevaba ya dos años de vida. Y la constituimos desde la convicción de que éramos dos cosas distintas: si no, nos hubiéramos afiliado a ellos porque teníamos unas relaciones políticas y personales extraordinarias. Pero eran un partido regional y catalán dedicado a combatir el nacionalismo y nosotros, desde el primer momento, fuimos un partido inequívocamente nacional, transversal, que nacía para defender el estado, reformar la Constitución y regenerar la democracia. Cosas que por aquel entonces no figuraban en los estatutos de ningún partido.
Éramos dos cosas distintas y, aunque parezca que no, en España hay gente que busca cada dos por tres al partido único, si no es que se queda en el bipartidismo como mucho. Otros preferimos la pluralidad. No es lo mismo la alternancia que la alternativa en el poder. En todo lo que han sido reformas constitucionales, la ley electoral, repartirse los cargos del CGPJ, mantener las diputaciones… el PSOE y PP han estado siempre de acuerdo. En otras políticas -también importantes- han marcado sus diferencias, pero en la falta de reformas para adecuar las instituciones españolas a lo que demanda su sociedad, ahí han estado siempre de acuerdo.
Tanto Toni Cantó (UpyD) como Ignacio Aguado (C´s) han afirmado que las negociaciones entre estos dos partidos, en 2014, se iniciaron con ánimo de fracaso desde el principio por parte de UPyD. ¿Es esto cierto?
Han mentido. Toni a lo mejor no lo sabe, pero Aguado sabe que han mentido. En Ciudadanos no vieron eso nunca; es una mentira, y las mentiras tienen las patas cortas. No hay nada peor en política.
Pues en política son un arma que se utiliza mucho.
En la vida se utiliza mucho. Pero el que miente, se descalifica. Para todo.
¿Y por qué -una vez fracasada la posible unión con C´s- se intenta un acercamiento con ese partido solamente en Cataluña?
UPyD Nacional ofrece a Ciudadanos un acuerdo en Cataluña [diciembre 2014] porque es el momento en que allí se está planteando ir hacia la independencia pero saltándose la Constitución, una situación que amenazaba la ley y sobre todo la convivencia. Así que de la misma manera que les ofrecemos una colaboración concreta en el Parlamento Europeo, se la ofrecimos, también muy concreta, para Cataluña. Era un reto donde podíamos ponernos de acuerdo todos los partidos constitucionalistas, no sólo UPyD y Ciudadanos.
¿Llegó UpyD a concretar una política europea?
En Europa, la posición de UPyD es sobradamente conocida: europeísta y progresista. Como corresponde: el europeísmo significa progreso de por sí. Llegamos con un escaño en 2009 y lo subimos a cuatro, de los que uno se fue como tránsfuga a Ciudadanos, y otro a los liberales, de independiente.
¿Y las disensiones en el equipo europeo no dificultaron esa política?
No son disensiones, sino mucha autoexigencia. Exigimos transparencia a las instituciones y que tengan rigor a la hora de utilizar hasta el último euro de sus fondos públicos, y eso que exigimos fuera, nos lo exigimos a nosotros. Dos eurodiputados nuestros se negaron a rendir cuentas y a comportarse como habíamos acordado hacerlo todos.
Sosa Wagner, portavoz de su eurogrupo, llegó a votar a Juncker para Presidente de la Comisión en 2014 contra el criterio del partido.
Aunque a Sosa Wagner no le echamos, dejó de ser portavoz de UpyD; aquello se vendió como una consecuencia de su apoyo a Ciudadanos. Todos los representantes institucionales de UPyD tienen libertad de voto, en su ayuntamiento, comunidad o congreso, porque la constitución la establece y nosotros nos lo creemos. Nadie tiene que pedir permiso para votar lo que sea, pero si eres el portavoz del partido, tienes que actuar como tal. Es como si el día que se votó la investidura de Rajoy, voto yo a favor. Pues nadie habría multado a Irene, Toni, etc, si le hubieran querido votar, pero yo habría tenido que dejar de ser portavoz si lo hiciera. No se trata de disciplina; es que Sosa Wagner votó al “Rajoy” de Europa y a su programa. Una decisión así puedes tomarla, pero sabiendo que tendrá consecuencias en ese sentido.
¿Han mejorado las cosas en su Eurogrupo desde aquello?
Sí. Salvo en la otra gran votación, que fue la del programa de la Comisión Europea ese mismo año, donde hubo otro de nuestros eurodiputados que también votó a favor, vamos acordando las posiciones sin problemas; ahora, por ejemplo, estamos con el TTIP.
Con las pérdidas económicas que os han causado las elecciones, ¿cómo haréis para seguir financiando vuestra guerra judicial contra la corrupción? Tras el 24M, habéis tenido que retiraros de hasta 25 causas.
Si no tenemos dinero, no podemos seguir en esas causas. No por pagar abogados, que son los nuestros, pero sí para fianzas, profesionales… Hemos invertido 265.000 euros en causas judiciales. Es poco, teniendo en cuenta su magnitud. La causa contra Bankia seguirá sin nosotros. ¿Pero cómo se comportará la Fiscalía? ¿Como hasta ahora, defendiendo a los imputados? Hemos tenido un éxito muy reciente, cuando recurrimos ante la Audiencia Nacional la decisión del Juez Andreu de archivar la investigación de las tarjetas black. Si no es por nosotros, se van de rositas.
Si no tenemos dinero, no podemos seguir en esas causas. Hemos invertido 265.000 euros.
Prácticamente desde su fundación, militantes y figuras del partido (Sosa Wagner, Nacho Prendes) lo han abandonado, quejándose siempre del autoritarismo de Rosa Díez y la dirección. ¿Ha habido algo de eso?
UPyD es el partido más democrático que hay en España. No es una proclamación, es la realidad. Desde que nacimos, hemos hecho 700 procesos de primarias y a nuestros líderes los eligen todos los afiliados. Si yo quisiera, aunque quisiera, no podría echar a nadie. Ni poner a nadie. No hay ninguna obligación para presentar tu candidatura más que estar al corriente de las listas; nada de avales. Eso lo que somos en UpyD. Y que somos el partido más transparente de España no lo dice Rosa Díez, lo dice Transparencia Internacional.
Hay algunos que se han ido del partido sin generar titulares. Lo hacen a posteriori, cuando –dado que no pueden criticar las decisiones políticas del partido- se meten con su funcionamiento interno. Nacho Prendes ha estado en la dirección de UPyD desde que se fundó, hasta que decidió organizar una trama, dentro de UPyD pero de acuerdo con Ciudadanos, para que nuestro partido no pudiera presentar sus candidaturas a las elecciones autonómicas y municipales. Eso está probado. Lo descubrimos por un casual, porque la representante electoral de Ciudadanos en las elecciones autonómicas de Asturias era una afiliada de UPyD, la secretaria personal de Nacho Prendes, candidata de UPyD por Oviedo, y al mismo tiempo la representante legal de Ciudadanos ante la Junta Electoral de Asturias. Como no nos pueden acusar de haber hecho nada inadecuado, ha habido un ataque personalizado en mí; pero no contra mí, sino para desacreditar al partido.
En esa primera línea, comprometida con los valores de la libertad y la igualdad, estaré hasta que me muera.
Carrillo intentó dominar a su sustituto, Fraga también, Aznar y Felipe González a los suyos, Suárez por su parte fundó un nuevo partido... Parece que la primera línea política genera resistencia a retirarse. ¿Piensa seguir en ella?
¿Qué es la “primera línea”? ¿Ser Secretario General? Yo he estado en primera línea de la política toda mi vida, pero solo he sido portavoz de un partido los últimos siete años. “Primera línea”, en España y en el País Vasco, significa un compromiso al 100%. Y en esa primera línea, comprometida con los valores de la libertad y la igualdad, estaré hasta que me muera porque para mí, la política y la democracia son la vida.
¿No va a echar de menos ser directora del conjunto?
No, no… ¿Estoy más en primera línea ahora que cuando hacía política en Euskadi? Pues no, estoy igual. Ahora salgo en la tele, pero antes mi compromiso era igual de fuerte e incluso más arriesgado. Vivir con escoltas; eso ha sido para mí la primera línea de la política. Y cualquier concejal de los que llevaban escolta entonces estaba mucho más en primera línea de la política que el propio presidente de su partido. En esa primera línea, seguiré toda mi vida.
Pocas biografías dibujan las cuatro últimas décadas de vida política española como la de Rosa Díez. En los ochenta; socialismo de partido, siempre a la sombra de los cañones humeantes de ETA. Más tarde; competición interna por el poder en el seno del PSOE. Fracaso, y cisma de la vieja y la nueva guardia...
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Óscar Sainz de la Maza / Ainhoa Campos
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