Audioscopio
El hombre que amansó a Werner Herzog
El guitarrista británico Richard Thompson, compositor de la banda sonora de 'Grizzly Man', publica 'Still'
Marta Castro Berthelin 15/07/2015
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Richard Thompson es considerado uno de los mejores guitarristas de la historia de la música y, sin embargo, el título de su nuevo disco es fruto de su falta de aires de grandeza. Él mismo se encarga de leer la mente de quien se encuentre por primera vez con Still (2015): “Uhm...pero, ¿este hombre toca todavía? No se había muerto ya?”
Afortunadamente no para todo el mundo acaba de resucitar. El archiocupado Jeff Tweedy, líder de Wilco, y últimamente productor de artistas como Mavis Staples o Low, sabía de su ininterrumpida actividad. De hecho, se ha encerrado con él en The Loft, su propio estudio de grabación en Chicago, cediéndole los tropecientos instrumentos que allí descansan y proponiendo matices a las doce canciones de este último disco. Todas buenas ideas, según el propio Thompson.
Criado en las afueras de Londres en los años 50, descubrió su amor por la guitarra al oír lo mal que la tocaba su padre. La colección de vinilos de jazz de este miembro de la policía metropolitana permitió a Richard intimar con el virtuosismo de Django Reinhardt y su carácter solitario le facilitó pasar largos ratos desarrollando su destreza con las seis cuerdas. Eso y la conjunción de los astros permitieron que en su adolescencia formara junto a otros estudiantes de su barrio el grupo más importante de folk-rock británico.
Fairport Convention supuso la creación de un nuevo género musical y se convirtió en una de las mayores influencias de los músicos de la época. Más determinados al principio por la psicodelia americana de esos años, enseguida apostaron por la introducción de elementos locales y por un folk tradicional electrificado. Las continuas entradas y salidas de todos sus miembros lo han convertido en una especie de colectivo eterno que nunca ha dejado de existir.
Además de Thompson, el batería Dave Mattacks y el bajista Ashley Hutchings, la estrella de este combo folk era la voz de Sandy Denny. Thompson grabó cinco discos con ellos antes de seguir su propio camino, aunque colaboró también en otros proyectos con sus compañeros como en el disco Rock on (1972) del efímero grupo de versiones The bunch. En esa grabación Richard conoció a una joven Linda Peters con quien se casaría después, y a quien se puede oír cantando junto a su amiga Sandy Denny en el corte When will I be loved. Linda cedió también su voz en el primer disco en solitario de Richard, Henry the human fly (1972), del que cuentan que dio las peores ventas de la historia de Warner. A veces no es fácil entender en qué se gasta la gente el dinero.
Richard & Linda Thompson grabaron seis discos preciosos, con letras tristes y ácidas, como la de The end of the rainbow en el álbum I want to see the bright lights tonight (1974). La canción no puede ser más desalentadora, con versos como “Life seems so rosy in the cradle / But I'll be a friend / I'll tell you what's in store / There's nothing at the end of the rainbow”. Podría decirse que tiene justo el efecto contrario a Palabras para Julia de Goytisolo en boca de Paco Ibáñez.
En esos años, los thompsons se convirtieron al sufismo y se mudaron al campo para vivir esa confesión en comunidad. Tras otros cuatro discos con muy buenas críticas pero con nulo impacto comercial, la pareja publicó Shout out the lights (1984), que todo el mundo coincide en calificar como su mejor obra. El prestigioso Joe Boyd produjo un disco, de sonido poderoso, con la ya clásica combinación de las dos voces y el relevo emocionante de los solos de guitarra de Richard Thompson.
El momento álgido en su carrera fue también el de su ruptura como pareja sentimental y artística. Linda padecía una disfonía espasmódica que a veces le impedía cantar, por lo que Richard hizo una gira en solitario por Estados Unidos durante la que se enamoró de su actual mujer. A pesar de su separación, Linda y Richard salieron a presentar su flamante disco. La tensión era tal que en alguno de los espectáculos Linda pateó a Richard en las espinillas. Un triste y algo patético final para una pareja con un legado tan digno. Linda publicó algún disco pero principalmente se dedicó a vender joyas y antigüedades en Londres. Por si a alguien le preocupa su reconciliación, ella le invitó a participar en Won’t be long now (2013), en su Love’s for babies and fools.
Richard Thompson se mudó a Los Ángeles, donde continuó con su carrera como excelente guitarrista y escritor de canciones. La influencia americana está presente en sus discos aunque nunca ha abandonado la senda del folk.
Thompson combina perfectamente seriedad y humor. En 1999 la revista Playboy preguntó a reputados artistas por las mejores canciones del último milenio, esperando que se centraran en la segunda mitad del siglo XX. Richard se tomó al pie de la letra el disparate y eligió obras tan heterogéneas como una canción de 1068, otra del siglo XV o el See my friends de The Kinks. Por supuesto, nunca publicaron su lista, pero él grabó 1000 years of popular music (2002) incluyendo una divertida interpretación del Oops...I did it again popularizada por Britney Spears.
Las letras íntimas, críticas y directas de Still, acompañadas por la guitarra detallista pero nada recargada de Thompson, recuerdan la necesidad de rescatar su magnífica trayectoria. Su manera de tocar podría amansar al más fiero de los osos. O de los directores. No hay más que ver su efecto en Werner Herzog, deleitado en la grabación de la banda sonora del documental Grizzly man (2005).
No hay tiempo para el barbecho en la fértil obra de Richard Thompson. Osos, directores de cine y amantes de la música, ¡aprovechaos!
Richard Thompson es considerado uno de los mejores guitarristas de la historia de la música y, sin embargo, el título de su nuevo disco es fruto de su falta de aires de grandeza. Él mismo se encarga de leer la mente de quien se encuentre por primera vez con Still (2015): “Uhm...pero,...
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Marta Castro Berthelin
Documentalista y enamorada de la música.
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