2. Hay veranos que se tuercen en primavera, por Gerardo Tecé / Txema Salvans

Mi vida consiste en echar humo y contaminar. Me gusta, para qué engañarnos. Solía disfrutar de unas vistas inmejorables. Mar, playa y soledad. De vez en cuando algún grupo ecologista venía a molestar con sus reivindicaciones infantiles y sus pancartas pero el capital siempre me ha apoyado así que como en los cómics, un pie gigante les aplastaba y yo podía seguir disfrutando de mi playa. Hasta que llegó la crisis. Ahora todo es diferente. Míralos, hasta el perro ha aprendido a tomar el sol. Se traen sus bártulos, se untan de crema anti rayos uva –pobres ingenuos, como si yo y mi cáncer no existiéramos-- y echan el día. Antes se iban de vacaciones en cajas de sardinas volantes llamadas Ryanair y mostraban sus carnes en otras latitudes pero desde que no tienen trabajo se quedan por aquí. ¿No podrían alquilarse un apartamento en Benidorm? No, claro, ni eso pueden pagarse. Son parados de larga duración, el último subproducto del capitalismo. Y ellos también quieren sus vacaciones. Claro que no seré yo quien me queje de su existencia. Parados o no, todos me necesitan, aunque los ecologistas se quejen de mis malos humos. Pero en el fondo, ¿cómo recargarían sus iphones y se harían sus selfies si no estuviera yo aquí? Soy imprescindible y por lo tanto me merecería poder disfrutar yo también de esta playa que contamino a diario con amor. Total, yo no me baño, y desde mi perspectiva, si la miras es bella: arena y mar. No se puede decir lo mismo si estás exactamente al otro lado. Soy una sucia fábrica en el horizonte. Quedo fatal en cualquier foto. Bueno no, Supertramp y otros grupos han sabido convertir a alguna de nosotras en celebridades. Recuerdo perfectamente aquella portada que nos catapultó al estrellato hace exactamente cuarenta años: sobre un horizonte de fábricas feas muy parecidas a mí, un señor en bañador y gafas con cara de vacaciones se tomaba un refresco bajo una sombrilla. El título de aquel disco, ahora lo entiendo, era premonitorio: ‘Crisis, what crisis?’