¿Qué le pasa a Pablo Iglesias?
La madre de todas las batallas ha pillado al líder de Podemos en un momento de aparente flojera
Jacobo Rivero 6/09/2015
Pablo iglesias.
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El miércoles 11 de marzo de 2015 Pablo Iglesias aparecía en la portada de la edición internacional del diario The New York Times. Bajo una foto del líder de Podemos exultante, con el puño cerrado y los focos apuntando un contraste que proyectaba dominio de la situación, la imagen de Iglesias se apoyaba en el siguiente titular: “La nueva izquierda sacude la política en España”. En el momento de aquella portada, Pablo Iglesias y Podemos surfeaban la política española con una seguridad que generaba sorpresa e interés dentro y fuera de nuestro país: dos días antes una encuesta de Metroscopia señalaba que de celebrarse las elecciones en ese momento Podemos era el preferido de los electores españoles con un 22,5% de estimación de voto, en primera posición por tercer mes consecutivo. La sensación de triunfalismo de la foto de portada del prestigioso diario neoyorquino tenía motivos fundados, pero los líderes de Podemos respondían antes las expectativas de los sondeos siempre con la misma respuesta: “cautela”. En el artículo de The New York Times, el corresponsal del diario en España, Raphael Minder, preguntaba al líder de Podemos por sus sensaciones desde lo alto de la ola, a lo que respondía Pablo Iglesias: “Realmente nunca pensé que podría llegar a ser presidente del Gobierno, pero creo que estamos ahora en una situación en la que esto podría suceder”.
Un mes después, en abril, los resultados de las encuestas comenzaban a evidenciar una progresiva caída de Podemos en intención de votos. Desde entonces hasta ahora, las formación morada no paró de bajar escalones en el podio: de primera fuerza a tercera. La sensación de bajada se frenó, en parte, por los resultados de las elecciones municipales y autonómicas del 25 de mayo y la llegada a las principales alcaldías de España de candidaturas de “unidad popular” en las que participaba Podemos. A nivel autonómico, con la “marca” como bandera, los resultados fueron menos satisfactorios de lo esperado por el partido de Iglesias, y el resultado en la mayoría de los territorios fue una digna tercera posición. Muy meritoria pero insuficiente por los augurios, especialmente en algunos territorios como Asturias o Navarra donde parecían favoritos indiscutibles antes del proceso electoral.
Las “candidaturas de unidad popular” que propuso el propio Pablo Iglesias en el encuentro programático de Vistalegre se han convertido en un marrón, en buena parte por la disparidad de lecturas que han provocado
Ahora, en la recta final hacia las elecciones generales de diciembre, parece que el diagnóstico es algo distinto al de aquellos meses. En el entorno de Pablo Iglesias algunos gestos han cambiado, y de la cautela contenida se ha pasado a la preocupación. A la batería de ataques que sufrieron desde posiciones externas durante un año, exactamente entre las elecciones europeas de mayo 2014 y las autonómicas y municipales de mayo de 2015, se sumó un frente inesperado que ha consumido mucho tiempo y debate dentro de las filas de Podemos: las “candidaturas de unidad popular” que propuso el propio Pablo Iglesias en el encuentro programático de Vistalegre se han convertido en un marrón, en buena parte por la disparidad de lecturas que han provocado. Además, Manuela Carmana o Ada Colau proyectan liderazgos algo alejados del perfil que se había construido Pablo Iglesias, un asunto que genera cierta distorsión y molestias porque cierta distancia afectiva en gestos y formas de las “alcaldías de cambio” ha generado un runrún incómodo para Podemos. El asunto no es menor y tiene que ver con otras circunstancias internas que han provocado rozaduras dentro de lo que se llamó el “grupo promotor”. Las más importante la dimisión a finales del mes de abril de Juan Carlos Monedero criticando la “falta de frescura” y apuntando críticas a las derivas reflexivas de la estrategia populista que encabeza Íñigo Errejón. En esa tensión del debate interno, algunos percibieron un cambio entre las personas que rodeaban al propio Iglesias en la campaña electoral, o en algunos de los protagonistas que han aparecido en los medios de comunicación en los últimos meses. La centralidad fue perdiendo terreno por discursos más abrasivos.
Si se pregunta a Pablo Iglesias por la cuestión, el líder de Podemos rehuye el asunto apuntando que esas fisuras son más falsas que reales. Aunque frunce el ceño si se habla de los movimientos alrededor de la formación morada por parte de otros grupos que buscan sinergias de unidad de cara a las elecciones generales, en buena parte porque parece evidente que en la avanzadilla hacia un cuerpo común que aglutine a distintos sectores de la izquierda Podemos ha perdido la iniciativa. Como señalaba Íñigo Errejón en una conversación reciente, Podemos tiene pocos apoyos en público hacia su estrategia, mientras que otras posturas vehiculadas alrededor de la plataforma Ahora en Común los apoyos públicos son múltiples. Incluso el diario El País, en un editorial sorprendente, apostaba por la convergencia de los distintos sectores situados a la izquierda del PSOE. Un escrito que generó sospechas y recelos, por motivos evidentes, entre los líderes de Podemos.
Queda por ver cómo se resuelve el tramo final de la carrera que inició Podemos en Vistalegre con la vista puesta en las elecciones generales. La madre de todas las batallas ha pillado a Pablo Iglesias en un momento de aparente flojera. Una sensación que algunas personas cercanas a él relativizan aludiendo a la capacidad de Pablo Iglesias de crecerse en las campañas electorales y en su proyección mediática, mucho mejor, señalan, cuando está “descansado” y con “ganas de combate”. Motivo por el que se explicaría su retirada en parte de los platós en los últimos tiempos, esperando en el vestuario para volver a saltar al ring y boxear contra Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Antes hay que ver qué ocurre en Cataluña, donde precisamente Iglesias es uno de los líderes políticos mejor valorados y donde la formación tiene una posición trasversal que es una incógnita cómo será acogida en un contexto político, el catalán, tremendamente polarizado. También habrá que ver cómo se soluciona la convergencia, la relación con Izquierda Unida y la tensión interna con unas bases que andan algo despistadas en relación al debate interno de la formación. En ese contexto, la “nueva izquierda” que sacudía España, como apuntaba The New York Times, y su líder Pablo Iglesias, tienen una serie de cuestiones urgentes por resolver encima de la mesa. Poca gente sabe qué le pasa a Pablo Iglesias por la cabeza ante tantas cuestiones y cómo va a llegar a diciembre. Las vacaciones han pasado y el otoño se anuncia caliente. Permanezcan atentos a sus dispositivos. El final de la serie se acerca y el cielo parece más lejos.
El miércoles 11 de marzo de 2015 Pablo Iglesias aparecía en la portada de la edición internacional del diario The New York Times. Bajo una foto del líder de Podemos exultante, con el puño cerrado y los focos apuntando un contraste que proyectaba dominio de la situación, la imagen de Iglesias se apoyaba...
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