Alberto Garzón / Líder de IU
“Podemos tiene asumido que no podrá encarar el cambio en solitario”
Gorka Castillo 6/09/2015
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Alberto Garzón (Logroño, 1985) llega a este otoño electoral con el semblante tranquilo de los que han disfrutado del calor estival en el silencio de las bibliotecas. Y a pesar de las incipientes canas que comienzan a aflorar, este político, malagueño de adopción, conserva una suerte de infancia en la mirada. Habla rápido, como si quisiera soslayar las diferencias existentes en una izquierda que no termina de firmar el armisticio que muchos reclaman para que el fuego del cambio siga vivo en España. Su indiferencia por el brillo mediático le convierten en un raro espécimen dentro de una sociedad en gran medida anestesiada por el nacimiento de nuevos mesías y los tambores de guerra que baten furiosamente los amos del Universo contra aquellos que discuten el modelo neoliberal imperante. El último año no ha sido saludable para su partido, pero Garzón desmiente que, pese a las aproximaciones hechas para confluir con Podemos de cara a las elecciones generales, Izquierda Unida tenga los días contados.
¿Por qué la izquierda en España tiene tantos problemas para alcanzar un acuerdo de unidad?
Porque el deseo de la izquierda siempre es avanzar en los derechos de todas las personas y hay muchas formas de hacerlo. Algunos quieren hacerlo un poquito, otros de forma más rápida y finalmente estamos los que queremos alcanzar el socialismo, que es mucho más diverso y complejo de encarar. Ahí surgen las diferencias. Si lo comparamos con la derecha, que aunque es plural, es conservadora por definición, no hay duda. Para ellos todo resulta más sencillo porque mantener lo existente proporciona cohesión.
La izquierda siempre ha estado reñida con el pragmatismo.
Vivimos en una sociedad en la que cada uno se cree propietario de la verdad absoluta y que nos impide ser más dialogantes para poder limar las diferencias.
En Grecia pasó al revés. Ejercer el poder para una fuerza unida en la izquierda ha sido demoledor. ¿Con la explosión de Syriza se ventilan buena parte de las esperanzas por el cambio en España?
Pienso que no, porque existen alternativas económicas a lo que ahora nos imponen y, por lo tanto, tiene que haber una fuerza política que las ponga en marcha. La situación griega es muy particular y no es comparable a España. Ha sido una lucha de David contra Goliat, cuyo resultado ha respondido menos al mito que a la realidad, en la que el grande da una verdadera paliza al pequeño.
Y han terminado volviendo a la casilla de salida, aceptando el tercer rescate y con el partido desmembrado.
La ruptura de Syriza no es positiva pero lo que ha sucedido no es ningún ejemplo de lo que puede pasar en el resto de Europa
El tercer rescate es un verdadero despropósito y será un fracaso, pero es el principio del fin de la UE. Aun nos queda mucho recorrido para demostrar que esas tesis imperantes son profundamente falsas. Es un camino en el que estamos obligados a repensar y reconducir la contestación de la izquierda. Indudablemente, la ruptura de Syriza no es positiva pero lo que ha sucedido no es ningún ejemplo de lo que puede pasar en el resto de Europa. Cada país tiene sus circunstancias y las diferencias que existan entre las fuerzas de izquierda, contra lo que algunos creen, son menos importantes que lo que tenemos en común.
Pero es indudable que la actitud de Tsipras ha desinflado las expectativas de mucha gente en Europa y, especialmente, en España.
Dejando al margen la realidad económica de Grecia, el comportamiento mafioso de la UE y las consecuencias políticas para el país de una hipotética salida del euro, que posiblemente hubiera beneficiado a la extrema derecha, no encuentro justificación a la actitud de Tsipras. Sin embargo, también hay que huir de las simplificaciones porque ni antes era un ídolo ni ahora es un traidor. Lo que hay que hacer es trabajar para que ese plan de rescate no se cumpla, algo que no será muy difícil porque su propio fundamento es erróneo, y conseguir que la naturaleza del cuarto rescate que ya están preparando sea totalmente diferente a los anteriores.
Izquierda Unida conoce bien el abismo que abren las rupturas internas. El caso de Madrid está aún fresco. ¿Quién o quiénes son los culpables de la desintegración de la Federación madrileña?
IU Madrid siempre ha sido un partido que ha funcionado con mucha autonomía a nivel federal. Incluso a nivel jurídico. En algunos casos han llegado a desobedecer decisiones de gran calado como las sanciones a procedimientos derivados de la corrupción, como las tarjetas black el año pasado, y en lugar de provocar la implosión de la federación, se atrincheraron. No hubo otra opción que expulsarlos para reconstruir el partido en la Comunidad.
Y lo que hicieron Tania Sánchez y Podemos, ¿fue o no fue un intento de golpe de estado?
Yo no comparto lo que hizo Tania Sánchez, pero creo que hay que mirar hacia adelante y construir un espacio común entre las fuerzas políticas de ruptura, respetando las diferencias. Tenemos que entender que la unidad popular es necesaria en los momentos políticos que vivimos.
¿Cómo entiende la confluencia con Podemos?
Como un espacio de colaboración y cooperación donde se respete la equivalencia de las organizaciones. Por eso la opción de Tania de saltar de IU a un espacio intermedio que finalmente acaba en Podemos es desacertada, porque eso no fue colaborar, aunque tampoco lo calificaría de golpe de estado.
¿A quién ha hecho más daño las reticencias a la confluencia mostrada por Pablo Iglesias? ¿A Podemos o a IU?
Hay un clamor popular por crear espacios de cooperación como los que se dieron en las elecciones municipales en muchas ciudades
No es la actitud que ha tenido Pablo Iglesias hasta hace unos meses. Creo que Podemos ya ha asumido que ni ellos ni ninguna otra fuerza de izquierda podrá encarar las transformación en solitario. La gente es consciente de ello. Hay un clamor popular por crear espacios de cooperación como los que se dieron en las elecciones municipales en muchas ciudades y todo lo que no vaya en esa dirección será penalizado por la ciudadanía y estaremos condenados al fracaso.
Usted ha sido más incisivo que Pablo Iglesias en la confluencia, ¿no se cansa uno de ser condescendiente y de hacer guiños a quien daba muestras de no quererlos?
Vengo defendiendo la unidad de toda la izquierda desde las anteriores elecciones generales en las que me presenté como candidato a diputado. Ahora, después de las municipales y con los resultados obtenidos, afirmé que me dejaría la piel para lograr la unidad y, en términos de salud, me la estoy dejando. Pero es inevitable que así sea porque es la manera en la que yo siento la política.
¿Y cómo la siente?
No siento la política como una relación de pareja, sino como una herramienta para transformar la sociedad.
Pues no como una relación de pareja sino como una herramienta para transformar la sociedad. Vivimos un momento histórico que si no logramos encauzarlo a favor de la unidad por la ruptura seremos testigos de la restauración borbónica destinada a fortalecer un orden social para los próximos 30 años.
¿…?
En España está en marcha un proceso constituyente dirigido por la oligarquía y caracterizado por la precariedad laboral y la crisis permanente. Todo esto terminará de consolidarse con el soporte del bipartidismo, que si llega a gobernar de nuevo nos va a llevar a una Reforma Constitucional que apuntale jurídica y políticamente esos principios. En las próximas elecciones nos jugamos quién va a dirigir ese proceso constituyente. Si vamos divididos a esos comicios de final de año no podremos frenar el intento de restauración que ya está en marcha. Por eso es tan importante la unidad popular a pesar de los insultos y a pesar de los obstáculos. Está en juego el futuro de varias generaciones.
Y de fracasar la confluencia, ¿no teme que IU pueda quedar reducida a cenizas, como una fuerza residual, o que incluso desaparezca?
Siempre habrá distintas lecturas. Y claro que hay quienes analizan la unidad popular en términos clientelares dentro del aparato burocrático. Es cierto que nos hemos quedado fuera de parlamentos importantes como el de Madrid y Valencia pero seguimos teniendo fuerza municipal, más de 2.000 concejales, y hegemonía ideológica en varias plataformas ciudadanas que han ganado las últimas elecciones. Todo esto nos induce a pensar que en un hipotético escenario en solitario, IU seguirá teniendo presencia propia en el Congreso y mantener su estructura. Pese a todo seríamos co-responsables de un sistema profundamente injusto. No nos jugamos la existencia del aparato en las próximas elecciones sino la de unos derechos sociales conquistados, como la educación pública.
El proceso de Cataluña se ha convertido en un combate a dentelladas entre dos derechas que se acusan de todos los males sociales pese a defender el mismo modelo económico, ¿qué opinión le merece el plebiscito del 27-S?
Son actitudes terriblemente irresponsables. Es cierto que hay un conflicto de identidad que debería haberse resuelto por la vía de la política, la negociación y el diálogo en lugar de poner a todas las instituciones del Estado a trabajar de forma partidista, que es lo que ha hecho un partido centralista donde los haya como el PP para esconder los problemas debajo de la mesa. Y en el otro está Artur Mas, un genuino representante de la oligarquía catalana, ha colocado la independencia como una cortina de humo delante de su propia política, es decir, de los recortes y los desahucios que coinciden con Mariano Rajoy. Quienes hemos sido diputados en esta última legislatura somos testigos de que PP y CIU se han puesto de acuerdo en todas las iniciativas económicas y sociales que se han presentado. Por lo tanto, es puro teatro.
¿Y cuál es su propuesta?
Rajoy y Mas han demostrado su incapacidad para resolver el problema con el diálogo y la negociación por lo tanto se necesitan nuevos actores que partan de criterios distintos a la hora de sentarse a solucionar la cuestión. No tengo duda de que el federalismo es una vía decisiva, porque da respuesta a esa demanda de identidad nacional y respeta el derecho a la autodeterminación pero colocando encima de esa mesa de negociación los conflictos sociales porque es obvio que tengo más cosas en común con un trabajador catalán que con un empresario malagueño, siendo yo de Málaga.
¿Y cómo puede acabar el actual pulso?
Es indudable que algo va a ocurrir y que se va a producir un cambio jurídico. La duda estriba en quién será el actor o los actores que dirijan el proceso.
Hay quien considera que le falta gancho como político, que a su formación le falta el brillo discursivo de Pablo Iglesias para convertirse en un líder indiscutible.
Yo vengo del mundo académico, de la Ilustración y el socialismo. Soy más de deliberar que de debatir. Reconozco que Pablo Iglesias tiene una oratoria extraordinaria y encaja muy bien en el mundo de hoy. La política se mueve ahora en un espacio espectacular, donde los mensajes se simplifican, de consumo rápido de signos e imágenes destinados más a provocar sensaciones que a analizar los contenidos. En mi opinión, está dinámica en la que estamos embarcados produce una pérdida de rigor político a favor de un espectáculo para entretener a las masas. Tampoco Julio Anguita fue considerado un animal mediático y está acreditado como una persona a la que muchos escuchan.
Alberto Garzón (Logroño, 1985) llega a este otoño electoral con el semblante tranquilo de los que han disfrutado del calor estival en el silencio de las bibliotecas. Y a pesar de las incipientes canas que comienzan a aflorar, este político, malagueño de adopción, conserva una suerte de infancia en la...
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Gorka Castillo
Es reportero todoterreno.
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