El escritor José Saramago.
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José Saramago me respondía desde su casa lisboeta, en una carta fechada en Lisboa, 20 de julio de 1989, lugar donde había muerto, cincuenta y cuatro años antes, el poeta Fernando Pessoa.
Relaciono a ambos, a propósito de la publicación del libro de Saramago Poesía completa, en 2005. Algunos amigos míos corrieron a confrontar sus poemas con los de Pessoa. Craso error. No admiten comparación. Uno es prosista, aunque escriba poemas, y el otro es poeta a su pesar (“Fui como las hierbas y no me cortaron”, aseguraba).
En los poemas de Saramago viven ideas comprometidas, cargadas de humanos sentimientos; persiguen, además, hacerse comprensibles. Por el contrario, los poemas de Pessoa (hechicero de la soledad) están realizados para no ser comprendidos, porque para él ser comprendido era prostituirse.
Me olvido de los poemas de Saramago, para acordarme de su prosa. Cuando cincela la palabra hasta límites extremos de expresividad, entonces su narrativa se aproxima a ciegas a la poesía.
En tanto la prosa de uno grita para dar sentido al silencio de Dios, la poesía del otro persiste en vuelos y susurros intentando descifrar los misterios del universo.
José Saramago me respondía desde su casa lisboeta, en una carta fechada en Lisboa, 20 de julio de 1989, lugar donde había muerto, cincuenta y cuatro años antes, el poeta Fernando Pessoa.
Relaciono a ambos, a propósito de la publicación del libro de Saramago Poesía...
Autor >
José Luis Merino
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