La Europa del siglo XXI reinstaura las fronteras
Los 28 no son capaces de llegar a acuerdos sobre la acogida de demandantes de asilo. Algunos de sus Estados miembros ponen incluso en riesgo uno de los pilares de la UE, la libre circulación de personas, al suspender de forma temporal el Espacio Schengen
Ekaitz Cancela Bruselas , 19/09/2015
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La imagen que define Europa días después de la cumbre de refugiados del 14 de septiembre es desoladora. En lo que va de año, 464.876 inmigrantes y refugiados han cruzado el Mar Mediterráneo, según los datos que maneja la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). No obstante, los ministros de la Unión Europea no fueron capaces de ponerse de acuerdo en una cuota de reubicación de 160.000 personas, tal y como se expresa en la jerga comunitaria el reparto de los refugiados, que ya han llegado a la UE, entre sus diferentes países. “Estamos muy decepcionados con las decisiones. Nos enfrentamos a una situación de emergencia”, diría el día después en el debate de la Eurocámara Antonio Guterres, Alto Comisionado de la ONU.
Incluso antes de que la resolución de la cumbre del lunes fuera pública, los ministros de Interior de Francia y Alemania, Bernard Cazeneuve y Thomas De Maiziere, dieron una rueda de prensa conjunta dando por hecho el acuerdo político. El acto de liderazgo, que contrasta con su incapacidad de convencer a los países del Este, no sentó bien a la sala y ayudó a que el acuerdo no se produjera, según fuentes diplomáticas.
Según fuentes comunitarias, a España le aterra la idea de que los refugiados, al haber cerrado Hungría la entrada a Europa, busquen la alternativa por tierra y traten de acceder a Ceuta y Melilla por Marruecos
Otro de los motivos por el que el texto final no fuera consensuado --todo quedó en una declaración genérica de la Presidencia del Consejo-- fue el encontronazo entre Francia y Eslovenia. La recurrente discordancia en la Unión separa a República Checa, Eslovaquia, Polonia, Rumanía, Letonia, e incluso Hungría, de Francia, Alemania y Suecia. Países como España, en un principio asociada con el eje del este, invocan ahora la solidaridad como “ADN europeo”. Pero el discurso que mantuvo Jorge Fernández Díaz ante los medios choca con la realidad. España está permitiendo a día de hoy que Marruecos bloquee a decenas de familias sirias en la frontera. Según afirman fuentes comunitarias, le aterra la idea de que los refugiados --al cerrar Hungría la entrada a Europa-- busquen la alternativa por tierra y traten de acceder a Ceuta y Melilla por Marruecos.
Así que por mucho que Fernández Díaz afirme que España “promueve una política comunitaria común”, la pelea es una constante lucha de intereses entre los Estados europeos. Lo evidencia que el mayor éxito de Europa desde julio haya sido lograr que los 28 Estados aceptasen finalmente la propuesta inicial de la Comisión Europea de acoger a 40.000 sirios y eritreos llegados a Italia y Grecia. En un principio, solo habían admitido 32.256. De todos modos, aún no se ha especificado qué países asumirán, y cómo, esta cifra, ya que es voluntario hacerlo. Se sabe que Reino Unido, Dinamarca y Austria no participarán. Tampoco Hungría, pues fue eximida debido a las llegadas de refugiados que vive.
La UE aspira a poner en marcha nuevos centros de refugiados en los países de tránsito, por ejemplo, en África, para evitar que estas personas viajen a Europa
La pugna aparentemente se centra en la cuota de refugiados que unos y otros Estados han de acoger; en realidad es tan superficial que las discusiones giran en torno a quién se queda a los refugiados encerrados en un campo de registro (hotspots). La cumbre del 14 de septiembre dejó la orden inmediata a Italia y Grecia de montar en sus territorios centros de registro de inmigrantes que identificarán, registrarán y tomarán las huellas dactilares de las personas que llegan a sus fronteras. El fin es distinguir entre los solicitantes de protección internacional y los que denominan “inmigrantes económicos” para proceder, si fuera necesario, con “medidas de detención” a aquellos que escapan del hambre.
Los ministros aspiran a poner en marcha nuevos centros de refugiados en los países de tránsito, por ejemplo, en África, para evitar que estas personas viajen a Europa. “Se debe empezar a aplicar una estrategia a medio plazo, con el objetivo de desarrollar capacidades de recepción seguras y sostenibles para los refugiados y sus familias hasta que sea posible el retorno a su país de origen”, señalan las voces europeas. Como citaba The Guardian, “miles de personas pueden perder su derecho de asilo por culpa de los planes de la UE”, ya que las solicitudes de asilo de muchos serán inadmisibles en Europa.
El siguiente capítulo será el 22 de septiembre en Luxemburgo, cuando tendrá lugar una reunión de urgencia de ministros del Interior. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha convocado una cumbre extraordinaria de líderes europeos sobre refugiados para el día siguiente. Alemania y Austria ya la han pedido ante el fracaso del 14 de septiembre. La agenda aún no ha sido decidida, pero se sabe que Tusk quiere centrarse en otros asuntos que necesitan afrontarse de forma urgente. La conflictiva y tensa situación en la frontera entre Turquía y Siria y cómo enfrentar la raíz del enfrentamiento político entre los distintos Estados miembros de la UE por las cuotas de demandantes de asilo estarán en el centro de lo que será una reunión "extraordinaria e informal".
Como citaba ‘The Guardian’, “miles de personas pueden perder su derecho de asilo por culpa de los planes de la UE”, ya que las solicitudes de asilo de muchos serán inadmisibles en Europa
La crisis de los refugiados también es uno de los mayores desafíos internos al que se ha enfrentado Angel Merkel. La decisión de la canciller alemana de garantizar el paso seguro a los refugiados sirios alivió a Hungría. La sociedad civil germana se había movilizado para ello. Los estadios de fútbol se habían llenado de mensajes de apoyo y los ciudadanos se habían organizado para ofrecer sus casas. Alemania se ganó el respeto del mundo. Pero el 13 de septiembre, el cuento de hadas terminó y el Ejecutivo de Merkel volvió a introducir controles en su frontera con Austria con el fin de calmar a la desesperada una situación que está poniendo a prueba los límites de la solidaridad europea.
El país liderado por Merkel lleva el timón en Europa y ha decidido dar un volantazo. El problema, como avisó el ministro de Asilo e Inmigración belga, Theo Francken, es que “esto supone un efecto dominó”. La propia Austria y otros países como República Checa, Eslovaquia y Holanda ya han avisado de que reforzarán los controles. Hungría ha ido incluso más lejos, el mismo día en el que se celebró la cumbre europea, el ejército húngaro levantó el último tramo de valla en su frontera con los Balcanes. Y no solo, al día siguiente entró en vigor en el país una nueva ley migratoria que impone penas de cárcel a quien cruce la frontera ilegalmente.
La imagen que se ha proyectado en las últimas semanas sobre el Gobierno de Angela Merkel contrasta con las nuevas y duras acusaciones contra los socios europeos y la propuesta de recortar fondos a la “minoría insolidaria”. “Tenemos que empezar a hablar de medidas de presión para los países que se niegan a aceptar las cuotas”, dijo el ministro del Interior, Thomas de Maizière, en una entrevista en el canal ZDF. La postura dominante de Alemania no ha sentado nada bien en Europa. De hecho, el portavoz de la Comisión, Margaritis Schinas, se apresuró el lunes a decir que la UE “no dará base jurídica para cortar fondos estructurales a los países que se nieguen a participar en mecanismos de reubicación”.
La suspensión de la libre circulación está justificada “como último recurso”, en “circunstancias verdaderamente críticas en que un Estado no sea capaz de cumplir sus obligaciones”, y para “un ámbito y un periodo de tiempo estrictamente limitados”, según acordó el Consejo Europeo el 24 de junio de 2011
Schenge, qué Schengen
Esta es la primera vez que se cierran fronteras en la Unión Europea por motivos migratorios desde la puesta en marcha del Espacio Schengen en 1995, un acuerdo por el que los países europeos suprimen los controles en las fronteras interiores y los trasladan a las fronteras exteriores (con países terceros). La suspensión de la libre circulación está justificada “como último recurso”, en “circunstancias verdaderamente críticas en que un Estado no sea capaz de cumplir sus obligaciones”, y para “un ámbito y un periodo de tiempo estrictamente limitados”, según acordó el Consejo Europeo el 24 de junio de 2011. Entre esas excepcionalidades, se incluyen los flujos masivos de "inmigrantes irregulares".
Schengen es la palabra que está en boca de todos, la fórmula mágica que resolvería la crisis migratoria en Europa. Pero los expertos han resaltado que este acuerdo ya no existe en la práctica, y más tras la emergencia de refugiados. La Unión Europea se enfrenta a las ruinas de un conjunto de políticas exteriores en donde el “todos caminamos juntos” debería ser una lección para el futuro. Las última imágenes de migrantes atrapados en Hungría, en la Unión, retratan las políticas actuales. También los números. Las 626.065 peticiones de asilo recibidas en Europa en 2014 equivalen al 0,12% de su población, 504 millones de habitantes. Y las 162.770 peticiones aceptadas, al 0,03%.
Las 626.065 peticiones de asilo recibidas en Europa en 2014 equivalen al 0,12% de su población, 504 millones de habitantes. Y las 162.770 peticiones aceptadas, al 0,03%.
No obstante, la UE aún se niega a asumir la evidencia. “El sistema Schengen y sus correspondientes beneficios solo serán preservados si los miembros de la UE trabajan juntos para gestionar la crisis migratoria”, rezaba el comunicado que cerró la cumbre del lunes.
En el aspecto político, la Comisión Europea ha quedado nuevamente humillada. Su presidente, Jean-Claude Juncker, hizo de la propuesta de cuota de refugiados una pieza central de su discurso del Estado de la Nación. “Europa necesita medidas inmediatas para hacer frente a la crisis”, dijo; salvo sorpresa, estas tardarán varias semanas en llegar. “Nuestra respuesta a la crisis de refugiados definirá nuestra historia”, añadió también. Más allá de los discursos oficiales, la realidad es que uno de los órganos más importantes de la Unión ha quedado en evidencia ante la opinión pública mundial.
El gran problema, por supuesto, no es la reputación de Juncker, sino el fracaso de Europa a la hora de repartirse a 160.000 refugiados. El exceso de ruido y la incesante actualidad ha hecho perder la noción del problema. En los seis primeros meses de 2015, 1.850 personas perdieron la vida en el mar. Desde que comenzó 2015, el número de muertes de personas migrantes y refugiadas se ha multiplicado por más de 50. En junio llegaron a las islas griegas 4.270 niños, y 86 de ellos lo hicieron solos, según Save The Children.
También pasan desapercibidas las posibles consecuencias para el clima. En septiembre de 2010 una sequía en el noroeste de Siria dejó a millones de personas en la extrema pobreza. En marzo de 2011 empezaron las revueltas, las primeras de las cuales se produjeron en los lugares más secos del país. Frank Biermann, profesor de la Universidad de Amsterdam, advirtió hace cinco años de que en 2050 puede haber hasta 200 millones de refugiados climáticos.
La Unión Europea debe recuperar el control de sus fronteras exteriores como requisito previo para reformar la política de asilo y migración. Además, mantener su logro más importante: la libre circulación. El protocolo de Dublín --suspendido hace unas semanas unilateralmente por Alemania--, por el que los refugiados deben permanecer en el país en el que primero entraron en la Unión Europea, cuestiona ahora la unidad de Europa. Y lo que es aún más importante, refleja el problema sin solución que sufren las personas que buscan protección.
La crisis de los refugiados es el retrato perfecto de la ideología liberal. La Europa del siglo XXI no es capaz de garantizar la libre circulación de personas ni de cumplir las leyes internacionales en materia de derechos humanos, pero mientras tanto negocia, en el marco del TTIP, favorecer aun más la circulación de capitales.
La imagen que define Europa días después de la cumbre de refugiados del 14 de septiembre es desoladora. En lo que va de año, 464.876 inmigrantes y refugiados han cruzado el Mar Mediterráneo, según los datos que maneja la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
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Ekaitz Cancela
Escribo sobre política europea desde Bruselas. Especial interés en la influencia de los 'lobbies' corporativos en la toma de decisiones, los Derechos Humanos, la desigualdad y el TTIP.
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