La solidaridad alemana titubea
Solo la ciudad de Múnich ha dado la bienvenida a 120.000 refugiados en dos semanas. El cierre temporal de las fronteras con Austria y la República Checa genera incertidumbre acerca de si habrá un giro en la política de acogida del Gobierno
Laura Alzola Kirschgens Munich , 19/09/2015
"Bienvenidos, refugiados", se lee en el cartel que portaba uno de los manifestantes pro-refugiados en el centro de Múnich, el pasado 31 de julio.
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Ocho de la tarde, en Alemania, hora de haber cenado. En una sala situada en el centro de Múnich se encuentran unas cien personas. Entre ellas, tres mujeres con pañuelos que les cubren el pelo y dos jóvenes con el skate aparcado contra la pared. Hombres encamisados, con canas y sin ellas. Hipsters que no se quitan la gorra, decenas de estudiantes con los libros a cuestas y dos niños acompañados por sus madres.
Aunque oficialmente ya no se pueda entrar en Alemania sin visado, quienes huyen desde Austria bajan de los trenes poco antes de la frontera, la cruzan a pie, y vuelven a subirse en otro, al otro lado de esta
Son algunos de los voluntarios que durante dos semanas han recibido a los refugiados que llegaban a la estación central de la ciudad. Ahora, los controles en las fronteras y el comienzo del Oktoberfest, el festival de la cerveza que llenará las calles de la ciudad de miles de visitantes, han cambiado la situación.
Múnich ha dado la bienvenida con humanidad a 120.000 refugiados en dos semanas. Concretamente, desde que a finales de agosto saliera a la luz un documento interno de la Oficina de Inmigración del Gobierno de Merkel en el que se decía que Alemania aceptaría a todos los sirios que llegaran sin devolverlos al primer país de la UE que hubieran pisado. Esta suspensión unilateral del protocolo de Dublín, junto con la decisión del gobierno húngaro de permitir reanudar su viaje a los demandantes de asilo a los que había detenido en la estación Keleti de Budapest, puso en marcha en la capital bávara un sistema de acogida en el que, además de la policía y los servicios sanitarios, han participado 1.000 voluntarios al día.
A pesar de que el gobierno bávaro, en manos de la conservadora CSU, se ha negado a colaborar más de lo mínimo y obligatorio con la ciudad de Múnich y su alcaldía, quienes llegan a la estación central de trenes reciben un primer chequeo médico in situ que descarta urgencias médicas y envía al hospital a quien lo necesita. Después, se fletan autobuses hacia tres polideportivos acondicionados para que los voluntarios puedan repartir la comida, la ropa y los artículos de higiene previamente donados tras el llamamiento en las redes sociales a los ciudadanos. Algunas horas más tarde, los refugiados son distribuidos entre otros länder, según la llamada Llave de Königstein, una fórmula que tiene en cuenta tanto la población como la recaudación fiscal de cada región para repartir la carga de solicitudes de asilo a todo el territorio nacional alemán. Tras un viaje en autobús y ya en uno de los centros que se han habilitado para que vivan, los refugiados se registran y esperan a la resolución de su petición.
La presión sobre Angela Merkel ha aumentado considerablemente en esta última semana. Los medios jalean al gobierno para que exija a los demás socios europeos la misma respuesta ante la crisis humanitaria
El proceso, que no hubiera funcionado sin una sociedad civil generosa, heterogénea y bien organizada, sigue desarrollándose a pesar de que el flujo de de personas se haya reducido desde la introducción de controles en las fronteras. Aunque oficialmente ya no se pueda entrar en Alemania sin visado, quienes huyen desde Austria bajan de los trenes poco antes de la frontera, la cruzan a pie, y vuelven a subirse en otro, al otro lado de esta.
El ministro de Interior alemán, Thomas de Maiziere, alegó en su breve rueda de prensa del domingo, 13 de septiembre, que "Alemania ha decidido introducir de manera provisional controles en sus fronteras, en particular con Austria por razones de seguridad". Los registros, que el miércoles se extendieron a la frontera con la República Checa, dejan en suspenso el Tratado de Schengen y son legales solo temporalmente y en situaciones de excepción. La Policía bávara comunicaba el lunes que la situación en la frontera estaba sobrepasando sus capacidades.
La presión sobre Angela Merkel ha aumentado considerablemente en esta última semana. Los medios jalean al gobierno para que exija a los demás socios europeos la misma respuesta ante la crisis humanitaria, pero también analizan estos días los problemas a los que se enfrenta la canciller si no quiere dejar entrever un giro en su propia política de apertura hacia los refugiados.
El primero de los obstáculos es el bloqueo que sufre la burocracia respecto a las solicitudes de asilo. Cientos de miles de peticiones se encuentran todavía en trámite en la Oficina Federal de Migración y Refugiados. La cifra ya se elevaba a 250.000 a finales de agosto
El primero de los obstáculos es el bloqueo que sufre la burocracia respecto a las solicitudes de asilo. Cientos de miles de peticiones se encuentran todavía en trámite en la Oficina Federal de Migración y Refugiados, cuyo presidente acaba de dimitir por “motivos personales”. La cifra ya se elevaba a 250.000 a finales de agosto. Sin respuesta afirmativa, los candidatos no tienen permiso para trabajar y esperan a que su solicitud sea resuelta en el hogar de refugiados al que han sido asignados. En consecuencia, y tras el actual pico de llegadas, estos centros sufren una gran sobrecarga.
El segundo problema es el desacuerdo de los socios de la Unión en lo referido a las cuotas. Desde los países del Este, se le atribuye además a la política alemana la culpa de que los refugiados estén “presionando” las fronteras europeas. "Sinceramente, este no es mi país si ahora vamos a empezar a disculparnos por comportarnos adecuadamente en una situación de urgencia como esta”, respondió este martes en tono molesto la canciller alemana a un periodista que le preguntó si le afectaban las críticas por esperanzar a miles de futuros demandantes de asilo.
Desde los países del Este, se le atribuye además a la política alemana la culpa de que los refugiados estén “presionando” las fronteras europeas
Berlín defiende asimismo la necesidad de acordar con los socios europeos la implantación de hotspots, centros de registro, en los puntos de llegada para identificar a las personas, su origen, su situación y determinar si tienen derecho o no a asilo. Italia y Grecia están dispuestas. Hungría no.
Mientras que la incertidumbre con la que trabaja la red de voluntarios en Múnich es cada vez mayor, la otra cara de la región gobernada por la CSU ha vuelto a mostrar su lado más populista. El jefe del Gobierno bávaro, Horst Seehofer, uno de los principales aliados políticos de la canciller, ha señalado que la llegada masiva de refugiados al país obligaría al Ejecutivo a declarar un “estado de emergencia nacional” que solo “provocaría el caos en Alemania”. En otra afrenta directa a Merkel, el político conservador anunció, desde las páginas de la edición del sábado 12 de septiembre de la revista Der Spiegel, que invitaría al primer ministro húngaro, Viktor Orban, a una reunión de su partido en Múnich, el próximo 22 de septiembre, para “buscar una solución común” al problema de los refugiados.
Tras la asamblea informativa del martes, el grupo de voluntarios autodenominado München ist Bunt (Múnich es de colores) recogió en un documento su trabajo de las últimas semanas. Estos días solo llegan las imágenes horribles desde Hungría mientras que la ropa y los víveres donados esperan en las estanterías. Muchas dudas sobre lo que les espera las próximas semanas siguen en el aire.
Ocho de la tarde, en Alemania, hora de haber cenado. En una sala situada en el centro de Múnich se encuentran unas cien personas. Entre ellas, tres mujeres con pañuelos que les cubren el pelo y dos jóvenes con el skate aparcado contra la pared. Hombres encamisados, con canas y sin ellas....
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Laura Alzola Kirschgens
Reportera e investigadora. Migración, educación, discurso y cambio social. Múnich, Hamburgo y ahora, Barcelona. Periodista. Máster en Inmigración por la Pompeu Fabra. Extranjera, como lo son todos en algún lugar
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